Vivir una vida de ensueño, así es como Emma comenzaba a sentirse. Esa mañana, Dante y ella habían decidido preparar el desayuno juntos, como hacían esas parejas de las telenovelas que solía ver su madre. Dante, como era de esperarse, no era muy talentoso en la cocina, se notaba a kilómetros que había sido criado en una cuna de oro y plata, pero, aun así, Emma no perdió la paciencia y con gentileza le explicaba a su esposo como batir correctamente la mezcla para preparar Hot Cakes.—Tienes que hacerlo suave pero rápido, de lo contrario, la mezcla quedara grumosa — le explicaba con calma aquello, y Dante sintió como sus mejillas ardían de vergüenza.Esa era la primera vez en toda su vida que estaba cocinando algo. Realmente, nunca había tenido necesidad, o tan siquiera, curiosidad por cocinar algo, todo le era servido completamente a su gusto y sin demora, ahora entendía que preparar los alimentos, no era una labor para nada sencilla y agradeció a sus sirvientas por ello. Emma se sentía
Aquella mañana no comenzaba tan tranquila como habían sido las pasadas. El rostro demasiado angustiado de Emma, dejaba ver que algo andaba mal, demasiado mal. Las expresiones de su rostro iban de la angustia, a la ira, y de la ira a la mortificación.—No se que es lo que haré Emma…esto es tan repentino e inesperado que realmente no encuentro una solución…Su madre hablaba al otro lado de la línea, narrándole como había sido desalojada esa mañana, ya que, repentinamente, el casero había llegado acompañado de la policía y habían tirado todas las pocas posesiones de la mujer hacia la calle. Hasta ese momento, Emma había creído que esa casa en la que por años estuvo viviendo, pertenecía a su madre…ahora sabía que era rentada y que la amada mujer que le dio la vida, se había quedado sin un techo con el cual cubrirse.—Tranquila mamá, pensare en algo y te llamare en una hora, mientras tanto, te enviare dinero para que tomes un cuarto de hotel, pídele a la vecina que guarde tus cosas y mante
Aquel lujoso y espacioso baño, en esa ocasión, le parecía demasiado pequeño. Miraba constantemente la hora en el celular, dejando solo algunos muy cortos intervalos entre una revisión y otra. La noche anterior, mientras disfrutaba de aquella maravillosa cena junto a su esposo, nuevamente se sintió mareada. Habían estado preocupada desde aquella maravillosa primera vez que tuvo con Dante, y, anoche, tampoco habían prestado particular atención en poner cuidado para que no hubiese consecuencia alguna.Nuevamente miraba la hora en el celular, aquellos eran los 5 minutos más largos que había tenido en toda su existencia. Dante se había marchado ya a sus juntas de trabajo matutinas, y ella, apenas lo sintió levantarse e irse, corrió al super mas cercano para comprar aquella prueba de embarazo que ahora reposaba sobre el lavabo. Se sentía ansiosa, ¿Qué iba a hacer si resultaba embarazada? Dante y ella tenían un acuerdo, su matrimonio no era de verdad y llegaría a su final en un determinado m
Ser médico, siempre había sudo su meta mas alta de vida. Pocas cosas en la vida le entregaban una verdadera satisfacción, y ver aquellas calificaciones de sus más recientes exámenes, hacían sentirse a Emma un poco mas cerca de su meta. Ver que había sacado la puntuación mas alta contra todos sus compañeros de semestre y que su fotografía había sido colocada en el muro de las promesas de medicina, la hacia sentirse realmente bien. Solo le faltaba completar ese semestre y, entonces, se graduaría como médica. Había llamado a su madre para darle la maravillosa noticia y ella, por supuesto, estaba mas feliz que nadie por sus calificaciones de excelencia académica. Estudiar medicina fue todo lo que siempre quiso hacer, y ahora estaba orgullosa de que sus constantes esfuerzos estuviesen dando frutos. Regresando a la mansión Morgan, Emma quiso compartir su felicidad con Dante, pero, al notar a su esposo que salía sin mirarla y de tan mal humor, decidió guardar silencio. Aun recordaba la dis
