Las semanas habían pasado sin que Nadia se diera cuenta, sumiéndola en una especie de trance en el que los días se desvanecían uno tras otro, sin dejar más que un rastro difuso en su memoria. Y ahora, la fecha tan ansiada por los patriarcas de ambas familias había llegado, pero Nadia se encontraba lejos de sentir la emoción que parecía inundar a todos los que la rodeaban.En su habitación, el bullicio de sus familiares y amigas llenaba el aire mientras un equipo de estilistas la rodeaba, preparándola para el gran evento. Peines y brochas trabajaban en su cabello y rostro, mientras el suave murmullo de voces emocionadas llenaba el espacio. Sin embargo, entre todo ese ajetreo, Nadia se sentía como una mera observadora de su propia vida.Suspiró mientras se observaba en el espejo, tratando de encontrar algún indicio de emoción en su reflejo. Sin embargo, solo encontró una mirada distante, como si estuviera atrapada en un sueño del que no podía despertar. Una de sus amigas se acercó, coloc
Jamal y William se levantaron del rincón oscuro del bar, sus corazones latiendo con fuerza en sus pechos. Cada paso que daban hacia la puerta parecía acercarles a un destino incierto, pero la determinación de actuar en nombre del amor verdadero los impulsaba a seguir adelante.El lugar de la ceremonia estaba a solo un par de calles del bar. Justo antes de llegar al edificio, una mano firme se posó en el hombro de Jamal, deteniéndolo en seco. Amir, el hermano mayor de Said y un hombre de aspecto imponente, negó con la cabeza con una mirada severa.—¿A dónde creen que van? —su voz resonó en el silencio de la noche, llena de autoridad y amenaza.Jamal intentó mantener la compostura, pero el temor se agitaba en su interior. —Amir, necesitamos hablar con Nadia y Said. Es importante… no podemos permitir que se casen.— dijo William con firmeza.—¿Hablar? ¿Creen que van a detener una boda con simples palabras? ¿O es que acaso planean algo más... atrevido? —respondió Amir con sarcasmo.—Solo
Unos hombres armados irrumpieron en el coche, arrebatando a Nadia y Said de su interior. La confusión y el terror se apoderaron de ellos mientras eran conducidos a un vehículo desconocido. El coche se alejó a toda velocidad en la noche, dejando atrás la ciudad y sus luces.Nadia y Said intercambiaron miradas desesperadas, sin saber qué les deparaba el destino. Horas después, el coche se detuvo abruptamente en medio de la nada. Los secuestradores los vendaron y los obligaron a avanzar a pie. Nadia tropezó y cayó, pero una mano firme la ayudó a ponerse en pie.— No temas — dijo una voz suave —. No les haremos daño a ninguno de los dos.Cuando les quitaron las vendas, se encontraron en un oasis exuberante en medio del desierto. Un palacio imponente se alzaba frente a ellos, rodeado de palmeras y flores de colores vibrantes.Los secuestradores, que en realidad eran guardias del palacio, los condujeron al interior. Un hombre alto y elegante los recibió con una sonrisa cálida.— Bienvenidos
Amir había reservado una sala en un burdel. La reunión que estaba a punto de tener no podía darse en cualquier lugar. Alguien podía verlos o escucharlos en el despacho, y en cualquier lugar socialmente aceptado, el único sitio para hablar de lo que iban a hablar era ese: un burdel. Irina lo acompañaba, cubierta bajo una enorme túnica con una capucha que no dejaba ver su rostro.Ellos entraron a la sala donde Sven ya los esperaba. Irina se quitó la capucha y se dejó caer en un sillón, observando con cierta duda la cama. Todo parecía muy limpio, pero a saber.— ¿No podíamos reunirnos en otro lugar? —preguntó Irina, y los dos hombres negaron a la vez.— Asad tiene espías en todos lados.Irina asintió, sabía que era cierto, así que suspiró y observó a Sven, quien había resultado ser su verdadero padre.Amir dirigió una mirada interrogativa a su hombre de confianza. — Lo primero que me gustaría saber es por qué jamás me dijiste que tenías una hija. — Hizo una pausa y agregó — ¿Y cómo es po
