Danielle entró al complejo de oficinas y subió en el ascensor con pocas personas en su interior, que iban en silencio mirando sus teléfonos y no presentaban atención a una chica que parecía un alma en pena; al abrirse las puertas entró rápido a una amplia recepción, con una decoración que para Danielle siempre fue muy cargada y de mal gusto, siempre se lo dijo a su padre que solo reía por sus constantes quejas al respecto, no obstante su opinión nunca sería tomada en cuenta, la recepción cada día se veía más fea; levantó la mano y saludó a la recepcionista, la mujer mayor que le devolvió el saludo la conocía desde niña, Ana la miró con lástima, sin embargo, no le comentó nada sobre su pérdida, Danielle lo agradeció, más palabras que no sentían de verdad no era lo que quería escuchar, siguió caminando, pero al darse cuenta de que ya no podía entrar como quisiera a las oficinas, regresó a la recepción y le comunicó a Ana que avisaran a la presidencia que estaba allí, Timothy Hardwick esperaba por ella.
Dos horas después Danielle miraba el reloj de pared con forma de ¿Cancha de golf?, que estaba en la recepción, nadie la mandaba a llamar y se estaba desesperando, preguntándose para qué le dijeron que viniera hoy, sí no podían recibirla. Tomó su pequeño bolso, pasó la correa por detrás de la cabeza y un hombro, dejándolo caer de forma cruzada encima de su pecho antes de levantarse de la silla que le dijeron que se sentara para la espera.
—Señora Ana, no puedo seguir esperando, por favor, si el señor Hardwick quiere hablar conmigo le da este número. —dijo Danielle sacando un lápiz y un papel para anotar su número telefónico—. Gracias, tenga una buena tarde.
—Lo siento cariño, no puedes irte, el señor Hardwick me mataría si te dejó ir, dijo que era muy importante tu encuentro con él, me lo dijo la secretaria cuando llame para avisar que estabas en la empresa. —respondió la recepcionista y saliendo de detrás de su mesa la acompañó a una silla para que esperara.
—Llevo mucho tiempo aquí, necesito hacer otras cosas. —protestó Danielle; sin embargo, se sentó al ver la cara de angustia de la mujer.
Suspiró negando con la cabeza, esperaría diez minutos más y luego se marcharía, solo para que Ana no se buscara problemas sin razón. La mujer sonrió aliviada y regresó a su puesto de trabajo.
Treinta minutos después fue convocada por Timothy Hardwick, Danielle se puso de pie y recorrió el pasillo que la llevaría directamente a la oficina del gran jefe, tocó a la puerta de la secretaría y entró sin esperar que le dijeran que entrara, ya había esperado bastante. La mujer se puso de pie y la acompañó hasta la oficina, como si ella no supiera donde estaba y necesitara ser guiada. Danielle entró con el ceño fruncido por el enojo, y se enojó más porque su saludo no fue correspondido, el señor Hardwick la invitó a sentarse sin siquiera dignarse a levantar la vista de lo que hacía.
—¿Y bien? ¿Para qué me citó aquí, señor Hardwick? —preguntó Danielle al ver que el hombre seguía en lo suyo y la ignoraba completamente—. Si es muy importante puedo venir otro día, no quisiera interrumpir su trabajo.
—Disculpa querida, enseguida la atiendo. —Fue lo único que respondió el hombre.
Danielle se enorgullecía de tener una paciencia que no era fácil de romper, sin embargo, a cada momento se agrietaba con cada segundo que pasaba y no era atendida como correspondía.
—De verdad, señor Hardwick, si está muy ocupado puedo regresar otro día. —Volvió a decir llamando la atención de aquel hombre mal educado, para no decir que no volvería más por allí.
Timothy Hardwick acomodó los papeles con los cuales trabajaba y mirándola a los ojos le dijo:
—Le tengo una propuesta que no podrá rechazar.
