Luka tenía la mirada clavada en Isabella, no iba a intentar mentir diciendo que era solo porque era su trabajo. Ella tenía su atención en todo momento, incluso sin intentarlo, de la misma manera que tenía a todos los hombres en la sala, empezando por el entrevistador, atentos a cada uno de sus movimientos. Si el hombre le sonreía una vez más de esa manera tan estúpida mientras le tocaba las manos, Luka lo encontraría y le dejaría en claro que debía aprender a mantener su distancia.
No se molestó en mostrarse avergonzado por sus pensamientos, había dejado de tener control sobre ellos desde que la conoció. Es por eso que había le había pedido, prácticamente exigido, a su jefe y mejor amigo que le permitiera ser quien cuidara de ella. No podía imaginar a otro hombre estando tan cerca de ella durante todo el día.
La risa de Isabella resonó en el lugar y casi se vio babeando. Ella tenía un brillo especial y todos a su alrededor parecían querer ser alcanzados por él. Con sus ojos verdes, piel clara, cabellos castaños y sonrisa brillante, además de un carisma para relacionarse con los demás, era como un sueño hecho realidad.
Había escuchado hablar del amor a primera vista, pero siempre lo había considerado una estupidez. La vida le demostró lo equivocado que estaba. Sus sentimientos por Isabella eran genuinos y solo había bastado solo un vistazo para estar seguro de que la quería en su vida. Y estaba decidido a hacer lo necesario para lograr que ella correspondiera sus sentimientos, aunque sabía que no sería algo fácil.
Desde que había comenzado a trabajar para Isabella, había tratado de acercarse poco a poco; pero ella levantaba sus muros ante cualquier mínimo intento de acercamiento. Tal vez habría considerado en dejarla en paz —quería creer que podría haberlo hecho— si no fuera por el hecho de que más de una vez la había visto mirándolo con interés. Esa misma mañana la había atrapado espiándolo. Seguro que ella había disimulado muy bien, pero Luka estaba seguro de que lo había estado viendo por mucho tiempo antes de que ella misma se delatara.
—¿Qué dices? ¿Te unes a mí? —preguntó Martia.
Luka se las ingenió para no lucir perdido, aunque esa era la verdad, no tenía idea de que ella le estaba hablando.
—No, lo siento —respondió incluso sin saber a qué se estaba negando. Sin importar de lo que se tratara no estaba interesado.
No estaba tratando de ser descortés, es solo que prefería mantener las distancias con ella. Martia no parecía una mala mujer, pero su mala suerte parecía interesada en él y no quería crearle ningún tipo de expectativa.
No iba a dejar que nada dañara lo que podía lograr con Isabella. Desde pequeño había sido de esas personas que no se salían del camino una vez que decidían lo que querían.
—Es una lástima, te prometo que te divertirás.
Isabella comenzó a despedirse de los entrevistadores y caminó hasta estar detrás a ella. La entrevista había sido su último pendiente del día. Lo sabía porque al empezar la semana Martia le entregaba el itinerario de Isabella y Luka se aseguraba de revisarlo cada mañana.
Se mantuvo en segundo plano hasta que Isabella terminó de despedirse de todos. En cuanto ella comenzó a alejarse se colocó a su lado.
—Hemos terminado por hoy —le informó Martia a Isabella.
—Por fin —dijo Isabella soltando un suspiro cansado.
Controló el impulso de alzarla en brazos y llevarla así hasta el auto, seguro ella no lo apreciaría demasiado. En su lugar envió un mensaje al conductor para que los esperara afuera.
—Lo bueno es que mañana tienes el día libre, disfrútalo.
—Eso haré, pienso dormir hasta tarde.
—Entonces nos vemos el lunes —dijo Martia.
—Está bien.
—Adiós Luka.
—Adiós, Señorita Martia.
Ella le dio una mirada de frustración antes de marcharse.
—¿A casa? —le preguntó a Isabella mirándola a través del espejo retrovisor cuando estuvieron dentro del coche.
