Ava tarareaba una melodía despreocupada mientras lavaba los platos, moviéndose con una gracilidad natural que contrastaba con la energía arrolladora que solía irradiar. Sus caderas se balanceaban de un lado a otro al ritmo de la canción, y en más de una ocasión, dejaba caer espuma sobre la encimera sin notarlo.Desde la puerta, Ethan la observaba en silencio. Apoyado contra el marco, con los brazos cruzados sobre su pecho, se permitió disfrutar de la escena por un momento. Había algo en la forma en que Ava se movía, en su despreocupación genuina, que le resultaba casi hipnótica.Pero no tenía tiempo para distracciones.Exhalando con discreción, se apartó de la puerta sin hacer ruido y sacó su teléfono del bolsillo. Marcó un número que ya tenía memorizado.—¿Sigues en la mansión? —preguntó sin rodeos cuando la llamada fue atendida.La voz de Arthur llegó al instante, despreocupada pero siempre atenta.—Sí, señor. Estoy en el patio. Pensé que querría algo de privacidad para estar con su
Arthur salió del estudio con una expresión que oscilaba entre la incredulidad y el desconcierto absoluto. Había algo en el aire, algo que no podía explicar, algo que parecía sacado de una película de ciencia ficción. Ethan Moreau, el hombre más implacable que conocía, el hombre cuya vida estaba completamente dominada por la precisión, el control y el trabajo incesante… ¿tomándose vacaciones?No. No, eso no podía ser real.Arthur se quedó unos segundos parado en el pasillo, mirando el vacío que se extendía frente a él, como si esperara que la revelación de lo que acababa de escuchar fuera algún tipo de pesadilla de la que pronto despertaría. Pero no lo era. Ethan había hablado en serio. Y si Ethan Moreau, un hombre que solía considerar las vacaciones un lujo innecesario y una debilidad, estaba planeando ausentarse… algo debía estar pasando.El problema no era solo que Ethan estuviera considerando tomarse un descanso; era que lo estaba haciendo de manera completamente ajena a lo que Art
Ethan no podía dejar de pensar en Ava y en su intercambio de risas con Arthur. La imagen de ella sonriendo tan libremente, tan cómoda en presencia de otro hombre, lo carcomía por dentro. Era un veneno lento y corrosivo que se expandía con cada carcajada que recordaba. Cerró su computadora con tanta fuerza que el sonido seco del golpe resonó en la habitación, pero ni siquiera eso apaciguó la furia creciente en su pecho. Su mandíbula se tensó, sus dedos se crisparon sobre el escritorio. No podía ignorarlo. No podía simplemente fingir que no le importaba.Se puso en pie de golpe, su silla rechinó contra el suelo, pero no le prestó atención. Su humor ya estaba envenenado, con su mente atrapada en un torbellino de imágenes que no dejaban de repetirse: la manera en que Ava inclinaba la cabeza con interés, el brillo de sus ojos cuando Arthur decía algo que le causaba gracia, la manera en que su risa fluía sin reservas.A medida que avanzaba hacia la cocina, sus pasos eran firmes, decididos,
Ethan no podía quitarse la imagen de Ava y Arthur compartiendo risas. Cada vez que pensaba en ello, una extraña mezcla de celos y curiosidad lo invadía. Mientras intentaba calmarse, un pensamiento aún más persistente comenzó a rondar su mente: ¿Qué había dicho Arthur que tan divertido había hecho reír a Ava de esa manera? Decidió que debía preguntarlo. La inquietud que le carcomía el pecho no solo era celosa, sino también alimentada por una curiosidad insaciable, como si una parte de él necesitara conocer el origen de esa conexión tan inesperada entre ellos.Ava, como si leyera sus pensamientos, se acercó a él. Esa cercanía solo aumentó la tensión en el aire, y Ethan sintió como si su mente estuviera atrapada en una maraña de inseguridades y celos. A pesar de los pensamientos que lo invadían, algo en él quería saber qué era tan especial entre ella y Arthur. Finalmente, se decidió a romper el hielo, aunque el tono de su voz intentara disimular la incomodidad.—¿Qué fue tan gracioso?
