Cuando Luka despertó por la mañana lo primero que sintió fue un cuerpo junto al suyo. De inmediato se puso alerta, pero la escena con la que se encontró al abrir los ojos le hizo sonreír. Isabella dormía con la cabeza y un brazo sobre él. Los recuerdos de la madrugada llegaron a él. Se había quedado a hacerle compañía, aunque cada uno había estado en un lado de la cama. En algún momento ella debía de haberse acercado a él.
Su contacto era cálido y se quedó un rato en la misma posición disfrutando de su cercanía queriendo que durara para siempre. Sabía que no era posible, algo le decía que con la luz del día y estando más tranquila, ella se sentiría avergonzada si despertaba en esa posición.
Afuera el sol todavía no había aparecido. No debía de haber dormido más tres horas, pero incluso si lo intentara no podría volver a dormir. Estaba acostumbrado a despertarse temprano sin importar a qué hora durmiera.
Con delicadeza se deslizó fuera de la cama. Aunque podía apostar que ni siquiera un temblor habría sacado a Isabella de sus sueños. Ella apenas se removió y continuó durmiendo.
Estiró su mano e hizo a un lado un mechón de cabello que tapaba su rostro y, en lugar de salir como había sido su intención, se quedó sentado a su lado observándola. No quedaba ningún rastro del llanto de la noche anterior y eso lo tranquilizó. Al verla llorar tan desconsoladamente había sentido una furia inexplicable que le exigía encontrar al culpable y hacerle pagar por hacerle daño. Que ella le dijera que se había tratado de un sueño no había cambiado mucho. Necesitaba saber qué es lo que había soñado y asegurarse de estar cerca por si volvía a pasar. Tenía la ligera sospecha que no había sido una pesadilla cualquiera.
Se puso de pie y caminó hasta el buró del otro lado. El celular de Isabella estaba sobre él y lo tomó. Lo desbloqueó en un solo intento, se había asegurado de verla cuando ella había ingresado el patrón en otras ocasiones. Buscó la alarma y la desactivó, luego lo regresó a su mismo sitio.
Salió de la habitación y fue directo a su habitación. Tuvo suerte de no encontrarse con la mamá de Isabella en el pasillo, aunque era muy probable que ni siquiera hubiera pasado la noche allí. Ella era muy diferente a su hija, adoraba la vida nocturna y ser el centro de atención. Había muchas cosas de Adelaide que no le agradaban, empezando por como trataba a su hija.
En su habitación se cambió por su ropa de deporte y fue directo al gimnasio. Necesitaba descargar un poco de la energía acumulada que sentía recorrer su cuerpo. Era eso o regresar al piso de arriba y… La mejor opción por el momento era hacer ejercicio.
Esta vez Isabella no apareció a observarlo a escondidas y tampoco lo acompañó con su dulce voz. No le sorprendía que todo el mundo estuviera loco por su música. La mujer tenía una voz que parecía un regalo divino. Luka era un afortunado por recibir un concierto privado cada mañana en el gimnasio y ya se podía declarar fan incondicional de Isabella.
Nunca había entendido el alboroto que podían hacer las personas por algún artista, pero ahora estaba seguro de que vendería su alma tan solo para escuchar a Isabella cantar para él todos los días por el resto de su vida.
Su celular sonó sacándolo de su ensimismamiento. Dejó las pesas sobre el soporte y se levantó. Alzó el celular que estaba a un lado y sonrió al ver el nombre de su mejor amigo. Desde que había empezado a trabajar allí, él lo llamaba con bastante frecuencia.
—Para alguien que prefiere evitar el contacto humano, siento que últimamente me extrañas demasiado. —Caminó hasta el estante en una esquina y sacó una botella de agua. Bebió la mitad del contenido de un solo trago.
—Veo que estás de buen humor —le dijo Giovanni con el tono mordaz al que ya estaba acostumbrado.
Se soltó a reír.
—A diferencia tuya, el resto sabemos cómo bromear y sonreír. Sigo sin entender porque Mia no huyó en cuanto te conoció. En su lugar me habría mudado al otro lado de la ciudad.
—Eso dice mucho de lo valiente que es ella en comparación contigo.
—Golpe bajo —dijo con una sonrisa—. ¿A qué debo el honor de tu llamada?
—¿Cómo va todo?
—Eres consciente de que puedo hacer mi trabajo sin que me estés vigilando constantemente —respondió esquivando el verdadero trasfondo de la pregunta de Giovanni.
—No tengo ninguna duda de eso, o al menos no lo hacía hasta que te enamoraste.
Luka nunca le había dicho a su amigo que estuviera enamorado, pero ambos se conocían demasiado para poder ocultarse cosas.
—No se supone que estás de luna de miel —dijo cambiando de tema. Giovanni había preparado una semana idílica para Mia en el lago de Barda.
—Son unas cortas vacaciones. Espero que hacerte cargo de todo en mi ausencia no sea demasiada responsabilidad con todo lo que ya tienes en tus manos.