Isabella asintió y le dio una sonrisa, luego cerró los ojos y se reclinó en el asiento. Luka notó el momento en que ella se quedó dormida.
Llegaron a la casa de Isabella en casi una hora. El tráfico era un desastre a esa hora.
—Yo guardaré el auto —le dijo al conductor cuando se detuvieron delante de la casa.
La respiración de Isabella era pausada, indicio de que aún estaba dormida. Ella estaba demasiado cansada, lo había visto a lo largo del día. Su ritmo de trabajo le estaba causando estragos y necesitaba cada segundo de descanso que pudiera obtener.
—Está bien, joven —le dijo el hombre antes de bajarse.
Luka se sentó de lado y sus ojos se posaron en Isabella. Ella lucía relajada.
No estaba seguro de cuánto tiempo transcurrió cuando ella abrió los ojos. Le dio una sonrisa que ella correspondió. Era tan hermosa. Se sintió tentado a estirar su mano y acariciar su mejilla.
Isabella pareció despertar por completo después de unos segundos porque su sonrisa se borró y una expresión avergonzada apareció en su rostro.
—¿Ya llegamos?
—Hace un buen rato —dijo en tono bromista.
—Lo siento, me quedé dormida. Debiste despertarme.
—Ni hablar, todos necesitamos un poco de sueño reparador. Yo mismo tomó algunas dosis para mantenerme así de atractivo. —Le dio un guiño y ella se soltó a reír.
Isabella era carismática frente a las cámaras, pero era más natural cuando no había un público que observara y criticara todos sus gestos y movimientos.
—Se puede decir que funciona. —Apenas las palabras salieron de los labios de Isabella, ella se tapó la boca con una mano.
—Es bueno saber que lo piensas —bromeó sin darle tiempo de retractarse. Quería que Isabella fuera ella misma cuando estaba con él.
—Deberíamos entrar. —Ella se acercó a la puerta, sabía que estaba escapando y por esta vez la iba a dejar.
Se bajó del auto y estuvo en la puerta de atrás en un segundo para abrir la puerta.
—Revisaré el perímetro —informó mientras le ofrecía una mano y la ayudaba a bajar.
—Gracias.
Esperó a que ella entrara en la casa antes de llevar el coche al garaje y bajarse a recorrer los jardines. Después de revisar a conciencia ingresó a la casa y verificó los sistemas de alarma. Cuando se trataba de la seguridad de Isabella no dejaba nada al azar.
Subió hasta la segunda planta como parte de su rutina. Dio un golpe ligero a la puerta y esperó que Isabella le abriera. Ella salió una toalla envuelta en la cabeza. Sus mejillas estaban arreboladas y su piel brillaba sin una pizca de maquillaje. Estaba usando su ropa de dormir que consistía en una camiseta de tiras y unos shorts.
No debía de mirarla como un bobo, pero era difícil evitarlo cuando lucía tan encantadora. Su cuerpo reaccionó de inmediato, pero lo ignoró lo mejor que pudo. Se recordó que debía de respirar antes de morir por asfixia.
—Todo tranquilo por aquí, ningún acosador se coló por mi ventana —bromeó ella. Al parecer se había recuperado de su última conversación.
—Quizás no, pero nunca se sabe si una araña encontró su camino hacia aquí. —Isabella hizo una mueca de desagrado. Estaba al tanto del profundo miedo que Isabella les tenía a las pequeñas criaturas.
Isabella se hizo a un lado y lo dejó pasar. Luka empezó a revisar todos los espacios asegurándose que en definitiva no hubiera nadie dentro mientras ella caminó hasta su cama y se sentó allí a esperar.
—Ninguna araña a la vista —informó cuando terminó.
—Es bueno saberlo.
—Buenas noches, Isabella. —Se aseguró de pronunciar su nombre con dulzura y notó la reacción que tuvo en ella—. Estaré en mi habitación, no dudes en llamarme si necesitas algo. —Aunque de ser ese el caso, Luka estaría al tanto.