Ava, viendo la reacción de Ethan, no pudo evitar reírse también, pero de una manera más contenida, con los ojos brillando de diversión. Su risa era como una melodía que no podía callar, aunque se esforzaba por controlarse. Se acercó a él, sentándose junto a él con una sonrisa que claramente decía que estaba disfrutando mucho del momento. Había algo en la forma en que Ethan reaccionaba que le hacía sentirse cómoda, incluso cuando las cosas no eran precisamente normales.—Sí, parece que Arthur tiene una imaginación un poco... desbordada —dijo entre risas, mientras lo miraba con cariño. Aunque seguía divertida por la ocurrencia de Arthur, su tono se suavizó, como si ahora se tratara de algo más cercano, algo más íntimo. No era solo la risa lo que la mantenía cerca de él, sino también ese ambiente de complicidad que parecía nacer de situaciones como esta, donde todo se volvía más ligero y menos importante.Ethan, con su risa aún entrecortada, la miró fijamente, incapaz de dejar de sonreí
Adrián y Donkan llegaron al lugar justo en el momento en el que Ethan y Ava estaban disfrutando de su pequeño momento de tranquilidad. La puerta se abrió con un crujido suave, y ambos chicos, completamente despreocupados, entraron sin hacer demasiado ruido, como si se estuvieran colando en un secreto que no les pertenecía. El ambiente tranquilo y relajado de la sala se vio interrumpido de golpe por la inconfundible energía de Adrián, quien entró a la casa como un huracán. En cuanto sus ojos se posaron en Ethan y Ava, abrazados cómodamente en el sofá, la emoción lo invadió por completo.—¡¡Mami!! ¡¡Papi!! —gritó Adrián, sin pensarlo, antes de lanzarse directamente sobre ellos con toda su energía desbordante. La fuerza con la que saltó hizo que los dos cayeran de nuevo en el sofá, pero lo peor de todo fue que Adrián cayó justo sobre Ethan, causando que un pequeño "oof" se escapara de sus labios, mientras luchaba por mantener el equilibrio y evitar que ambos cayeran al suelo.Ava, sorpre
Donkan, que había estado dando vueltas alrededor de la sala con una velocidad impresionante, se detuvo en seco y miró a Ethan con ojos muy abiertos. La expresión en su rostro era una mezcla de sorpresa y emoción, como si acabara de descubrir un secreto muy importante.—¡¿Un disfraz?! Necesito un disfraz —exclamó, con su tono de voz completamente asombrado. Sus palabras fueron como un grito de entusiasmo, llenas de incredulidad. Como si la idea de disfrazarse nunca hubiera cruzado su mente, y ahora, de repente, fuera la clave para hacer que todo se volviera aún más emocionante. Su rostro se iluminó aún más, y, en un segundo, los dos niños parecían completamente decididos a hacer que todo fuera mucho más complicado de lo que originalmente había sido. La propuesta de un disfraz no solo parecía viable, sino también absolutamente necesaria. Y lo que empezó como una idea sencilla, ahora se transformaba en una gran aventura.Ava, que no había dejado de observarlos, se echó a reír por lo ba
Las risas y el sonido de los cojines golpeando el suelo poco a poco comenzaron a disminuir. La gran nave espacial, aquella imponente estructura de cojines que había sido el centro de todas las aventuras intergalácticas, se tambaleó peligrosamente cuando Donkan intentó escalarla por última vez. Con un último grito de victoria, se dejó caer sobre los cojines, provocando una avalancha de risas entre todos.—Creo que nuestra nave ha llegado a su destino final —dijo Ava, acomodándose el cabello después de una de las tantas "batallas" que habían tenido.Adrián, con una expresión de agotamiento fingido, se dejó caer al suelo junto a Donkan.—Fue un viaje muy largo —respondió dramáticamente—. Pero al final, logramos salvar la galaxia.—¿Salvarla? —Ethan arqueó una ceja, mirando a Adrián con fingida seriedad—. ¿Estás seguro de eso? Porque yo vi a un extraterrestre escapando antes de que la nave se destruyera.Adrián y Donkan se miraron con complicidad y en un segundo saltaron sobre Ethan, empu