—¿Una propuesta? Señor Hardwick, todavía no he terminado la universidad, ¿usted me brindará un trabajo en su empresa? —preguntó Danielle con esperanza, si le daban un trabajo aquí, podría pagar la cuota de su madre en la clínica y podría quedarle dinero para ella, sabía por su padre que era el que llevaba las finanzas de la empresa, que el salario más bajo era muy bueno.
Los hombros de Danielle decayeron cuando la respuesta fue negativa.
—¿Qué propuesta puede tener usted para mí? —preguntó con muchas dudas.
—Que se haga pasar por mi hija.
A Danielle se le cayó la mandíbula por la incredulidad, era una propuesta que no esperó recibir nunca, ni del señor Hardwick, ni de otra persona.
—¿Pasó algo con su hija? ¿No es mejor que arreglar las diferencias si tienen alguna? —interrogó ella buscando una solución para padre e hija y que no la involucrara a ella, para Danielle era descabellada la propuesta recibida.
—No, no, a mi hija no le pasa nada, ella y yo estamos muy bien. —respondió el hombre apresurado.
—¿Entonces por qué me pide hacerme pasar por ella? —demandó Danielle.
—Verás, lo que pasa es lo siguiente, te lo contaré porque siempre confié en tu padre, y sé lo buena chica que eres. —Timothy Hardwick hizo una pausa, quizás buscando que fuera más misterioso lo que diría a continuación—, Berenice está estudiando diseño en Italia, quiere ser una gran diseñadora de moda, y quiere terminar sus estudios, tú la entiendes, ¿verdad? Tuviste que dejar la universidad para venir a cuidar a tu madre.
Danielle entendía esa parte, lo que no entendía era que tenía que ver con ella y por qué se lo contaba. Dio un asentimiento con la cabeza para que el señor Hardwick continuara.
—Yo tengo negocios con un hombre que no está a nuestro nivel; sin embargo, ese tonto descarado quiere unirse a mi familia, como si eso fuera posible —continuó Timothy y comenzó a reír con las últimas palabras.
Danielle no entendía por qué si pensaba tan mal de aquel hombre, hacía negocios con él, y se estaba impacientando porque le contaba cosas que para ella no tenían sentido, ¿qué tenían que ver la hija del señor Hardwick y el socio comercial?
«Termine de una vez, tengo cosas importantes para mí que debo hacer» pensó Danielle con fastidio.
—Bueno, a lo que iba, Maximilian Huddleson quiere casarse con mi hija Berenice, para sentirse seguro en un negocio que haremos en poco tiempo donde tendrá que invertir mucho capital, sin embargo, yo no quiero que mi bebé se relacione con ese hombre, él nunca llegará a ser suficiente para ella, y tampoco mi hija está de acuerdo, mi nena quiere casarse cuando termine sus estudios con alguien importante, alguien que sea muy influyente ¿vas entendiendo?
Danielle respondió afirmativamente, entendía que el tal Maximilian era bueno para inyectar dinero para la empresa, pero no para casarse con su hija, querían tomar su dinero con engaños.
—Aquí es donde entras tú, Maximilian solo conoce a mi hija por fotos, nunca la ha visto en persona, te pagaré para que te hagas pasar por mi hija, te cases con él y nos lo quites de arriba.
Danielle abrió la boca por la sorpresa, lo que pedía el señor Hardwick era imposible.
—Disculpes, ¿pero ese hombre es tan idiota que no verá las diferencias? Míreme, ¿parezco para usted una mujer que viene de una familia con mucho dinero? ¿Cree que no averiguara que no somos la misma persona?
Timothy Hardwick levantó una mano, para que ella se detuviera con sus preguntas.
—Berenice lleva mucho tiempo centrada en sus estudios, muy pocas personas la han visto en más de un año, tú te pareces en el color de la piel y en color del cabello a mi hija, además se casarán por lo civil en una ceremonia privada, luego van a partir fuera de la ciudad, Maximilian Huddleson si lo descubre ya será muy tarde.
—No quiero engañar a nadie, él esperará que cumpla con mis deberes de esposa, y yo a él no lo conozco de nada, no creo poder hacerlo.
—Necesitas el dinero, tu madre lo necesita.
