El día pasó lento, estaba distraída. Confundía la cantidad de copias que debía sacar en la impresora, no prestaba atención a lo que decía mi supervisora, le eché sal a mi café y tuve que enviar los correos electrónicos tres veces porque me equivocaba colocando los remitentes. Veía la hora cada minuto, rogando por salir del trabajo y hablar con Derek. Necesitábamos tener una conversación honesta. A las cinco y veintinueve ya estaba despidiéndome del equipo. Caminé con rapidez por las calles. Estaba acostumbrada a ir y venir del trabajo a pie. Creo que la única dificultad es la distancia. La mansión está a cuarenta minutos a pie. La señora Carla me entregó una hojita con la combinación de las puertas de la mansión antes de salir de la casa. La usé y avancé hasta la puerta principal. No me dio tiempo de poner la combinación de la puerta principal cuando esta se abrió. ―¿Por qué carajos te vas caminando? ―Atacó sin darme tiempo a reaccionar. Los ojos de Derek me perforaban c
Respiré profundo. Sentía que cada inhalación era más corta, necesitaba más esfuerzo. ¿Era ocasionado por la presencia de dos personas indeseables? ¿Por el sentimiento de abandono de parte de Derek? Sin mediar palabra, tomé asiento frente a la variedad de platillos. Los deje a los tres parados, no me molesté en demostrar educación y clase. Derek tomó asiento a mi lado y mis padres enfrente. A diferencia de ellos, no me molesté en servirme de entre las opciones, me quedé viendo a mis progenitores fijamente mientras agarraban los alimentos sin pena. Derek también estaba sirviéndose. No me senté para comer ni fingir ser una familia feliz. En cualquier momento comenzarán hablar mal de mí e intentarán poner a Derek de su lado. Tengo que impedirlo. Ya de por sí le he dado una mala imagen con mis acciones. Derek puso una pechuga de pollo sobre mi plato. Le lancé una mirada asesina que ignoró. No quiero que mis padres alimenten su cerebro con mentiras sobre mí, pero eso no sig
―¿Cazar? ―pregunté entre adormilada y molesta. Era sábado, por lo cual tenía el día libre. No se me olvidaba lo sucedido anoche, la discusión, la visita de mis padres, sacar los trapitos al aire. Él parecía pasar por alto mi respuesta final, pero sentía que lo había afectado. Y es porque tenía razón. Hablaba mucho de respetar sus límites, pero, ¿y los míos, dónde quedaban? Casarse es una decisión muy importante, una que él me quitó. ¿Cómo podía hablar de respetar límites? ―Sí, desayuna rápido y vístete. Salimos en una hora ―dijo mientras se recogía las mangas de la camisa a cuadros, exponiendo sus antebrazos trabajados. Llevaba unos pantalones rústicos de color marrón y unas botas pesadas del mismo color. Lucía como un leñador. ―¡Yo no voy a cazar! ―declaré con prisa. La caza por entretenimiento me parece un acto vil y cínico. Una cosa es alimentarse, otra cazar por deporte. Me miró como si me hubiese salido una segunda cabeza. ―¡Por supuesto que no! Hay
Las presentaciones y conversaciones fueron banales. No hablamos de nada importante y Derek no sacó el tema de la propuesta que hasta yo desconocía. Evité hacer las preguntas inadecuadas que me llevarían a terminar con la nalga morada. Adentro de la cabaña era tal y como lo esperaba, espacioso y lujoso. Sin embargo, poseía ese toque rústico y antiguo que hacía la ilusión de “cabaña”. Me incomodaba estar rodeada de hombres armados libremente. Me estremecía cuando agitaban los rifles, pensando que alguno podría disparar por error o querer hacernos una mala broma. Observé a Derek sentado en un sillón, cargando el rifle que descansaba sobre su regazo. Sus antebrazos estaban al descubierto, sus músculos eran notorios, fuertes… Tragué saliva, siendo consciente de mis mejillas sonrojadas y mis ojos intensos. Negué con la cabeza, apartando la mirada. ¿Por qué lo estaba viendo tan fijamente? ¿Por qué no me causaba miedo verlo con un arma mientras que los otros hombres me aterrab