—Ni que fuera tan difícil realizar llamadas para asegurarme de que todo está en orden. A veces creo que te instalaste definitivamente en tu oficina para evitar grandes responsabilidades —Se burló.
—Espero pienses igual después de un par de días. Buena suerte, estamos en contacto.
—Adiós y saluda a tu dulce novia de mi parte.
—Eso no sucederá —gruñó su amigo y luego lo único que escuchó fue un completo silencio.
Luka miró la pantalla y vio que le había cortado.
—Típico de él —musitó con una sonrisa.
Giovanni y Mia se habían conocido cuando ella se mudó al mismo edificio que su amigo. A Luka le había agradado desde la primera vez que la conoció. Ella era bastante risueña y justo lo que Giovanni necesitaba en su vida después de toda la m****a que le había tocado vivir. Estaba más que feliz de que su amigo hubiera recapacitado antes de perderla. Tal vez había metido un poco sus narices para que estuvieran juntos, empezando por aquel primer almuerzo; pero solo un tonto no habría notado las vibraciones entre ellos.
Dejó el celular en el lugar en que estaba antes y retomó su entrenamiento. Casi una hora después y con el cuerpo agotado, se levantó para regresar a su habitación.
Al igual que el resto del personal, ese era su día libre, a menos que Isabella la fuera a requerir para algo. Lo usual sería ir a su departamento o visitar a sus amigos, pero no pensaba ir a ningún lado.
Después de ducharse, fue a la cocina y comenzó a preparar el desayuno.
Isabella apareció cuando estaba a la mitad, aunque ella no hizo ruido al ingresar, fue capaz de saber el momento en que lo hizo. La dejó observarlo en silencio fingiendo que no sabía que estaba allí, esperando el momento en que hiciera algo para hacer notar su presencia.
—Eso huele muy bien —comentó la dulce voz de Isabella después de algunos minutos.
La miró sobre el hombro antes de hablar.
—Buenos días, dulce ángel. —Ella se sonrojó—. Espero no te moleste que me haya adueñado de tu cocina.
Isabella estaba parada cerca de la puerta y parecía un poco incómoda. Al parecer estaba tímida de nuevo, no tenía ningún problema con eso.
—Supongo que no hay problema —dijo ella encogiendo los hombros—. Por cierto, tu no sabrás que pasó con mi alarma, debía sonar hace una hora.
—Eso es extraño, tal vez se desactivó por algún motivo. —No era mentira. El motivo había sido él.
Podía ser directo y decirle que lo había apagado porque necesitaba descansar más, pero no sabía si eso le resultaría demasiado agresivo. Sentía que se habían acercado un poco, no quería borrar ese progreso.
—Eso debió ser —dijo ella sin parecer convencida.
—¿Huevos revueltos? —peguntó.
—No te preocupes, puedo arreglármelas.
—¿Eso es un sí?
—Sí, gracias.
—Muy bien. —Regresó su atención a la estufa. Al estar de espaldas ella no lo vio sonreír con satisfacción.
Se encargó de terminar de preparar el desayuno sintiéndose más que satisfecho al sentir la mirada de Isabella en cada uno de sus movimientos. Cuando tuvo todo listo lo llevó hasta la isla.
—Toma asiento, dulce ángel —le pidió a Isabella cuando intentó acercarse a ayudarlo, aunque sonó más a una orden—. Tengo todo bajo control.
Isabella no parecía muy contenta con recibir órdenes, pero de todas formas obedeció. Luka terminó de acomodar todo y se sentó frente a ella.
Si ver a Luka en el gimnasio era un deleite para los ojos; verlo cocinar mientras se desplazaba por la cocina como si fuera dueño del lugar, se había sentido como el sueño de toda mujer. Isabella nunca lo diría en voz alta, pero podría acostumbrarse a tenerlo allí cada mañana. Alejó esos pensamientos antes de que se sonrojara como una colegiala.Esperó que Luka se sentara antes de comenzar a comer. Se mantuvo en completo silencio y con la mirada abajo. No estaba segura de porque al estar en compañía de ese hombre le era difícil fingir. Su rostro todavía se calentaba ante el recuerdo de la noche anterior. Era difícil no sentirse avergonzada al pensar como había dejado que él la acunara mientras lloraba en sus brazos.Nunca había permitido que nadie se acercara tanto y memos en momentos en los que estaba tan débil. Esa parte donde estaban guardado
Luka observó desde las sombras el intercambio entre madre e hija. Debido a la distancia no podría decirlo con exactitud, pero Isabella parecía triste cuando su madre se marchó. Le gustaría saber qué es lo que ella le había dicho para ponerla en ese estado y obligarla a regresar para que se disculpara con su hija; pero, en contra de sus instintos, por el momento era mejor que se mantuviera al margen de sus problemas familiares. Isabella podría no tomarse con buenos ojos su interferencia.No esperó demasiado antes de acercarse a ella. Tuvo que llamar su atención con un carraspeo, ella parecía tener los pensamientos a kilómetros de distancia. Isabella se recompuso de inmediato y le dio una sonrisa elaborada y para nada sincera. Si no la hubiera observado durante más del tiempo considerado sano, cada día de las últimas semanas, tal vez habría tenido oportunidad de engañarlo. Ella era demasiado buena fingiendo.—¿Qué deseas?La observó en silencio tratando de descifrar