Su primer día allí había instalado audífonos por toda la casa incluida la habitación. Isabella no había estado demasiado contenta con eso, en especial porque ya había cámaras en pasillos y áreas comunes; pero había aceptado siempre y cuando no colocara ninguno en el baño.
—Buenas noches.
Al salir de la habitación se quedó en la puerta por un rato. La escuchó murmurar algunas cosas, parecía como si se estuviera reprochando por algo y le pareció divertido.
En su habitación encendió el trasmisor que le permitía escuchar el sonido de la habitación y se preparó para ir a la cama. La imagen de Isabella recién duchada y usando su pijama se le vino a la mente apenas su cabeza tocó la almohada. Como siempre que pensaba en ella su cuerpo comenzó a despertar.
Se quedó dormido después de un rato torturándose.
Estaba teniendo un sueño agradable cuando un llanto lo despertó un tiempo después. Encendió la lámpara y el reloj le mostró que era cerca de la una de la madrugada.
No lo dudo demasiado antes de ponerse de pie y dirigirse hasta la habitación de Isabella, prácticamente corrió hasta allí. Miles de posibilidades pasando por su mente. Tenía miedo de entrar a la habitación y encontrarla herida.
Isabella se incorporó hasta quedar sentada. Llevó las piernas hasta el pecho y se abrazó. Intentó respirar profundo para calmarse, sin ningún éxito. Las lágrimas seguían saliendo de sus ojos y no parecía que fueran a detenerse pronto.Había tenido una pesadilla, una de esas que eran demasiado reales para considerarlas un sueño. Era más un recuerdo del día en que su papá había fallecido. No estaba segura de cuando había sido la última vez que soñó con eso. Le había tomado algunos años y un sinfín de terapias aprender a lidiar con el dolor y la culpa; pero todavía tenía pesadillas de vez en cuando y eran tan dolorosas como si aquella noche se volviera a repetir.Cerró los ojos y todo se reprodujo en su mente. La lluvia golpeando contra el parabrisas y el techo del carro. La oscuridad de la noche ape
Cuando Luka despertó por la mañana lo primero que sintió fue un cuerpo junto al suyo. De inmediato se puso alerta, pero la escena con la que se encontró al abrir los ojos le hizo sonreír. Isabella dormía con la cabeza y un brazo sobre él. Los recuerdos de la madrugada llegaron a él. Se había quedado a hacerle compañía, aunque cada uno había estado en un lado de la cama. En algún momento ella debía de haberse acercado a él.Su contacto era cálido y se quedó un rato en la misma posición disfrutando de su cercanía queriendo que durara para siempre. Sabía que no era posible, algo le decía que con la luz del día y estando más tranquila, ella se sentiría avergonzada si despertaba en esa posición.Afuera el sol todavía no había aparecido. No debía de haber dormido más tres hor
Si ver a Luka en el gimnasio era un deleite para los ojos; verlo cocinar mientras se desplazaba por la cocina como si fuera dueño del lugar, se había sentido como el sueño de toda mujer. Isabella nunca lo diría en voz alta, pero podría acostumbrarse a tenerlo allí cada mañana. Alejó esos pensamientos antes de que se sonrojara como una colegiala.Esperó que Luka se sentara antes de comenzar a comer. Se mantuvo en completo silencio y con la mirada abajo. No estaba segura de porque al estar en compañía de ese hombre le era difícil fingir. Su rostro todavía se calentaba ante el recuerdo de la noche anterior. Era difícil no sentirse avergonzada al pensar como había dejado que él la acunara mientras lloraba en sus brazos.Nunca había permitido que nadie se acercara tanto y memos en momentos en los que estaba tan débil. Esa parte donde estaban guardado
