El aire en la habitación estaba cargado, denso con la tensión que crepitaba entre ellos. Ava aún sentía el ardor en sus labios tras el beso salvaje de Ethan, y el eco de su cuerpo presionado contra la pared. Su respiración era errática, su corazón palpitaba con furia contra su pecho, y aún así, se negaba a ceder ante la mirada oscura y hambrienta de Ethan.—Te odio —espetó, con la voz apenas en un murmullo.Ethan esbozó una sonrisa ladeada, cruel, devastadoramente arrogante.—No lo suficiente.Ava levantó la mano para apartarlo, pero él la atrapó por la muñeca con facilidad. Su agarre no era brusco, pero tampoco le dejaba escapatoria.—Déjame ir —exigió, aunque la firmeza en su voz flaqueó cuando él deslizó el pulgar sobre su piel, dibujando círculos lentos y deliberados.—No quiero.Ethan la miraba con esa intensidad que la hacía temblar por dentro, como si estuviera decidido a devorarla entera. Había algo depredador en su postura, en la forma en que su cuerpo la acorralaba sin siqu
Ava sintió algo cálido y sólido contra su cuerpo, un peso que no debería estar ahí. Movió los dedos lentamente, dándose cuenta de que su mano no estaba sobre una almohada, sino sobre algo más firme… y caliente.Frunció el ceño. ¿Qué demonios?Abrió los ojos de golpe.Ethan.Estaba dormido profundamente, con un brazo fuerte y pesado rodeándola por la cintura, manteniéndola pegada a su pecho como si fuera una almohada humana. Peor aún, su pierna estaba entre las suyas, anclándola completamente.Ava contuvo un grito. ¡¿Qué estaba pasando?!Se movió con cautela, pero el agarre de Ethan se tensó.—Cinco minutos más… —murmuró él con su voz adormilada, y su aliento cálido rozando su cuello.Ava parpadeó. ¿Cinco minutos más? ¿De qué hablaba este lunático?—¡Suéltame, gorila! —gruñó, retorciéndose, pero él simplemente la abrazó más fuerte, aplastándola contra su cuerpo.—Hueles bien… —dijo él, con su voz llena de sueño, ignorando por completo la lucha de Ava—. Podría acostumbrarme a esto. Que
Ava seguía sintiendo el hormigueo en los labios mientras miraba a Ethan salir apresurado de la cocina. Adrián, sentado con el teléfono de Ava, no había prestado demasiada atención a la escena, pero Ava aún tenía el pulso acelerado.—¿Sabías que cuando te besan de sorpresa es técnicamente una invasión de tu espacio personal? —murmuró Ava, más para sí misma que para alguien en particular.Adrián alzó la vista, con una sonrisa traviesa.—¿Te besó? ¿Papá te besó?Ava se sobresaltó y negó con rapidez.—¡No!—Sí, lo hizo. Lo dijiste. —Adrián rió, divertido—. Papi nunca besa a nadie. No frente a mí.—No fue un beso, fue… —Ava hizo un gesto vago con las manos, buscando una excusa—. Un accidente.Adrián la miró con una expresión astuta, como si no le creyera ni una palabra, pero antes de que pudiera responder, Ethan apareció de nuevo en la cocina, aún con la camisa desabrochada y el ceño fruncido.—¡Maldita sea! —maldijo en voz baja, sacando su teléfono del bolsillo.—¿Qué pasa, papi? —pregunt
Minutos antes de que Ava volviera.Ethan tomó su teléfono y marcó con rapidez. Apenas sonó una vez antes de que la voz de Arthur se hiciera presente al otro lado de la línea.—Sí, jefe, dígame.Ethan caminó hacia su oficina dentro de la mansión, cerrando la puerta detrás de él con un chasquido seco.—¿Qué pasó con la deuda de los padres de Ava? —preguntó sin rodeos, con el ceño fruncido.Hubo un breve silencio antes de que Arthur respondiera con cautela.—Se entregó el dinero al padre de Ava para que hiciera el pago ayer.Ethan entrecerró los ojos y se dejó caer en su silla de cuero negro.—¿Por qué no hiciste el pago tú mismo?Arthur carraspeó.—Ayer tuve que hacerme cargo de varias cuestiones urgentes en la empresa, ya que usted se retiró temprano. Además, creí que era lo más conveniente…—Cállate —lo interrumpió Ethan con frialdad, frotándose las sienes con dos dedos.Sabía perfectamente lo que había ocurrido. Si el padre de Ava había recibido ese dinero y no había pagado la deuda,
