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Caminaron por el orfanato, la mujer no hizo más que repetir la historia que Elisa ya conocía, no hubo variaciones.—Entonces, alguien vino y dijo que yo quería encontrarme con mi hermano, ¿verdad? —preguntó Leander.—Sí, pensé que habían logrado reunirse, ahora veo que no fue así —dijo la monjaLeander asintió.—¿Sabe algo de nuestros padres? —exclamó Leander con una gran ilusión, la idea de saber sobre sus padres lo estaba enloqueciendo, quería saber cualquier cosa, incluso si era bueno o malo, eso podría responderle quién era él, y cuál era su lugar en el mundo.—No, los trajeron pequeñitos, los encontraron en un lugar, y estaban solos, tuvieron suerte de sobrevivir, tú estabas muy enfermo, me alegro de que tu salud esté bien ahora.Leander esbozó una sonrisa. —Por cierto, hace poco vino un hombre a preguntar sobre tu visita, Elisa.Ambos se quedaron perplejos.—¿Y qué le dijo?—Bueno, no fue nada importante.—¿Cómo era el hombre? —cuestionó Leander temiendo lo peor.La mujer titu
Leander corrió a la escalera, y observó a su esposa frente a la enfermera, mientras tocaba su vientre.—¡Elisa! ¿Qué pasa?Elisa apuntó a la mujer, la enfermera estaba asustada.—¡Ella le hace daño a tu padre! Hablaba con alguien diciendo que le haría daño a tu padre.Los ojos de Leander se volvieron feroces.La enfermera retrocedió, pudo ver el miedo en su mirada.—¡Yo no…! —exclamó con desespero—. ¡Yo no!Leander sintió rabia, tomó el brazo de la mujer, mientras ella chillaba.Elisa se sostuvo del barandal, soportando el dolor.—¡¿Qué sucede?! —exclamó Ana al encontrar tal escena.—Llama a los guardias y que llamen a la policía.Los guardias llegar casi al instante.—¡Detengan a esta mujer y llamen a la policía! Ella está dañando a mi padre.Ana se quedó perpleja, la enfermera quiso escapar, pero los hombres la detuvieron.Elisa soltó un grito, tocando su vientre. Leander tuvo mucho miedo y llamó también a una ambulancia.Leander no tuvo más remedio, marcó a ese número.—Hola.—Rafae
—Lo siento, Leander —dijo Rafael, compasivo, pensaba en lo mucho que èl debía estar sufriendo ante estas circunstancias.Leander le mirò a los ojos.—Rafael, hay una cosa que quiero decirte.Rafael estaba nervioso, frunció el ceño, intrigado.—¿Cuál es?—Tengo la sospecha de que… Lisardo Expósito y yo, podríamos ser los hijos de tu hermana.Rafael se quedó perplejo, su rostro se volvió blanco, estaba impactado ante tales palabras.***Sonia estaba desesperada, Gustavo conducía muy rápido.—¿Qué vamos a hacer, Sonia? Si tu padre habla, si se atreve a delatarnos, estaremos perdidos.—¿Y la estúpida enfermera? —exclamó la mujer con rabia.El hombre respiró profundo.—¡Ya me encargué de ella, no hablará màs que en su tumba!Sonia sonriò.Llegaron al hospital, pero estaban asustados, sabían que debían ser cautelosos, si alguien los veía, estarán en graves problemas.***Rafael estaba impactado, dio un paso atrás y mirò al hombre de arriba abajo.—¿Tú, piensas eso? —exclamó muy nervioso.—B
Piero salió de casa sin escuchar nada màs.—No lo sé, madre —dijo Rafael con desesperación—. Pero, debemos averiguarlo.***Leander y Ana estaban en la cafetería, bebieron una taza de café, pero Leander decidió ir con Elisa, estaba muy asustado por ella, quería que saliera del hospital y volver a tenerla cerca.Elisa estaba en su habitación, dormía, mañana le darían el alta, pero debía estar en reposo, al menos por una semana.Sonia entró, miró la habitación solo con esa mujer, una sonrisa se dibujó en su rostro, pero también una rabia.«Arruinaste toda mi vida. Logré tanto para perderlo todo, y ahora esperas hijos de Leander, nunca los tendrás, al final yo voy a ganar, Viridiana, mataré toda tu descendencia, por robarme mi niñez, a mi padre, a mi madre, tú y Rafael nunca debieron nacer», pensóSe acercò y tomó el cuello de Elisa, ella despertó al instante, luchó contra la mujer, aunque ella intentaba inmovilizarla.Elisa usó sus uñas para defenderse, la mujer solo se detuvo cuando ell