Helena caminaba de un lado a otro en su lujosa habitación. Estaba molesta, mas que solo furiosa a decir verdad y todo aquello se debía a los desprecios que Dante Morgan le había estado haciendo. Su mente no lograba comprender la razón por la cual aquel hermoso hombre podría preferir a su hermana gemela. Emma no tenia nada de especial en su haber, quizás, si que eran idénticas, sin embargo, su hermana no tenia aquel porte y elegancia que a ella sí que la distinguía; Emma había crecido en la pobreza, no era refinada, no era…educada, solo una muerta de hambre mas que seguramente la envidaba y deseaba ser ella. Helena se repetía aquello una y otra vez mientras se forzaba a creerlo.Sentándose en la acojinada silla de su tocador, comenzaba a peinarse la larga cabellera dorada que tenía. Nuevamente se coloreaba los labios de carmín, su color favorito. Apreciaba su belleza en aquel espejo, mientras nuevamente pensaba en Dante Morgan. Ciertamente, había sido un golpe grave y directo hacia su
Dante miraba a Emma vestirse, era fin de semana y ella no tenia escuela ni tampoco trabajo. Había decidido apoyarla en aquella travesía. Entendía las razones por las cuales Emma se aferraba ser médica. Iba a darle una sorpresa esa tarde, su yate, aquel que aun no nombraba, ya se hallaba listo, y había hecho los preparativos la noche anterior. Le había pedido a ella que se pusiera el vestido mas ligero y fresco que tuviera en el closet, ese fin de semana, lo planeo así, lo pasarían disfrutando de la brisa marina mientras navegaban hacia su isla privada. Estaba seguro de que ella lo disfrutaría mucho.—Y bien, ¿Cómo me veo? — pregunto Emma mirando a su esposo. Dante sonrió.—Te ves hermosa, muy hermosa — respondió Dante.Emma desvió la mirada de la de su marido. Odiaba que la mirara de aquella manera tan…dulce, apasionada…en verdad aborrecía aquello ya que le hacían sentir que estaba en el lugar correcto y que no deseaba irse…y cuando eso pasaba ella tenia que obligarse a repetirse ment
Esa mañana la brisa salina la despertaba con agrado. La noche anterior, habían casi roto la cama del yate por tanto que habían hecho…y sintió sus mejillas arder, se habían quedado dormidos como dios los trajo al mundo, el cansancio los había vencido. Era domingo, y Emma se sentía tan relajada como nunca antes estuvo. Se levanto para vestirse con lo primero que tuvo a la mano. Los sirvientes que los habían acompañado para ayudar y atender a Dante, ya tenían el desayuno listo. Hambrienta, devoro tanta fruta como pudo, así como panecillos con miel. Entonces se dio cuenta de que el yate se había detenido en una hermosa isla paradisiaca.—No puedo creerlo — aseguró Emma y casi se quedó sin aliento al ver la belleza tropical que cubría todo lo que abarcaba su vista. Nunca en su vida había visto algo como aquello.Dante, que recién se había levantado con ayuda de Francis, sonrió de medio lado y negó en silencio, se limitó a tomarla de la mano y fascinarse con la capacidad de asombro que su j
Un par de escalones tras ellos, se extendía una sala pequeña y blanca de varias piezas, con cojines en negro que resaltaban elegantemente, había delicadas cortinas dejando entrar la claridad exterior y exhibiendo los verdes jardines; un par de lámparas sobre los burós y una vistosa mesa de centro, al fondo, se apreciaba una pequeña cantina con variedad de vinos y copas de cristal reluciente, y al costado de ésta, un amplio corredor que llevaba una puerta secundaria que era dirigida a una sección privada de ese jardín.—Espera, espera — suplicó Emma cuando Dante comenzó a acariciar su cuerpo.— ¿Por qué? — el cuestiono.Emma jadeó y sonrió. — Tengo hambre — confesó.El ojiazul resopló cansadamente. —Bien, si quieres cambiarte para ir a comer — sugirió.Ella sonrió abiertamente y asintió. —Gracias — dijo alegremente.Dante hasta ese momento rodó su vista por el lugar. —La habitación está arriba, ve, pediré que suban las cosas — dijo mientras se rascaba frustrado la mejilla.La curvilíne