¿Les gusta que Derek narre algunos capítulos?
••Narra Erika•• Mi cuerpo se sentía pesado, cansado. Los ojos me ardían al parpadear. Estaba en la cama de Derek, cubierta por las sábanas. No sé en qué momento terminó la reunión, ni siquiera recordaba volver a casa. Creo que me quedé dormida en los brazos de Derek. Recuerdo abrazarlo, rozar mi nariz contra la piel de su cuello, aspirar su aroma. En el momento en que me había sentado sobre su regazo, me llenó de esperanzas. Él me quería, por más que intentara negarlo o fingirlo, yo me daba cuenta. Porque los pequeños detalles que para otros eran insignificantes, para mí tenían mucho valor viniendo de alguien como Derek Fisher. Por favor, acababa de golpear a alguien y dejar su cuerpo inerte a los pies de la mesa mientras seguía con la reunión como si nada. Si fuese otra persona la que estuviera en mi lugar, no le importaría un pepino si colapsaba en el piso o me moría de hambre. Él me perdonaría, tarde o temprano, pero lo haría. La puerta se abrió. Carla entró, sonr
El día pasó lento, estaba distraída. Confundía la cantidad de copias que debía sacar en la impresora, no prestaba atención a lo que decía mi supervisora, le eché sal a mi café y tuve que enviar los correos electrónicos tres veces porque me equivocaba colocando los remitentes. Veía la hora cada minuto, rogando por salir del trabajo y hablar con Derek. Necesitábamos tener una conversación honesta. A las cinco y veintinueve ya estaba despidiéndome del equipo. Caminé con rapidez por las calles. Estaba acostumbrada a ir y venir del trabajo a pie. Creo que la única dificultad es la distancia. La mansión está a cuarenta minutos a pie. La señora Carla me entregó una hojita con la combinación de las puertas de la mansión antes de salir de la casa. La usé y avancé hasta la puerta principal. No me dio tiempo de poner la combinación de la puerta principal cuando esta se abrió. ―¿Por qué carajos te vas caminando? ―Atacó sin darme tiempo a reaccionar. Los ojos de Derek me perforaban c
Respiré profundo. Sentía que cada inhalación era más corta, necesitaba más esfuerzo. ¿Era ocasionado por la presencia de dos personas indeseables? ¿Por el sentimiento de abandono de parte de Derek? Sin mediar palabra, tomé asiento frente a la variedad de platillos. Los deje a los tres parados, no me molesté en demostrar educación y clase. Derek tomó asiento a mi lado y mis padres enfrente. A diferencia de ellos, no me molesté en servirme de entre las opciones, me quedé viendo a mis progenitores fijamente mientras agarraban los alimentos sin pena. Derek también estaba sirviéndose. No me senté para comer ni fingir ser una familia feliz. En cualquier momento comenzarán hablar mal de mí e intentarán poner a Derek de su lado. Tengo que impedirlo. Ya de por sí le he dado una mala imagen con mis acciones. Derek puso una pechuga de pollo sobre mi plato. Le lancé una mirada asesina que ignoró. No quiero que mis padres alimenten su cerebro con mentiras sobre mí, pero eso no sig
―¿Cazar? ―pregunté entre adormilada y molesta. Era sábado, por lo cual tenía el día libre. No se me olvidaba lo sucedido anoche, la discusión, la visita de mis padres, sacar los trapitos al aire. Él parecía pasar por alto mi respuesta final, pero sentía que lo había afectado. Y es porque tenía razón. Hablaba mucho de respetar sus límites, pero, ¿y los míos, dónde quedaban? Casarse es una decisión muy importante, una que él me quitó. ¿Cómo podía hablar de respetar límites? ―Sí, desayuna rápido y vístete. Salimos en una hora ―dijo mientras se recogía las mangas de la camisa a cuadros, exponiendo sus antebrazos trabajados. Llevaba unos pantalones rústicos de color marrón y unas botas pesadas del mismo color. Lucía como un leñador. ―¡Yo no voy a cazar! ―declaré con prisa. La caza por entretenimiento me parece un acto vil y cínico. Una cosa es alimentarse, otra cazar por deporte. Me miró como si me hubiese salido una segunda cabeza. ―¡Por supuesto que no! Hay
