Se coloreaba los labios de su carmín predilecto. Aquella falda de lápiz se le ajustaba seductoramente al cuerpo y la blusa plateada que dejaba ver mucho de sus atributos naturales, iba a juego con los altos tacones del mismo color. Sus ojos verdes los había maquillado con un sombreado negro, su piel morena lucia radiante, y su melena oscura le llegaba hasta la cintura, dejando ver su aire sumamente sexy y seductor.Esa noche, Hildegard estaba dispuesta a cazar a su hombre. Cada año, los Morgan ofrecían una recepción de caridad para recaudar fondos para las diferentes organizaciones no lucrativas que sustentaban, aunque, este año, según la revista socialité que solía leer, era especial ya que seria la primera vez en mucho tiempo que la cabeza de la familia estaría presente en la gala…y la actual cabeza familiar, era nada mas y nada menos que Dante. Por supuesto, su insípida esposa se encontraría en el lugar, y esa era su oportunidad para demostrarle a aquella rubia, porque era que Dant
Aquella gala era justo lo que se esperaba que fuera de los Morgan. Opulencia, elegancia, todo perfectamente arreglado para celebrar la ocasión. Se habían repartido folletos con algunas historias sobre los niños a los que buscaban apoyar, se había creado una torre con copas rebosantes de Champagne las cuales se vendían por tantos miles de dólares mostrando una proeza equilibrista del mesero especializado que haría algún malabar para quitar alguna sin tirar la torre abajo. Las personas estaban elegantemente vestidas, y el cotilleo comenzaba a escucharse por todo aquel lugar. Había expectativa en el aire, aquella seria la primera vez en muchos años que el líder de la casa Morgan haría de anfitrión en el evento. La ultima vez que esto había ocurrido, había sido Virgilio Morgan quien con proeza había dirigido el evento con la mayor de las elegancias y las maestrías. Sin embargo, solo un relativamente corto tiempo después, el pobre hombre había muerto trágicamente junto a su esposa en un fa
Hildegard se había quedado perpleja ante aquella simple respuesta que la esposa de Dante le había dado después de presentarse, era como si aquella insignificante mujer, no se sintiera intimidada por ella. Había decidido presentarse con ella primero, antes de darle caza a Dante, y sintiéndose indignada, frunció el ceño para luego retirarse de allí sintiéndose de alguna manera humillada.Emma miro a aquella hermosa mujer marchándose, suponía cuales eran sus intenciones, ella no era estúpida, sin embargo, sabía que la mejor manera de tratar con ese tipo de gente, era simplemente darles por su lado y no seguirles el juego, no le extrañaría en lo más mínimo que luego de marcharse, se dirigiera a buscar a Dante para llamar su atención y demás, sin embargo, aquel collar en su cuello, representación de aquella promesa, le ayudaba a no sentir inseguridad alguna, Dante había sido tan generoso con ella, y le había demostrado su amor de tantas y distintas formas, que no dudaría ni por un instante
Everard miraba a su hija Emma hablando amenamente con los invitados a la elegante recepción de caridad que los Morgan organizaban cada año. Se movía entre aquellos millonarios como un pez en el agua, era como si hubiera nacido para ser parte de ellos, tenia incluso mejores habilidades sociales de las que poseía Helena. Nuevamente, aquel sentimiento de orgullo aparecía en su corazón, sin embargo, lo había reprimido tan repentinamente como había aparecido.Acercándose a ella, noto la presencia de aquel adolescente que la acompañaba, quien rápidamente se interpuso entre ellos.—Veo que tienes un pequeño guardaespaldas Emma — dijo Everard quien miro a su hija y al chico.Emma frunció el ceño, nunca era un placer hablar con ese hombre despreciable, el mismo con el que tenia la desgracia de compartir sangre.—Suponía que tendría que verte en algún momento de la noche Everard, aunque francamente esperaba que no fuese necesario — respondió Emma con frialdad, una que, repentinamente, le había
