Elena:Mis ojos se impregnan en el techo de la habitación, ni siquiera soy capaz de llamarla mía porque jamás podré sentirla como la anterior. Esta nunca será mi casa y este nunca será mi rincón de sueños y descanso. De hecho, aún ni en la tranquilidad del baño, ni en el acaparador silencio de estas cuatro paredes, gozo de privacidad. Más bien siento que todo lo que hago está siendo captado por ojos invisibles. Con las manos entrelazadas sobre mi vientre, viajo a las palabras de la señora Hade e intento encontrarle sentido a todo esto, lo cual me cuesta infinitamente...—Se trata de una rivalidad, Elena. No es algo que tú o yo podamos cuestionar, incluso nadie fuera de ambos entendería hasta qué punto estaban dispuestos a llegar por ser mejor que el otro.—¿Hero también le hizo daño a su padre?—No estamos hablando de daños colaterales. Eran como... No sabría explicártelo todo con exactitud, fueron muchos años, tú recién te integras a la familia y... —pausa sus palabras para tomar un
Elena:Bajamos frente a un complejo de apartamentos de alta gama ubicado en plena ciudad, específicamente en una zona residencial, rodeada de otras viviendas. Subimos y escatimo los detalles de mi alrededor al tener la mente en otro sitio, o más bien, estancada en lo ocurrido en la mansión hace unos minutos. A penas pude probar algo en el restaurante donde me llevó Claus. Llegamos al apartamento de Hero y el chofer se adelanta para abrirlo y decirme: —Póngase cómoda, yo estaré en el salón, las habitaciones están arriba y la cocina está a tu disposición.—Gracias Claus —le sonrío y asiente. El piso es bonito, desde su atractivo exterior hasta cada detalle de sus interiores. Agrando los ojos al fijarme en la tecnología de vanguardia que posee y sonrío al ver una pequeña biblioteca en una esquina del salón principal, todo aquí es encantador y muy espacioso. Este apartamento está situad en el extremo del viejo New York, cerca de todo pero donde no llegan ni los olores de los barrios má
Elena:Con su cuerpo siendo arrastrado por la poca fuerza que tengo, lo logro meter en el baño. Su estado ha pasado de ebrio a ebrio al extremo. El alcohol ha decidido manifestarse justo ahora y eso me ha dado tiempo suficiente para pensar un poquito más y aclarar la estúpida idea que tenía en mente, que no era más que volver a perder la dignidad por culpa de este Dios del encanto. No es que no quiera someterlo a una noche incluso mejor que la que tuvimos una vez, el caso es que soy mujer, pero ante todo, tengo cerebro, y es lo suficientemente inteligente como para no cometer el mismo error dos veces —almenos no uno como este, dónde pasaría de humillada a humillada y encima follada por un hombre que no quiere nada conmigo salvo una bebé—, así que, con la cabecita más despejada, y los ojos puestos en el cuerpazo de mi futuro esposo, me propongo una jugada que bien podría sumarme puntos. «¡Y vamos Elena, que se supone que deben esperar a la noche de bodas, ¿no?». Me río de mi perverso
Hero: «flashback»—¡Ashley! ¡Vuelve aquí ahora mismo! —La persigo. Los pasillos del apartamento se hacen laberintos cuando se trata de peleas y cada vez se aleja más de mí. Se adentra a nuestra habitación y sigo tras ella, sin dejar de escandalizar en busca de explicaciones—. ¡Te estoy hablando!—¡No quiero hablar! ¿Qué, no entiendes? —refuta al voltearse. Sus ojos escupen llamas y lleva el cabello desordenado. Se regresa al frente y comienza a lanzar la ropa que sacó del closet dentro de una maleta. Ya no es la mujer que tanto admiraba antes, y ahora mismo, no sé si es desprecio, decepción o ambas lo que siento por ella realmente. Nunca pensé sentir tales cosas por la mujer que quería para casarme, y heme aquí, odiando cada centímetro de su cuerpo.—¡Solo te pido que me expliques Ash! ¡Solo eso! —exijo parado tras ella sin dejar de gesticular. No puedo explicar ni si quiera con pensamientos la furia que me recorre—. ¡Joder una maldita explicación! ¡¿Tant