Las presentaciones y conversaciones fueron banales. No hablamos de nada importante y Derek no sacó el tema de la propuesta que hasta yo desconocía. Evité hacer las preguntas inadecuadas que me llevarían a terminar con la nalga morada. Adentro de la cabaña era tal y como lo esperaba, espacioso y lujoso. Sin embargo, poseía ese toque rústico y antiguo que hacía la ilusión de “cabaña”. Me incomodaba estar rodeada de hombres armados libremente. Me estremecía cuando agitaban los rifles, pensando que alguno podría disparar por error o querer hacernos una mala broma. Observé a Derek sentado en un sillón, cargando el rifle que descansaba sobre su regazo. Sus antebrazos estaban al descubierto, sus músculos eran notorios, fuertes… Tragué saliva, siendo consciente de mis mejillas sonrojadas y mis ojos intensos. Negué con la cabeza, apartando la mirada. ¿Por qué lo estaba viendo tan fijamente? ¿Por qué no me causaba miedo verlo con un arma mientras que los otros hombres me aterrab
Me puse la lencería de encaje que mejor traje, rojo pasión. La cual no recuerdo haber metido en la maleta, pero algo me dice que Carla tuvo que ver con eso. Las manos me temblaban, las piernas me temblaban, el estómago me dolía. Todo gritaba: nervios. Estaba nerviosa porque yo daría el primer paso. Estaba nerviosa porque Derek me vería medio desnuda. Estaba nerviosa porque, si las cosas salían bien, lo volvería a sentir dentro de mí, abriéndome, llenándome. Me palmee los cachetes como si esa fuera la solución para hacerme entrar en razón, para que mis mejillas dejarán de arder. ―No tenía que sentirme avergonzada, él ya me había visto desnuda, ya hemos hecho… pues, eso ―Me dije a mí misma una y otra vez. La hora de la cena se acercaba y los cazadores no volvían. No me atreví asomarme por la ventana, no estaba tan loca como para que me vean en sostén y bragas. Esperaba que Derek decidiera subir a la habitación en lugar de ir al comedor a cenar. Me acomodé en medio de l
Otro maldito día; la misma testada rutina, la misma insípida comida, la mayor parte de mi día trabajando en una aburrida oficina, tolerando a una arrogante y prepotente jefa. Apenas llegue a mi casa veré por décima vez en esta semana la película: quiero matar a mi jefe. Estuve matándome estudiando para terminar siendo la asistente de una infeliz millonaria clasista y sin corazón. Me endeudé en la universidad, pagando una costosa matrícula la cuál aún debo, ¿para esto? ¿Esta era mi gran meta en la vida? No sé qué es peor, ¿tener a la peor jefa del mundo o que la peor jefa del mundo sea mi ex compañera de universidad que siempre me detestó? Por algún motivo que no entiendo, siempre estuvo en mi contra. Si yo decía que el pasto era verde, ella proclamaba que era amarillo. Si decía que el océano era azul, ella juraba que era rosado. La vida era tan injusta. Mientras yo me endeudaba para poder pagar la universidad, ella iba a grandes fiesta, nunca estudiaba y pasaba los semestr
Se me cortó la respiración. Llevaba años sin verlo en persona, específicamente desde los veintiuno. No podía negar que este hombre siempre fue atractivo hasta el punto de ser doloroso. Y los años solo lo mejoraron y le dieron un aire de madurez y sofisticación difícil de pasar por alto. Su estatura rozaba el metro noventa, sus piernas eran largas y bien definidas. Sus hombros anchos cubiertos con el traje de vestir. Siempre tuvo una contextura envidiable, no era ni muy robusto ni muy flaco, un equilibrio perfecto entre ambos. Me preguntaba cómo se vería sin camisa, que tanto se le marcarían los músculos. Me encontré con su mandíbula marcada y las facciones de su rostro eran armoniosas. Su cabello negro azabache estaba peinado hacía atrás y sus ojos grises creaban un gran contraste con su piel pálida. Jamás lo negué, físicamente me atraía, pero su personalidad me alejaba. Un brillo burlón bailaba en sus ojos grises. No sabía que expresión tenía mi rostro, pero debí que