El dolor de cabeza parecía estar taladrando su cerebro esa mañana. El cielo gris indicaba que ese seria un día lluvioso. El rostro de Dante lucia sereno al dormir, y la gentil mano de Emma le acariciaba el rostro.Había sido una noche pesada, la mas pesada de su existencia hasta ahora. No había bebido ni una sola gota de alcohol, sin embargo, aquel dolor de cabeza le hacia creer que se había bebido hasta la ultima botella de champagne del evento. Quizás, aquel dolor podía deberse a todo el estrés al que estuvo sometida para no dar una mala impresión, sin embargo, le estaba resultando tan insoportable, que se levanto en busca de alguno de los medicamentos de su bolso para encontrar un poco de alivio.Sentándose en la terraza de su habitación marital, sintió el viento de los primeros días del otoño acariciando su rostro, sus pensamientos, viajaron a los recuerdos de la noche anterior y todo lo que había ocurrido. Había aprendido a nadar entre la hipocresía de aquellos millonarios, a lle
El día se había vuelto aun mas brillante de manera repentina. El cielo gris se había despejado y se podían apreciar a las personas que, extrañamente, parecían todas estar sonriendo. Era como si el mundo se hubiese vuelto un lugar mas feliz, o quizás, ella lo percibía de esa manera por la hermosa noticia que acababa de recibir.Ahora mismo, se dirigía hacía su trabajo en la clínica. Sabia que Dante no regresaría hasta el anochecer a la mansión Morgan, por lo tanto, haría sus actividades con normalidad ahora que se sentía mucho mejor. En su mente, había dibujado mil historias hermosas sobre su hijo o hijo no nacido aún. ¿Se parecería a él? ¿O quizás a ella? Realmente esperaba que él o la bebé, fuera idéntico a su padre, pues Dante era un hombre muy hermoso, y si su hijo o hija se le parecían, entonces seria un bebé realmente precioso.Emma no se había dado cuenta, pero su rostro se mantenía iluminado por una hermosa sonrisa. Ella estaba embarazada esperando al hijo del hombre que amaba,
La incomodidad se respiraba en el ambiente. Los murmullos y miradas curiosas, tampoco se hicieron esperar. Esa mañana era gloriosa, todo el mundo estaba ya hablando de aquel encabezado amarillista que la mostraba a ella besándose con nada mas y nada menos que el heredero Morgan. Sus labios rojos se curvaron en una sonrisa cínica y Hildegard estaba disfrutando en demasía ser el centro de atención de todas las miradas que se hallaban en aquel restaurante donde plácidamente tomaba el desayuno.—Pobre de la señora Morgan…ser engañada de esa manera y con una mujer tan…vulgar… —Aquella sonrisa se desvaneció durante un momento.—Así es, la señora Morgan es una mujer tan fina y elegante…además, ¿lo sabes ya? Que los Scott hace mas de un año cayeron en desgracia, el padre se declaro en banca rota…ya nadie los quiere cerca, pasaron a ser casi como limosneros… —Hildegard se levanto con rapidez para salir de aquel lugar. Apretando los puños, no pudo evitar sentirse humillada y furiosa, ¿Cuánto
La luz del sol se colaba por aquellas elegantes cortinas en sus enormes aposentos, había amanecido, era lunes, y todo empresario sabía que no había tiempo para tomar un descanso, levantándose de su lujosa cama, Elijah miraba el reloj, eran apenas las 7 am, hora adecuada para comenzar su día, bajando al gimnasio privado en su mansión, el apuesto filántropo comenzaba su pesada rutina de ejercicios para tonificar su cuerpo, mirándose en el espero del lugar, lucia muy diferente de sus trajes costosos de siempre, aquella ropa deportiva dejaba ver mucho de su musculatura, sus brazos eran fuertes, su torso era poderoso, algo que Emma Brown jamás había visto de él, la hermosa rubia no había vuelto a llamarlo desde aquel acalorado momento en que se excusó para marcharse, así era ella, tímida, siempre tímida, una mujer hermosa y recatada, inocente como ninguna, la deseaba para sí mismo desde hacía mucho tiempo ya, sin embargo, Emma no era el tipo de mujer que dejaría a su esposo, eso era fácil d