Al día siguiente… La operación de Miguel había sido un verdadero éxito. Ya había sido trasladado a una habitación privada, donde se encontraban Emperatriz y Maruja. Miguel comenzaba a despertar, habiendo pasado la noche bajo los efectos de la anestesia, pero se encontraba estable. — Papito, aquí estoy. ¿Cómo te sientes? —preguntó Emperatriz con ternura. Miguel despertaba, confundido y desorientado, sin recordar lo que había sucedido el día anterior. — ¿Dónde estoy? ¿Qué me pasó? ¿Por qué estoy conectado a esos cables? — Tuviste un infarto y te operaron de emergencia para colocarte un marcapasos —respondió Maruja con frialdad. — ¿Pero cómo pagaremos la cuenta de la clínica? No tenemos seguro médico… Por Dios, hija, sácame de aquí… no podemos pagar. Miguel estaba angustiado, consciente de que no había pagado el seguro médico desde hacía meses. Todo le resultaba confuso y extraño, ya que no comprendía cómo había terminado en esa clínica y, además, ya había sido operado. Emperatriz, intentando calmarlo, le dijo: — Papá, por favor, intenta tranquilizarte. Todo está solucionado. Te prometo que no tienes de qué preocuparte. Maruja, interrumpiendo, añadió: — No tienes de qué preocuparte porque Rogelio Salinas se ha encargado de pagar todos los gastos de la clínica. Es por eso que pudieron operarte. — ¿Pero mamá, qué estás haciendo? ¿No te das cuenta de que mi padre no puede recibir emociones fuertes? —exclamó Emperatriz, alarmada. Miguel, aturdido y sorprendido por lo que acababa de escuchar, preguntó con dificultad mientras los monitores indicaban que su presión aumentaba: — ¿Cómo que Rogelio pagó la clínica? Eso no puede ser posible. Hija, por favor, explícame qué pasó. ¿Por qué Rogelio pagó la cuenta de la clínica? Ese hombre no hace nada sin esperar algo a cambio. Dime, ¿qué está sucediendo? — Cálmate, papá, por favor. No te hace bien ponerte así. — Luego miró a su madre y le dijo: — Por favor, madre, sal de la habitación. Mira cómo has puesto a papá. — Está bien, me iré. Total, creo que estoy sobrando aquí —respondió Maruja, visiblemente frustrada. Emperatriz se acercó a su padre, tratando de calmarlo, consciente de que su estado de salud podría verse afectado por la agitación. — Ya cálmate, papá. No pasa nada con el señor Rogelio. Él solo quiso ayudarte porque se conmovió al ver la emergencia de ayer. Tenías que ser operado de inmediato, y si no lo hubiéramos hecho, no estarías aquí con nosotros. — Hija, por favor, aléjate de ese hombre. Rogelio es muy peligroso. Prométeme que te alejarás de él para siempre —le suplicó Miguel, aferrando el brazo de su hija con desesperación. — Sí, papito, te lo prometo —respondió Emperatriz. En ese momento, Miguel agotó sus fuerzas y se quedó dormido. Emperatriz le dio un beso en la frente y salió de la habitación en silencio, para no despertarlo. Al salir, se encontró con su madre en el pasillo, quien mostraba una actitud de fastidio. — ¿Cómo se te ocurre decirle a papá que Rogelio pagó la cuenta de la clínica? —dijo Emperatriz, molesta—. No te das cuenta de lo delicado que está. Eso solo lo ha angustiado más, y en su estado, eso puede ser perjudicial. ¿Acaso quieres matarlo? — No exageres. Actúas como si yo fuera la mala de la película. Gracias a mí, tu padre se salvó. Si no hubiera llamado a Rogelio, estaríamos velando a tu padre en la calle, porque no tiene ni dónde caer muerto. **Mientras tanto, en la mansión de Rogelio…** Rogelio se encontraba en su despacho, trabajando como siempre. La puerta se abrió y entró su hermana Cándida. Ella era su única hermana y, desde la muerte de sus padres, él se había hecho cargo de ella. Cándida, de 22 años, era soltera y no había estudiado una carrera universitaria. Se había acostumbrado a vivir de lo que su hermano le proporcionaba, aunque sus padres le habían dejado la mitad de la herencia. Sin embargo, Rogelio manejaba todo, ya que el testamento estipulaba que no podría recibir un centavo hasta