Peleando la custodia

Alicia permanecía sentada en el elegante sofá con la mirada perdida, no podía asimilar tremenda noticia. Sintió como si le hubieran partido el corazón en dos, en cuestión de segundos, le habían arrancado la felicidad que tanto le había costado encontrar y todo su mundo se había hecho añicos.

— ¡Alicia mi amor! ¿Qué te pasa? ¿Qué tienes? ¡Despierta por favor! —gritaba Galeano desesperado.

Alba se acercó y le dijo molesta:

— Después de una noticia tan horrible como esa ¿Qué pretendías? La pobre no aguantó la impresión de haber descubierto la clase de marido que tiene.

Diana fue por alcohol y untó un algodón colocándolo debajo de su nariz para que volviera en sí. Se había puesto pálida. No cabía la menor duda de que aquella noticia la había afectado en gran medida.

— ¿Pero qué me pasó? Sentí que todo me dio vueltas y después vi todo negro y no supe ya nada más de mi.

Galeano la tenía agarrada de la mano y enseguida le dijo con mucha sutileza:

— Mi amor es que te desmayaste.

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