No es casualidad

Capítulo 2

La noche fue un poco agitada, pese a mi mal dormir, ya que no me acostumbraba del todo a no estar en mi cama de siempre, yo podía sentirme feliz de visitar a la abuela, sin embargo, era una tortura adaptarme a la diferencia entre esa habitación y la que tenía en California. 

Pero poniendo de lado aquella mala noche, también estaba la parte en la que me asomé por la ventana, ya que eso me generaba un poco de paz, no obstante, una figura extraña, no humana se escondía entre los árboles del extenso bosque, la seguí con mi vista hasta donde pude, por el hecho de que la oscuridad era un impedimento para poder tener un campo de visión bueno. La verdad no podría decir que sentí temor, fue todo lo contrario a eso, me generó mucha curiosidad saber que era esa sombra tenebrosa. 

Estiré los brazos soltando un bostezo y al recordar que ya el abuelo no estaba, esa tristeza me invadió haciéndose pesada sobre mis hombros y pecho, miré al espejo y conseguí visualizar la última foto que nos tomamos en navidad, a veces olvidaba que únicamente loa veía en esa época debido a las vacaciones, y eso me llevó a reflexionar sobre la verdadera razón del del porqué, los abuelos se mudaron de California cuando yo nací. 

Puse el pie en la madera del suelo y sentí una corriente fría que me estremeció, el tiempo avisaba que ya se acercaría invierno, así que me abrigue bien luego de darme una ducha para bajar a desayunar. 

Mamá, la abuela y papá se encontraban en el comedor casi terminando de desayunar, a verme la abuela sonrió haciendo ademán para que me acercara a la mesa. 

—Moon, pequeña, ven, te preparé tu desayuno favorito—indicó sosteniendo el mango del sartén para ponerlo de nuevo en la cocina. ¿Todavía te gustan los panqueques con crema y cerezas?—interrogó y asentí de inmediato, mamá amplió una sonrisa comentando. 

—Siguen siendo sus favoritos, es lo que le preparo cada cumpleaños.

—Pues aquí no vas a tener que esperar tu cumpleaños para poder disfrutarlos—dijo la abuela a manera de complicidad.

—Gracias abue—contesté sentándome al lado de papá que disfrutaba su desayuno mientras que leía algo en el celular. 

Mi abuela puso el plato frente a mí, el cual desprendía un aroma exquisito, no pude aguantar las ganas de cortar un trozo de ese delicioso panqueque y llevarlo a mi boca para deleitarme en su sabor maravilloso. 

—Eh, Abril…—intervino papá, mi madre y abuela se le quedaron viendo mientras yo seguía comiendo—Sabes que mañana tengo esa junta importante en la empresa, y pues…—sonaba avergonzado, quizás por el hecho de tener que irnos en un momento tan difícil para la abuela. 

—Entiendo, Josh, no debes sentirte incómodo, sé que tienes trabajo y agradezco hayan podido venir al funeral—explicó ella de manera comprensiva. 

—¿Estás segura de que estarás bien mamá?—interpeló poniendo su mano sobre el brazo de la abuela y ella asintió, pero había algo en su rostro que no me convencía del todo, así que solo intervine.

—Puedo quedarme contigo, abuela—ofrecí y los tres me vieron muy atentos.

—Oh, por supuesto que no, cariño, tienes clases—se negó y yo encogí los hombros. 

—No, abue, de hecho ya tengo todas mis materias aprobadas, los días que quedan de clases son para cumplir horarios—aclaré y a pesar de que ella no estaba de acuerdo, terminó aceptando. 

—Bueno, desde ahora te advierto que vas a aburrirte mucho—advirtió y me reí.

—Sí, me preparas un plato de estos en el desayuno no tendré problema— bromeé dando otro bocado a mi desayuno. 

***

Mamá y papá me abrazaron antes de subir al auto, loa vi alejarse mientras ella sacudía su mano levemente sonriendo hasta que desaparecieron de mi campo visual, sentí melancolía por el hecho de que no los iba a ver durante un mes completo, ya que el viaje de papá después de la junta, sería fuera del país.

 Regresé a la casa acompañada de la abuela More, ella volvió a sus labores cotidianas y yo realmente no tenía idea de que hacer, por lo tanto, solo fui al patio colocando loa audífonos en mis orejas mientras contemplaba la lejanía de ese bosque enorme.

El sonido del piano retumbaba en mis oídos, por lo cual no podía escuchar nada del exterior, seguí caminando observando todo y el frío era agradable, algunas gotitas de los árboles caían sobre mi ropa atrayendo mi atención, alcé la vista mirando el cielo nublado y sonreí, estiré ambos brazos cerrando los ojos con el rostro en dirección a la copa de los árboles para poder sentir esas gotas suaves en mi cara, luego de varios segundos me enderece y algo se movió de entre aquellos troncos gruesos…

Arrugue el entrecejo cerrando los ojos a medias astas, y bajé el volumen de la música para caminar hacia ese lugar, las hojas crujían al acercarme lentamente, luego experimenté una sensación de temor, que me invadió por completo, retrocedí un poco, sin embargo, la curiosidad me ganó, así que tomé aire y avancé otros pasos, pero cuando estaba a punto de descubrir aquello, escuché la voz de la abuela. 

—Moon, cariño—gritó, ya que estaba un poco alejada de la casa y volteé enseguida—Iré a comprar algunas cosas al supermercado, ¿Vienes?—preguntó, yo eché un último vistazo al lugar y ya no sentía esa sensación de ser vigilada, por lo cual di todo por olvidado y fui con la abuela al súper. 

