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Piero observaba a la mujer que yacía en el asiento trasero de su auto; aún estaba inconsciente.La observó bien, era bonita, màs de lo que quería admitir. Pero la despreciaba por ser hija de quien era.Piero sabía que no tenían ni una gota de sangre, ni èl, ni los Moctezuma. Su abuelo se casó con la madre de Rafael y Viridiana cuando ella ya estaba embarazada, él la amaba con locura, y eso no le importó. Su hijo, el padre de Piero, ya era mayor.Pero, para Piero, su abuela era la mejor; incluso si no compartían una gota de sangre, ella le adoraba.Odiaba la idea de que Leander Moctezuma fuera sobrino de Rafael.Ana abrió los ojos, estaba mareada y se quejaba, pero cuando vio a ese hombre frente a ella, se asustó terrible.—¡Tú! ¿Qué quieres de mí? —dijo levantándose.—¿Yo? ¿Crees que quiero algo de ti? Mujer, he salvado tu pellejo del mal esposo que tienes.Ana retrocedió, pero sufrió un mareo que casi la hace caer. Piero lo previó y la sostuvo.Sus miradas se encontraron por un instan
—¡Al fin, Rafael! Al fin se hará justicia, y ella irá presa. Sé que después vamos a demostrar que es la asesina de Lisardo, porque ella lo mató, no lo hice yo.Rafael la abrazó.—Vamos a demostrar tu inocencia, lo haremos, querida. Ahora, vamos, debes descansar. Esta vez no irás al hotel, te llevaré a casa.—¿A casa?—Bueno, te llevaré a mi casa, y no acepto un no por respuesta, tengo miedo de que, ahora que se sabe esto, quieran dañarte.Elisa respiró profundo, por primera vez dijo que sì, porque hasta ella sintió miedo.***Al día siguiente.Cuando Elisa despertó y bajó, encontró a la abuela González, Elisa se sintió angustiada.—¿Tú eres la esposa de Leander Moctezuma?Elisa estaba nerviosa, asintió despacio.Sonrió.—Bienvenida a casa, no me gusta animar el odio entre los Moctezuma y González, pero si tenerte aquí te protegerá, por lo menos sé que haré una buena acción.—Yo no quiero ninguna guerra, señora, créame, no quiero causar màs dolor a nadie.—No te angusties, Elisa, el dol
El abuelo Moctezuma, junto a Gustavo y un abogado, entró a la habitación. —¡No pueden llevarse a la mujer! Tenemos un amparo hasta su juicio, donde se demostrará la inocencia de mi cliente.Los detectives miraron la información, supieron que era real, tuvieron que irse.Los ojos de Leander miraron a su madre con severidad, ella pudo sentirlo.—¡Leander, soy inocente!—¿Inocente? El corazón que late en mí es de Lisardo Expósito, ¿no lo sabías? ¿Por qué te acusaron? ¡Di la m*****a verdad! —exclamó severo.La mujer sollozó, pero Leander no se contuvo.—¡Basta, ella está enferma!—Tú cállate, y lárgate de aquí, que si me entero qué has tenido que ver, juro que te mataré.Gustavo sintió rabia.—¡Leander, basta, hijo! Dejemos que tu madre nos explique.—¡No soy culpable! No hice nada, me dijeron que no había un donante, luego el doctor apareció diciendo que había un milagro, eso es todo.—¡Mientes! Ya di la m*****a verdad, veo la mentira en tu rostro, dime, ¿Lisardo Expósito era mi hermano
Isabel González luchaba por llevar a Leander Moctezuma a su auto, insistía para que el hombre, ebrio, caminara a su auto.«Si pasa la noche conmigo, no tendré que trabajar en mi vida, estoy harta ya de trabajar tanto, qué tal si me doy una vida de señora Moctezuma», pensó.La mujer recordó que antes de salir del lujoso bar, algunos paparazzi de las revistas sociales les tomaron fotografías. Estaba satisfecha; sin embargo, a punto de llegar al auto, escuchó una voz.—¡Leander!Leander se detuvo. Anna vio a su hermano tan mal, se acercò con sus guardias y lo apartó de la mujer.—¿Qué pretendes, mujer?—Yo solo quiero ayudar a Leander, ¿me recuerda? Soy la doctora que ayudó al señor Moctezuma.Ana frunció el ceño, la reconoció, la mirò de arriba, bajó y sonriò.—Ahora entiendo por qué lo llevas directo a tu auto y no a un centro médico para que bajen su borrachera. Se te nota la clase social, no pienses en saltar tan alto. Además, este hombre está casado. Por favor, no seas una enredadera
Elisa estaba tan asustada, la abuela Paula tomó sus manos.—Calma, estarás bien, ahora debes cuidarte e ir con el doctor, por favor, no te angusties más, ¿tendrás a tu hijo? ¿Verdas?Esas palabras sacudieron a Elisa.Tenía el pensamiento claro en la mente.—¡Claro que sí! Tendré a mi hijo.Pero apareció de repente.—¡que bueno que estás aquí Elisa! Debes ver algo, debes saber que ese hombre que es tu esposo, no debe serlo más, ¡Él además te está engañando! Es clásico de los Moctezuma.Los ojos de Elisa se abrieron enormes ante sus palabras, no entendía que era lo que él decía.Pero, Piero no perdió el tiempo y se los mostró, cuando lo vieron quedaron perplejas.En su teléfono estaban las imágenes, en la plataforma social se veían fotos de Leander saliendo con una mujer de un bar, ella lo tenía abrazados, estaban tan cerca como algo íntimo.El corazón de Elisa dio un vuelco y su estómago otro más haciendo que corriera al baño.Piero vio la prueba de embarazo en el suelo.—¡¿Qué es esto?
