—¡¿Estás loca?! No te comprendo Amber, en serio que no logro entender qué es lo que pasa por tu cabeza —Andy se sentó en el sillón con más enfado del que jamás había sentido.
—No voy a dejarlo ganar, Andy, ¿Qué tan malo puede ser trabajar un año con ese idiota? —preguntó de manera tan confiada que solo aumentó el enojo de Andy.
—¿No te estás dando cuenta? Tu padre te tiene justo donde quería, estás de nuevo bajo sus garras, ¡pensé que eras más lista Amber! ¿Qué tan malo puede ser trabajar un año con ese idiota? —repitió la pregunta de su amiga. —Ni siquiera lo conoces, no sabes nada de él; estás cometiendo un error Amber, volvamos a Italia —le pidió.
—¡No! ¡No, no voy a volver! Voy a demostrarle a mi padre que cometió un terrible error vendiendo Airplane a un desconocido y todo por no confiar en mí —Amber estaba resentida con su padre por la venta de la empresa familiar y por otras tantas cosas más.
—Estás actuando desde el coraje y el resentimiento, ¿Crees que puedas sacar algo bueno de eso? —preguntó y antes de dejar a Amber responder, añadió: —No, mejor será que no me respondas ahora, ve y haz tu mejor esfuerzo Amber, estaré aquí para ti, aunque no me guste nada este asunto —Andy salió de la habitación de su mejor amiga y volvió a la suya.
Como amiga se sentía impotente de ver como el padre de Amber jugaba con ella de esa manera, pero era cierto que Amber no era una niña y podía tomar sus propias decisiones, y sabía muy bien lo que era bueno y malo. Únicamente esperaba que no sufriera en el proceso.
A la mañana siguiente Amber llegó a las oficinas de Airplane en compañía de su padre, él conocía perfectamente las instalaciones, pero no dijo nada mientras su padre le iba explicando y presentando como su hija a cada uno de los colaboradores.
—Bienvenido, señor Guillermo, el señor Montgomery lo espera en su oficina —anunció la secretaria en tono amable.
Amber le devolvió la sonrisa inevitablemente cuando la chica le sonrió con timidez. Quizá podía conseguir una amiga o una aliada en ella. Nunca se sabía.
Thiago Montgomery miró a su suegro y a su cuñada entrar a su oficina, hacía tiempo que no había tenido el placer de ver a Guillermo Preston y a su cuñada no tenía el disgusto de conocerla, más que por la boca de Maggi.
Y si era completamente sincero. No tenía ningún interés en conocerla, si no fuera por el estúpido acuerdo firmado con Guillermo que lo obligaba a recibirla, él la habría despachado antes de que pusiera un solo pie en su empresa, pero él era un hombre de palabra y no se echaba atrás únicamente porque los Preston querían cogerlo de niñero.
—Thiago ¿Cuánto tiempo sin vernos? —dijo Guillermo extendiendo la mano para saludar a su yerno.
—No hay necesidad de vernos, Guillermo, tu dinero siempre está de manera puntal en tu cuenta bancaria, esto es todo —dijo con sequedad mientras los invitaba a sentarse y miraba sin interés a la rubia que lo acompañaba.
—Siempre tan cálido y tan directo —dijo Guillermo, quién se tragó el enojo y su orgullo.
Thiago era un hombre arrogante, pero muy inteligente, y desde que era el presidente de Airplane los ingresos habían incrementado en un 90 %. Únicamente por eso soportaba su m*****a arrogancia.
—Nos conocemos lo suficiente, Guillermo. Los dos sabemos que, si no fuera porque esta sociedad nos convino a los dos desde un inicio, no estaríamos aquí, hablando como si fuéramos amigos —replicó con simpleza.
—Tienes razón. Entonces… te presentó a mi hija, ha llegado de Italia y estará bajo tus órdenes de acuerdo al pacto que existe entre nosotros.
—¿Y… tiene nombre? —preguntó mirándola fijamente con una ligera sonrisa que fue más una expresión burlesca.
—Amber, mi hija menor…
—Y dueña del 25 % de las acciones de esta empresa —respondió la chica con cierto enojo en su voz al notar la superioridad con la que le hablaba a su padre y no es que le importaba como le hablara a Guillermo, pero era más que evidente que a ella no lo trataría mejor si le daba ventajas.