casarse. Cándida entró sin tocar la puerta: — Hola, Rogelio. ¿Qué raro que estés en casa a esta hora? Rogelio cerró la laptop con brusquedad y le respondió molesto: — ¿Cuántas veces tengo que decirte que no entres a mi despacho sin tocar? ¿No te das cuenta de que estoy trabajando? — Siempre es lo mismo. Nunca puedo hablar contigo. Estoy cansada de estar encerrada en esta casa sin poder salir a divertirme. — Hay muchas cosas que hacer. Podrías trabajar en alguna de nuestras empresas y ser productiva, ¿no crees, Cándida? Cándida, levantándose de la silla, replicó: — Siempre tengo que hacer lo que tú deseas. Te he dicho mil veces que no quiero trabajar en ninguna de las empresas. Quiero estudiar actuación y ser una gran actriz de teatro. ¿Cuántas veces tengo que decírtelo? Rogelio la miró y se rió burlonamente: — Por favor, no me hagas reír. Esa no es una profesión seria. En vez de perder el tiempo en tonterías, sería más beneficioso que consideraras trabajar en nuestras empresas. Cándida, furiosa, le respondió: — Soy mayor de edad. ¿Por qué no me entregas la parte que me corresponde de mi herencia? No comprendo qué estás esperando para darme lo que nuestros padres me dejaron. Rogelio se levantó y golpeó el escritorio: — Hasta cuándo te repetiré que no puedo entregarte nada hasta que cumplas con la cláusula del testamento. Solo recibirás tu herencia cuando te cases. — ¿Y cómo voy a casarme si no me dejas tener vida social? Me tienes cautiva en esta casa. No es justo. Quiero mi dinero sin esperar a encontrar a alguien que quiera casarse conmigo. — Si te hubiera entregado el dinero de tu herencia, en este momento no tendrías nada. No asumes responsabilidad por tu vida y pretendes que te dé el dinero que mi padre trabajó arduamente para asegurarnos un futuro. — Ya te dije que quiero cumplir mi sueño de ser actriz. Pero tú solo piensas en tus negocios. No voy a caer en tu trampa. Algún día encontraré a alguien que quiera casarse conmigo, y cuando eso suceda, no podrás negarte a darme mi parte de la herencia. Cándida salió furiosa del despacho, cerrando la puerta con fuerza. Siempre tenían la misma discusión, pero al final, Rogelio seguía al mando de las empresas. En ese momento, entró la nana Margarita, quien había sido una madre para ambos. A pesar del carácter fuerte de Rogelio, ella siempre tenía su atención. — ¿Qué pasó, Rogelio? ¿Qué son esos gritos? ¿Qué le pasó a Cándida? Supongo que volvieron a discutir. — Sí, Nana, otra vez lo mismo. Cándida quiere que le entregue el dinero de su herencia, pero no puedo hacerlo hasta que cumpla con la cláusula del testamento. Margarita, con dulzura, le respondió: — Debes ser un poco más paciente con tu hermana. Ella se siente sola. Deberías permitirle salir y divertirse con chicas de su edad que puedan presentarle a un pretendiente. — Basta, Nana. La consientes demasiado. Cándida necesita mano dura. Si le doy libertad, saldrá con cualquiera, y eso no lo permitiré. Hablando de otra cosa, quiero que prepares la casa, porque en quince días me voy a casar. La nana Margarita se quedó atónita, incapaz de creer lo que escuchaba. No conocía a ninguna pareja de Rogelio desde que la última lo dejó plantado en el altar. — ¿Cómo que te casas? ¿De dónde ha salido esa locura? Rogelio, sirviéndose una copa, respondió: — No es una broma, Nana. Si te digo que me caso en 15 días, es porque me caso en 15 días. Ve preparando todo lo necesario. Después te diré cuántos invitados vendrán. Margarita, aún sorprendida, sabía que Rogelio tomaba decisiones radicales, pero esto la había dejado sin palabras. — ¿Y quién es la chica? Creo que tengo derecho a saber quién es. Rogelio, con su habitual misterio, respondió: — Nana, sabes que no me gusta que me pregunten sobre mis decisiones. Conformate con saber que la conocerás en 15 días y que esta casa debe estar lista para la celebración. Margarita asintió, sabiendo que siempre debía obedecer las órdenes de Rogelio.
