Ethan entró a la cocina con pasos firmes, aunque su mente seguía atrapada en la tensión del día. Se quitó el saco y lo dejó sobre el respaldo de una silla antes de remangarse la camisa. Había demasiadas cosas en su cabeza, pero, por ahora, lo más importante era asegurarse de que Adrián comiera algo antes de irse a dormir.El niño lo siguió con su usual energía, balanceándose sobre la punta de los pies mientras observaba con atención cada uno de sus movimientos.—¿Vas a cocinar algo rico? —preguntó con los ojos brillantes de emoción.Ethan sacó pan, jamón y queso del refrigerador.—Haré algo rápido.Adrián infló las mejillas, cruzándose de brazos sobre la mesa.—¿Algo rápido significa algo aburrido?Ethan le dedicó una mirada de advertencia mientras comenzaba a preparar el sándwich.—Algo rápido significa que no quiero escuchar quejas.Adrián puso los ojos en blanco, pero luego sonrió.—Está bien, pero si es aburrido, me haces dos.Ethan resopló con diversión, moviendo la cabeza.El si
Ethan subió las escaleras con pasos silenciosos, con su corazón pesado por la preocupación que lo atormentaba. Sabía que Ava necesitaba un espacio, pero también entendía que a veces las palabras no eran suficientes. Las palabras no podían cambiar lo que había pasado, ni borrar el dolor que sentía. Sin embargo, él podía estar allí, en silencio, para ofrecerle lo que ella necesitaba sin hacer preguntas.Al llegar frente a la puerta entreabierta, escuchó los sollozos. Su cuerpo se tensó. No estaba acostumbrado a lidiar con el llanto de los demás, especialmente no con el de Ava, quien rara vez mostraba su vulnerabilidad. Por un momento, pensó en retroceder. Quizás ella quería estar sola, quizás no necesitaba verlo ahora. Pero su mano tembló cuando pensó en cómo se sentiría si no la apoyaba en ese momento.Con un suspiro, entró sin hacer ruido, con sus pasos ligeros como el aire. La vio. Ava estaba hecha un ovillo sobre la cama, abrazando con fuerza una almohada. Sus lágrimas caían en sile
Ethan observó la expresión en el rostro de Ava cuando la besó. Más él no se quedó con las ganas de besarla en la boca, sus labios, inicialmente tensos, se suavizaron bajo la presión de los suyos, y la respuesta no tardó en llegar. Ava le correspondió con la misma intensidad, enredando sus dedos en su cabello, acercándolo más a ella.Él sonrió contra sus labios, disfrutando del sabor dulce que le dejaban sus besos. Sus manos viajaron por la silueta de Ava, acariciándola con una mezcla de urgencia y adoración. Se acomodó sobre ella, sin dejar de explorar su piel con las yemas de sus dedos.—Ethan... —susurró Ava, con la voz entrecortada, pero sin apartarse.—Mmm... —respondió él, sin intenciones de detenerse.Las manos de Ava se deslizaron por su espalda, como si dudara entre empujarlo o acercarlo más. La calidez de su cuerpo la envolvía, y Ethan ya no pensaba en nada más que en ella.Pero entonces, de la nada, Ava se tensó.—¡Los niños! —exclamó, empujándolo con tal fuerza que Ethan te
El sol apenas asomaba sus primeros rayos cuando Ava abrió los ojos. La habitación estaba en penumbras. Sintió el calor de un cuerpo a su lado y una respiración tranquila rozándole la piel.Giró la cabeza y lo vio.Ethan dormía con el ceño ligeramente fruncido, con su cabello desordenado y su brazo rodeando su cintura con posesividad. Ava sonrió para sí misma. Se veía tan diferente cuando dormía, casi… inocente.Pero sabía que de inocente no tenía nada.Se removió un poco, intentando zafarse de su abrazo, pero él gruñó en protesta y la atrajo más hacia él, hundiendo el rostro en su cuello.—Ethan… —susurró ella, acariciándole la nuca.—Cinco minutos más… —murmuró contra su piel.Ava rodó los ojos y le pellizcó el brazo.—Son más de las ocho. ¿No tienes que ir a trabajar?Ethan abrió un ojo, mirándola con pereza.—Soy el CEO, puedo tomarme vacaciones cuando quiera.Ava soltó una risa divertida y le revolvió el cabello aún más.—Qué conveniente…Ethan gruñó con satisfacción y volvió a ce
