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Ana deambulaba sin rumbo en su auto, cuando vio que alguien la seguía. El auto lanzaba sus luces altas, ella se detuvo, debía tener miedo, pero no pudo.Sin embargo, el auto se detuvo al lado de ella, bajaron la ventanilla y era Piero González.Ella rodó los ojos.—¿Qué quieres? ¡Deja de acosarme! Hoy no necesito que me salves, busca otra damisela en apuros.Piero bajò del auto y subió al suyo, sin siquiera pedir permiso.—¿No eres una damisela en apuros? ¿Y por qué tus ojos están tan hinchados como si hubieses llorado?Ana hundió la mirada.—¿Ya te disté cuenta de que el cuento de hadas que te dio tu madre, es una historia de monstruos?Ana rompió en llanto, él tenìa razón.Piero lamentó haber sido tan cruel.Intentó tocarla, pero ella lo empujó.—¡Vete ahora mismo!Piero se sintió ofendido y salió enseguida.Ana lanzó un suspiro y volvió al pent-house. A la mañana siguiente.Ana llamó a la puerta de Leander, cuando èl no respondió. Ella abrió la puerta y entró.Se quedó perpleja al
—¡¿Qué…?! ¿Qué dices, Leander? ¿Qué clase de broma es esto?—¡Esto es la m*****a verdad! La verdad que nos has ocultado a todos, mientras nos usas como tus títeres, dime, ¿Quiénes son mis padres? ¿Me robaste? ¿Qué hiciste, Sonia? Dímelo antes de que yo mismo lo sepa. —Leander estaba furioso, fuera de sì.Sonia retrocedió, tenìa mucho miedo.—Hijo… por favor, ¡eres mi hijo, Leander!—¡Mientes! Hice una prueba de maternidad, no eres mi madre —dijo con los ojos llenos de lágrimas—. No eres nadie en mi vida, dime, ¿Dónde está mi familia verdadera? ¡Dímelo!Sonia rompió en llanto, lo hizo solo para ver si se conmovía. La mujer estaba muy asustada, pero solo por su seguridad.—Leander…—¡Dilo, di que no eres mi madre! Di la m*****a verdad, ya te he descubierto.—¡Está bien! —exclamó desesperada, mirò sus ojos—. No soy tu madre, pero yo te crie, yo te adopté, no podía tener hijos, mi bebé murió en mi vientre, y decidí adoptar un hijo. Te adopté a ti, ¡te elegí a ti!Leander estaba perplejo, s
—¡Piero, cállate! —gritó Rafael.—Piero, Rafael es mi amigo, y siempre será asì, entre él y yo no hay màs que una gran amistad y lealtad.Piero estaba enojado.—Tarde o temprano, Leander te lastimará, ¡es un Moctezuma!Elisa sonriò.—Pues te equivocas, Leander no me va a lastimar, y no, no es un Moctezuma. Para que lo sepas, Leander no es hijo de Sonia Moctezuma, ella lo adoptó cuando èl era aún bebé.—¡¿Qué?! —exclamaron los hombres al unísono.—¡Eso lo cambia todo! —exclamó Piero contento.Elisa recibió una llamada, se despidió de todos y tomó sus maletas, nadie pudo detenerla.—Vuelve cuando quieras, Elisa. Las puertas de la mansión siempre estarán abiertas para ti —Elisa dio un abrazo a Rafael y salió de la mansión.Valeria los mirò de lejos.«¿acaso ella es la dueña del corazón de Rafael?», pensó.Elisa salió de ahí, luego de despedirse de Paula González. Al salir sonriò al ver a su esposo ahí.—¿Qué pasó?—¿Volverás a mi lado?—Lo haré.—Iremos a la mansión González, mamá… quiero
Rafael y Piero fueron hasta ese edificio, era un anfiteatro, esto estaba por fuera de la ley, pero con los contactos que Rafael tenìa, era usual tener estos privilegios.Tomaron asiento, hasta que una mujer les indicó que podían pasar a la oficina del doctor Mendiola, un forense bastante reputado en su medio.Rafael y Piero se miraron con cierto temor, pero siguieron a la mujer.Caminaron por un pasillo, hasta llegar a esa oficina.La mujer abrió la puerta y entraron. Rafael saludó al forense, que era un buen conocido de èl, ya que Rafael fue su profesor.Tomaron asiento y el hombre se puso serio—¿Y cuáles son las noticias? Bueno, queremos ir al grano, en realidad, estamos ansiosos por saber los resultados —dijo Piero. El doctor Mendiola asintió.—La causa de la muerte de Viridiana sigue siendo la misma, un disparo en la cabeza, una muerte instantánea, no quiero hacerlo más difícil para ustedes.Piero hundió la mirada, le dolía enfrentarlo, quería una nueva respuesta, cualquier cosa
