Habían dormido tranquilamente como la mas tranquila de las noches esa mañana. Despertando abrazados el uno del otro, Emma y Dante se habían amado de nuevo. Aquellos momentos parecían ser un sueño, uno del cual no querían despertar.Emma había escuchado a Dante susurrar aquello, y sus mejillas ardieron. ¿Dante quería olvidarse del contrato? Abrazada a su fuerte pecho, no se atrevió a preguntarle, sin embargo, ¿Qué pensaba ella al respecto? ¿Podría pasar el resto de su vida viviendo junto a ese hombre? Mirándolo a lo ojos, nuevamente se vio reflejada en ellos, esos ojos que la miraban con devoción…y entonces lo supo.—Dante yo…El sonido de la vibración de un celular los interrumpió. Dante, que tomaba de su buro el aparato, vio que era un numero sin identificar, seguramente era Hildegard que, de nuevo, le estaba llamando. Colgando la llamada, no pudo evitar sentirse nervioso, ¿Esa mujer quería meterlo en lío? Bloqueando ese nuevo numero desde el cual era mas que obvio que la mujer se es
Una vez más, despertaba esa mañana en aquella lujosa habitación en la elegante mansión Morgan. Emma apreciaba aquel techo blanquecino con sintiendo los ojos muy cansados por haber pasado prácticamente la noche en vela. Comenzaba a ser una arraigada costumbre apreciar aquel techo claro cada mañana al abrir los ojos, sin embargo, pese a ello, esa mañana algo era diferente, quizás, demasiado diferente.“Emma yo…te amo”Recordar aquella frase, la hizo abrir mas los ojos y sentir su corazón acelerándose de vuelta. Toda la noche había estado sufriendo fuertes arritmias cardiacas debido a ello, aunque, la razón de ellas, no era de un origen urgentemente médico. Mirando a Dante, pudo apreciarlo dormir pacíficamente junto a ella. Acariciando los cabellos negruzcos de su cabellera sedosa, se sintió conmovida al darse cuenta de que, en efecto, Dante era tan hermoso que su rostro casi angelical parecía el de un niño pequeño mientras dormía.Emma detuvo las caricias durante un momento. Nuevamente,
Gemidos y respiraciones entrecortadas, caricias suaves y otras mas bruscas, besos con sabor a miel, piel desnuda que se erizaba al mínimo toque, el choque de alientos cuando la cima era alcanzada, un par de cuerpos que se habían fundido en uno solo. Esa mañana, Emma y Dante habían despertado con hambre del otro, a pesar de haberse amado durante toda la noche. Levantándose, ambos se sonrieron, y es que, en esos momentos, sentían que estaban viviendo su propia versión del paraíso.El olor a huevos un poco quemados con tocino en no mejores condiciones, inundaba toda la cocina. Emma reía mientas le indicaba a Dante que nuevamente no había retirado la comida del fuego a tiempo y Dante se quejaba de no saber hacer nada mas que un hombre de negocios. Los sirvientes observaban aquella interacción, aquel no parecía ser un matrimonio arreglado, esos dos parecían conocerse desde toda la vida, y era tanta la química entre ellos, que difícilmente alguien podría decir que no se conocían antes de ca
—Dante…serás tu mi heredero, siempre quise que tu lo fueras desde que tu padre dejo este mundo para estar en paz con dios…sin embargo, conozco a Ciacco, y aun cuando ya le he informado mi decisión, se que no quedara conforme, así que ten cuidado…una cosa más, cuida bien de la dulce Emma, es una buena mujer, y se que serás muy feliz a su lado, no la pierdas hijo — Aquellas palabras dichas por su abuelo lo habían dejado con un sentimiento de satisfacción, pero tambien, de preocupación. Era mas que obvio que su abuelo sabía la verdad, por ello había llamado a Emma por su nombre, aunque aun no le quedaba claro como era que lo sabía, además, sobre Ciacco, el sabía que su tío no se quedaría conforme, seguramente intentaría sabotearlo, y no podía permitirlo. Mirando a Emma, la miro dormir plácidamente en el asiento de su lujoso auto, era preciosa, y realmente, se había sentido conmovida tanto por el como por su abuelo, había visto como había tomado la mano del anciano Morgan, y sonrió, Emm