Danielle recibió esas palabras como un golpe bajo, si él sabía eso, ¿por qué no la ayudaba de otra forma? Su padre fue un buen empleado.
—Yoo…
—Te pagaré la clínica donde está Isabela, cada mes sin falta por cinco años, incluso puedo cambiarla para una mejor si así lo deseas, te pagaré la universidad cuando puedas volver, y te daré dinero para que vivas un tiempo sin trabajar.
Danielle se sintió tentada, que su madre estuviera bien atendida, era un gran bonus para tentarla.
—¿Puedo pensarlo? —preguntó dubitativa.
Timothy Hardwick puso los brazos encima de la mesa y lo pensó un poco.
—Tienes tres días para pensarlo, en un mes Maximilian Huddleson estará aquí y se quiere reunir con mi hija. Si no aceptas, buscaré a alguien más que necesite el dinero.
Danielle se puso de pie y se despidió, prometiendo dar una pronta respuesta. Caminó por el pasillo, pasó la recepción y bajó en el ascensor sin mirar a nadie, solo pensaba en la propuesta que acababa de recibir.
¿La propuesta era real? ¿No acababa de imaginarlo? ¿Podría ella vivir con un completo extraño? ¿Por cuánto tiempo? Olvidó preguntar cuánto tiempo tendría que estar con aquel hombre que pensaban engañar.
Danielle llegó a su casa y fue directo a la habitación tirándose en la cama, no se sacaba de la cabeza lo que tenía que hacer para ayudar a su madre, ella sabía que no sería capaz de darle todos los cuidados que necesitaba si la llevaba con ella a vivir, Isabela ya no se acordaba de su hija, y ella tendría que trabajar para mantener a las dos, para darle alimentos y un techo donde vivir, ¿qué haría Isabela si se quedaba sola y no reconocía el lugar? Podría perderse. Danielle pensó en la oferta que acababa de recibir, era tentadora, pero una gran locura, descartó la idea con una mueca, primero buscaría un trabajo, otro que no fuera ese, ella tenía esperanza de encontrar algo aunque no hubiera terminado sus estudios universitarios, sabía que podía dar para algo más que no fuera pasarse por otra persona y engañar a alguien por la ambición de alguien sin escrúpulos, que además quería faltar al trato que habían hecho, si querían jugar un juego tan sucio que encontrarán a otra persona, el
—Hola señor Reynols, ¿podríamos conversar mañana? Vengo muy cansada, mi mamá estaba en el hospital. —pidió esperando un día más para la conversación que no quería tener. —No se preocupe, seré muy breve —dijo él mostrando dos dedos casi juntos en la punta, mostrando que sería muy poco tiempo. Danielle suspiró, no le quedaba más remedio que acceder. El señor Reynols la siguió dentro del apartamento y fue al grano nada más entrar. —Como sabe, el contrato de alquiler expira dentro de una semana —El hombre hizo una pausa y continuó—, ya tengo un nuevo inquilino, y necesito que desocupe el inmueble sin tardanza al término del contrato. Danielle le pidió que le dejara el nuevo contrato de arrendamiento a ella, pero él respondió que ya no le era posible, había firmado el nuevo contrato por un año y no podía dar marcha atrás, por más que ella le rogó, no accedió a dejarla de inquilina. Danielle se quedó sin saber que hacer cuando el casero la dejó sola
—¡Muy bien! ¡Lo haces muy bien! —adulaba Timothy Hardwick a su esposa. Danielle los miraba con fastidio, después de clases de como tomar el té, como sentarse correctamente, entre otras cosas que ella encontraba que no eran de utilidad, Micaela se había superado, ahora estaba enseñando a Danielle como hacer reverencias. «Esta mujer está loca, ¿para qué me va a servir hacer una reverencia?» pensaba Danielle mirándola con la boca abierta. —A ver, hazlo tú ahora, veamos que tan bien se te da. —la apremio Micaela, sentándose en un sillón como si fuera una reina. Danielle lo hizo supermal solo para burlarse y mortificar a la mujer, aguanto la risa cuando Micaela se puso una mano en pecho diciendo que tendría mucho trabajo con ella. —Querido, nos tocó la peor copia de nuestra hija. —decía la señora Hardwick lamentándose. Danielle enarcó una ceja al escucharla como la llamó copia de Berenice Hardwick, y para molestarla más, cada nueva reverenc