Me puse la lencería de encaje que mejor traje, rojo pasión. La cual no recuerdo haber metido en la maleta, pero algo me dice que Carla tuvo que ver con eso. Las manos me temblaban, las piernas me temblaban, el estómago me dolía. Todo gritaba: nervios. Estaba nerviosa porque yo daría el primer paso. Estaba nerviosa porque Derek me vería medio desnuda. Estaba nerviosa porque, si las cosas salían bien, lo volvería a sentir dentro de mí, abriéndome, llenándome. Me palmee los cachetes como si esa fuera la solución para hacerme entrar en razón, para que mis mejillas dejarán de arder. ―No tenía que sentirme avergonzada, él ya me había visto desnuda, ya hemos hecho… pues, eso ―Me dije a mí misma una y otra vez. La hora de la cena se acercaba y los cazadores no volvían. No me atreví asomarme por la ventana, no estaba tan loca como para que me vean en sostén y bragas. Esperaba que Derek decidiera subir a la habitación en lugar de ir al comedor a cenar. Me acomodé en medio de l
••Narra Derek•• Convencer a estos hombres que es buena idea adelantar el proyecto fue una tarea difícil, pero lo logré. Principalmente porque ellos buscaban demorarlo el mayor tiempo posible ya que estaban reacios a compartir banco con la gente de clase media. En mi banco solo podían abrir cuentas aquellos que ganaban cierta cantidad de dinero anual. Decidí reducir la cifra drásticamente para hacerla accesible a un mayor público. Se ganaba muy bien con los aportes de los ricos y poderosos, pero no puedo depender de esa gente y mucho menos convertirme en su títere en el futuro. Ellos no pueden ser mi principal fuente de ingreso en el banco. Aunque ese no es el proyecto que tanto he estado guardando en secreto, pero es uno de los pasos a seguir para lograrlo, ya que mi proyecto va dividido en tres fases. El acceso al público es la primera. ―Da el golpe de gloria, Fisher. Falta tu ciervo ―habló el anciano, Cash. Sonreí con hipocresía. El ciervo estaba a la vista, mastican
••Narra Erika•• ―¿No vas a gritarme? ―hablé en voz baja. Se limitó a observarme con gesto acusador. No dijo ni una palabra, sin embargo, sus ojos delataban sus pensamientos: “mujer estúpida”. Me dio la espalda y se quitó la camisa, exponiendo los músculos bien formados de su espada. ―No me arrepiento de lo que hice, lo volvería hacer ―hablé en voz alta, pero la convicción se rompió a mitad de la oración. Los oídos aún me dolían. En mi mente sigue presente el zumbido de la escopeta. Juro que sentí la bala pasar al costado de mi cabeza. Derek volteó, dedicándome una expresión de molestia. ―¡Eres una mujer irracional! ¿Cómo se te ocurre meterte en el medio de un cazador y su presa? Y aún peor, ¿cómo se te ocurre decirme a la cara que lo volverías hacer? ―Como una dinamita, estalló. Buscaba una reacción de su parte, mas estoy sorprendida con el resultado―. ¿Ibas a dejar que yo te asesinara como un animal? ¿Permitirías que me convirtiera en un asesino? ¿Quieres morir? ¿Prefieres
Un alarido desgarró mi garganta. ¿O fue un gemido? No comprendía mi cuerpo, no entendía si me gustaba o no la sensación. Lo único que tenía seguro fue que alteró mi sistema. Me sentía llena, sin espacio. La zona estaba acalambrada. ―Ya te hice el favor de meterlo, ahora muévete ―Enterró sus uñas en la piel de mi cadera. A pesar de sonar desinteresado, su cuerpo me exigía que me moviera, sus ojos me suplicaban que lo aliviara. Con dificultad, logré subir mis caderas, sintiendo los cambios en mi interior. Todo se movía. Respiraba con dificultad. El sudor bajaba por mi frente. ¿Por qué algo que se veía tan sencillo y gustoso en las porno me hacía pasar tanto trabajo? Volví a bajar las caderas, sintiendo como mis paredes vaginales cedían ante su pene. Un escalofrío recorrió mi espina. Podía percibir que mis movimientos eran torpes y sin ritmo. La exasperación estaba escrita en su expresión. Creo que en lugar de complacerlo lo estaba torturando. Intenté ir más rápido, per