Luka observó desde las sombras el intercambio entre madre e hija. Debido a la distancia no podría decirlo con exactitud, pero Isabella parecía triste cuando su madre se marchó. Le gustaría saber qué es lo que ella le había dicho para ponerla en ese estado y obligarla a regresar para que se disculpara con su hija; pero, en contra de sus instintos, por el momento era mejor que se mantuviera al margen de sus problemas familiares. Isabella podría no tomarse con buenos ojos su interferencia.No esperó demasiado antes de acercarse a ella. Tuvo que llamar su atención con un carraspeo, ella parecía tener los pensamientos a kilómetros de distancia. Isabella se recompuso de inmediato y le dio una sonrisa elaborada y para nada sincera. Si no la hubiera observado durante más del tiempo considerado sano, cada día de las últimas semanas, tal vez habría tenido oportunidad de engañarlo. Ella era demasiado buena fingiendo.—¿Qué deseas?La observó en silencio tratando de descifrar
—Fue una tarde agradable, muchas gracias por invitarme —le dijo a Luka mientras conducía de regreso a casa.—A la no cita —bromeó él.Soltó una carcajada.Isabella no recordaba cuando había sido la última vez que la había pasado tan bien en compañía de alguien, probablemente nunca.—Exacto.—Espero volvamos a repetirlo.Sonrió, pero no dio ninguna respuesta. Miró por la ventana y disfrutó del resto del viaje en un cómodo silencio.Cuando atravesaron las rejas de la entrada principal, sintió que algo de su alegría se evaporaba. Era como cambiar de realidad. Había tenido una tarde sencilla y ahora volvía a esa vida de lujo que no era del todo de su agrado.Aquella enorme casa con sus jardines que ocupaban una gran extensión, no había sido su elección. Era d
Luka no estaba seguro que había pasado después de aquella tarde que había llevado a Isabella a almorzar. Pensó que se habían acercado, pero no mucho después ella había vuelto a actuar como antes o incluso aún más reservada.Todavía estaba tratando de averiguar qué es lo que había pasado desde que ella subió a su habitación hasta que la vio al día siguiente. Tenía la leve sospecha que tenía que ver con Adelaide. La había visto ese día al entrar en la casa de Isabella después de estacionar el auto y dejar las cosas en la cocina. Algo en su mirada le había dado un mal presentimiento.Cuando había subido a comprobar la segunda planta de la casa como hacía cada noche había encontrado a Isabella dormida, así que no sabía si ya entonces se había dado el cambio en ella.Se pasó
Isabella había escuchado hablar de la calma antes de la tormenta y, por algún motivo, sentía que eso era lo que estaba sucediendo con Luka. Tenía el presentimiento de que estaba tramando algo, solo que aún no sabía de qué se trataba.Después de su encuentro en la cocina, él se había mantenido inusualmente tranquilo y no había intentado ningún tipo de acercamiento. No estaba actuando distante o frío, solo… diferente. Y eso la mantenía alerta. Sentía que en cualquier momento Luka saldría de algún rincón y la acorralaría o lanzaría algún comentario que destruiría cualquier intento suyo por mantener las distancias. Era muy bueno en ambas cosas.Sacudió la cabeza, no era momento de pensar en él.Se miró en el espejo para darse un último vistazo antes de salir. Martia se habí
Los labios de Isabella eran más suaves de lo que se los había imaginado. Ella soltó un gemido de rendición mientras lo sujetaba de las solapas de su saco. Sus celos quedaron en el olvido y lo único que quedó fue una pasión desbordante. Cuando la necesidad por respirar se hizo imposible de ignorar, se separó de ella. No fue demasiado lejos, sus labios se posaron en su cuello depositando besos entre bocanadas de aire e Isabella inclinó la cabeza hacia atrás dándole libre acceso. —Eres tan perfecta —musitó acercándose a sus labios. Se aseguró de que cada palabra estuviera impregnada de sinceridad que pudo evocar. Necesitaba que ella notara la profundidad de sus emociones. La volvió a besar, pero un poco de raciocinio se filtró en medio de la bruma causada por el deseo que lo dominaba y se hizo para atrás—. Será mejor