Isabella estaba nerviosa; pero también emocionada. Después de levantarse esa mañana, apenas había tenido tiempo para desayunar antes de ser arrastrada hasta a la campiña fuera de la ciudad en la que se celebraría la boda. Era un lugar mágico y las edificaciones lucían como de principios del siglo pasado.En el lugar se encontró con sus amigas, pero no hubo rastro de Luka. Fue llevada directo a una de las habitaciones antes de que tuviera oportunidad de preguntar por él. La noche anterior se había sentido una eternidad sin Luka a su lado y le había costado quedarse dormida.En la habitación las esperaban un equipo completo de maquilladores profesionales. Ellos les hicieron un tratamiento de piel completo y luego comenzaron a arreglarlas.La organizadora vino un par de veces para asegurarle que todo afuera iba bien y eso la hizo sentirse más tranquila. Ella era una de
—Este fue un día perfecto —dijo Isabella mirando el cielo lleno de estrellas. La luna brillaba con intensidad en medio de la oscuridad y más allá los árboles se movían con el viento.El sonido de la música llegaba desde la lejanía, así como el ruido que hacían sus invitados mientras se divertían. Ellos habían salido en busca de un poco de privacidad y se habían alejado.—El mejor día de mi vida. —Depositó un beso en su hombro.Esa mujer increíble era ahora oficialmente su esposa. Suya para cuidar y suya para amar. Debía haber hecho algo realmente bueno en su vida pasada.—Me siento como en un sueño, pero espero que no sea así porque los sueños se acaban al despertar y quiero que esto que siento dure para siempre. —Seguro que nos las ingeniaremos para que sea así.
Isabella miró los pequeños palos de plástico cada vez más nerviosa. ¿Quién iba a pensar que cinco minutos podían parecer toda una eternidad? Era como si el tiempo se hubiera vuelto más lento a propósito.—Si sigues mirándolos así, solo lograras desintegrarlos con la mirada —bromeó Mia. Alzó la cabeza y la fulminó con la mirada—. No dije nada —dijo ella con las manos en alto.Regresó su mirada a las pruebas de embarazo y todavía no había ningún resultado. Las maldijo por tardarse tanto.Escuchó una risita, pero decidió ignorarla.Su último periodo se había atrasado casi una semana, pero apenas se había dado cuenta el día anterior. No había tenido ningún otro síntoma; sin embargo, no se había sentido capaz de esperar. Entonces, temprano esa
Luka estaba observando a través del vidrio a su esposa mientras respondía a las preguntas del entrevistador. Estaba tan orgulloso de todo lo que estaba logrando. Su carrera como cantante había seguido creciendo y ahora era conocida en muchos más lugares. Aunque por el momento las giras habían sido pospuestas. Isabella lo había decidido así por su hijo. Angelo Bennedeti había nacido poco más de diez meses atrás con un peso de tres kilos y trescientos gramos después de un trabajo de parto que había durado más de quince horas. Había venido al mundo gritando fuerte y había mantenido la costumbre. El pequeño travieso adoraba armar escándalos olímpicos y prefería no dormir demasiado de noche. Los primeros meses después del parto habían sido todo un caos. Apenas habían dormido y muchas veces se habían desesperado al no saber lo que su hijo quería. Pero poco a poco habían ido aprendiendo. Aunque no sin un par de maldiciones de por medio, que por supuesto procuraba decir lejos de su hijo si n
Isabella observó a los dos hombres que se estaban enfrentando en la lona. Estaba casi segura de cuál de los dos sería el vencedor. No sabía su nombre porque ni siquiera tenía su ficha de presentación. Era alto, de cabellos castaños, pómulos marcados y parecía estar construido como el acero. No tenía duda de que el hombre sabía lo que hacía y era uno de los mejores. Sin embargo, no estaba convencida de querer contratarlo como su guardaespaldas. Él irradiaba una energía que la hacía sentirse inquieta.Sacudió la cabeza. Seguro se sentía así porque no había sido su elección tener un guardaespaldas. No sabía en qué momento las cosas habían cambiado tanto que ahora necesitaba de uno para mantenerse segura.Su nuevo álbum se estaba vendiendo mucho más de lo esperado y sus canciones sonaban
Mirar a escondidas era una falta grave a todos los principios de los que Isabella siempre se había vanagloriado, pero estaba en su casa y estaba en todo su derecho de hacer lo que quisiera. Además, de estar otra persona en su situación seguro haría lo mismo. Nadie podía ser indiferente al hombre en su gimnasio. Luka se veía muy bien mientras alzaba las pesas. Sus tonificados brazos estaban tensos por el esfuerzo realizado, el peso que estaba levantando no era una broma. No era de sorprender que su cuerpo estuviera en el estado en el que estaba. No había ido al gimnasio para observar a su guardaespaldas, estaba allí para trabajar y se dijo que debía empezar a hacerlo, es solo que estaba muy cómoda donde estaba. Además, le permitía analizarlo. Luka llevaba trabajando para ella casi un par de semanas y todavía no tenía un juicio respecto a él. Mientras crecía, su interacción con personas del sexo opuesto había sido limitada y él representaba un misterio p
Luka tenía la mirada clavada en Isabella, no iba a intentar mentir diciendo que era solo porque era su trabajo. Ella tenía su atención en todo momento, incluso sin intentarlo, de la misma manera que tenía a todos los hombres en la sala, empezando por el entrevistador, atentos a cada uno de sus movimientos. Si el hombre le sonreía una vez más de esa manera tan estúpida mientras le tocaba las manos, Luka lo encontraría y le dejaría en claro que debía aprender a mantener su distancia.No se molestó en mostrarse avergonzado por sus pensamientos, había dejado de tener control sobre ellos desde que la conoció. Es por eso que había le había pedido, prácticamente exigido, a su jefe y mejor amigo que le permitiera ser quien cuidara de ella. No podía imaginar a otro hombre estando tan cerca de ella durante todo el día.La risa de Isabella resonó en
Isabella se incorporó hasta quedar sentada. Llevó las piernas hasta el pecho y se abrazó. Intentó respirar profundo para calmarse, sin ningún éxito. Las lágrimas seguían saliendo de sus ojos y no parecía que fueran a detenerse pronto.Había tenido una pesadilla, una de esas que eran demasiado reales para considerarlas un sueño. Era más un recuerdo del día en que su papá había fallecido. No estaba segura de cuando había sido la última vez que soñó con eso. Le había tomado algunos años y un sinfín de terapias aprender a lidiar con el dolor y la culpa; pero todavía tenía pesadillas de vez en cuando y eran tan dolorosas como si aquella noche se volviera a repetir.Cerró los ojos y todo se reprodujo en su mente. La lluvia golpeando contra el parabrisas y el techo del carro. La oscuridad de la noche ape