Piero estaba perplejo, Ana cayó al suelo, tenìa mucho miedo.Una bala perdida los asustó.—¡Vendrás conmigo, Ana!Ella sollozó.—¿Por qué haces esto?—¡Fue tu m*****a madre quien mató a Viridiana, es hora de que el karma alcance a Sonia, y tú eres el medio para llegar a ella!Ana no dijo nada màs, la puso en el asiento trasero, tomó cinta industrial y la inmovilizó.Por un segundo, sus miradas se cruzaron, ella lloraba, parecía temblar.Piero no pudo evitar mirar sus ojos, y descender la mirada a sus labios.«¡No, Piero, ella es tu peor enemiga!», pensó.Piero fue al auto, condujo sin rumbo aparente.***Leander estaba incrédulo, llamó a Rafael.—¡Ven de inmediato!Rafael no demoró en aparecer y ambos salieron fuera de la habitación, haciendo que Elisa tuviera màs temor.—Rafael, al parecer, Piero tiene secuestrada a Ana, acaba de llamarme exigiendo que le diga a Sonia que debe ser intercambiada por su hija.—¡¿Qué?! ¡No puede ser! Lo buscaré.—Espera, Rafael, debemos calmarnos; mira h
Gustavo comenzó a volverse loco, no podía creer lo que decían.Colgó la llamada.—¡Secuestraron a mi hija! ¡Secuestraron a Ana! Debemos salvarla.Sonia estaba perpleja, intentó calmar al hombre, que fue por su arma.—¡Mataré a Piero Moctezuma si se atreve a dañar a mi hija!—¿Te volviste loco? Espera, no podemos hacer eso, ir por èl, sin saber a dónde, debemos hacer algo màs, si secuestramos a la m*****a de Elisa, Piero la quiere, así que recuperaremos a nuestra hija.Gustavo la mirò con duda.Luego, puso su mano sobre su cuello hasta quitarle la respiración.—Escúchame bien, Sonia, si fallas, si algo malo le ocurre a mi Ana, a la que mataré es a ti.Sonia le mirò con miedo.Gustavo la soltó, ella cayó de rodillas tosiendo desesperada.—¡Créeme! Sí, nos encargamos de Elisa o de Paula, Piero devolverá a mi hija.El hombre la mirò con ojos severos.***Al día siguiente.Leander llevó a Elisa a la mansión González.—Leander, no me ocultes cosas, dime, ¿dónde está Ana?Leander tomó su man
Ana intentó alejarse, pero sintió como sus manos siguieron atrapándola, mientras aún la besaba con pasión.Piero hundió sus dedos entre sus cabellos, y la besó con màs ardor.Por un instante, ambos se perdieron en el mar de sensaciones que se provocaban.Èl detuvo el beso, miró su rostro, no supo qué hacer, o decir sus miradas se encontraron.Ana lo empujó y corrió a la puerta, tenía las llaves en la mano y comenzó a correr.Piero maldijo y fue tras ella, pero ella ya corría lejos de su alcance.—¡Ana! —gritó y la persiguió.***Elisa observó a la abuela Paula entrar a su habitación, la mujer sonriò al verla.Tendría unos setenta años, pero no era como una anciana débil, por el contrario, se veía fuerte y muy capaz.—¿Cómo te sientes?Elisa sonriò.—Estoy mejor.—¿Sabes que hay una probabilidad de que tus bebés sean mis bisnietos? —exclamó con los ojos llenos de lágrimasElisa, sonriò, tomó la mano de la mujer.—Lo sé, y sueño que es así.—Es así, algo me lo dice en mi corazón, Elisa
Florencia estaba con Paula, ella tenìa mucho miedo, cuando vio a ese hombre que iba contra ella.Florencia se quedó congelada, y el hombre apuntó a Paula.—Venga conmigo, ahora mismo, señora, o la mataré.Paula estaba muy asustada, estuvo a punto de ir con el hombre, cuando uno de los guardias entró y con un teaser eléctrico logró controlar a ese hombre.Paula lanzó un grito aliviado.Valeria la abrazó, observó que estaba bien y la llevó a sentar, le trajo un poco de agua.Florencia solo miraba tal escena perpleja, estaba muy asustada.Valeria corrió a buscar a Elisa.—¡Señora Elisa, soy Valeria, todo está bien ahora!Elisa salió del armario y abrazó a la mujer.—Han detenido al hombre, estamos bien, señora.Elisa asintió.—¡Quiero ver a Paula!Bajaron despacio, Elisa observó a ese hombre en el suelo, aún estaba sin sentido, cuando le quitaron el pasamontañas, Elisa se quedó perpleja.—¡Yo lo conozco!Elisa recordó que era el mismo hombre de la cabaña que quiso atacarla, era el mismo