Ethan observó la expresión en el rostro de Ava cuando la besó. Más él no se quedó con las ganas de besarla en la boca, sus labios, inicialmente tensos, se suavizaron bajo la presión de los suyos, y la respuesta no tardó en llegar. Ava le correspondió con la misma intensidad, enredando sus dedos en su cabello, acercándolo más a ella.Él sonrió contra sus labios, disfrutando del sabor dulce que le dejaban sus besos. Sus manos viajaron por la silueta de Ava, acariciándola con una mezcla de urgencia y adoración. Se acomodó sobre ella, sin dejar de explorar su piel con las yemas de sus dedos.—Ethan... —susurró Ava, con la voz entrecortada, pero sin apartarse.—Mmm... —respondió él, sin intenciones de detenerse.Las manos de Ava se deslizaron por su espalda, como si dudara entre empujarlo o acercarlo más. La calidez de su cuerpo la envolvía, y Ethan ya no pensaba en nada más que en ella.Pero entonces, de la nada, Ava se tensó.—¡Los niños! —exclamó, empujándolo con tal fuerza que Ethan te
El sol apenas asomaba sus primeros rayos cuando Ava abrió los ojos. La habitación estaba en penumbras. Sintió el calor de un cuerpo a su lado y una respiración tranquila rozándole la piel.Giró la cabeza y lo vio.Ethan dormía con el ceño ligeramente fruncido, con su cabello desordenado y su brazo rodeando su cintura con posesividad. Ava sonrió para sí misma. Se veía tan diferente cuando dormía, casi… inocente.Pero sabía que de inocente no tenía nada.Se removió un poco, intentando zafarse de su abrazo, pero él gruñó en protesta y la atrajo más hacia él, hundiendo el rostro en su cuello.—Ethan… —susurró ella, acariciándole la nuca.—Cinco minutos más… —murmuró contra su piel.Ava rodó los ojos y le pellizcó el brazo.—Son más de las ocho. ¿No tienes que ir a trabajar?Ethan abrió un ojo, mirándola con pereza.—Soy el CEO, puedo tomarme vacaciones cuando quiera.Ava soltó una risa divertida y le revolvió el cabello aún más.—Qué conveniente…Ethan gruñó con satisfacción y volvió a ce
Ethan entreabrió la puerta de su habitación, aún con el sueño pegado a los párpados y una expresión de fastidio mal disimulada. No había dado ni dos pasos fuera cuando un pequeño huracán de emociones lo recibió de golpe.Allí estaba Adrián, con el ceño fruncido y los brazos cruzados, bloqueando su paso como si fuera un guardia en una misión de suma importancia.—Papá —lo llamó con un tono grave y acusador—, ¿dónde está Ava?Ethan, que ya intuía que no se trataba de un simple saludo matutino, se apoyó despreocupadamente contra el marco de la puerta y le dedicó una sonrisa ladina.—Buenos días para ti también, hijo —respondió con burla, estirándose un poco—. ¿Y por qué la buscas a ella antes que a mí?Adrián arrugó la nariz con desdén, como si la pregunta fuera absurda.—Porque fui a su cuarto y no estaba —explicó con un mohín de disgusto, pero luego su expresión cambió por completo cuando un puchero tembloroso se formó en su boca—. ¡No quiero que se vaya!Ethan parpadeó, algo sorprendi
La cocina era un caos de risas y cuchillos chocando contra los platos mientras el desayuno avanzaba en medio de un ambiente bullicioso. La luz matutina entraba por las grandes ventanas, iluminando la mesa repleta de hot cakes, frutas y tazas de chocolate caliente.Ethan, con su café negro en una mano y el periódico en la otra, observaba a los niños devorar su desayuno como si hubieran pasado días sin comer.—¿De dónde sacan tanto apetito? —preguntó con incredulidad, arqueando una ceja.Adrián, con la boca llena, apenas pudo responder.—¡Arthur cocina rico!Donkan asintió enérgicamente, con el sirope chorreando por su barbilla.—¡Sí! ¡Yo podría comer esto todos los días!Ethan miró su propio plato, que tenía una porción mucho más modesta en comparación con la de los niños, y luego miró a Ava, quien también los observaba divertida.—No sé si deba estar impresionado o preocupado —murmuró, tomando un sorbo de café.Ava soltó una risa y le dio un golpecito en el brazo.—Son niños. La comid
