Aquel lujoso y espacioso baño, en esa ocasión, le parecía demasiado pequeño. Miraba constantemente la hora en el celular, dejando solo algunos muy cortos intervalos entre una revisión y otra. La noche anterior, mientras disfrutaba de aquella maravillosa cena junto a su esposo, nuevamente se sintió mareada. Habían estado preocupada desde aquella maravillosa primera vez que tuvo con Dante, y, anoche, tampoco habían prestado particular atención en poner cuidado para que no hubiese consecuencia alguna.Nuevamente miraba la hora en el celular, aquellos eran los 5 minutos más largos que había tenido en toda su existencia. Dante se había marchado ya a sus juntas de trabajo matutinas, y ella, apenas lo sintió levantarse e irse, corrió al super mas cercano para comprar aquella prueba de embarazo que ahora reposaba sobre el lavabo. Se sentía ansiosa, ¿Qué iba a hacer si resultaba embarazada? Dante y ella tenían un acuerdo, su matrimonio no era de verdad y llegaría a su final en un determinado m
Ser médico, siempre había sudo su meta mas alta de vida. Pocas cosas en la vida le entregaban una verdadera satisfacción, y ver aquellas calificaciones de sus más recientes exámenes, hacían sentirse a Emma un poco mas cerca de su meta. Ver que había sacado la puntuación mas alta contra todos sus compañeros de semestre y que su fotografía había sido colocada en el muro de las promesas de medicina, la hacia sentirse realmente bien. Solo le faltaba completar ese semestre y, entonces, se graduaría como médica. Había llamado a su madre para darle la maravillosa noticia y ella, por supuesto, estaba mas feliz que nadie por sus calificaciones de excelencia académica. Estudiar medicina fue todo lo que siempre quiso hacer, y ahora estaba orgullosa de que sus constantes esfuerzos estuviesen dando frutos. Regresando a la mansión Morgan, Emma quiso compartir su felicidad con Dante, pero, al notar a su esposo que salía sin mirarla y de tan mal humor, decidió guardar silencio. Aun recordaba la dis
Helena caminaba de un lado a otro en su lujosa habitación. Estaba molesta, mas que solo furiosa a decir verdad y todo aquello se debía a los desprecios que Dante Morgan le había estado haciendo. Su mente no lograba comprender la razón por la cual aquel hermoso hombre podría preferir a su hermana gemela. Emma no tenia nada de especial en su haber, quizás, si que eran idénticas, sin embargo, su hermana no tenia aquel porte y elegancia que a ella sí que la distinguía; Emma había crecido en la pobreza, no era refinada, no era…educada, solo una muerta de hambre mas que seguramente la envidaba y deseaba ser ella. Helena se repetía aquello una y otra vez mientras se forzaba a creerlo.Sentándose en la acojinada silla de su tocador, comenzaba a peinarse la larga cabellera dorada que tenía. Nuevamente se coloreaba los labios de carmín, su color favorito. Apreciaba su belleza en aquel espejo, mientras nuevamente pensaba en Dante Morgan. Ciertamente, había sido un golpe grave y directo hacia su
Dante miraba a Emma vestirse, era fin de semana y ella no tenia escuela ni tampoco trabajo. Había decidido apoyarla en aquella travesía. Entendía las razones por las cuales Emma se aferraba ser médica. Iba a darle una sorpresa esa tarde, su yate, aquel que aun no nombraba, ya se hallaba listo, y había hecho los preparativos la noche anterior. Le había pedido a ella que se pusiera el vestido mas ligero y fresco que tuviera en el closet, ese fin de semana, lo planeo así, lo pasarían disfrutando de la brisa marina mientras navegaban hacia su isla privada. Estaba seguro de que ella lo disfrutaría mucho.—Y bien, ¿Cómo me veo? — pregunto Emma mirando a su esposo. Dante sonrió.—Te ves hermosa, muy hermosa — respondió Dante.Emma desvió la mirada de la de su marido. Odiaba que la mirara de aquella manera tan…dulce, apasionada…en verdad aborrecía aquello ya que le hacían sentir que estaba en el lugar correcto y que no deseaba irse…y cuando eso pasaba ella tenia que obligarse a repetirse ment
