Capítulo 20

Franco

Cruzo el portón, dejando atrás a Elena bajo el cuidado de Claus. Unos pasos me conducen a las puertas de la mansión, y, frente a ella, me sorprende la silueta en carne viva de Ashley gritando como la maniática que es. Mis manos se convierten en puños y me dirijo con pasos decisivos en su dirección. Siento mi mentón contraerse a tal punto que duele, y un nudo se forma en mi estómago como cada jodida vez que la veo. La diferencia es que esas sensaciones antes podría llamarlas gustosas, hoy no son más que sentimientos amargos que juegan con mis nervios.

—¡Ashley, para ya! —le reclamo tras ella. Se voltea con rapidez y baja dos escalones hasta quedar enfrente mío—. ¡¿Qué demonios haces aquí?!

—¡¿Dónde está Valeria?! —exclama, destellando furia por sus ojos oscuros.

—¡Eso ya no es problema tuyo! ¡La abandonaste Ashley! ¡Ahora lárgate de aquí y déjala en paz! ¡Déjanos, a todos, en paz! —le exijo, punteándola con mi dedo índice en uno de sus hombros—. ¡Y deja de llamar a mi madre!
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