Quince días despuésDanielle esperaba nerviosa, sentada al lado de Timothy Hardwick, la llegada de Maximilian Huddleson era inminente. Se retorció las manos hasta que se dio cuenta de lo que hacía y las puso encima de su regazo tratando de aparentar tranquilidad, algo que no tenía porque estaba segura de que serían atrapados en el engaño. Danielle se preguntó una última vez que hacía allí, luego recordó, se cansó de buscar un apartamento de bajo costo que fuera bueno para Isabela y no lo encontró, luego el casero le había dado menos de quince días para desalojar el apartamento porque tenía un cliente potencial y por último, su madre había tenido un ataque de ansiedad y había ido a parar al hospital, acumulando facturas que no sabía cómo pagaría. Se pasó dos días buscando trabajo y no encontró ning
Danielle estaba en un nervio vivo, Maximilian aún no le había pedido que cumpliera sus funciones como esposa, se iba temprano en la mañana y regresaba tarde en la noche, ella esperaba que en cualquier momento cuando llegara a casa le pidiera tener intimidad, con cada día que pasaba el rostro de Maximilian se volvía más cruel, ella no sabía explicar como lo percibía, pero no era el mismo hombre que conoció un mes atrás. ¿Qué pasaba? Le daba miedo averiguarlo.Danielle se puso las gafas oscuras y una gorra antes de salir de la clínica donde estaba su madre, la visitaba a escondidas mientras su falso esposo se iba a trabajar, en cualquier momento se iban de la ciudad y quería pasar el mayor tiempo posible con su madre. Tomó un taxi y antes de llegar al apartamento se quitó los accesorios que podían hacerla pasar desapercibida y los echó en el bolso.<
Danielle entró al apartamento y se dirigía a la habitación para cambiarse de ropa cuando Maximilian salió de la oficina que mantenía allí.—¿Dónde estabas? —preguntó enojado, caminando hacia ella.—Ya te lo dije, estaba en el parque, en el mismo que tu chófer fue a buscarme. —contestó ella y continuó su camino.Maximilian la tomó por el brazo con una mano y la detuvo, la miró de arriba hacia abajo, como si buscara en alguna parte de su cuerpo algo que delatara la mentira que acababa de decir.—¿Estabas llorando? —interrogó cuando la miró directo a los ojos.Danielle soltó su brazo del agarre que Maximilian le tenía con un gesto brusco y negó haber llorado, afirmando que solo se veía sonrojada y los ojos rojos por el esfuerzo físico que había hecho con la
Danielle vio todo rojo al escucharlo, ¿cómo se atrevía a decir aquello, cómo si su opinión o ella no importan? Lo apuntó con el dedo índice y le hizo saber que ella no estaba de acuerdo, un matrimonio no podría llevarse así, la convivencia no sería buena.—No es decisión tuya, tendrás que hacer lo que yo te diga. —respondió Maximiliano con mucha calma.—No haré nada parecido. —protestó Danielle. Danielle se había quitado los zapatos, guindaban de las correas en los dedos de una mano mientras caminaba por todo el litoral de la playa, sintiendo la arena entre sus dedos. Se agachó y tomó una caracola que estaba semillas enterradas en la arena, la miró de cerca y le gustó el diseño que tenía, al contemplarla mejor, decidió buscar una cada vez que diera un paseo por la playa y guardarla hasta el día que terminara su contrato. Miró hacia atrás, había caminado mucho y la casa se veía un poco pequeña. Aprovechó que no se veía nadie alrededor y sacó el teléfono, quería buscar información de Maximilian Huddleson. Puso en el buscador el nombre y esperó, ¿qué encontraría en su búsqueda? Esperaba que fuera información útil. Danielle frunció el ceño al ver el resultado, aparte de unas pocCapítulo 9