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La puerta se abrió y Rafael entró. Elisa se alejó de Leander y él odió eso.—Firma el divorcio, Leander.—¡Nunca! —dijo Leander—. No voy a divorciarme, Elisa, y para que lo sepan ambos, voy a averiguar quién mató a mi hermano.—¿Ahora te importa, Lisardo? —exclamó Elisa con cierta hostilidad.—Sì, y si hubiese podido conocerlo, hubiera estado siempre a su lado.Elisa hundió la mirada.—Lo único que te diré, es que Sonia no es tu madre.Elisa salió de ahí.Leander se quedó pensativo, totalmente roto.«No te vayas, Elisa, no me dejes solo», pensó.***Elisa y Rafael salieron de la empresa, èl condujo hasta el centro comercial.—¿Por qué no le has dicho a Leander que será padre?Elisa se quedó perpleja.—Pero, ¿Quién te dijo?El hombre sonriò.—Vi la prueba de embarazo, mi madre no pudo ocultarlo.Elisa asintió.—Estoy embarazada, Rafael, debí decírselo, no pude.—¿Por qué?—¡Tengo miedo! Y si su madre se entera y quiere matarme.Rafael estaba pensativo.—Elisa, lo entiendo, pero, Leander
Dos días después.Elisa estaba nerviosa. En lugar de recibir alguna oferta para el divorcio, el abogado de Leander llamó a Rafael González y le indicó que iban a ir directamente a los tribunales.No entendía por qué, de pronto, Leander se puso demasiado difícil, durante ese par de días. Quiso muchas veces salir corriendo a buscarle, y decirle sobre el embarazo, pero luego se llenaba de miedo, no tenìa valor.Además, la paranoia estaba haciendo estragos en su seguridad. En una semana sería el juicio de Sonia Moctezuma, y ella esperaba que la declararan culpable y fuera presa.«Tal vez, con Sonia presa, pueda algo cambiar entre Leander y yo», pensó.Rafael y Elisa salieron rumbo a los juzgados.Piero estaba caminando de un lado a otro y mirò a su abuela.—¡Tengo un mal presentimiento, abuela!La mujer negó.—Por favor, cálmate, hijo.Llamaron a la puerta, y apareció la empleada, se veía sorprendida.—¡El señor Moctezuma está aquí!Ambos fruncían el ceño, confusos.—¿Quién?—¿Leander? —ex
Elisa mirò a Leander, estaba furiosa.—¡Sì, estoy embarazada! Pero, es mi hijo, ¡no es tuyo! No eres el padre de mi hijo.Un silencio se cimbró en la sala, Leander la mirò con gran dolor, solo cuando las palabras salieron de su boca. Elisa sintió que había cometido un error.—¡Silencio! —exclamó el juez.El abogado de Elisa suplicó que callara.Rafael estaba perplejo, sabía que fue un impulso.«Leander es el padre, pero, ¿qué hace Elisa?», pensó.—Señor Juez, como usted puede escuchar, también exigimos una prueba de paternidad. Mi cliente está seguro de que su esposa habla solo por despecho, y queremos que demuestre la verdad.—Así se hará, por ahora no concederé ningún divorcio, ambos deben acudir a consejería matrimonial —sentenció el juez—. Los veré en noventa días, y necesito que vengan con una prueba de paternidad para determinar, si el señor Moctezuma es o no el padre del bebé. Además, se hará en un laboratorio que asignará la corte.La audiencia terminó.Elisa salió muy rápido,
—¡Padre! Soy inocente, ¿cómo puedes acusarme de cosas horribles? —exclamó cayendo a sus pies, sollozando con desesperación.El hombre la mirò severo, luego pellizcó sus mejillas.—Más te vale que no sea cierto, peor, ya te creo capaz de todo. Abandonaste a tu bebé solo porque estaba enfermo, mentiste por años y, además, lo hiciste por dinero. ¿Querías un heredero?El hombre sonriò.—Hay cosas que nunca comprenderás, pero yo, nunca te dejaré ganar.—¿Qué?El hombre la soltó y se fue.Sonia se volvió paranoica, tocó su herida que dolió.«¿A qué se refiere? ¿Acaso habla de la herencia? Debo averiguar cuál es el testamento», pensó.La mujer recibió una llamada.—¡Dame una m*****a noticia!—Todo está listo para el juicio.La mujer sonrió feliz.***Piero salió a un bar, bebió una copa de un buen vino, luego salió de ahí, quedó con una chica para verse en un lujoso hotel.Al llegar, subió al elevador, sintió que algo andaba mal con èl, pero no supo qué era.Sintió mucho calor, y comenzó a se