—Fue una tarde agradable, muchas gracias por invitarme —le dijo a Luka mientras conducía de regreso a casa.—A la no cita —bromeó él.Soltó una carcajada.Isabella no recordaba cuando había sido la última vez que la había pasado tan bien en compañía de alguien, probablemente nunca.—Exacto.—Espero volvamos a repetirlo.Sonrió, pero no dio ninguna respuesta. Miró por la ventana y disfrutó del resto del viaje en un cómodo silencio.Cuando atravesaron las rejas de la entrada principal, sintió que algo de su alegría se evaporaba. Era como cambiar de realidad. Había tenido una tarde sencilla y ahora volvía a esa vida de lujo que no era del todo de su agrado.Aquella enorme casa con sus jardines que ocupaban una gran extensión, no había sido su elección. Era d
Luka no estaba seguro que había pasado después de aquella tarde que había llevado a Isabella a almorzar. Pensó que se habían acercado, pero no mucho después ella había vuelto a actuar como antes o incluso aún más reservada.Todavía estaba tratando de averiguar qué es lo que había pasado desde que ella subió a su habitación hasta que la vio al día siguiente. Tenía la leve sospecha que tenía que ver con Adelaide. La había visto ese día al entrar en la casa de Isabella después de estacionar el auto y dejar las cosas en la cocina. Algo en su mirada le había dado un mal presentimiento.Cuando había subido a comprobar la segunda planta de la casa como hacía cada noche había encontrado a Isabella dormida, así que no sabía si ya entonces se había dado el cambio en ella.Se pasó
Isabella había escuchado hablar de la calma antes de la tormenta y, por algún motivo, sentía que eso era lo que estaba sucediendo con Luka. Tenía el presentimiento de que estaba tramando algo, solo que aún no sabía de qué se trataba.Después de su encuentro en la cocina, él se había mantenido inusualmente tranquilo y no había intentado ningún tipo de acercamiento. No estaba actuando distante o frío, solo… diferente. Y eso la mantenía alerta. Sentía que en cualquier momento Luka saldría de algún rincón y la acorralaría o lanzaría algún comentario que destruiría cualquier intento suyo por mantener las distancias. Era muy bueno en ambas cosas.Sacudió la cabeza, no era momento de pensar en él.Se miró en el espejo para darse un último vistazo antes de salir. Martia se habí
Los labios de Isabella eran más suaves de lo que se los había imaginado. Ella soltó un gemido de rendición mientras lo sujetaba de las solapas de su saco. Sus celos quedaron en el olvido y lo único que quedó fue una pasión desbordante. Cuando la necesidad por respirar se hizo imposible de ignorar, se separó de ella. No fue demasiado lejos, sus labios se posaron en su cuello depositando besos entre bocanadas de aire e Isabella inclinó la cabeza hacia atrás dándole libre acceso. —Eres tan perfecta —musitó acercándose a sus labios. Se aseguró de que cada palabra estuviera impregnada de sinceridad que pudo evocar. Necesitaba que ella notara la profundidad de sus emociones. La volvió a besar, pero un poco de raciocinio se filtró en medio de la bruma causada por el deseo que lo dominaba y se hizo para atrás—. Será mejor
Isabella abrió los ojos y tardó unos segundos en ubicar donde estaba. Estaba claro que aquella no era su habitación. Los recuerdos de la noche anterior comenzaron a inundar su mente y su rostro se calentó.Había estado con Luka.Esperó que el arrepentimiento viniera a ella, pero no sucedió. Por el contrario, nunca se había sentido más feliz.Si antes no había estado con alguien no tenía nada que ver con que hubiera estado esperando al hombre correcto, sino más bien con el poco espacio en su vida para nada que no fuera triunfar. Luego se había vuelto famosa y estar con alguien se había vuelto algo que podría arruinarla. Lo menos que deseaba era terminar en primera plana de alguna revista.Ahora podía decir que, de alguna manera, había sido lo mejor. Luka le había dado una primera vez perfecta, siempre asegurándose de qu
Luka se mantuvo en segundo plano mientras Isabella hablaba con su asistente. Ella había llegado hace poco y se habían puesto a repasar los eventos programados.Estaba por dejarlas a solas cuando escuchó la pregunta de Martia.—¿Cómo te fue en tu cita?Estuvo a nada de soltar un gruñido ante eso.Arturo Rinaldi. El hombre del momento y de quién hasta hace unos días no sabía nada. Y eso habría seguido así, si él no habría salido con Isabella. Había detestado al hombre apenas lo vio y más de una vez había cruzado por su mente los escenarios en los que se deshacía de su existencia.Tenía que reconocer el actor se había comportado bien durante toda la cena y solo eso le había salvado de terminar en alguna zanja.Reconocía haber actuado como un hombre de las cavernas; pero, en su defensa, no se se