El estruendo de sillas rechinando contra el suelo y risas infantiles resonó por toda la cocina cuando Adrián y Donkan terminaron sus platos. Sin esperar un segundo más, los niños saltaron de sus asientos y salieron disparados como pequeños torbellinos fuera del comedor.—¡Vamos a empacar nuestras cosas! —gritó Adrián emocionado mientras arrastraba a Donkan de la mano.—¡Yo me llevo mi espada de juguete por si hay dragones! —exclamó Donkan con la seriedad de un caballero en una misión sagrada.—¡Y yo mi consola! ¡No podemos ir de viaje sin videojuegos!Los pasos apresurados retumbaron en el pasillo mientras los dos desaparecían por la puerta, dejando atrás la cocina en un completo desorden. Platos sucios, restos de sirope y migajas de hot cakes eran testigos del festín matutino que acababa de ocurrir.Ava los observó con una sonrisa divertida antes de girarse hacia Ethan, quien aún tenía su taza de café en la mano y miraba con un dejo de incredulidad la destrucción dejada por los niños
El beso terminó con un leve cosquilleo en los labios de Ava, pero la calidez que la envolvía se disipó de inmediato. Como si una sombra hubiera cruzado su mirada, su semblante cambió, y la sonrisa que segundos antes iluminaba su rostro se desvaneció. Su respiración se tornó más lenta, y bajó la vista, mordiéndose el labio con inquietud mientras sus dedos se enredaban en la tela de su blusa, retorciéndola sin darse cuenta.Ethan lo notó al instante.—¿Qué ocurre? —preguntó con el ceño fruncido, deslizando su mano con firmeza por su espalda en un gesto reconfortante.Ava vaciló, debatiéndose entre guardarse sus pensamientos o dejarlos salir. Finalmente, suspiró y habló en voz baja, casi como si le costara admitirlo.—Es solo que… he estado tan feliz aquí contigo, con Adrián y Donkan, que olvidé todo lo demás —confesó con una sonrisa amarga—. Olvidé que mi madre sigue en una clínica, convaleciente… y que mi padre sigue siendo el mismo borracho de siempre.Ethan no respondió de inmediato.
Ava tarareaba una melodía despreocupada mientras lavaba los platos, moviéndose con una gracilidad natural que contrastaba con la energía arrolladora que solía irradiar. Sus caderas se balanceaban de un lado a otro al ritmo de la canción, y en más de una ocasión, dejaba caer espuma sobre la encimera sin notarlo.Desde la puerta, Ethan la observaba en silencio. Apoyado contra el marco, con los brazos cruzados sobre su pecho, se permitió disfrutar de la escena por un momento. Había algo en la forma en que Ava se movía, en su despreocupación genuina, que le resultaba casi hipnótica.Pero no tenía tiempo para distracciones.Exhalando con discreción, se apartó de la puerta sin hacer ruido y sacó su teléfono del bolsillo. Marcó un número que ya tenía memorizado.—¿Sigues en la mansión? —preguntó sin rodeos cuando la llamada fue atendida.La voz de Arthur llegó al instante, despreocupada pero siempre atenta.—Sí, señor. Estoy en el patio. Pensé que querría algo de privacidad para estar con su
Arthur salió del estudio con una expresión que oscilaba entre la incredulidad y el desconcierto absoluto. Había algo en el aire, algo que no podía explicar, algo que parecía sacado de una película de ciencia ficción. Ethan Moreau, el hombre más implacable que conocía, el hombre cuya vida estaba completamente dominada por la precisión, el control y el trabajo incesante… ¿tomándose vacaciones?No. No, eso no podía ser real.Arthur se quedó unos segundos parado en el pasillo, mirando el vacío que se extendía frente a él, como si esperara que la revelación de lo que acababa de escuchar fuera algún tipo de pesadilla de la que pronto despertaría. Pero no lo era. Ethan había hablado en serio. Y si Ethan Moreau, un hombre que solía considerar las vacaciones un lujo innecesario y una debilidad, estaba planeando ausentarse… algo debía estar pasando.El problema no era solo que Ethan estuviera considerando tomarse un descanso; era que lo estaba haciendo de manera completamente ajena a lo que Art