Capítulo 34

Los murmullos entre los sirvientes no se hicieron esperar, habían escuchado la discusión entre la señora de la casa y el tío del señor Dante, así como tambien, la propia del señor de la casa con el aborrecible tío. El jaleo había sido tan tremendo que el amo había terminado desmayándose de la impresión. Eso era lo que Ferdinand estaba escuchando, nadie salvo el, la señora Emma y ese maldito, habían sido testigos del milagro. Sin embargo, que Ciacco lo supiera era peligroso, algo se lo decía, y ahora, procuraría estar mucho mas al pendiente de absolutamente todo…podría ser que ocurriese otro “accidente” como el que le arrebato la vida al padre de Dante y el mejor hombre que jamás conoció.

—Señor Rinaldi —

Ferdinand se giro para ver al muchacho por el cual supo, se había iniciado todo aquello.

—Ezio…

—Lo lamento mucho, yo no quería ocasionar ningún problema, debí haber tomado ese pan del suelo yo…

Ferdinand se levanto de donde se hallaba sentado y le palmeo el hombro al jovencito. La se
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