El trayecto de la casa al pueblo, donde se hallaba el área comercial, no era muy lejos. Nos tomó unos 15 minutos en coche, hasta que llegamos al sitio destinado. Bajamos del vehículo y caminamos al establecimiento, la abuela tomó un carrito y empezó a recorrer el lugar en busca de víveres para los próximos días. Yo, por mi parte, quise buscar algún libro, así que pedí a More que me permitiera algunos minutos en una librería para al menos tener algo para no aburrirme. Ella aceptó con la condición de no demorarme y salí del supermercado. 

Las calles de Telluride, era pequeña y las grandes montañas se observaban ofreciendo una vista estupenda del lugar, ahí las personas eran amables, y en nada se parecían a la gente de California, que siempre parecían apresuradas. Las cosas en ese sitio se tomaban con más calma y a la vez podía respirar, armonía debido al hermoso paisaje turístico.

Caminé unas cuantas calles buscando una biblioteca, hasta que finalmente la encontré, en el aparador se observaban varios libros en exhibición, así que entre llevando mi mano a la puerta para empujarla, una campanilla sonó al estar dentro de ese cálido lugar, di unos cuantos pasos para buscar una estantería que tuviera algo interesante, hasta encontrar la que buscaba.

Sostuve algunos libros de poesía y novelas viejas, hasta dejarlos apilados en mis brazos, el peso hizo que torpemente los dejara caer y al inclinarme a recogerlos, observé una mano razonablemente más grande que la mía, ofrecerme ayuda.

Levanté la vista y ahí estaba. 

Me quedé paralizada porque no tenía idea de cómo reaccionar, era ese chico de los ojos grises con mirada profunda e intimidante. 

—Permíteme ayudarte con eso—dijo sujetando todos los libros, yo ni siquiera pude emitir un sonido, solo tenía la boca abierta como idiota, hasta que me di cuenta de mi estupidez y reaccioné. 

—Oh, gracias, eres muy amable, pero no es necesario—indiqué y él negó. 

—No hay problema—sostuvo y se enderezó llevando los libros al recibidor, lo seguí a pasos lentos y cautelosos, ya que era un completo extraño para mí y temía lo peor. Aquí tienes Richard, la señorita quiere estos libros—indicó explicando al hombre detrás del mostrador. Él empezó a marcar los precios de los libros, mientras el amable chico que me había ayudado permanecía observándolo. 

Me sentí un poco incómoda, pero a la vez, como si realmente lo conociera, esa sensación extraña de que ya habías vivido el momento no dejaba de agobiarme, pero no me quedó de otra que ignorarla. 

—Bien, son 37,95—indicó y saqué el dinero de mi bolsillo para pagar, el chico de los ojos grises me vio de reojo causando que mis manos temblaran y el dinero se cayera al suelo.

《 Rayos, ¿Qué pasa contigo Moon? ¿Acaso eres tonta?》

Me regañé a mí misma.

Él se dobló para recogerlo y lo puso sobre el mostrador. Le entregaron los libros en una bolsa de plástico y me hizo una seña para salir de la tienda, tal y como si fuera uno de mis padres dándome órdenes. 

Cuando estuvimos fuera de la tienda, me observó y sonrió.

—Pareces un poco asustada—comentó y yo amplié los ojos muy grandes.

《 Se dio cuenta, ¿Ahora que hago?》

—Eh, no, no, es que… Bueno, no te conozco—expliqué.

—Ah, pues, hubieras empezado por ahí, me llamó Kitsune, es un placer—extendió la mano para estrechar la mía, torpemente la apreté y me sorprendió notar lo cálida que era, de hecho más de lo común para un frío como el de ese pueblo.

—Un gusto, yo me llamo Moon—respondí y él arrugó el ceño.

—¿Luna en inglés?

—Sí—contesté encogiendo los hombros 

—Vaya, es una sorpresa—comentó y no pude entender a qué se refería, sin embargo, cuando estuve a punto de preguntarle escuché el claxon del auto de la abuela, seguido de un:

—Moon, vamos—llamó y giré un momento la cabeza, ella estaba haciéndome señas y luego vi a Kitsune nuevamente. 

—Esa es mi abuela, ya debo irme, gracias por la ayuda—me despedí para avanzar rápido y subirme al auto. Cuando la abuela arrancó, lo observé una última vez y realmente había algo en ese chico que me parecía raro, y a la vez atrayente como si deseara conocer que pensaba realmente, era esa mirada fría y rígida la que me generaba curiosidad.

—Moon, cariño, ¿Qué hacías hablando con ese muchacho?—inquirió More y encogí los hombros. 

—Solo me ayudó con los libros abuela, y le estaba agradeciendo—respondí de forma inocente.

—Entiendo, pero debes tener más cuidado con quien hablas, no lo conoces—aconsejó y eso me volvió a llevar al día anterior cuando los vi en el funeral. 

—Pero abue, ellos eran amigos del abuelo—le recordé y ella soltó un suspiro. 

—Lo sé, pero yo hubiera preferido que no, así que solo ten cuidado, sé que eres mayor para tomar decisiones porque ya casi tienes 18 años, pero solo quiero cuidarte mientras estés aquí, ¿Entiendes?—sugirió y me vi obligada a asentir, a pesar de que no estaba de acuerdo, porque mi curiosidad muchas veces me llevaba a situaciones que no podía evitar. 

Y es que la idea de pensar en que no todo eran casualidades, me guiaba a que ese chico estaba ahí, por algo en específico. 

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