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Rafael y Piero fueron hasta ese edificio, era un anfiteatro, esto estaba por fuera de la ley, pero con los contactos que Rafael tenìa, era usual tener estos privilegios.Tomaron asiento, hasta que una mujer les indicó que podían pasar a la oficina del doctor Mendiola, un forense bastante reputado en su medio.Rafael y Piero se miraron con cierto temor, pero siguieron a la mujer.Caminaron por un pasillo, hasta llegar a esa oficina.La mujer abrió la puerta y entraron. Rafael saludó al forense, que era un buen conocido de èl, ya que Rafael fue su profesor.Tomaron asiento y el hombre se puso serio—¿Y cuáles son las noticias? Bueno, queremos ir al grano, en realidad, estamos ansiosos por saber los resultados —dijo Piero. El doctor Mendiola asintió.—La causa de la muerte de Viridiana sigue siendo la misma, un disparo en la cabeza, una muerte instantánea, no quiero hacerlo más difícil para ustedes.Piero hundió la mirada, le dolía enfrentarlo, quería una nueva respuesta, cualquier cosa
Mansión Moctezuma.Ana abrazó a Elisa. Sollozaba sin control.—Lo lamento mucho, y tengo miedo de que lo que dices es verdad, así que cuéntame todo, ¿de verdad…? ¿Mi madre mató a Lisardo Expósito?Elisa se tensó al escucharla. Miró a Leander, èl asintió como si también quisieras saberlo.Ella tuvo que aclararse la garganta y tomaron asiento en la sala.—Yo… fui encarcelada el dìa que Lisardo murió, cuando llegué a su trabajo, alguien lo empujó desde la azotea, vi a un hombre salir, pero no pensé que… me encarcelaron de forma injusta y pasaron cinco años, supe que los Moctezuma eran socios de Lisardo, pensé que tenían algo que ver —Leander estaba conmocionado, él no sabía nada sobre ser socio de su hermano—. Cuando busqué a Leander para enfrentar que sabía de Lisardo, descubrí que eran idénticos, al principio tuve ideas muy locas, como que èl era mi esposo, que tenìa amnesia o que me estaba evitando, pero luego descubrí la realidad, eso fue muy duro para mí, quería justicia, pero, nunca
—¡Leander! —exclamaron las dos al verlo mal.Pero, el dolor pasó rápido.—Estoy bien. Pero, ¿Por qué crees esto? —exclamó sentándose en la cama, recuperándose del dolor.—Bueno, no tengo ninguna certeza, pero, dos niños gemelos fueron robados, ¿no es demasiada casualidad?Leander lanzó un suspiro, Elisa estaba cerca de èl.—Una prueba de ADN con Rafael González ayudaría, Leander —dijo ElisaLeander se sintió nervioso, sabía que ella tenìa razón, pero pensar en la posibilidad de esto, lo hacía sentir mal.—Bueno, voy a pensarlo.—Lamento haberlos angustiado.Leander negó y agradeció. Finalmente, Ana volvió a su habitación.Elisa abrazó a su esposo al verlo tan desesperanzado.—Quiero saber la verdad, pero… no sé si eso se vuelva algo màs horrible.Elisa acarició su rostro.—Podemos ir al orfanato, tal vez las monjas tengan alguna respuesta.Leander asintió despacio, eso le parecía mejor que hacer una prueba de ADN, quería ocular que, en realidad, él también creía a Sonia Moctezuma capaz
Caminaron por el orfanato, la mujer no hizo más que repetir la historia que Elisa ya conocía, no hubo variaciones.—Entonces, alguien vino y dijo que yo quería encontrarme con mi hermano, ¿verdad? —preguntó Leander.—Sí, pensé que habían logrado reunirse, ahora veo que no fue así —dijo la monjaLeander asintió.—¿Sabe algo de nuestros padres? —exclamó Leander con una gran ilusión, la idea de saber sobre sus padres lo estaba enloqueciendo, quería saber cualquier cosa, incluso si era bueno o malo, eso podría responderle quién era él, y cuál era su lugar en el mundo.—No, los trajeron pequeñitos, los encontraron en un lugar, y estaban solos, tuvieron suerte de sobrevivir, tú estabas muy enfermo, me alegro de que tu salud esté bien ahora.Leander esbozó una sonrisa. —Por cierto, hace poco vino un hombre a preguntar sobre tu visita, Elisa.Ambos se quedaron perplejos.—¿Y qué le dijo?—Bueno, no fue nada importante.—¿Cómo era el hombre? —cuestionó Leander temiendo lo peor.La mujer titu