—¡Leander…!Leander abrió el sobre y leyó el resultado. El hombre estaba convencido de que sería negativo, porque Elisa le dijo que era gemelo de Lisardo. Sabía que eso lo destrozaría, la idea de que Elisa amara a su gemelo dolería, màs por el hecho de que era su hermano, y nunca se perdonaría porque la muerte de Lisardo, representaría su propia vida.Sin embargo, cuando leyó el resultado, se quedó petrificado.El abuelo estaba nervioso.—¿Leander? ¡Dime el resultado!Cuando Leander parecía trastornada, Ana le quitó el papel y lo leyó.—¡Positivo!«¿Positivo?», pensó Sonia. Estaba perpleja, no podía creerlo.—Es positivo… —murmuró Leander, mirò a su abuelo, èl sonriò.—¡Lo sabía! Eres mi nieto, imposible que no seas un Moctezuma.—¡Lo ven! Han dudado de mí, ¿qué clase de mujer creen que soy? ¿Por qué han hecho esto? ¡¿Me han humillado!?Leander miró a su madre, sabía que no había alterado las pruebas de ADN, ella no sabía sobre eso.—Puede ser que al menos en esto no mentiste, pero ¿qu
—¡¿Cómo pudiste hacer que criara a ese bastardo hijo de esa m*****a?! —bramó con furia.El hombre le mirò incrédulo, jamás pensó que se pondría así.—¿Y qué debía hacer? ¡No podía matar a dos niños! Pedí que mataran a la mujer, pero eran solo dos bebés recién nacidos. No pude hacerlo, ¡era demasiado!Sonia abofeteó su rostro, mientras tocaba su abdomen con dolor.—¡Imbécil! Lo arruinaste todo, si saben que Leander es hijo de Viridiana…—¡Cállate! ¿Cómo se van a enterar? Además, querías un bebé, ¿no? Hice lo que tuve que hacer; agradecida, deberías de estar.—¡Gustavo! Vete al demonio, no creas que voy a casarme contigo, luego de esto.El hombre la mirò con ojos severos.—Te casarás conmigo y anunciarás la m*****a verdad, ¡que soy el padre de Ana! Quiero mi estatus y quiero también mi rol como el padre de mi hija.El hombre sacó el teléfono y mostró la grabación de video.La mujer tembló de miedo al ver que se mostraba la verdad sobre la pelea con Elisa, y donde ella admitía matar a L
La puerta se abrió y Rafael entró. Elisa se alejó de Leander y él odió eso.—Firma el divorcio, Leander.—¡Nunca! —dijo Leander—. No voy a divorciarme, Elisa, y para que lo sepan ambos, voy a averiguar quién mató a mi hermano.—¿Ahora te importa, Lisardo? —exclamó Elisa con cierta hostilidad.—Sì, y si hubiese podido conocerlo, hubiera estado siempre a su lado.Elisa hundió la mirada.—Lo único que te diré, es que Sonia no es tu madre.Elisa salió de ahí.Leander se quedó pensativo, totalmente roto.«No te vayas, Elisa, no me dejes solo», pensó.***Elisa y Rafael salieron de la empresa, èl condujo hasta el centro comercial.—¿Por qué no le has dicho a Leander que será padre?Elisa se quedó perpleja.—Pero, ¿Quién te dijo?El hombre sonriò.—Vi la prueba de embarazo, mi madre no pudo ocultarlo.Elisa asintió.—Estoy embarazada, Rafael, debí decírselo, no pude.—¿Por qué?—¡Tengo miedo! Y si su madre se entera y quiere matarme.Rafael estaba pensativo.—Elisa, lo entiendo, pero, Leander