Elena:Cuelgo la llamada y lanzo el celular sobre la cama. Saber de mis hermanas y mis sobrinas ilumina mi día. Eve me ha contado que las pequeñas tendrán una presentación en dos semanas en el teatro "Rocher" de Chicago, que están emocionadísimas y que desean mi presencia sin excusas. Me alegra muchísimo tener la seguridad de que todo está bien con ellas allá, y aunque mi orgullo a veces llega a ser excesivo, no me dejé llevar por mi rabia y pregunté por papá. «Él está bien Ele, si tú lo estás él también». Las palabras de Eve me regresan a la mente y me parece un poco irónico. Unos toques en la puerta me sacan de mi ensoñación y me aproximo para abrirla. Me sorprenden los rostros de Hashley y Hade, expectantes con unas sonrisas alentadoras. —¿Sí? —cuestiono asomando la mitad de mi cuerpo.—¿Podemos pasar? —pregunta Hade y de inmediato me hago a un lado, haciéndoles un ademán para que entren. «¡Que tonta!».—¡Sí, sí, por supuesto, pasen! —las invito y ambas se adentran en mi habitaci
FrancoCruzo el portón, dejando atrás a Elena bajo el cuidado de Claus. Unos pasos me conducen a las puertas de la mansión, y, frente a ella, me sorprende la silueta en carne viva de Ashley gritando como la maniática que es. Mis manos se convierten en puños y me dirijo con pasos decisivos en su dirección. Siento mi mentón contraerse a tal punto que duele, y un nudo se forma en mi estómago como cada jodida vez que la veo. La diferencia es que esas sensaciones antes podría llamarlas gustosas, hoy no son más que sentimientos amargos que juegan con mis nervios. —¡Ashley, para ya! —le reclamo tras ella. Se voltea con rapidez y baja dos escalones hasta quedar enfrente mío—. ¡¿Qué demonios haces aquí?!—¡¿Dónde está Valeria?! —exclama, destellando furia por sus ojos oscuros.—¡Eso ya no es problema tuyo! ¡La abandonaste Ashley! ¡Ahora lárgate de aquí y déjala en paz! ¡Déjanos, a todos, en paz! —le exijo, punteándola con mi dedo índice en uno de sus hombros—. ¡Y deja de llamar a mi madre!
Elena:—Pobrecilla... «Joder mi estómago». Evoca mi mente ante unas palabras que me obligan a despertar. —Dejémosla descansar.—¿No has visto la hora? Prepara la ducha y dile a Clara que traiga una taza de café con un analgésico.—Mama... Todo saldrá bien.—No será así si sigues demorándote, vamos, has lo que te he pedido, yo me encargo de levantarla.«Si supieran que estoy despierta, pero con pésimas ganas de abrir los ojos».—Ele... —susurra mientras sacude mis hombros—. Elena, despierta cariño.Con pereza y un poco de drama, finjo que recién regreso de mi profundo sueño. Me estrujo el rostro y con lentitud me recompongo sobre la cama. Frente a mí está sentada Hade con una mirada arruyadora. Desde el baño escucho a Hash enunciar que el agua está lista. Sale y me sonríe con cierta culpabilidad y le devuelvo el saludo con discreción, bien sabemos porqué actuamos así, quisiera recordar en cuanto antes cómo terminó la noche. —Vamos, debes tomar un baño y comer algo, es las nueve de l
ElenaSu piel blanca resalta con el oscuro de su traje. En las mangas relucen un par de mancuernas y en el bolsillo que reposa sobre la parte izquierda de su pecho se halla un pequeño ramillete de florecillas blancas. La baba se me cae cuando vislumbro un chaleco negro por encima de la camisa blanca que trae bajo el esmoquin. —¿Qué... qué te pasó? —le susurro y ladea su cabeza para contestarme sin dejar de mirar al frente.—Ahora no fastidies —musita sacándome una mueca en respuesta—, deja de mirarme y dedícate a lo que interesa. —Vete a la mier... —escupo y el cura detiene sus palabras para mirarme con los ojos más abiertos de lo normal. Hero lame sus labios en evidente incomodidad y frustración y yo no hago más que bajar la cabeza y tragarme todas las barbaries que quiero decirle por imbécil. —¿Puedo continuar? —Sí padre, prosiga —le indica la roca que tengo al lado y así lo hace. Escucho murmuros de los invitados y la chispa de furia de hace un minuto se ha quintuplicado. Com