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Leander llamó a la policía.La mujer le miraba con rabia.—¿Por qué me haces esto? Leander, yo te crie.Leander la mirò con ojos severos.—¡Mataste a mi verdadera madre! ¿Cómo te atreves a hablarme? ¡Mataste a mi hermano! ¿Cuándo Creíste que te perdonaría? ¿Creíste que nunca lo sabría?Sonia estaba tan temerosa.—¡Pagarás por lo que hiciste a mi hermana! —estalló Rafael sujetando sus cabellos con fuerza—. ¿Dónde está Piero?La mujer temió lo peor, pero se negó a hablar.—¡Por favor, Leander ayúdame!Leander la mirò con odio, negó.Rafael y Leander salieron de ahí, pronto llegó la policía y detuvieron a la mujer, aunque Sonia intentó decir que la tuvieron secuestrada, ellos lo negaron y sus palabras pesaron màs, además, tenìa el testimonio de su cómplice en prisión.Cuando fueron al hospital, supieron que Ana estaba mejor.—La herida no fue profunda, pero, estará internada por lo menos quince días, luego podrá seguir su curación en casa.Leander respiró aliviado. Abrazó a Elisa, acunó s
—¿Tú sabías que Gustavo es tu padre?Ana se puso seria.—Eso me dijo antes de que Sonia me atacara.Leander estaba horrorizado, ¿cómo era posible que Sonia atacara a su propia hija?Ella rompió en llanto.—Estoy bien, Leander; si es o no mi padre, ya no me importa. Estoy cansada de las mentiras, de las traiciones, solo quiero saber que Piero está bien, y si quieres un intercambio, por el bienestar de Piero lo haré.—¡Espera, Ana! Mira cómo estás, piensa en lo que dices, ahora solo debes concentrarte en mejorar.—¡No puedo! No con la angustia de saber que Piero está con un asesino, porque, èl es cómplice de Sonia, en todos sus crímenes, mataron a tu madre, una mujer embarazada, secuestraron a dos bebés, tú y tu hermano, luego, mataron a Lisardo sin piedad, sin conciencia, a ellos nada le importa, ¡soy hija de criminales! ¿Cómo puedo vivir con esto?Leander acunó su rostro, la mirò compasivo.—No dejes que eso te defina, no eres hija de criminales, ese par está enfermo, pero tú, eres mi
—¡Claro, Ana! No le hice daño, sé que es importante para ti.—No te creo, después de todo, eres un criminal, quiero hablar con èl.Gustavo se sintió tan triste al escucharla hablarle así.—¿Cómo estás tú, mi niña?—¿Te importa? No creo que te importe nada, porque si fuera así, ¿por qué me dejaste tener padres criminales como tú y Sonia? Quiero escuchar la voz de Piero.Gustavo fue hasta donde estaba Piero, lo tenìa atado a una silla, en pésimas condiciones, pero, a pesar de todo, Piero estaba con vida, le quitó la cinta de la boca.—¡Si gritas, ya sabes!El hombre acercò el móvil a su oreja.—Hola… —dijo la débil voz de Piero.—¡Piero! Mi amor…—¡Ana! ¡¿Ana, estás bien?! ¿Dónde estás?—Estoy bien, iré por ti, lo juro…—¡Ana, no!Gustavo apartó el teléfono y puso la cinta en la boca de Piero. Él se removía en la silla, luchaba, pero nada podía hacer, inmovilizado.—Lo ves, él está bien, yo te lo prometí.—Quiero que liberes a Piero.— haré lo que quieras, hijita, pero, quiero que venga
—¡Déjame ir, Rafael! Harán daño a Piero, necesito rescatarlo.—¡Qué tonterías! No eres una heroína, ¿no te das cuenta de que Gustavo está mal de la cabeza? ¿Sabes dónde está?Ella tragó saliva y asintió muy lentamente.—Me llamará pronto para decirme dónde encontrarlo, solo quiero que Piero esté bien.—Iremos contigo, pero también lo hará la policía, es hora de que Gustavo pague por lo que hizo. Escúchame, Ana, debes ser màs lista, ¿o quieres que èl termine ganando?Ana negó, asustada.Pronto, despertaron a Leander.Él se visitó de prisa, y Elisa abrió los ojos.—¿Todo está bien?Leander mirò a su esposa, y asintió.Besó su frente.—Volveré pronto, mi amor, duerme otro rato màs.Elisa cedió, porque en verdad tenìa mucho sueño con el embarazo, solía dormir mucho.Leander bajó y subió a un auto con Rafael.Ana iba en otro, y los guardias iban en otro; trataban de pasar desapercibidos, sin alejarse de Ana.Pronto, ella recibió esa llamada; al responder, era Gustavo.—¿Estás lista, hija?A