Thiago dibujó una ligera y cruel sonrisa en los labios antes de hablar.
—¿Y crees que el 25 % te da derechos en la empresa? —preguntó poniéndose de pie. Provocando un ligero escalofrío en la columna vertebral de Amber.
La mirada de Thiago Montgomery, le recordaba a la mirada de un tigre en cautiverio. Parecía que odiaba a todo el mundo, o… ¿Solo era a ella?
—Quizás no los mismos derechos que tú con un 65 %, pero sigo siendo tan dueña como tú, así mis acciones fueran solo diez —rebatió Amber y él muy cretino se rio en su cara.
—Tienes razón, pero la diferencia entre tú y yo es clara Am-ber —Thiago deletreó su nombre.
Amber se maldijo al sentir que sus piernas temblaron y no sabía si era por la manera de pronunciar su nombre o por la manera en que la estaba mirando.
—Soy el único que dispone sobre quién está y quién no. Y por el momento, estoy muy tentado en no aceptar ser tu tutor —dijo.
—¿De qué tienes miedo Thiago Montgomery? ¿Temes enamorarte de mí? —le provocó.
—¡Amber! —gritó su padre rojo de la furia y es que a Amber se le había olvidado que su padre estaba presente.
—¿Qué? ¿No lo estás escuchando? —exclamó Amber indignada.
—Lo que sucede Amber, es que dudo mucho que tengas la capacidad para ocupar un puesto importante dentro de esta empresa, seamos sinceros, has pasado los últimos dos años en Italia, viviendo de tus ganancias. Respóndeme ¿Has trabajado alguna vez?
Amber apretó las manos en dos puños bajo la mesa. Ese hombre ni siquiera la conocía y parecía que disfrutaba tratando de humillarla y de hacerla sentir menos que nada, pero iba a enterarse, ella podía odiar a su padre tanto como era posible, pero era una Preston y no iba a dejarse pisotear por nadie, ni siquiera por su cuñado.
—¿No puedes responder? Lo imaginaba. ¿Qué sabes hacer aparte de gastar el dinero a manos llenas? —preguntó con una sonrisa. —Déjame adivinar el motivo por el cual estás aquí. ¿Tu fuente mágica de dinero se agotó? —se burló, porque había sido él quien había dado la orden de cancelar todas las tarjetas de crédito que estaban a su nombre.
—Eres despreciable, no tenías ningún derecho a cancelar mis tarjetas de crédito, además te equivocas, nunca sobrepasé el límite de ninguna de ellas. Tienes que hacer mejor tu trabajo —se defendió Amber con enojo.
Ese hombre era un demonio.
—Eso no importa, Amber. La primera lección que debes aprender: es que no solo se trata de ser el dueño de un porcentaje de acciones para tener derechos, también existen las obligaciones, las responsabilidades que conlleva ser el dueño de una empresa y el sacrificio que se debe hacer todos los días sacar un negocio a flote.
—Y por eso estoy aquí, quiero aprender a manejar el negocio y recuperar las acciones que mi padre te vendió —dijo muy segura de sí.
—Tu padre no pudo hacerlo, ¿Qué te hace pensar que tú lo lograrás? —preguntó mirándola fijamente, tenía un parecido impresionante con Maggi, pero había algo más que le hacía querer atacarla, solamente para ver cómo se ponía roja del enojo.
—¿Y qué te hace creer que no puedo lograrlo? —atacó Amber.
—Bien, vamos a ver de qué estás hecha Amber Preston, empiezas mañana como mi asistente personal, si no te gusta la idea, no vuelvas a pisar esta oficina —sentenció saliendo de la habitación, dejando en el corazón de Amber un vacío que amenazó con tragársela por completo.
«Su asistente personal. ¡Maldito arrogante!», pensó.