Ethan entreabrió la puerta de su habitación, aún con el sueño pegado a los párpados y una expresión de fastidio mal disimulada. No había dado ni dos pasos fuera cuando un pequeño huracán de emociones lo recibió de golpe.Allí estaba Adrián, con el ceño fruncido y los brazos cruzados, bloqueando su paso como si fuera un guardia en una misión de suma importancia.—Papá —lo llamó con un tono grave y acusador—, ¿dónde está Ava?Ethan, que ya intuía que no se trataba de un simple saludo matutino, se apoyó despreocupadamente contra el marco de la puerta y le dedicó una sonrisa ladina.—Buenos días para ti también, hijo —respondió con burla, estirándose un poco—. ¿Y por qué la buscas a ella antes que a mí?Adrián arrugó la nariz con desdén, como si la pregunta fuera absurda.—Porque fui a su cuarto y no estaba —explicó con un mohín de disgusto, pero luego su expresión cambió por completo cuando un puchero tembloroso se formó en su boca—. ¡No quiero que se vaya!Ethan parpadeó, algo sorprendi
La cocina era un caos de risas y cuchillos chocando contra los platos mientras el desayuno avanzaba en medio de un ambiente bullicioso. La luz matutina entraba por las grandes ventanas, iluminando la mesa repleta de hot cakes, frutas y tazas de chocolate caliente.Ethan, con su café negro en una mano y el periódico en la otra, observaba a los niños devorar su desayuno como si hubieran pasado días sin comer.—¿De dónde sacan tanto apetito? —preguntó con incredulidad, arqueando una ceja.Adrián, con la boca llena, apenas pudo responder.—¡Arthur cocina rico!Donkan asintió enérgicamente, con el sirope chorreando por su barbilla.—¡Sí! ¡Yo podría comer esto todos los días!Ethan miró su propio plato, que tenía una porción mucho más modesta en comparación con la de los niños, y luego miró a Ava, quien también los observaba divertida.—No sé si deba estar impresionado o preocupado —murmuró, tomando un sorbo de café.Ava soltó una risa y le dio un golpecito en el brazo.—Son niños. La comid
El estruendo de sillas rechinando contra el suelo y risas infantiles resonó por toda la cocina cuando Adrián y Donkan terminaron sus platos. Sin esperar un segundo más, los niños saltaron de sus asientos y salieron disparados como pequeños torbellinos fuera del comedor.—¡Vamos a empacar nuestras cosas! —gritó Adrián emocionado mientras arrastraba a Donkan de la mano.—¡Yo me llevo mi espada de juguete por si hay dragones! —exclamó Donkan con la seriedad de un caballero en una misión sagrada.—¡Y yo mi consola! ¡No podemos ir de viaje sin videojuegos!Los pasos apresurados retumbaron en el pasillo mientras los dos desaparecían por la puerta, dejando atrás la cocina en un completo desorden. Platos sucios, restos de sirope y migajas de hot cakes eran testigos del festín matutino que acababa de ocurrir.Ava los observó con una sonrisa divertida antes de girarse hacia Ethan, quien aún tenía su taza de café en la mano y miraba con un dejo de incredulidad la destrucción dejada por los niños
El beso terminó con un leve cosquilleo en los labios de Ava, pero la calidez que la envolvía se disipó de inmediato. Como si una sombra hubiera cruzado su mirada, su semblante cambió, y la sonrisa que segundos antes iluminaba su rostro se desvaneció. Su respiración se tornó más lenta, y bajó la vista, mordiéndose el labio con inquietud mientras sus dedos se enredaban en la tela de su blusa, retorciéndola sin darse cuenta.Ethan lo notó al instante.—¿Qué ocurre? —preguntó con el ceño fruncido, deslizando su mano con firmeza por su espalda en un gesto reconfortante.Ava vaciló, debatiéndose entre guardarse sus pensamientos o dejarlos salir. Finalmente, suspiró y habló en voz baja, casi como si le costara admitirlo.—Es solo que… he estado tan feliz aquí contigo, con Adrián y Donkan, que olvidé todo lo demás —confesó con una sonrisa amarga—. Olvidé que mi madre sigue en una clínica, convaleciente… y que mi padre sigue siendo el mismo borracho de siempre.Ethan no respondió de inmediato.