Danielle se había quitado los zapatos, guindaban de las correas en los dedos de una mano mientras caminaba por todo el litoral de la playa, sintiendo la arena entre sus dedos. Se agachó y tomó una caracola que estaba semillas enterradas en la arena, la miró de cerca y le gustó el diseño que tenía, al contemplarla mejor, decidió buscar una cada vez que diera un paseo por la playa y guardarla hasta el día que terminara su contrato. Miró hacia atrás, había caminado mucho y la casa se veía un poco pequeña. Aprovechó que no se veía nadie alrededor y sacó el teléfono, quería buscar información de Maximilian Huddleson. Puso en el buscador el nombre y esperó, ¿qué encontraría en su búsqueda? Esperaba que fuera información útil. Danielle frunció el ceño al ver el resultado, aparte de unas poc
Danielle entró a la casa y buscó a Maximilian por varias habitaciones de la casa, quería pedirle ir de compras, quería compras un sombrero de playa y protector solar, lo que vio al caminar por la arena le encantó, y sabía que pasaría mucho tiempo en la terraza observando el mar o haciendo senderismo por esa playa paradisíaca. Maximilian no se encontraba en ninguna de las habitaciones comunes, y Danielle fue hasta la habitación, si iban en ese momento podría dar otra caminata al atardecer, pero se quedó en el pasillo con la mano lista para tocar a la puerta, preguntándose si estaría interrumpido, ¿y si estaba en el baño? ¿O descansando en la cama? ¿Y si estaba sin ropa? Danielle se regañó interiormente por ese último pensamiento, ¿qué hacía pensando en ese hombre desnudo?—Aunque se debe de ver bien. —dijo
Maximilian no hizo caso de la pregunta que le hicieron y caminó hacia delante, alcanzando a medio camino a la morena que seguía sonriendo, sin tomarse el tiempo de presentar a su esposa, que se quedó mirando como tomaba entre sus manos las manos de la otra chica y la besaba en la mejilla efusivamente. Danielle miró con ojos entrecerrados como Maximilian y la recién llegada iniciaron una conversación alegre dejándola fuera. En un momento dado se sintió incómoda al ser excluida, y comenzó a morderse una uña mientras apoyaba todo el peso en un pie y luego en el otro. Pero no pudo aguantarse más cuando la mujer puso una mano en el hombro de Maximilian y soltó una risita coqueta, estaban rememorando un encuentro pasado y Danielle se irritó. Caminó varios pasos y poniéndose al lado de su esposo, enredó un brazo con uno de él, y apoyando la cabeza en el hombro, pidió ser presentada. —¿Quién es tu amiga, mi amor? A la chica se le borró la sonrisa al ver como Danielle se apoy
Danielle tomó de la mesita que tenía al lado de la tumbona, una copa de mojito¹ que se había preparado antes de ir a la terraza, se la llevó a los labios y mientras se tomaba un trago de la bebida, pensó que decir que no la comprometiera. Maximilian la miraba con el ceño fruncido, suponiendo que hablaba del amante de turno, apretó los puños al lado del cuerpo, enojándose a cada segundo que pasaba sin escuchar una respuesta. Danielle suspiró aliviada cuando supo que decir, solo esperaba que creyera en lo que diría, parte sería cierta. —Hablaba de mi papá, me pedía que fuera a visitarlos el próximo fin de semana, se molestó un poco cuando le respondí que no sería posible, tienes mucho trabajo. Maximilian la miró con escepticismo, pero como no tenía forma de probar que mentía, sonrió, ya descubriría de alguna forma su engaño. —Puedes ir, no me importa que visites a tus padres de vez en cuando. —dijo, alzando los hombros en señal de desinterés.
