#37:

Días después, reflexionó que ella no cambiaría nada en él, ni de su apariencia ni de su forma de ser. A veces deseaba que él se abriera un poco más, que compartiera con ella sus sentimientos y sus ideas, pero no había perdido la esperanza, y creía que algún día llegaría a hacerlo.

Quería formar parte de su vida completamente, como amante, esposa y compañera, pero de momento sólo había llegado a ser las primeras dos cosas.

En ese momento se abrió la puerta, y se volvió hacia ella.

—Si estás lista, podemos…

Él se paró en seco y se la quedó mirando con la boca abierta. Aquella era la mujer de la que ella misma le había hablado, la que aparecía en las portadas de las revistas y se ponía delante de una cámara luciendo sedas y abrigos de piel. Estaba frente al espejo, y su cuerpo esbelto y perfecto estaba cubierto por un vestido colorazul medianoche de corte sencillo, que le dejaba los hombros y el cuello al descubierto y enmarcaba sus senos de forma cautivadora, antes de caerle en líneas
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