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Amy corría tras la camilla en donde llevaban a John, estaba desesperada, sollozando, viendo como aquel hombre, el hombre que ella tanto amaba, estaba recostado en esa cama, tan frágil y vulnerable como nunca lo imaginó. —¡John! —exclamó recargándose a la pared, cubierta de llanto, estaba temblorosa, pero el doctor apareció ante ella y comenzó a hacerle preguntas. —¿Su esposo es alérgico a algo que haya ingerido en las últimas veinticuatro horas? Amy negó. —No, Kenneth nunca ha sido alérgico a nada, siempre fue muy sano. —¡Es alérgico a las nueces! El pastel que comió contenía nueces. Amy miró a Natalie, confusa. —¿Qué dices, mujer? No, Kenneth nunca ha sido alérgico a las nueces, amaba el pastel escocés, ¿Cómo podría comerlo siendo alérgico a las nueces? —exclamó Amy. El doctor las miró con duda. —¿O es alérgico, o no? —exclamó el doctor. —Lo es, juro que lo es, John es alérgico, quizás se curó, quizás le volvió la alergia. —¿Es eso posible? —exclamó Amy. —Ahora lo importan
Amy llevó a John a casa, pronto le preparó el baño, él se sumergió en la bañera y ella talló su espalda y su cuerpo, John se dejó cuidar, ella lo atendía, como una esposa devota y amorosa. No se había dado cuenta de esa mirada sobre ella, cuando pudo ver esos ojos azules mirándola, se quedó perpleja, había algo en esa mirada, algo dulce, tierno, y melancólico. —¿Qué pasa? —¿Por qué te enamoraste de… mi? —dijo con debilidad —John, ¿Cómo podría no amarte? Te amé porque eres bueno, porque estabas ahí, y necesitabas de alguien, y yo quería ser necesitada, no lo sé, solo, le disté sentido a mi vida, tal vez, quería un amigo, y en ti lo encontré todo. John bajó la mirada. —Nunca tuve un amigo… —Pensé que yo era tu amiga. —En el orfanato, nunca tuve un amigo, nunca tuve nada, nadie, cuando era más joven, solía comer demasiado, y gastar todo mi dinero en cosas innecesarias, hasta que, un día descubrí que, lo hacía porque, tenía miedo de que no tuviera nada, y tuviera de nuevo hambre…
—¿Tú eres la amante de mi marido? —exclamó Olivia dio un paso atrás, sus ojos la miraron asustados, titubeó. —¡No! Yo… Olivia sintió la bofetada tan fuerte y dolorosa en su mejilla, ella chilló. —Mi hija está en una silla de ruedas porque el maldito de Bruce quiso callarla, ¿Crees que eso es justo? Olivia la miró perpleja, cubierta de llanto. —¡No! Lo siento, jamás quise hacer algo así, déjeme explicarlo, por favor. Fedora la miraba con gran odio, pero esas lágrimas, ese rostro triste la hizo ceder. —Tienes un segundo, haber, quiero escuchar lo que tienes por decir, quiero escuchar como una jovencita como tú, tan bonita y vivaz tiene que acostarse con un viejo. —¿Quiere saber la verdad? ¿Estará lista para saberla? Su esposo, ¡Su maldito esposo abusó de mí! Me obligó a ser suya para que no me quitaran a mi hijo, ¿Qué hubiese hecho usted? ¿Eh? ¿Qué hubiese hecho para que no le arrebataran a su hijo de sus brazos? —exclamó con la voz rota por el llanto. Fedora la miró con ojos e
—Kenneth, perdóname, sé que odiabas cuando te llamaba Paul, odiabas ser mi hermano, tú volaste muy alto, y yo, ¿Qué hice? ‘¿Te robé la vida? Soñaba con el día en que estaríamos juntos que seríamos los gemelos Miller, como antes, pero eso nunca volvió, el tiempo nunca regresa. Ahora, mi mente y mi corazón están en una encrucijada, ¡Perdóname! ¡Oh, Kenneth, lo siento tanto! Debí vengar tu muerte, debí ser valiente. Pero… ¡Me enamoré! Renunció a esto, y me duele. No puedo hermano, dime que donde estás eres feliz, dime que dónde estás deseas mi dicha, dime que no me odiarás por no cumplir mi venganza, porque amo a Amy, y aquí y ahora renunció a mi venganza, renunció a mi odio. A cambio de amarla, de ser feliz, de tener un poco de lo bueno que me negaron y te dieron a ti. Perdóname, Kenneth, renuncio a mi promesa de odio. John estaba de rodillas, cubrió su rostro. Amy tocó su hombro, la miró asustado. —¿Tú? —Perdóname, amor, te vi de lejos, iba a irme, pero, no puedo, no puedo irme, de
