Emma se probaba varios vestidos esa mañana, era sábado, no había escuela y tampoco tenía que ir a la clínica, por lo cual, Dante la había invitado a ir de compras, al cine y en general a pasar el día juntos. Se sentía emocionada, aquello era como una cita…una que no habían tenido antes de casarse dadas sus curiosas circunstancias.—¿Estás lista? —Preguntaba Dante que llevaba ya un atuendo por demás casual. Unos jeans de mezclilla y una sencilla playera blanca, su peinado lucía algo desordenado, y unos lentes oscuros completaban su atuendo.Emma se sorprendió de mirarlo así; se había acostumbrado a verlo siempre ataviado en sus finos trajes y sus peinados sofisticados que lo hacían verse todo el tiempo demasiado elegante. Acercándose a su esposo, se sentó en sus piernas y lo besó seductoramente logrando sorprenderlo.—Te ves realmente guapo hoy, como si fueras un rebelde, me encanta ese look más relajado que hoy llevas — dijo Emma acariciando el cabello negruzco y rebelde de su marido
“Yo voy a iniciar los trámites para divorciarme de Helena Lloyd…quiero casarme contigo, que el mundo sepa que es Emma y no Helena mi esposa”Aquellas palabras de Dante le seguían dando vueltas en la cabeza esa mañana mientras se preparaba para el día. Era domingo, sin embargo, Dante había salido a una visita rápida a la oficina debido a una nueva queja de uno de sus clientes. Además, de que vería a su abogado para iniciar con los tramites del divorcio.El corazón le latía de prisa, Dante se comportaba tan espléndidamente que se sentía como si estuviera viviendo entre las suaves nubes de un cuento. Mirándose al espejo, se terminaba de peinar cuando la aparición de una de las sirvientas avisándole que había llegado de visita el señor Morgan la sorprendió. ¿Acaso el abuelo de Dante ya se encontraba mejor? Apresurándose a bajar, Emma se acomodo de la mejor manera posible su vestido, debía verse bien si estaba a punto de recibir al importante abuelo de su esposo.Su sorpresa fue mayúscula
Los murmullos entre los sirvientes no se hicieron esperar, habían escuchado la discusión entre la señora de la casa y el tío del señor Dante, así como tambien, la propia del señor de la casa con el aborrecible tío. El jaleo había sido tan tremendo que el amo había terminado desmayándose de la impresión. Eso era lo que Ferdinand estaba escuchando, nadie salvo el, la señora Emma y ese maldito, habían sido testigos del milagro. Sin embargo, que Ciacco lo supiera era peligroso, algo se lo decía, y ahora, procuraría estar mucho mas al pendiente de absolutamente todo…podría ser que ocurriese otro “accidente” como el que le arrebato la vida al padre de Dante y el mejor hombre que jamás conoció.—Señor Rinaldi —Ferdinand se giro para ver al muchacho por el cual supo, se había iniciado todo aquello.—Ezio…—Lo lamento mucho, yo no quería ocasionar ningún problema, debí haber tomado ese pan del suelo yo…Ferdinand se levanto de donde se hallaba sentado y le palmeo el hombro al jovencito. La se
Helena arrugaba aquella hoja que había recibido. Dante Morgan le estaba solicitando el divorcio, al hombre ya no le importaba ocultar el hecho de que sabia lo que tanto su padre como ella, habían hecho. Furiosa, realmente deseaba en ese momento tener a Emma enfrente para destrozarla con las manos, estaba convencida de que su gemela era la razón, Dante Morgan genuinamente se había enamorado de ella y ahora deseaba tener el camino libre para casarse con ella.—¿Crees que ganaste Emma? Pues te equivocas, no les dejare las cosas tan sencillas, hare que tu y ese invalido paguen por esto —Dijo Helena a nadie en particular. Mirando su reflejo en el espejo, no lograba asimilar las razones de Dante para tratarla con semejante desprecio. Ella era mas hermosa, mas fina y estaba bien criada, no como esa bruja pueblerina que lo había engatusado. Nuevamente, su habitación había terminado por pagar sus rabietas y la mayoría de su mobiliaria yacía roto en el suelo.Una llamada entrante logro distrae
