Micaela vio llegar a los agentes policiales y supo que Berenice había hecho de las suyas sin poder librarse; desde su posición en el jardín podía ver el fin de la vida de lujos que llevaban gracias a la astucia de Timothy, no obstante, gracias a sus previsiones, habían guardado en una cuenta conjunta el suficiente dinero para irse a otra ciudad junto a su hija. Se apartó un poco más de las personas y escuchó atenta donde tenían a Berenice, aunque no dijeron cuál, ya sabía donde buscar. Lo sentía por Timothy, pero él sería la distracción que necesitaba para escapar de allí. Caminó hasta una salida oculta que habían construido para casos de emergencia, la abrió y antes de irse, lo último que vio de su amada casa, fue como se llevaban a su esposo con las manos esposadas detrás de la espalda mientras protestaba y los invitados se quedaron sorprendidos, hablando entre ellos.—Dejen de hablar de mi familia, muertos de hambre —susurró Micaela antes de perderse en la noche.A Micaela no le ll
Kaelyn se puso de pie tratando de no molestar a la pareja, saliendo casi de puntillas para que no repararan en ella, sin embargo, fracasó, cayó nuevamente sentada casi encima de Danielle, fue algo incómodo para ella y más cuando comenzaron a reír; la pelirroja se sonrojó y pidió disculpas antes de irse rápido a otra habitación. —Ahora que estamos solos respóndeme, ¿volverás conmigo?, haré lo que me digas —pidió Maximilian todavía en la misma posición. Danielle se quedó en silencio, no porque no tuviera una respuesta, que la tenía, sino porque estaba emocionada, cuando hizo el trato con Timothy Hardwick, en sus planes no estaba pasar más de un año con el CEO al que estafarían, hasta en algunas ocasiones se vio demandada por él. No podía decir que su falso matrimonio había sido un camino lleno de rosas: sin embargo, se había enamorado de ese hombre malhumorado y tendrían un hijo. Danielle asintió con una sonrisa. —Me gustaría intentarlo, sin mentiras, solo tú y yo —dijo ella en un mu
Danielle estaba feliz, por fin había terminado su carrera universitaria y podría trabajar en lo que tanto le apasionaba hacer, diseñar interiores. Cuando mencionaron su nombre y subió al podio para recoger su certificado de graduación, no pudo evitar pensar en sus padres y lo orgullosos que estarían por ella, de las fotos y porras que no hubieran dejado de hacer. Danielle suspiró profundo, hoy era un día muy feliz y no quería pasarlo triste, no podría festejar con su papá, pero visitaría a Isabela, que aunque no la reconociera, la escucharía hablar de todo lo que pasaba en su vida. Tomó el certificado entre sus manos y siguió caminando para bajar las escaleras, entre el público que presenciaba la ceremonia, se encontraba su esposo con su hija de tan solo un año y medio en los brazos, también estaba Teresa, su suegra había sido como una madre, apoyándola para que regresara a la universidad. Se sentó al lado de Maximilian, faltaba el discurso de graduación, una de sus compañeras sería l
Danielle observaba a su madre con lágrimas en los ojos, esa mujer que miraba por la ventana hacia la nada, no se parecía en nada a la mujer vivaz que hacía todo por mantener su vida profesional y a su familia. Danielle bajó la vista y secó una lágrima que escapó de sus ojos, la salud mental de su madre se había deteriorado con los años, el Alzheimer no había tenido compasión y le había pasado factura. Ella y su padre sufrieron con cada pérdida de cada recuerdo, con el dolor que le provocaba a Isabel cuando se sentía perdida al no reconocer a su familia; al final habían optado por ingresarla en una institución médica donde recibía las mejores atenciones, un lugar que costaba muchísimo dinero, un dinero que a Danielle y a Edgar no le importaba gastar mientras Isabela estuviera bien, un dinero que ahora Danielle no sabía cómo pagaría,
Danielle entró al complejo de oficinas y subió en el ascensor con pocas personas en su interior, que iban en silencio mirando sus teléfonos y no presentaban atención a una chica que parecía un alma en pena; al abrirse las puertas entró rápido a una amplia recepción, con una decoración que para Danielle siempre fue muy cargada y de mal gusto, siempre se lo dijo a su padre que solo reía por sus constantes quejas al respecto, no obstante su opinión nunca sería tomada en cuenta, la recepción cada día se veía más fea; levantó la mano y saludó a la recepcionista, la mujer mayor que le devolvió el saludo la conocía desde niña, Ana la miró con lástima, sin embargo, no le comentó nada sobre su pérdida, Danielle lo agradeció, más palabras que no sentían de verdad no era lo que quería escuchar,
Danielle llegó a su casa y fue directo a la habitación tirándose en la cama, no se sacaba de la cabeza lo que tenía que hacer para ayudar a su madre, ella sabía que no sería capaz de darle todos los cuidados que necesitaba si la llevaba con ella a vivir, Isabela ya no se acordaba de su hija, y ella tendría que trabajar para mantener a las dos, para darle alimentos y un techo donde vivir, ¿qué haría Isabela si se quedaba sola y no reconocía el lugar? Podría perderse. Danielle pensó en la oferta que acababa de recibir, era tentadora, pero una gran locura, descartó la idea con una mueca, primero buscaría un trabajo, otro que no fuera ese, ella tenía esperanza de encontrar algo aunque no hubiera terminado sus estudios universitarios, sabía que podía dar para algo más que no fuera pasarse por otra persona y engañar a alguien por la ambición de alguien sin escrúpulos, que además quería faltar al trato que habían hecho, si querían jugar un juego tan sucio que encontrarán a otra persona, el
—Hola señor Reynols, ¿podríamos conversar mañana? Vengo muy cansada, mi mamá estaba en el hospital. —pidió esperando un día más para la conversación que no quería tener. —No se preocupe, seré muy breve —dijo él mostrando dos dedos casi juntos en la punta, mostrando que sería muy poco tiempo. Danielle suspiró, no le quedaba más remedio que acceder. El señor Reynols la siguió dentro del apartamento y fue al grano nada más entrar. —Como sabe, el contrato de alquiler expira dentro de una semana —El hombre hizo una pausa y continuó—, ya tengo un nuevo inquilino, y necesito que desocupe el inmueble sin tardanza al término del contrato. Danielle le pidió que le dejara el nuevo contrato de arrendamiento a ella, pero él respondió que ya no le era posible, había firmado el nuevo contrato por un año y no podía dar marcha atrás, por más que ella le rogó, no accedió a dejarla de inquilina. Danielle se quedó sin saber que hacer cuando el casero la dejó sola
—¡Muy bien! ¡Lo haces muy bien! —adulaba Timothy Hardwick a su esposa. Danielle los miraba con fastidio, después de clases de como tomar el té, como sentarse correctamente, entre otras cosas que ella encontraba que no eran de utilidad, Micaela se había superado, ahora estaba enseñando a Danielle como hacer reverencias. «Esta mujer está loca, ¿para qué me va a servir hacer una reverencia?» pensaba Danielle mirándola con la boca abierta. —A ver, hazlo tú ahora, veamos que tan bien se te da. —la apremio Micaela, sentándose en un sillón como si fuera una reina. Danielle lo hizo supermal solo para burlarse y mortificar a la mujer, aguanto la risa cuando Micaela se puso una mano en pecho diciendo que tendría mucho trabajo con ella. —Querido, nos tocó la peor copia de nuestra hija. —decía la señora Hardwick lamentándose. Danielle enarcó una ceja al escucharla como la llamó copia de Berenice Hardwick, y para molestarla más, cada nueva reverenc