—Dime que no aceptaste esta tontería —pidió Andy mientras se bebían un trago en “El Inframundo”, según les habían comentado, era como tener un pedazo de Nueva York en San Francisco.—Voy a demostrar que no soy la mujer que él cree, Andy, le haré morder el polvo por donde piso —le aseguró y la muchacha suspiró.—Eso suena genial, pero… ¿Qué te hace pensar que podrás contra él? —le cuestionó la joven italiana.—¿Estás de su parte, no confías en mí? —preguntó Amber con tono herido. Una cosa era que su familia ¡No! Su familia no, específicamente su padre, no confiara en ella y la viera únicamente como desperdicio, pero otra muy diferente era que Andy, su mejor amiga, no confiara en ella. Eso dolía más que nada.—Confío en ti, la muestra más clara es que atravesé un océano completo para estar contigo, Amber. Pero a diferencia de ti, no estoy obsesionada con demostrar nada a mi familia. No es tu caso, querida amiga y te estás dejando arrastrar por la corriente y tengo miedo de que termines
Amber sintió un placer que no debía sentir, que debería ser prohibido, sin embargo, no pudo evitar regocijarse completamente feliz al ver el rostro crispado de Thiago Montgomery. Intuía los deseos asesinos que nacían en el hombre y que estaban lejos de espantarla. “Quizás tenga un alma suicida”, pensó Amber sin dejar de sonreír.—¡Thiago! —La voz de Maggi rompió la burbuja en la que se habían sumergido los dos, olvidándose momentáneamente de la presencia de la mujer.—Maggi —saludó con voz fría.Thiago quería borrar la sonrisa de Amber de un plumazo y demostrarle que… ¿Qué? ¿Qué era lo que iba a demostrarle? Todo esto era una reverenda estupidez, pensó y se apartó ligeramente de Maggi para verla fijamente.—Ya Amber me ha dicho que estarán trabajando juntos. ¡Eso es maravilloso! No sabes lo mucho que voy a agradecerte que seas un mentor para ella—dijo con efusiva alegría, ajena a los sentimientos asesinos que nacían entre ellos—, siempre mostró interés en la empresa, pero sabes lo que
«¡Lo estás besando, idiota!»«¡Lo estás besando!»«¡Idiota!»El cerebro de Amber gritaba desesperado llamando a la razón de la joven, pero Amber estaba totalmente perdida en aquel beso. Su lengua buscó abrirse paso por la boca de Thiago y su cuerpo se pegó como lapa al cuerpo fuerte y muy muy masculino de su cuñado. «¡Su cuñado!». La muchacha no supo si fue ella quien se alejó primero o si fue Thiago, de lo único que pudo ser consciente fue de la mordida que se llevó en el labio al separarse de la boca de Thiago. Sintiendo en su lengua el sabor metálico de su propia sangre.—¡Maldita seas, Amber! ¿Qué mierda crees que haces? —espetó Thiago furioso, alejándose de la muchacha para no asesinarla allí mismo.Amber se negaba a mirarlo, pasó la punta de su lengua sobre la cortada de su labio. Tenía el impulso de salir corriendo, pero no le daría el gusto a Thiago de verla huir como una asustada gatita.—Fue tu culpa —murmuró.Amber no pudo pensar en una mejor respuesta. Había sido el olor e
Amber escuchó complacida como Thiago vomitaba hasta los intestinos, sonrió y aunque eso le supuso un ligero dolor en la comisura de los labios, lo disfrutó tan malditamente que su yo interior bailaba de puro placer. “Deja de reírte, ¿no sabes si vomita por el golpe en tu rostro? ¿O por qué al verte recordó el beso que le diste ¿Qué esperabas que sintiera al verte de nuevo? Si él ya te odiaba con seguridad, ahora te odia mucho más”.Aquellos pensamientos hicieron añicos su burbuja de felicidad y no pudo evitar sentir el escalofrío que recorrió su cuerpo al verlo salir del cuarto de baño mortalmente pálido.—¿Estás bien? —preguntó acercando la taza de café que le había preparado sin reparar en lo que hacía.Thiago la miró y le gruñó como si fuera un animal herido, sus manos temblaron ligeramente e insistió en ofrecerle el café.—Te aseguro que no le he puesto más que un poco de azúcar. Te hará sentir mejor.—No quiero nada de ti, Amber, es más, no quiero ni ver tu cara —gruñó sin verla.
