95. Solo mía.

—Algunas veces sí, hay momentos que desde aquí arriba se ve y se siente todo mejor

Irina se aguantaba con los brazos sobre los hombros de su esposo, cruzando las manos tras su nuca. Mueve las caderas y se acomoda bien a horcajadas para poder moverse con más libertad y sentarse sobre su miembro sintiéndose cada vez más llena y empalada. De este modo entraba del todo, sentía la punta, golpearla muy adentro y con cada penetra cien profunda un gemido abandonaba la boca de ella.

— Irina…— murmuró buscando su boca para besarla con ansias, para saborear sus labios, succionándolos y bajar nuevamente por su cuello, dándole cabida a sus pechos en las manos, haciendo rodar los pezones entre sus dedos. — Muévete Irina.

—Amir, Amir…— repetía ella entre jadeos, echando la cabeza hacia atrás cuando las masculinas manos la agarraron bien de las nalgas.

Él se empujaba hacia arriba para hundirse bien profundo en su interior, ayudándola a moverse sobre él, sintiendo como se deslizaba por su erección mie
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