El rostro de Gustavo palideció, sintió un dolor en su pierna, y gritó.Ana bajó la pistola, se arrepintió al disparar, pero temió que ese hombre fuera capaz de lastimar a Piero.—¡Ana! ¿Por qué…? —exclamó el hombre, sorprendido por el ataque. —Porque no puedes ganar, eres una persona malvada, has hecho daño, es hora de pagar, incluso si eres mi padre, debes pagar.Escucharon las sirenas.Gustavo cayó al suelo, sentía el dolor y la sangre fluir. Pronto llegó también una ambulancia.Ana soltó su arma.—¡Lo siento! —dijo cuando la arrestaron, liberaron a Piero, pero todos fueron a la comisaria, excepto Gustavo, que fue al hospital.***En la comisaría.Ana relató todo lo que pasó.—Tuve mucho miedo cuando tomé la pistola, disparé por temor a que me matara, pensé que lo haría, estuve segura... —dijo Ana con la voz llena de temor y lágrimas en los ojos. El comisario le creyó, pero se ordenó el pago de una fianza que, rápidamente, Emmanuel saldó.Piero estaba perfectamente bien.Cuando Ana
Volvieron a casa. Leander intentó dormir, pero no dejaba de pensar en todo lo que pasó, su familia, su vida, todo en lo que creía se había derrumbado, y no podía hacer nada.Elisa despertó y lo observó así, lo abrazó.—Sé que estás triste, después de todo viviste mucho tiempo con esa mujer, creyendo que era tu madre. No puedo decirte algo que te dé consuelo ahora, amor, lo único que puedo decirte es que este dolor pasará.Emmanuel la abrazó.—Te tengo a ti, Elisa, y a mis bebés, es todo lo que necesito para ser fuerte, para volver a empezar si es a tu lado.Leander la besó con dulzura.Ana no podía dormir, cuando escuchó que llamaron a su puerta, corrió a abrir y era Piero. Sus miradas se encontraron y se fundieron en un largo abrazo.—¿Cómo estás?—¿Cómo estás tú? Sé que esto te tiene mal.Ana hundió la mirada, era inevitable que saber que sus padres eran asesinos. Le dolía.—Me duele, no lo negaré, mis padres son asesinos, y encima dañaron a alguien de la familia, eso me duele màs,
Una semana después.Elisa hizo una cena especial para la familia y para celebrar que en unos meses iban a tener a dos sobrinitas.Valeria le ayudó con todo, también Ana, pero ese dìa, ella firmaba su divorcio, así que también iban a celebrar su libertad.Piero llamó a Elisa, y le pidió un gran favor.Elisa estaba emocionada en ayudarlo.Ana estaba en el despacho de abogados; su futuro exesposo, insistía en que quería màs dinero, que no estaba de acuerdo.—O firmas, o no te tocará ni lo que te ofrecieron.El hombre titubeó, y al final firmó.Ana sonriò.Cuando salió de ahí era una mujer muy feliz y libre.Se lanzó a los brazos de Piero y él la besó.Su ahora exesposo la mirò con rabia, incrédulo de que ella hubiese encontrado un nuevo amor tan rápido y lo hubiese reemplazado.Maldijo en su mente, pero supo que no podía hacer nada contra eso.***Al llegar a casa, comenzó la cena; estaban muy felices.El abuelo Iván bajó para cenar con ellos, dándoles buenos ánimos a todos.Era como un s
Seis meses después.Piero esperaba al pie del altar, estaba nervioso, con una gran sonrisa, un poco burlón. La iglesia estaba repleta de amigos, conocidos, y de la familia que ahora eran.En las primeras filas estaban la abuela Paula, màs repuesta de salud, y Elisa y Valeria, vestidas de damas. Leander estaba al lado de su hermosa esposa.Rafael estaba al lado de su sobrino, que sería el padrino de la boda.Pronto, escucharon la marcha nupcial resonar, y ella entró del brazo de su abuelo. Tenía una sonrisa brillante y lucía preciosa como una novia que debe lucir.Piero sintió un golpe de melancolía y amor, pensó en sus padres, daría todo porque estuvieran aquí, también por Viridiana.Sus ojos se volvieron llorosos, mirò hacia el cielo por un segundo.«Te dije que algún día encontraría a alguien que me amara de verdad, no iba a conformarme con menos, ahora tu hermano, tu hijo y yo seremos felices, tía Viri, puedes descansar en paz», pensó.Miró a Ana, sonrió, una lágrima rodó por sus oj