Una semana después, ya habían pasado varios días y la salud de Miguel iba mejorando notablemente. El médico le había dado de alta y se encontraba en la comodidad de su hogar. Emperatriz se había encargado de suministrarle al pie de la letra el tratamiento que le había mandado el doctor y ella personalmente le preparaba toda su alimentación bajo la estricta dieta que debía cumplir para evitar un futuro infarto. Todo esto lo había podido hacer gracias a una fuerte cantidad de dinero que le había dado Rogelio a Maruja como adelanto a todo lo que ya habían acordado.En esa semana, Emperatriz no había tenido noticias de Rogelio, quien estaba totalmente concentrado en sus negocios y dejando todo preparado porque tenía pensado, después de casarse con Emperatriz, irse de viaje con ella a la hacienda que tenía en el interior del país. Eso, por supuesto, no lo sabía aún ni Maruja ni su hija; esa sorpresa pensaba dársela el mismo día de su boda. Por su parte, Emperatriz se había dedicado única y
—Pues es mejor que te enteres de una buena vez —dijo Maruja—Emperatriz se va a casar con Rogelio, y gracias a ese sacrificio es que tú estás vivo. —¿Qué estás diciendo mujer? —exclamó sorprendido, nunca imaginó que algo así pudiera estar pasando. —Estoy diciendo la verdad aunque te duela, ¿Qué pretendias? Tú has llevado a la familia a la quiebra, no podíamos dejarte morir, ¿O de donde crees que pagamos la operación y todo tu tratamiento? Ha sido Rogelio quien ha dado todo. —No, no puede ser…No puedo aceptarlo. —Pues tendrás que aceptarlo quieras o no, tú eres el único culpable de que estemos en esta situación, ahora no vengas a cuestionar la decisión que ha tomado nuestra hija para salvarte el pellejo. Las palabras de Maruja retumbaban en la mente de Miguel, estaba consciente de que todo lo que le estaba diciendo era la realidad. Eso lo llenaba aún más de dolor porque sabía que estaba llevando a su hija a dar un paso que iba a destruir su vida por completo.Se sentía totalmente d
Para cándida fue realmente un encuentro muy gratificante e inesperado ya que ella no llevaba una vida social activa gracias a que su hermano la tenía limitada de todo, así que no quería dejar pasar la oportunidad de poder tener más contacto con ese hombre que le había dejado maravillada.— Bueno Guillermo, encantada de conocerte, yo me tengo que ir porque me está esperando una amiga, pero no se si tal vez quisieras tomarte un café con nosotras.Guillermo sonrió y al mismo tiempo miró su reloj mientras le decía:— La verdad es que yo tengo que hacer algo aquí en el centro comercial pero un poco más tarde…y sí..puedo tomarme un café.Cándida emocionada por la respuesta de Guillermo enseguida le dijo:— Pues perfecto, entonces vamos y así te presento a mi amiga.Ambos se fueron caminando hasta llegar al café donde ya estaba Brenda desesperada puesto que tenía más de media hora esperando a que llegara Cándida.— Por fin llegaste Cándida, estaba apunto de irme, ya me he tomado tres café
Dos horas después…Cándida había llegado a la mansión lo más rápido que pudo, Rogelio se encontraba en la sala con el ceño fruncido como siempre mientras veía entrar a Cándida con varias bolsas ya que había comprado todo lo que necesitaría para la boda.— ¿Se puede saber por qué llegaste tan tarde? — le preguntó Rogelio mientras tomaba un trago de brandy.— Pero por Dios Rogelio, no ha llegado sino media hora tarde, además no creas que es tan fácil elegir un vestido para asistir a una boda que va a celebrarse en dos días. Pero mira todo lo que compré, sé que te va a encantar.— No quiero ver nada Cándida, esas son cosas de mujeres y la verdad es que tengo otras preocupaciones en la cabeza para estar viendo vestiditos y demás tonterías. Ve a tu cuarto y lleva todas esas cosas, lo importante es que quiero verte elegantemente vestida ese día.Cándida molesta recogió todas las bolsas y enseguida le dijo mientras subía las escaleras corriendo a su habitación:— Definitivamente eres un amar