Sus ojos verdes escudriñaban aquella revista página por página. La primera nota, el matrimonio de Dante Morgan con una mujer de nombre Helena Lloyd. Su rostro lucía desencajado. A pesar de que aquella revista ya era relativamente vieja, aquel artículo del que ya nadie hablaba siempre lograba ponerla de mal humor, aunque, ese día en particular, su humor estaba peor de lo acostumbrado. Había viajado desde el otro lado del mundo para ver a Dante, para, según ella, recuperar al hombre con el que una vez estuvo dispuesta a casarse.—Maldito accidente…Murmuro por la bajo mientras recordaba como aquella tragedia personal de su ex novio, había acabado incluso con sus planes. Ella, años atrás, había puesto sus ojos en el apuesto hombre que ahora está a postrado en silla de ruedas, aunque, si era sincera, nunca lo amo realmente.Hildegard era una mujer que sabía lo que quería. No le seducía realmente la idea del matrimonio, le gustaba hacer su voluntad sin ningún tipo de atadura, sin embargo,
Emma se probaba varios vestidos esa mañana, era sábado, no había escuela y tampoco tenía que ir a la clínica, por lo cual, Dante la había invitado a ir de compras, al cine y en general a pasar el día juntos. Se sentía emocionada, aquello era como una cita…una que no habían tenido antes de casarse dadas sus curiosas circunstancias.—¿Estás lista? —Preguntaba Dante que llevaba ya un atuendo por demás casual. Unos jeans de mezclilla y una sencilla playera blanca, su peinado lucía algo desordenado, y unos lentes oscuros completaban su atuendo.Emma se sorprendió de mirarlo así; se había acostumbrado a verlo siempre ataviado en sus finos trajes y sus peinados sofisticados que lo hacían verse todo el tiempo demasiado elegante. Acercándose a su esposo, se sentó en sus piernas y lo besó seductoramente logrando sorprenderlo.—Te ves realmente guapo hoy, como si fueras un rebelde, me encanta ese look más relajado que hoy llevas — dijo Emma acariciando el cabello negruzco y rebelde de su marido
“Yo voy a iniciar los trámites para divorciarme de Helena Lloyd…quiero casarme contigo, que el mundo sepa que es Emma y no Helena mi esposa”Aquellas palabras de Dante le seguían dando vueltas en la cabeza esa mañana mientras se preparaba para el día. Era domingo, sin embargo, Dante había salido a una visita rápida a la oficina debido a una nueva queja de uno de sus clientes. Además, de que vería a su abogado para iniciar con los tramites del divorcio.El corazón le latía de prisa, Dante se comportaba tan espléndidamente que se sentía como si estuviera viviendo entre las suaves nubes de un cuento. Mirándose al espejo, se terminaba de peinar cuando la aparición de una de las sirvientas avisándole que había llegado de visita el señor Morgan la sorprendió. ¿Acaso el abuelo de Dante ya se encontraba mejor? Apresurándose a bajar, Emma se acomodo de la mejor manera posible su vestido, debía verse bien si estaba a punto de recibir al importante abuelo de su esposo.Su sorpresa fue mayúscula
Los murmullos entre los sirvientes no se hicieron esperar, habían escuchado la discusión entre la señora de la casa y el tío del señor Dante, así como tambien, la propia del señor de la casa con el aborrecible tío. El jaleo había sido tan tremendo que el amo había terminado desmayándose de la impresión. Eso era lo que Ferdinand estaba escuchando, nadie salvo el, la señora Emma y ese maldito, habían sido testigos del milagro. Sin embargo, que Ciacco lo supiera era peligroso, algo se lo decía, y ahora, procuraría estar mucho mas al pendiente de absolutamente todo…podría ser que ocurriese otro “accidente” como el que le arrebato la vida al padre de Dante y el mejor hombre que jamás conoció.—Señor Rinaldi —Ferdinand se giro para ver al muchacho por el cual supo, se había iniciado todo aquello.—Ezio…—Lo lamento mucho, yo no quería ocasionar ningún problema, debí haber tomado ese pan del suelo yo…Ferdinand se levanto de donde se hallaba sentado y le palmeo el hombro al jovencito. La se