Leander corrió a la escalera, y observó a su esposa frente a la enfermera, mientras tocaba su vientre.—¡Elisa! ¿Qué pasa?Elisa apuntó a la mujer, la enfermera estaba asustada.—¡Ella le hace daño a tu padre! Hablaba con alguien diciendo que le haría daño a tu padre.Los ojos de Leander se volvieron feroces.La enfermera retrocedió, pudo ver el miedo en su mirada.—¡Yo no…! —exclamó con desespero—. ¡Yo no!Leander sintió rabia, tomó el brazo de la mujer, mientras ella chillaba.Elisa se sostuvo del barandal, soportando el dolor.—¡¿Qué sucede?! —exclamó Ana al encontrar tal escena.—Llama a los guardias y que llamen a la policía.Los guardias llegar casi al instante.—¡Detengan a esta mujer y llamen a la policía! Ella está dañando a mi padre.Ana se quedó perpleja, la enfermera quiso escapar, pero los hombres la detuvieron.Elisa soltó un grito, tocando su vientre. Leander tuvo mucho miedo y llamó también a una ambulancia.Leander no tuvo más remedio, marcó a ese número.—Hola.—Rafae
—Lo siento, Leander —dijo Rafael, compasivo, pensaba en lo mucho que èl debía estar sufriendo ante estas circunstancias.Leander le mirò a los ojos.—Rafael, hay una cosa que quiero decirte.Rafael estaba nervioso, frunció el ceño, intrigado.—¿Cuál es?—Tengo la sospecha de que… Lisardo Expósito y yo, podríamos ser los hijos de tu hermana.Rafael se quedó perplejo, su rostro se volvió blanco, estaba impactado ante tales palabras.***Sonia estaba desesperada, Gustavo conducía muy rápido.—¿Qué vamos a hacer, Sonia? Si tu padre habla, si se atreve a delatarnos, estaremos perdidos.—¿Y la estúpida enfermera? —exclamó la mujer con rabia.El hombre respiró profundo.—¡Ya me encargué de ella, no hablará màs que en su tumba!Sonia sonriò.Llegaron al hospital, pero estaban asustados, sabían que debían ser cautelosos, si alguien los veía, estarán en graves problemas.***Rafael estaba impactado, dio un paso atrás y mirò al hombre de arriba abajo.—¿Tú, piensas eso? —exclamó muy nervioso.—B
Piero salió de casa sin escuchar nada màs.—No lo sé, madre —dijo Rafael con desesperación—. Pero, debemos averiguarlo.***Leander y Ana estaban en la cafetería, bebieron una taza de café, pero Leander decidió ir con Elisa, estaba muy asustado por ella, quería que saliera del hospital y volver a tenerla cerca.Elisa estaba en su habitación, dormía, mañana le darían el alta, pero debía estar en reposo, al menos por una semana.Sonia entró, miró la habitación solo con esa mujer, una sonrisa se dibujó en su rostro, pero también una rabia.«Arruinaste toda mi vida. Logré tanto para perderlo todo, y ahora esperas hijos de Leander, nunca los tendrás, al final yo voy a ganar, Viridiana, mataré toda tu descendencia, por robarme mi niñez, a mi padre, a mi madre, tú y Rafael nunca debieron nacer», pensóSe acercò y tomó el cuello de Elisa, ella despertó al instante, luchó contra la mujer, aunque ella intentaba inmovilizarla.Elisa usó sus uñas para defenderse, la mujer solo se detuvo cuando ell
Piero estaba perplejo, Ana cayó al suelo, tenìa mucho miedo.Una bala perdida los asustó.—¡Vendrás conmigo, Ana!Ella sollozó.—¿Por qué haces esto?—¡Fue tu m*****a madre quien mató a Viridiana, es hora de que el karma alcance a Sonia, y tú eres el medio para llegar a ella!Ana no dijo nada màs, la puso en el asiento trasero, tomó cinta industrial y la inmovilizó.Por un segundo, sus miradas se cruzaron, ella lloraba, parecía temblar.Piero no pudo evitar mirar sus ojos, y descender la mirada a sus labios.«¡No, Piero, ella es tu peor enemiga!», pensó.Piero fue al auto, condujo sin rumbo aparente.***Leander estaba incrédulo, llamó a Rafael.—¡Ven de inmediato!Rafael no demoró en aparecer y ambos salieron fuera de la habitación, haciendo que Elisa tuviera màs temor.—Rafael, al parecer, Piero tiene secuestrada a Ana, acaba de llamarme exigiendo que le diga a Sonia que debe ser intercambiada por su hija.—¡¿Qué?! ¡No puede ser! Lo buscaré.—Espera, Rafael, debemos calmarnos; mira h