Irina se soltó de la mano de Amir con un gesto brusco, como si el contacto físico de sus dedos le quemara la piel. Sus ojos parecían dos brasas ardientes en un rostro pálido de ira, lanzando dardos de reproche hacia Sven.—¡No puedo creer que lo defiendas después de todo lo que ha hecho! —exclamó con la voz ahogada, luchando por contener las lágrimas que pugnaban por brotar—. Dice ser mi padre, pero lo único que le importó fue abandonarme en manos de un mafioso que maltrata mujeres —dijo, fulminando a Sven con la mirada—. Entre tú y Asad, eres el peor.Sven guardó silencio, sintiendo el peso de las palabras de su hija como una losa sobre su pecho. Sabía que no había excusa para sus actos, ni siquiera el amor que sentía por Irina podía justificarlos. Pero tampoco podía negar el lazo que los unía, la sangre que corría por sus venas, aunque fuera manchada por el pasado.—Irina, por favor, entiende que estoy tratando de hacer lo correcto ahora —rogó Sven, extendiendo una mano hacia ella e
Asad suspiró profundamente, dejando que el peso de sus palabras se posara en la habitación como una niebla espesa. Su mirada se dirigió hacia Irina, quien lo observaba con detenimiento, como si intentara descifrarlo con la sola fuerza de la mirada. Aunque había revelado una verdad perturbadora, era consciente de que aún quedaban muchos interrogantes por responder y secretos por desenterrar.—No, yo era hija de un familiar de Dimitri —respondió Irina, con una voz que temblaba, revelando la tormenta emocional que la embargaba. — Pero debiste haberme dicho la verdad.Asad asintió lentamente, ordenando sus pensamientos antes de responder. Cada palabra pesaba en su conciencia, cada recuerdo del pasado se entrelazaba con el presente, tejiendo una compleja red de verdades y mentiras.—Cariño, lo siento mucho. No te lo he contado antes porque pensé que era mejor protegerte de esa verdad. Pero sí, fui yo quien acabó con la vida de ese hombre y sus dos hijos adultos. No eran mejores que él, aunq
Irina se aferró a la mano de Amir con fuerza, buscando consuelo en su presencia mientras enfrentaba la verdad cruda y desgarradora que Asad acababa de revelar, era difícil aceptarlo pero ella jamás le había importado.Tenía razón Amir, era apenas una niña cuando ese hombre la dejó en una red de trata de personas y fue para usarla como anzuelo, después de ello la adoptó pero en secreto la fue adiestrando para convertirse en una hermosa mujer su disposición que haría todo lo que le pidiera que engañaría y seduciría a los hombres por él, no conociendo a Asad él jamás habría permitido que su hija biológica hiciera algo así.Era algo que siempre había sabido,pero en el fondo se negaba a aceptarlo para ella él era su Salvador y ahora resulta que también había sido su verdugo. La sensación de traición y engaño la envolvía como una sombra, oscureciendo su corazón y su mente. —Es mi esposa, no mi hermana —repitió Amir con determinación, su voz resonando con un tono de autoridad y protección
Said despertó primero, sintiendo el suave susurro de la brisa matutina acariciando su rostro. Con un suspiro tranquilo, abrió lentamente los ojos y se encontró con la reconfortante imagen de William durmiendo a su lado. Una sonrisa jugueteó en sus labios al observar la expresión serena en el rostro de su amado mientras dormía.Con ternura, Said extendió la mano y trazó suavemente los contornos del rostro de William, memorizando cada línea y curva con cariño. William, sintiendo la caricia delicada, comenzó a despertar lentamente. Parpadeó un par de veces antes de enfocar la mirada en Said. Su corazón se llenó de amor al verlo allí, tan cerca de él.—Buenos días, mi amor —susurró William con voz somnolienta, su sonrisa iluminando su rostro al tiempo que estiraba los brazos para rodear a Said en un abrazo cálido.Said se acercó más, hundiendo su rostro en el cuello de William, inhalando la mezcla de aromas de su piel. Se sentía en casa, seguro y amado en los brazos de su pareja.—Buenos