Danielle observaba a su madre con lágrimas en los ojos, esa mujer que miraba por la ventana hacia la nada, no se parecía en nada a la mujer vivaz que hacía todo por mantener su vida profesional y a su familia. Danielle bajó la vista y secó una lágrima que escapó de sus ojos, la salud mental de su madre se había deteriorado con los años, el Alzheimer no había tenido compasión y le había pasado factura. Ella y su padre sufrieron con cada pérdida de cada recuerdo, con el dolor que le provocaba a Isabel cuando se sentía perdida al no reconocer a su familia; al final habían optado por ingresarla en una institución médica donde recibía las mejores atenciones, un lugar que costaba muchísimo dinero, un dinero que a Danielle y a Edgar no le importaba gastar mientras Isabela estuviera bien, un dinero que ahora Danielle no sabía cómo pagaría, el infarto fulminante que sufrió su padre una semana antes, acabó con lo que quedaba de la familia. Danielle suspiró profundo tratando de evitar que el llanto la invadiera delante de su madre, que aunque se mantenía mirando hacia la nada, se asustaría al ver una mujer joven llorando en su habitación.
Danielle miró una última vez por ese día a su madre y salió al pasillo, tenía que ir a recoger sus cosas y las de sus padres a su antiguo apartamento y trasladarse de casa, el casero había sido inflexible al no permitir que continuarán allí, y Danielle sabía que dentro de dos meses tendría que llevar a su madre a algún lugar confortable cuando se acabara el tiempo que tenía pago en la institución.
Danielle tomó el metro, a partir de ahora se acabarían para ella los viajes en taxis o cualquier transporte que tuviera que gastar de más; dio un suspiro entrecortado, tendría que ir al antiguo trabajo de su padre, un lugar con muchos recuerdos agradables con Edgar, que por ahora le traería mucho dolor al no ver más a su padre en su pequeña oficina, pero no podía dejar de ir, el señor Hardwick la había citado para conversar con ella, Danielle esperaba que fuera alguna compensación por el buen trabajo de su padre, esperaba que fuera dinero, su madre y ella lo necesitaban.
«¿Si no es eso, qué más puede ser?» pensó Danielle bajando del metro y caminando hacia la empresa más grande de marketing de la ciudad.
Danielle entró al complejo de oficinas y subió en el ascensor con pocas personas en su interior, que iban en silencio mirando sus teléfonos y no presentaban atención a una chica que parecía un alma en pena; al abrirse las puertas entró rápido a una amplia recepción, con una decoración que para Danielle siempre fue muy cargada y de mal gusto, siempre se lo dijo a su padre que solo reía por sus constantes quejas al respecto, no obstante su opinión nunca sería tomada en cuenta, la recepción cada día se veía más fea; levantó la mano y saludó a la recepcionista, la mujer mayor que le devolvió el saludo la conocía desde niña, Ana la miró con lástima, sin embargo, no le comentó nada sobre su pérdida, Danielle lo agradeció, más palabras que no sentían de verdad no era lo que quería escuchar,
Danielle llegó a su casa y fue directo a la habitación tirándose en la cama, no se sacaba de la cabeza lo que tenía que hacer para ayudar a su madre, ella sabía que no sería capaz de darle todos los cuidados que necesitaba si la llevaba con ella a vivir, Isabela ya no se acordaba de su hija, y ella tendría que trabajar para mantener a las dos, para darle alimentos y un techo donde vivir, ¿qué haría Isabela si se quedaba sola y no reconocía el lugar? Podría perderse. Danielle pensó en la oferta que acababa de recibir, era tentadora, pero una gran locura, descartó la idea con una mueca, primero buscaría un trabajo, otro que no fuera ese, ella tenía esperanza de encontrar algo aunque no hubiera terminado sus estudios universitarios, sabía que podía dar para algo más que no fuera pasarse por otra persona y engañar a alguien por la ambición de alguien sin escrúpulos, que además quería faltar al trato que habían hecho, si querían jugar un juego tan sucio que encontrarán a otra persona, el