Se coloreaba los labios de su carmín predilecto. Aquella falda de lápiz se le ajustaba seductoramente al cuerpo y la blusa plateada que dejaba ver mucho de sus atributos naturales, iba a juego con los altos tacones del mismo color. Sus ojos verdes los había maquillado con un sombreado negro, su piel morena lucia radiante, y su melena oscura le llegaba hasta la cintura, dejando ver su aire sumamente sexy y seductor.Esa noche, Hildegard estaba dispuesta a cazar a su hombre. Cada año, los Morgan ofrecían una recepción de caridad para recaudar fondos para las diferentes organizaciones no lucrativas que sustentaban, aunque, este año, según la revista socialité que solía leer, era especial ya que seria la primera vez en mucho tiempo que la cabeza de la familia estaría presente en la gala…y la actual cabeza familiar, era nada mas y nada menos que Dante. Por supuesto, su insípida esposa se encontraría en el lugar, y esa era su oportunidad para demostrarle a aquella rubia, porque era que Dant
Aquella gala era justo lo que se esperaba que fuera de los Morgan. Opulencia, elegancia, todo perfectamente arreglado para celebrar la ocasión. Se habían repartido folletos con algunas historias sobre los niños a los que buscaban apoyar, se había creado una torre con copas rebosantes de Champagne las cuales se vendían por tantos miles de dólares mostrando una proeza equilibrista del mesero especializado que haría algún malabar para quitar alguna sin tirar la torre abajo. Las personas estaban elegantemente vestidas, y el cotilleo comenzaba a escucharse por todo aquel lugar. Había expectativa en el aire, aquella seria la primera vez en muchos años que el líder de la casa Morgan haría de anfitrión en el evento. La ultima vez que esto había ocurrido, había sido Virgilio Morgan quien con proeza había dirigido el evento con la mayor de las elegancias y las maestrías. Sin embargo, solo un relativamente corto tiempo después, el pobre hombre había muerto trágicamente junto a su esposa en un fa
Hildegard se había quedado perpleja ante aquella simple respuesta que la esposa de Dante le había dado después de presentarse, era como si aquella insignificante mujer, no se sintiera intimidada por ella. Había decidido presentarse con ella primero, antes de darle caza a Dante, y sintiéndose indignada, frunció el ceño para luego retirarse de allí sintiéndose de alguna manera humillada.Emma miro a aquella hermosa mujer marchándose, suponía cuales eran sus intenciones, ella no era estúpida, sin embargo, sabía que la mejor manera de tratar con ese tipo de gente, era simplemente darles por su lado y no seguirles el juego, no le extrañaría en lo más mínimo que luego de marcharse, se dirigiera a buscar a Dante para llamar su atención y demás, sin embargo, aquel collar en su cuello, representación de aquella promesa, le ayudaba a no sentir inseguridad alguna, Dante había sido tan generoso con ella, y le había demostrado su amor de tantas y distintas formas, que no dudaría ni por un instante
Everard miraba a su hija Emma hablando amenamente con los invitados a la elegante recepción de caridad que los Morgan organizaban cada año. Se movía entre aquellos millonarios como un pez en el agua, era como si hubiera nacido para ser parte de ellos, tenia incluso mejores habilidades sociales de las que poseía Helena. Nuevamente, aquel sentimiento de orgullo aparecía en su corazón, sin embargo, lo había reprimido tan repentinamente como había aparecido.Acercándose a ella, noto la presencia de aquel adolescente que la acompañaba, quien rápidamente se interpuso entre ellos.—Veo que tienes un pequeño guardaespaldas Emma — dijo Everard quien miro a su hija y al chico.Emma frunció el ceño, nunca era un placer hablar con ese hombre despreciable, el mismo con el que tenia la desgracia de compartir sangre.—Suponía que tendría que verte en algún momento de la noche Everard, aunque francamente esperaba que no fuese necesario — respondió Emma con frialdad, una que, repentinamente, le había