—¡Voy a irme al infierno! —rio Andy mientras salían del ascensor.—Y con suerte vas a encontrarte con que Thiago es el mismísimo diablo —respondió Amber con cierta diversión en su voz.—Oh, no querida, ese diablo únicamente es de tu infierno —se burló descaradamente.—Eres terrible, Andy.—Lo sé, pero me amas —aseguró la joven colgándose de su brazo. Después de todo, uno nunca podía saber quiénes podían estar viéndolas.—Buenos días, señorita Preston, soy Ramiro, el chofer de la señorita Andy —el hombre, impecablemente vestido y con toda amabilidad, les abrió la puerta del auto para que pudieran subirse.—Solo Amber, Ramiro, somos compañeros de trabajo —dijo Amber subiéndose encantada, era la primera vez que usaba el servicio de Rent-Cars como cliente, las otras dos experiencias no contaban.—No podría señorita, usted es la asistente del señor Montgomery —respondió el hombre con respeto.—Solamente son nombres, Ramiro, por todo lo demás trabajamos para la misma empresa y tenemos el mi
«¡Para que no me culpes de tus insanos deseos!»Aquellas palabras se repitieron en la cabeza de Thiago, torturándose por lo que había hecho. Pasó la punta de su lengua sobre sus labios y antes de que pudiera pensar en lo que hacía. Lanzó todo lo que estaba sobre su escritorio al suelo y en menos de dos minutos, aquella pulcra oficina había quedado como si un huracán hubiese pasado por ahí.—¿¡Qué es lo que me has hecho!? ¡Tú no puedes gustarme! —gritó. Su respiración estaba agitada y una de sus manos sangraba. Tenía un pequeño corte y ni siquiera había sido consciente de cómo se lo había hecho.Thiago caminó al minibar, tomó la botella y bebió la mitad del contenido de un solo trago. Su labio partido ardió y su garganta quemó mientras el líquido se deslizó hasta su estómago, pero no embotó sus sentidos. El recuerdo de aquella lengua luchando contra la suya le hizo temblar y su pene saltó a la vida como si fuera un jodido adolescente.—¡Mierda y más mierda! —gritó bebiendo el resto de
Thiago se dejó llevar por ese arrebatador orgasmo, por ese jodido y loco momento. Cerró los ojos y acarició el paraíso como hace mucho tiempo no lo hacía y se negaba a descender de él, para caer entre las llamas del infierno que era su realidad. ¡Se había corrido en los labios de Amber y jodidamente lo había disfrutado!—Thiago —la escuchó murmurar, pero él se negó a abrir los ojos. ¿Cómo haría para verla a partir de ahora? ¿Cómo haría para estar en la misma habitación sin pensar en los labios carnosos de Amber sobre su polla? ¡Había cometido una reverenda locura y estaría maldito si pretendía repetirlo! No, esto no podía salirse de control. No podía permitir que fuera más allá de este error.—Vete Amber —pidió con el tono de voz más calmado del que fue capaz de pronunciar. Y, aun así, aquella petición le dejó un amargo sabor en la boca.—¿Qué? —la voz de Amber sonó sorprendida y hasta herida. Pero no podía verlo a los ojos y no lo hizo.—Vete, quiero pensar que esto ha sido solamente
Amber se preparó mentalmente para lo que venía. Afortunadamente, no estaría encerrada con Thiago Montgomery entre cuatro paredes. Hoy tenían la cita con Félix Remington, el hombre más escurridizo que no había tenido el placer de conocer.—¿Estás lista, cariño? —preguntó Andy saliendo del cuarto de baño.—Tan lista que, deseo volver a la cama y tirarme a dormir hasta que el año haya pasado.—¡De ninguna manera! No hice circo, maroma y teatro para que te quedes escondida en esta habitación. ¿Le darás a Thiago el poder de verte convertida en un ratón?Amber amaba muchísimo a Andy, pero en mañanas como esa; estaba tentada a lanzarla por la ventana.—Oh, no, no me mires así, Amber. Fuiste tú quien insistió en volver a San Francisco y has sido tú quien tomó la decisión de aceptar vivir en casa de tu cuñado sin consultarlo primero conmigo, así que, ¡no me mires así!Amber apartó la mirada con resignación. No podía rebatir las palabras de Andy. Ella había insistido en todo y ahora solo le que