Ana abrió los ojos, sintió la luz del sol, calar en sus ojos, se removió entre las sábanas, bostezó y estiró su cuerpo.Solo en ese momento se sintió tan cansada, como si su cuerpo estuviera agotado, y pesado.Además, sintió un brazo que la rodeaba y no parecìa dispuesto a soltarla. Talló sus ojos y mirò alrededor, por un instante. No supo en dónde estaba, mirò a todos lados, hasta que se dio cuenta de que estaba en una habitación desconocida, al lado de un hombre, que estaba cubierto con una manta, y solo la abrazaba.«¡¿Qué demonios hice ayer?!», pensó asustada.Recordó haber hablado con Alberto, la plática solo fue peleas, gritos y ofensas, no obtuvo nada bueno, màs que una copa de vino, entonces, ¿quién era ese hombre? Sintió asco si ese hombre era Alberto, pues ella sabía que él solo era un infiel.Quitó la sábana, y lo que vio a continuación la asustó mucho màs.Los ojos de la mujer se abrieron enormes, pensó que era una pesadilla.—¡No! De todos los malditos hombres, ¡tenía que
Rafael ordenó que llamaran al principal acusado.El doctor Obregón estaba en prisión, pero ahora vino a declarar. El hombre tomó asiento para esperar las preguntas que le harían.—Doctor Obregón, ¿fue la señora Sonia Moctezuma quien le indicó quién sería el donante de corazón para el señor Leander Moctezuma?El hombre estaba muy nervioso.Sonia le miraba con ojos asustados, quería lanzar un grito, pero conservaba la compostura. Gustavo le dijo que todo iba a estar bien, que èl estaba de su lado.«Flashback:Gustavo llamó a ese hombre, era un asesino a sueldo. Le dijo lo que debía hacer.El hombre fue a esa mansión, y secuestro al pequeño niño. Hace dos días, el doctor Obregón recibió esa visita, era su esposa.—¡Tienes que acusarte de todo, por favor! —¿Qué dices, mujer?—¡Has arruinado nuestra vida con tu ambición! Querías salvar a un hombre, pero con lo que hiciste, has arriesgado la vida de tu pequeño hijo.—¿De qué hablas?—Nuestro hijo fue secuestrado, y tengo un mensaje para t
Leander y Elisa salieron del juzgado.—¿Qué haces, Leander?—¿Qué hago? Defenderte, sé que fallé, pero por favor…—Y sigues fallando, ¡esa mujer no es tu madre, Leander, no creas en ella!—¿Y qué debo hacer? ¿Odiarla? Dime, ¿qué hago?—Si quieres que confíe en ti, demuéstralo, haz una prueba de ADN.—Elisa…—Pero, hazla en secreto de tu madre, si haces esa prueba, al menos me quitaré la idea de que estás del lado de ella. Tu madre dijo que estabas de acuerdo en el trasplante de corazón, porque estabas desesperado, y no te importó si era tu hermano, juro que lo dijo, Leander, créeme.Leander lanzó un suspiro.—Está bien, haré la prueba de ADN, ha escondido de mi madre, ha escondido de todos, menos de ti, y abriremos el resultado juntos, tú y yo solos, ¿bien?Elisa asintió, dudó si èl de verdad sería capaz, pero solo el tiempo se lo diría.Rafael se acercò a ellos.—¿Nos vamos, Elisa?—Sì.Leander sufrió al verla irse con ese hombre, pero no pudo hacer nada.***Más tarde, Leander volvi
Al día siguiente.—Mañana tendrás que verte la cara con Leander en la reunión de consejería, Elisa, ¿Estás lista? —exclamó el hombre.Ella asintió.—Sí, lo estoy.El hombre sonriò.—¿Qué platicaron?—Bueno, de Sonia, creo que Leander ya tampoco cree en ella.—Iré a prisión màs tarde, he pagado por ver de frente al doctor Obregón, no me ha convencido nada lo que dijo en la corte, sé que hay algo màs.—¡Es peligroso, Rafael! Además, aunque dijera la verdad, el juez, ni el jurado ya no le creerían, ¿¿verdad?—Lo sé, pero, por lo menos, podríamos hacer una nueva investigación que relacione a Sonia. Mira, esa mujer no puede salir en libertad.Escucharon gritos del otro lado, fueron hasta ahí.—¡Abuela, solo fírmalo! ¿Qué clase de madre eres? ¿No quieres saber de tu hija?—¡Cállate, Piero! ¿Qué crees que haces? —exclamó Rafael.Piero bajó la mirada.—¡Lo hago por la memoria de mi tía y mis primos!—¿Qué? —exclamó Rafael confuso.—Esto es para exhumar los restos de mi tía, quiero saber cómo