Llegó la pesadilla para Emperatriz.En la mansión de los Cimarro, se encontraba Emperatriz encerrada en su habitación totalmente devastada, tenía días sin poder conciliar el sueño pensando en la sola idea de no saber cómo iba a enfrentar el casarse con un hombre al que ella no amaba.Había amanecido sentada en su cama sin haber pegado un ojo en toda la noche, no había salido de su habitación, tenía el vestido de novia dentro de la misma caja en dónde lo había enviado Rogelio. Estaba totalmente ausente como si estuviera en otra dimensión, no quería ver a nadie y lo único que deseaba era refugiarse dentro de su cama y no salir nunca de allí.De pronto escuchó la voz de su madre que la llamaba del otro lado de la puerta totalmente preocupada en vista de que ella no había salido de su habitación aún y tenía que irse preparando para la boda.— ¡Emperatriz! ¡Emperatriz! Por favor ábreme la puerta hija, ¡Emperatriz! Por favor ábreme la puerta mira que tenemos muchas cosas que hacer y ac
Cuatro horas después…En la mansión de los Salinas ya todo estaba en su punto, el jardín estaba divinamente decorado y lleno de mesas con manteles muy finos y con adornos florales de las especies más exóticas que existían. Los invitados habían comenzado a llegar todos en su mayoría conocidos de Rogelio, había contratado los servicios de una agencia de festejos muy prestigiosa en toda la ciudad y la misma se había encargado de que no faltara un solo detalle para que los invitados se divirtieran y se sintieran totalmente bien servidos.Ya Rogelio había salido de su habitación para saludar a todos los invitados y compartir con ellos momentos antes de celebrarse la tan esperada boda.Estaba impecablemente vestido, con un traje negro, siendo este el color que lo caracterizaba y que lo hacía sentirse fuerte y poderoso, realmente se veía muy atractivo.Mientras conversaba con algunos invitados en el jardín que lo estaban felicitando muy sorprendidos de haber recibido la invitación para su bo
Había mucha gente en la recepción, Rogelio se había perdido de vista porque ya se acercaba la hora de la ceremonia, el juez ya había llegado puntualmente junto con su secretaria y ya los invitados estaban cada uno en sus puestos nada más a la espera de la entrada triunfal de la novia.Guillermo y Rogelio no se habían encontrado aún frente a frente, era casi imposible en ese momento por la cantidad de invitados que había además del personal contratado de la agencia de festejos que estaba laborando en ese momento. Sin mencionar a los guardaespaldas de Rogelio que eran unos cuantos y que estaban vigilando en cada punto del enorme jardín, todo estaba divinamente preparado, la mesa donde iba a ser realizada la ceremonia estaba decorada con flores naturales y muy exóticas que había mandado a buscar personalmente Rogelio desde un lugar muy especial del interior del país, todo estaba decorado realmente con un gusto demasiado exquisito donde se veía claramente el desborde de dinero que había h
Maruja saludó a Rogelio con mucho zalamería:— ¿Cómo le va don Rogelio? La verdad es que se ve radiante y muy guapo, definitivamente mi hija va a quedar muy deslumbrada cuando vea con el hombre tan atractivo y galán con el que se va a casar.Rogelio por supuesto correspondió al saludo efusivo de la que iba a ser su futura suegra, además debía mantener las apariencias delante de todos los invitados que tenían las miradas puestas en ese momento en él.— Gracias por sus cumplidos o mejor dicho por tus cumplidos Maruja, porque no veo necesario que nos sigamos hablando de usted, cuando a partir de hoy vamos a ser familia, ¿No te parece querida suegrita?— Pues tienes toda la razón querido yerno, ya falta poco para que nos convirtamos en una verdadera familia.En vista de que Julián se estaba tardando demasiado en llegar con el contrato, le preguntó:— Aprovechando que estás aquí Maruja, me gustaría saber, ¿Por qué se tarda tanto Emperatriz en entrar? ¿Acaso está dudando en firmar el contrat