Danielle se quedó con los ojos clavados en él, esperando la respuesta conteniendo la respiración, sabía que, si Maximilian la acompañaba, no podría visitar a Isabela, y ya se había hecho mucha ilusión de poder estar, aunque sea, cinco minutos con su madre. —No estoy arrepentido de nada, no soy una persona que cambia de parecer a cada minuto, solo que hubo un pequeño cambio de planes. —puntualizó Maximilian arrugando el entrecejo. Danielle pestañeo varias veces, sentía como los ojos se le llenaban de lágrimas al ver su deseo frustrado. Como pudo disimuló y forzando una sonrisa, le preguntó si la acompañaría el fin de semana con sus padres. —Creí que querrías pasar estos pocos días, que no estaré, aquí, solo, ¿ya estás que no puedes vivir sin mí? —bromeó después de que él respondiera afirmativamente, quería seguir desviando la atención de que no le gustaba la nueva disposición. Maximilian puso los ojos en blanco y sacudió la cabeza en una negativa. —No tengo que darte explicaciones
Danielle sentía que su mundo se hundía, las palabras de Timothy no presagiaban nada bueno para ellas, debajo de la mesa unió sus manos y comenzó a rezar, esperando que no fuera los que ella pensaba, ¿serían tan malvados para negarse, sabiendo la necesidad que tenía Isabela de aquellos chequeos? «Por favor que diga que no puede ser hoy, pero en unos días más sí podrá.» Pensó y con miedo a la respuesta preguntó—; ¿Qué problema, señor Hardwick? Timothy bajó la cabeza y al levantarla soltó las palabras de golpe. —No tengo el dinero que pides, y no creo que pueda tenerlo antes de que termine el año que negociamos. —Pero… pero usted no sabe la cantidad que necesito. —dijo Danielle con un tono incrédulo. —No lo ha dicho, pero sé que cualquier cosa médica lleva mucho dinero. Y en este momento no lo tengo. —respondió Timothy inflexible. —Solo quiero un adelanto de lo que usted me pagará en menos de once meses. Timothy se encogió de hombros, repitió que no tenía el dinero y que no podía
A Danielle se le aceleró la respiración y los latidos del corazón se le dispararon por la adrenalina al escuchar la voz de Maximilian. Tragó saliva antes de preguntarle qué hacía allí, no esperaba verlo hasta regresar a la casa de la playa.—Terminé antes del tiempo previsto el trabajo que tenía, quise acompañarte, ¿Hay algún problema por haberlo hecho? —dijo Maximilian e hizo la pregunta elevando ligeramente una ceja.Danielle respondió que no había ningún problema, solo que no esperaba verlo en la casa de sus padres, mientras hablaba, las rodillas le temblaban, tuvo que poner sus manos en ella para evitarlo, aunque sabía que no era posible, creía que Maximilian la veía temblar.—Hmmm, bien, sí, eso quedó claro, ahora dime, ¿por qué lloras? —Insistió Maximilian.Maximilian no había olvidado la pregunta, y era de su mayor interés la respuesta, quería ver que tan mentirosa podía ser Berenice.Danielle se quedó un segundo con la mente en blanco, ¿qué podía decir y que más adelante no se
En el camino a la habitación, Danielle se calmó un poco, ya no tenía el miedo a ser descubierta como antes de salir de la consulta del doctor Esteban, así que decidió decir una mentira más, creía que una mentira más no haría la diferencia, tenía que pensar en la salud de su madre, y si él iba a pagar los exámenes médicos, ella lo aprovecharía, ya le devolvería el dinero a Maximilian cuando terminara el año que había acordado con Timothy Hardwick. —Eso me han dicho en otras ocasiones, antes de que Isabela enfermera, y como ella es tan hermosa, a mí me da mucho orgullo que me digan que me parezco a ella —respondió Danielle y con una sonrisa pícara bromeó—, a mi madre es a la que no le gusta mucho. Maximilian siguió mirando de una a la otra, si las hubiera conocido en otras circunstancias, hubiera apostado todo a que eran familia. —¿Y de dónde conoces a la familia Humphrey? —preguntó Max, todavía no salía de su cabeza que Berenice tramaba algo. —Los conozco de toda la vida, el padre
Maximilian tomó rápido una decisión, Berenice estaría más confiada con él por ayudar a la madre enferma de su amiga, y podía cometer errores sintiéndose libre, estaba completamente seguro que estando cerca sería más fácil atraparla, además, mientras Marlon encontraba pruebas de su infidelidad, él tenía que actuar como un esposo que se iba enamorando cada día de su esposa. Kyra no le interesó lo suficiente antes de tramar su venganza, así que no veía objetivo en perder lo ganado con su mujer por ella. Sonrió y saludó a Kyra con una mano, mientras con la otra tomaba una mano de Berenice.—No tenía planeado venir, solo quise mostrarle el local a mi esposa. —dijo por cortesía.—Me parece muy bien, este restaurante es excelente, y no lo digo porque Mateo sea mi cliente, —y siendo un poco más atrevida, preguntó—: ¿Puedo sentarme con ustedes?Danielle frunció mucho más el ceño, ahora era más que evidente que estaba enfadada, no entendía por qué le molestaba tanto la otra mujer, aparte de ign