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Leander y Rafael escucharon un teléfono sonar, era el teléfono de ese hombre, estuvo convencido de que era Sonia o Gustavo, aunque su mano temblaba, respondió de inmediato.Leander respondió.—¿Dónde estás? ¿Dónde m*****a sea esta Elisa? —exclamó lleno de rabia.Era la clara voz de Gustavo.Leander colgó la llamada. Y fue con el hombre, tenía un gran plan en la mente. —Llamarás y dirás que tienes a Elisa, que te digan donde verlos, si no lo haces, iré contra tu familia.Los ojos del hombre se volvieron enormes.Volvió a escuchar una llamada, respondió.—¿Dónde está Elisa? —exclamó el hombre—Está conmigo. Fue difícil, dime, ¿A dónde la llevo?—Bien, te enviaré la dirección, tráela ya mismo, ¿y Paula González?—La maté…—Bien.La llamada fue colgada.—¡No hagan daño a mi familia, lo suplico! —exclamó el hombre con la voz temblorosaLeander ignoró al hombre, vio la dirección, el comisario dijo que enviarían a la policía, pero Rafael y Leander exigieron ir con ellos. Gustavo y Sonia p
Rafael intentó llamar a su primo, pero èl nunca respondió.Sin embargo, recibió una llamada màs noche.Rafael respondió al instante.—¡Hola!—Tío.—¡Piero! Maldición, ¿qué crees que haces, hijo? No puedes hacernos esto, la familia está arruinada sin ti, escúchame, se ha revelado que Sonia si mató a Lisardo Expósito para obtener el corazón para Leander, ahora la policía ya la está buscando, averiguaremos sobre tu tía, porque he hecho una prueba de paternidad sobre Leander y la abuela Paula, por favor, vuelve, Piero, tu abuela te necesita, casi nos matan, ella te necesita aquí, ven, hijo, no hagas locura.—¿Cómo está la abuela?Rafael respiró profundo.—Está bien, no tomes nada contra Ana, ella no tiene la culpa de tener a una madre tan cruel, ella es inocente, hijo, ¿Entiendes, Piero?—Sí, tío, lo entiendo, bien. Volveremos, mañana volveremos a casa, vale.Rafael respiró aliviado.—Gracias, hijo, no sabes lo bien que me haces con esta noticia, mañana te llamaré a este número muy tempr
Los ojos de Valeria se abrieron enormes, estaba muy asustada.Sintió el toque de Rafael; era demasiado caliente.—Yo…—¿Tú? ¿Qué?Ella titubeó, sintió que estaban tan cerca.—¡Yo no soy una traidora! —dijo con miedo en su miradaRafael soltó su rostro, la mirò con ojos severos.—¡Mientes! No me mientas, porque trajiste a gente a casa.Ella le miró incrédula.—¡Yo no he hecho eso! ¿Quién te dijo eso?Rafael estaba furioso.—No me mientas.—Juro, que no miento, señor González, ¿por qué no me cree? Deme una prueba de que soy una traidora.—Dame tu móvil, lo revisaré.Valeria estaba incrédula, pero al final, Valeria se dio por vencida, y le dio el teléfono.El hombre lo tomó y comenzó a revisarlo.Valeria solo hundió la mirada.Rafael revisó los mensajes, incluso mensajes de la plataforma social, las llamadas, los últimos números eran de su madre, pero èl no confió, llamó por teléfono y le pidió que hablara con su madre.Valeria lo hizo, saludó a su madre, y luego colgó.Rafael se sintió c
Ana tenìa miedo, Gustavo apuntaba, Piero quiso salir, pero Ana lo detuvo.—¡No, Piero! —gritó Ana desesperadaPiero y Ana se miraron, sus corazones latían demasiado fuerte, él tomó su mano.—Lo siento, Ana.Escucharon un disparo.***Cuando Rafael abrió los ojos, mirò a Valeria, sonriò.«Ella no es una traidora, ¿Cómo pude pensar tan mal de ella?», pensó, mientras acariciaba su rostro.Rafael besó su frente, cuando se levantó, ella se giró de espaldas, èl pudo ver las ligeras manchas rojizas en la cama.Sabía que fue su primer hombre, Rafel fue a darse un baño.No podía dejar de pensar en ella.Èl era mayor que ella, comenzó a sentirse culpable, como si estuviera aprovechándose de ella, pero no podía arrepentirse del ayer, porque ahora era inolvidable en su corazón.***—¡Bajen del auto! —gritó Gustavo.Piero obedeció, tenìa miedo de que lastimaran a Ana.Ana bajó de inmediato y corrió a interponerse entre Gustavo y Piero, de forma en que la pistola de Gustavo estaba apuntando a Ana.É
