#8:

El sabía que debería olvidarse del tema, dejarla tranquila para que siguiera su propio camino, ya que todo aquello no era de su incumbencia. No era su problema.

Liberó una maldición, porque sabía que de algún modo, cuando ella se había aferrado a su brazo para poder cruzar la carretera, sus problemas habían pasado a ser asunto suyo.

—¿Tienes dinero?

—Un poco. Bastante para pagar la factura del médico, y para comprarle algunas cosas al bebé.

Él vsabía que se estaba buscando problemas, pero por primera vez en casi un año sentía que algo era realmente importante. Se sentó en el borde de la chimenea, y la contempló mientras intentaba convercerse de no interferir.

—Quiero pintarte —dijo con tono brusco—. Te pagaré el sueldo de una modelo, además de darte cama y comida.

—No puedo aceptar tu dinero.

—¿Por qué no? Después de todo, parece que crees que tengo demasiado.

—No he querido decir eso —dijo ella, sonrojada de vergüenza.

Él hizo un gesto con la mano, como si aquello careciera
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