Fedora temblaba, el chofer la llevaba a la dirección indicada, las lágrimas querían abandonar sus cuencas, pero lo evitaba, tenía miedo, ¿De verdad vería a su hija? «Tanto tiempo soñando con este momento, y tenía que ser así, cruel, todo por culpa de Bruce, ¿Cómo pudo engañarnos por tantos años? Es como si nunca lo hubiese conocido, nunca lo amé. Por favor, Dios, que mi hija me ame, que no me desprecie», pensó —Señora, hemos llegado. La mujer asintió, bajó del auto, sintió que sus piernas flaqueaban, tomó aire, caminó hasta entrar en ese lugar, era un restaurante lujoso del centro de la ciudad. Bruce la detuvo. —¿Ya está el dinero en mi cuenta bancaria? ¿Ya tengo mi nueva mansión y recuperé mi puesto? La mujer le miró con odio profundo, le dio su chequera, y tarjetas de crédito, también su gafete de la empresa, sacó del bolsillo unas llaves, que él tomó, sonrió malicioso. —Ya lo tienes todo, ahora, devéleme a mi hija. —Sí, querida, sígueme. Ella caminó, le faltó el aliento, pe
Fedora llevó a Erin a casa, apenas entraron, la chica se maravilló. —¡¿En esta casa viviré?! —exclamó con ojos brillantes —Sí, hija, aquí vivirás —Fedora tomó su mano y la detuvo—. Hija, hay algo que debes saber. Erin la miró con duda. —Sí, dime, madre. —Mañana debemos ir a hacer una prueba de ADN, así, tendrás el apellido y… —¡No crees que soy tu hija! —exclamó llorando—. ¿Por qué? ¿Acaso no sientes en tu corazón que soy yo tu hija? Fedora dio un paso atrás, sintiendo un miedo en su corazón. —Erin… —Si no me quieres, si no sientes que soy tu hija, entonces, debo irme, tienes hijos adoptivos, pero, ¿No reconoces a tu propia hija? —exclamó con reproche, ella caminó dispuesta a irse, y Fedora sintió como si su corazón estuviera roto, al pensar que la perdería. La ansiedad se apoderó de su cuerpo, corrió tras ella. —¡Hija! ¡Erin! —dijo alcanzándola en el jardín Erin se detuvo y la miró fijamente. —¡Claro que lo creo! Sé que tú eres mi hija, me lo dice tu mirada. Fedora la abr
Amy estaba llorosa, mirando al hombre con terror. —¡Esto debe ser una gran confusión! —exclamó, sintió su corazón latir con mucha fuerza, dio la vuelta y se echó a correr, alejándose del cementerio y de ese hombre. Viktor sintió que se quedó sin aliento, tuvo miedo, salió y subió a su camioneta, fue a la destiladora. En la destiladora estaban John y Rosaleen, discutían sobre lo mismo. —Por favor, Rosaleen, dame más tiempo. He renunciado a la absurda venganza. —¿De qué estás hablando? —Hablo de que amo a Amy, ¡La amó con toda mi alma! Solo quiero ser feliz con ella. Rosaleen abrió ojos enormes al escuchar sus palabras. —John, pero… ¡La has engañado! La has enamorado con tus mentiras, haciéndole creer que eres alguien diferente a quien ella cree que eres, ¡Su amor es una gran mentira! Debes acabar con esto, has ido demasiado lejos —exclamó la mujer, asustada. —¡Te lo suplico, Rosaleen! —exclamó John tomando sus manos—. No le digas nada a Amy. ¡No le digas nada, ahora, por favor!
Viktor fue llevado hasta el único hospital de la Isla, Rosaleen perseguía la camilla, observando a su esposo, hasta que llegaron a la sala de urgencias, y ya no le dejaron pasar, la mujer estaba desesperada, suplicaba por entrar, John la calmó. —Él es muy fuerte, ¡Perdóname, Rosaleen! Es mi culpa. Rosaleen miró su rostro desolado, y acarició su cara, lo abrazó. —No, hijo, esto es algo entre Viktor y yo, me he equivocado tanto con él. —Yo también —dijo John, mirando de reojo a Amy —Haz lo correcto. John asintió. Se acercó a ella. —Pobre Rosaleen, está tan triste. —Ven conmigo. John la tomó del brazo, y Amy tuvo miedo, sintió que la llevaba muy rápido, que su agarre era muy fuerte. John llevó a Amy a la salida del hospital. —¿Qué es lo que sucede, John? Él la miró a los ojos, la miró severo. —Quiero que te vayas. Ella arrugó el gesto, estaba confusa —¿Qué dices? ¿A dónde? —¡Lárgate de la isla! ¡Lárgate de mi vida, Amy Lang! Huye de mí, huye de esto. —Pero, ¿De qué demon