—Leander, querido, quiero el dinero, todo lo de papá, lo quiero ya mismo, si me cedes la fortuna y me dejas escapar, puede ser que me vaya lejos y los deje en paz, sin dañar a Piero. ¿Aceptas, hijito?—No eres mi madre, sabes que no lo eres, mi madre era Viridiana.Hubo un silencio de parte del otro lado de la línea.—Leander…Sonia colgó la llamada, no pudo decir nada màs.Los gritos de Ana retumbaban por el lugar.Gustavo, que había golpeado a Piero y lo tenìa atado, lo dejó de lado y fue con ella.Al llegar, la vio ahí, encerrada, ella luchó por salir, pero Gustavo la detuvo.—¡Por favor, Ana! Comprende, ese hombre te secuestro.—¡Èl no me secuestró! Tú eres quien me tiene secuestrada.Sus palabras atormentaban a Gustavo, pues estaban cargadas de mucho odio.—¡Déjame ir!Sonia entró en esa habitación, observó a su hija actuando de tal manera.—¡Basta!—¡Asesina! Eres una asesina —dijo AnaSonia sintió que Ana había encendido un botón de furia en ella, y la golpeó tan fuerte en el ro
Cuando Gustavo volvió a la casa, escuchó los golpes a la puerta. Era Sonia, y sus gritos maniacos lo desesperaron.Fue y abrió la puerta. Sonia se lanzó contra èl, pero Gustavo de inmediato la arrojó contra el suelo.—¡Ya basta!—¡¿Qué hiciste?! —gritó la mujer.El hombre rodó los ojos con odio, y abofeteó de nuevo su rostro.—¿Cómo pudiste lastimar a nuestra hija? ¡Si ella muere, yo te mataré a ti!—¡No puedes hacerlo! Gustavo…Gustavo la ató contra la ventana, tomando una esposa que antes querían usar contra Ana.—¡Gustavo! —gritó la mujer.Pero, Gustavo ya no tenìa paciencia, no le importaba nada, solo una cosa, Ana.Cuando Gustavo salió de ahí y se llevó a Piero a la fuerza, èl estaba malherido.—¡Ana…! ¡Ana! —gritó, pero nada obtuvo de respuesta.Gustavo lo puso en el maletero. El hombre estaba tan golpeado, no tuvo fuerzas para oponerse, y Gustavo se fue con él. Antes, llamó por teléfono usando el teléfono de Piero.Leander respondió a la llamada.—Leander, eres un Moctezuma.L
Leander llamó a la policía.La mujer le miraba con rabia.—¿Por qué me haces esto? Leander, yo te crie.Leander la mirò con ojos severos.—¡Mataste a mi verdadera madre! ¿Cómo te atreves a hablarme? ¡Mataste a mi hermano! ¿Cuándo Creíste que te perdonaría? ¿Creíste que nunca lo sabría?Sonia estaba tan temerosa.—¡Pagarás por lo que hiciste a mi hermana! —estalló Rafael sujetando sus cabellos con fuerza—. ¿Dónde está Piero?La mujer temió lo peor, pero se negó a hablar.—¡Por favor, Leander ayúdame!Leander la mirò con odio, negó.Rafael y Leander salieron de ahí, pronto llegó la policía y detuvieron a la mujer, aunque Sonia intentó decir que la tuvieron secuestrada, ellos lo negaron y sus palabras pesaron màs, además, tenìa el testimonio de su cómplice en prisión.Cuando fueron al hospital, supieron que Ana estaba mejor.—La herida no fue profunda, pero, estará internada por lo menos quince días, luego podrá seguir su curación en casa.Leander respiró aliviado. Abrazó a Elisa, acunó s
—¿Tú sabías que Gustavo es tu padre?Ana se puso seria.—Eso me dijo antes de que Sonia me atacara.Leander estaba horrorizado, ¿cómo era posible que Sonia atacara a su propia hija?Ella rompió en llanto.—Estoy bien, Leander; si es o no mi padre, ya no me importa. Estoy cansada de las mentiras, de las traiciones, solo quiero saber que Piero está bien, y si quieres un intercambio, por el bienestar de Piero lo haré.—¡Espera, Ana! Mira cómo estás, piensa en lo que dices, ahora solo debes concentrarte en mejorar.—¡No puedo! No con la angustia de saber que Piero está con un asesino, porque, èl es cómplice de Sonia, en todos sus crímenes, mataron a tu madre, una mujer embarazada, secuestraron a dos bebés, tú y tu hermano, luego, mataron a Lisardo sin piedad, sin conciencia, a ellos nada le importa, ¡soy hija de criminales! ¿Cómo puedo vivir con esto?Leander acunó su rostro, la mirò compasivo.—No dejes que eso te defina, no eres hija de criminales, ese par está enfermo, pero tú, eres mi