—Hola señor Reynols, ¿podríamos conversar mañana? Vengo muy cansada, mi mamá estaba en el hospital. —pidió esperando un día más para la conversación que no quería tener. —No se preocupe, seré muy breve —dijo él mostrando dos dedos casi juntos en la punta, mostrando que sería muy poco tiempo. Danielle suspiró, no le quedaba más remedio que acceder. El señor Reynols la siguió dentro del apartamento y fue al grano nada más entrar. —Como sabe, el contrato de alquiler expira dentro de una semana —El hombre hizo una pausa y continuó—, ya tengo un nuevo inquilino, y necesito que desocupe el inmueble sin tardanza al término del contrato. Danielle le pidió que le dejara el nuevo contrato de arrendamiento a ella, pero él respondió que ya no le era posible, había firmado el nuevo contrato por un año y no podía dar marcha atrás, por más que ella le rogó, no accedió a dejarla de inquilina. Danielle se quedó sin saber que hacer cuando el casero la dejó sola
—¡Muy bien! ¡Lo haces muy bien! —adulaba Timothy Hardwick a su esposa. Danielle los miraba con fastidio, después de clases de como tomar el té, como sentarse correctamente, entre otras cosas que ella encontraba que no eran de utilidad, Micaela se había superado, ahora estaba enseñando a Danielle como hacer reverencias. «Esta mujer está loca, ¿para qué me va a servir hacer una reverencia?» pensaba Danielle mirándola con la boca abierta. —A ver, hazlo tú ahora, veamos que tan bien se te da. —la apremio Micaela, sentándose en un sillón como si fuera una reina. Danielle lo hizo supermal solo para burlarse y mortificar a la mujer, aguanto la risa cuando Micaela se puso una mano en pecho diciendo que tendría mucho trabajo con ella. —Querido, nos tocó la peor copia de nuestra hija. —decía la señora Hardwick lamentándose. Danielle enarcó una ceja al escucharla como la llamó copia de Berenice Hardwick, y para molestarla más, cada nueva reverenc
Quince días despuésDanielle esperaba nerviosa, sentada al lado de Timothy Hardwick, la llegada de Maximilian Huddleson era inminente. Se retorció las manos hasta que se dio cuenta de lo que hacía y las puso encima de su regazo tratando de aparentar tranquilidad, algo que no tenía porque estaba segura de que serían atrapados en el engaño. Danielle se preguntó una última vez que hacía allí, luego recordó, se cansó de buscar un apartamento de bajo costo que fuera bueno para Isabela y no lo encontró, luego el casero le había dado menos de quince días para desalojar el apartamento porque tenía un cliente potencial y por último, su madre había tenido un ataque de ansiedad y había ido a parar al hospital, acumulando facturas que no sabía cómo pagaría. Se pasó dos días buscando trabajo y no encontró ning
Danielle estaba en un nervio vivo, Maximilian aún no le había pedido que cumpliera sus funciones como esposa, se iba temprano en la mañana y regresaba tarde en la noche, ella esperaba que en cualquier momento cuando llegara a casa le pidiera tener intimidad, con cada día que pasaba el rostro de Maximilian se volvía más cruel, ella no sabía explicar como lo percibía, pero no era el mismo hombre que conoció un mes atrás. ¿Qué pasaba? Le daba miedo averiguarlo.Danielle se puso las gafas oscuras y una gorra antes de salir de la clínica donde estaba su madre, la visitaba a escondidas mientras su falso esposo se iba a trabajar, en cualquier momento se iban de la ciudad y quería pasar el mayor tiempo posible con su madre. Tomó un taxi y antes de llegar al apartamento se quitó los accesorios que podían hacerla pasar desapercibida y los echó en el bolso.<
Danielle entró al apartamento y se dirigía a la habitación para cambiarse de ropa cuando Maximilian salió de la oficina que mantenía allí.—¿Dónde estabas? —preguntó enojado, caminando hacia ella.—Ya te lo dije, estaba en el parque, en el mismo que tu chófer fue a buscarme. —contestó ella y continuó su camino.Maximilian la tomó por el brazo con una mano y la detuvo, la miró de arriba hacia abajo, como si buscara en alguna parte de su cuerpo algo que delatara la mentira que acababa de decir.—¿Estabas llorando? —interrogó cuando la miró directo a los ojos.Danielle soltó su brazo del agarre que Maximilian le tenía con un gesto brusco y negó haber llorado, afirmando que solo se veía sonrojada y los ojos rojos por el esfuerzo físico que había hecho con la
Danielle vio todo rojo al escucharlo, ¿cómo se atrevía a decir aquello, cómo si su opinión o ella no importan? Lo apuntó con el dedo índice y le hizo saber que ella no estaba de acuerdo, un matrimonio no podría llevarse así, la convivencia no sería buena.—No es decisión tuya, tendrás que hacer lo que yo te diga. —respondió Maximiliano con mucha calma.—No haré nada parecido. —protestó Danielle.Último capítulo