Esa mañana la brisa salina la despertaba con agrado. La noche anterior, habían casi roto la cama del yate por tanto que habían hecho…y sintió sus mejillas arder, se habían quedado dormidos como dios los trajo al mundo, el cansancio los había vencido. Era domingo, y Emma se sentía tan relajada como nunca antes estuvo. Se levanto para vestirse con lo primero que tuvo a la mano. Los sirvientes que los habían acompañado para ayudar y atender a Dante, ya tenían el desayuno listo. Hambrienta, devoro tanta fruta como pudo, así como panecillos con miel. Entonces se dio cuenta de que el yate se había detenido en una hermosa isla paradisiaca.—No puedo creerlo — aseguró Emma y casi se quedó sin aliento al ver la belleza tropical que cubría todo lo que abarcaba su vista. Nunca en su vida había visto algo como aquello.Dante, que recién se había levantado con ayuda de Francis, sonrió de medio lado y negó en silencio, se limitó a tomarla de la mano y fascinarse con la capacidad de asombro que su j
Un par de escalones tras ellos, se extendía una sala pequeña y blanca de varias piezas, con cojines en negro que resaltaban elegantemente, había delicadas cortinas dejando entrar la claridad exterior y exhibiendo los verdes jardines; un par de lámparas sobre los burós y una vistosa mesa de centro, al fondo, se apreciaba una pequeña cantina con variedad de vinos y copas de cristal reluciente, y al costado de ésta, un amplio corredor que llevaba una puerta secundaria que era dirigida a una sección privada de ese jardín.—Espera, espera — suplicó Emma cuando Dante comenzó a acariciar su cuerpo.— ¿Por qué? — el cuestiono.Emma jadeó y sonrió. — Tengo hambre — confesó.El ojiazul resopló cansadamente. —Bien, si quieres cambiarte para ir a comer — sugirió.Ella sonrió abiertamente y asintió. —Gracias — dijo alegremente.Dante hasta ese momento rodó su vista por el lugar. —La habitación está arriba, ve, pediré que suban las cosas — dijo mientras se rascaba frustrado la mejilla.La curvilíne
El hermoso fin de semana en el paraíso había terminado, sin embargo, Emma aun sentía sus pies sobre las nubes. Dante había nombrado a un yate con su nombre, además, de hacerle pasar los momentos más maravillosos que había vivido hasta ese momento. Aun podía sentir la brisa salina acariciando sus mejillas, y los recuerdos de esos mágicos días, eran algo que, sin duda alguna, no olvidaría jamás.Abriendo los ojos, pudo ver el techo blanco de su alcoba matrimonial, y sentir el cuerpo de su esposo justo al lado suyo. Sonriendo, aun se sentía demasiado feliz por haber vivido ese momento de ensueño junto a Dante. Poniéndose de píe, vio a su marido dormir plácidamente. Repasando la hermosura del rostro de Dante con las yemas de sus dedos, Emma se sentía cada vez mas enamorada de ese hombre.Deteniéndose, Emma sintió como se le apretaba el pecho. ¿Qué era lo que estaba sintiendo por Dante? Caminando hacia baño, entro en la bañera mientras reflexionaba ese ultimo pensamiento que cruzo por su m
Hacía la maleta con cierta premura antes de que su esposa despertara. Tenia que inventarse la excusa de viajar, aunque realmente no lo haría. No quería que Emma se enterara de que estaba en ese complejo tratamiento, pues las posibilidades de tener éxito, eran realmente pocas, y, si se era sincero, no tenia muchas esperanzas. Esa tarde avanzarían a la fase dos del tratamiento experimental, que, de funcionar correctamente, les devolvería la movilidad a las piernas. Nadie en la mansión salvo su chofer, sabia a donde realmente se dirigiría esa mañana, Dante se internaría en aquel hospital en el cual permanecería durante varios días.Al mirarse en el espejo, sus ojos lucían cansados, hundidos; no había dormido prácticamente nada la noche anterior pues su nerviosismo le había impedido hacerlo, y aunque se repetía varias veces en la mente que no quería tener esperanzas, la verdad era que si que las tenía. Aquella no era la primera vez que se sometía a tratamientos cuestionables; cada uno mas