Actualidad. Cuando Eva y Adrián salieron de la cocina, Ethan los siguió un poco después. Ava reía mientras Adrián corría a su alrededor con una pelota en las manos. El niño la miraba con adoración, y ella, con una ternura que Ethan jamás había visto en nadie más. Ava no era la madre de Adrián. Ni siquiera llevaba mucho tiempo en sus vidas. Pero cuando Ethan los veía juntos, no podía evitar notar lo natural que se veía aquella imagen. Como si siempre hubiera sido así. Helena nunca jugó con Adrián de esa manera. Nunca lo miró con tanta devoción. Ethan chasqueó la lengua y desvió la mirada. No le gustaba pensar en su exesposa. Su teléfono vibró en su bolsillo. Frunció el ceño al ver el número desconocido en la pantalla. Se alejó hacia su oficina antes de responder. —Ethan Moreau —dijo con voz firme al descolgar. —Señor Moreau, soy el doctor Renaud. Me indicaron que buscaba un especialista para el caso de la señora… —hizo una pausa breve— ¿Me recuerda su nombre? —Sull
El trayecto en auto fue tenso.Ava permanecía en silencio, con la mirada fija en la ventanilla. A pesar de que se había secado las lágrimas, sus manos seguían temblando sobre su regazo.Ethan, al volante, la observaba de reojo. Detestaba verla así tan derrotada. Pero no dijo nada. No era de los que ofrecían palabras de consuelo. No cuando la realidad era demasiado cruel para disfrazarla con falsos ánimos.Adrián, sentado en el asiento trasero, jugueteaba con un muñeco de acción, completamente ajeno a la tensión que llenaba el ambiente.—¿Mami? —llamó de repente, haciendo que Ava girara la cabeza, sorprendida por cómo la había llamado.—¿Sí, mi amor?—¿Tu mami va a estar bien? —preguntó el pequeño, habiendo escuchado a escondidas parte de la conversación previa entre su papá y Ava.Ava tragó saliva; sus ojos se humedecieron de nuevo, pero logró esbozar una sonrisa para el pequeño.—Sí, campeón. Vamos a hacer todo lo posible para ayudarla —respondió con voz temblorosa, intentando transm
Ethan cerró la puerta del auto con un golpe seco y volvió a la casa sin decir una palabra. El lugar estaba impregnado del hedor a alcohol y desolación. Mientras avanzaba por el pasillo, escuchó un ruido a sus espaldas.El padre de Ava, empapado por el agua de la ducha, se tambaleaba al salir del baño. Su camisa mojada se pegaba a su cuerpo y sus ojos inyectados en sangre ardían de resentimiento.—¿Quién te crees que eres para hablarme así? —espetó, con la voz arrastrada por el alcohol y la rabia.Ethan no se detuvo. Caminó hasta el pasillo y empezó a abrir puertas sin vacilación.—¿Dónde está? —preguntó sin molestarse en mirarlo.El hombre se quedó perplejo por un momento.—¿Quién?—Tu esposa —gruñó Ethan, mientras abría otra puerta y encontraba una habitación vacía.—¡No tienes derecho a meterte en mi casa ni a llevártela! —vociferó el hombre, con la furia de alguien que no tiene más armas que sus gritos.Ethan se detuvo. Se giró hacia él con una mirada de absoluto desprecio y, sin p
El doctor cerró la carpeta con un movimiento pausado y exhaló antes de hablar.—La paciente será internada de inmediato —informó con voz neutra—. Su estado es delicado, pero podemos estabilizarla y darle el tratamiento que necesita.Ava sintió que el mundo giraba a su alrededor. Un zumbido sordo llenó sus oídos mientras apretaba las manos con fuerza, tratando de contener el temblor en sus dedos. Sentía la garganta seca, como si hubiera tragado arena.—¿Se va a recuperar? —su voz salió entrecortada, apenas en un susurro.El médico la miró con cautela antes de responder, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.—Es pronto para decirlo. Hay que esperar a ver cómo responde al tratamiento.La respuesta no le bastaba. No podía bastarle.Ava bajó la mirada al suelo. Su mente giraba en círculos, atrapada en pensamientos caóticos. Recordaba el rostro de su madre antes de que la trasladaran: pálido, ojeroso, vulnerable de una forma que nunca la había visto. Desde que tenía memor