Mansión Moctezuma.Ana abrazó a Elisa. Sollozaba sin control.—Lo lamento mucho, y tengo miedo de que lo que dices es verdad, así que cuéntame todo, ¿de verdad…? ¿Mi madre mató a Lisardo Expósito?Elisa se tensó al escucharla. Miró a Leander, èl asintió como si también quisieras saberlo.Ella tuvo que aclararse la garganta y tomaron asiento en la sala.—Yo… fui encarcelada el dìa que Lisardo murió, cuando llegué a su trabajo, alguien lo empujó desde la azotea, vi a un hombre salir, pero no pensé que… me encarcelaron de forma injusta y pasaron cinco años, supe que los Moctezuma eran socios de Lisardo, pensé que tenían algo que ver —Leander estaba conmocionado, él no sabía nada sobre ser socio de su hermano—. Cuando busqué a Leander para enfrentar que sabía de Lisardo, descubrí que eran idénticos, al principio tuve ideas muy locas, como que èl era mi esposo, que tenìa amnesia o que me estaba evitando, pero luego descubrí la realidad, eso fue muy duro para mí, quería justicia, pero, nunca
—¡Leander! —exclamaron las dos al verlo mal.Pero, el dolor pasó rápido.—Estoy bien. Pero, ¿Por qué crees esto? —exclamó sentándose en la cama, recuperándose del dolor.—Bueno, no tengo ninguna certeza, pero, dos niños gemelos fueron robados, ¿no es demasiada casualidad?Leander lanzó un suspiro, Elisa estaba cerca de èl.—Una prueba de ADN con Rafael González ayudaría, Leander —dijo ElisaLeander se sintió nervioso, sabía que ella tenìa razón, pero pensar en la posibilidad de esto, lo hacía sentir mal.—Bueno, voy a pensarlo.—Lamento haberlos angustiado.Leander negó y agradeció. Finalmente, Ana volvió a su habitación.Elisa abrazó a su esposo al verlo tan desesperanzado.—Quiero saber la verdad, pero… no sé si eso se vuelva algo màs horrible.Elisa acarició su rostro.—Podemos ir al orfanato, tal vez las monjas tengan alguna respuesta.Leander asintió despacio, eso le parecía mejor que hacer una prueba de ADN, quería ocular que, en realidad, él también creía a Sonia Moctezuma capaz
Caminaron por el orfanato, la mujer no hizo más que repetir la historia que Elisa ya conocía, no hubo variaciones.—Entonces, alguien vino y dijo que yo quería encontrarme con mi hermano, ¿verdad? —preguntó Leander.—Sí, pensé que habían logrado reunirse, ahora veo que no fue así —dijo la monjaLeander asintió.—¿Sabe algo de nuestros padres? —exclamó Leander con una gran ilusión, la idea de saber sobre sus padres lo estaba enloqueciendo, quería saber cualquier cosa, incluso si era bueno o malo, eso podría responderle quién era él, y cuál era su lugar en el mundo.—No, los trajeron pequeñitos, los encontraron en un lugar, y estaban solos, tuvieron suerte de sobrevivir, tú estabas muy enfermo, me alegro de que tu salud esté bien ahora.Leander esbozó una sonrisa. —Por cierto, hace poco vino un hombre a preguntar sobre tu visita, Elisa.Ambos se quedaron perplejos.—¿Y qué le dijo?—Bueno, no fue nada importante.—¿Cómo era el hombre? —cuestionó Leander temiendo lo peor.La mujer titu
Leander corrió a la escalera, y observó a su esposa frente a la enfermera, mientras tocaba su vientre.—¡Elisa! ¿Qué pasa?Elisa apuntó a la mujer, la enfermera estaba asustada.—¡Ella le hace daño a tu padre! Hablaba con alguien diciendo que le haría daño a tu padre.Los ojos de Leander se volvieron feroces.La enfermera retrocedió, pudo ver el miedo en su mirada.—¡Yo no…! —exclamó con desespero—. ¡Yo no!Leander sintió rabia, tomó el brazo de la mujer, mientras ella chillaba.Elisa se sostuvo del barandal, soportando el dolor.—¡¿Qué sucede?! —exclamó Ana al encontrar tal escena.—Llama a los guardias y que llamen a la policía.Los guardias llegar casi al instante.—¡Detengan a esta mujer y llamen a la policía! Ella está dañando a mi padre.Ana se quedó perpleja, la enfermera quiso escapar, pero los hombres la detuvieron.Elisa soltó un grito, tocando su vientre. Leander tuvo mucho miedo y llamó también a una ambulancia.Leander no tuvo más remedio, marcó a ese número.—Hola.—Rafae