La sirvienta, visiblemente nerviosa, no respondía con claridad a las preguntas de Alicia. La curiosidad de esta última crecía:—¿Pero qué pasa? ¿Por qué no terminas de decirme quién me busca? —insistió.La sirviente, evitando mirar a los demás presentes, respondió con un gesto en sus ojos que dejó claro a Alicia la gravedad de la situación:—Señora, es mejor que vaya usted personalmente.Intrigado por la misteriosa visita, Miguel captó el gesto de la sirvienta y se levantó de la mesa:—Voy contigo, cariño. Carlotita, quédate aquí con tía Alba y termina tu desayuno mientras mami y yo vamos a ver quien nos visita. Alba, nerviosa, se quedó con la pequeña, preguntándose quién sería esa persona que había llegado sin previo aviso.Ambos se dirigieron a la puerta de entrada, ansiosos por descubrir a quién se enfrentarían. Sin embargo, quedaron impactados al ver frente a ellos a la persona menos esperada: Galeano.—¡Galeano! — exclamó sorprendida Alicia. —¿Pero qué haces aquí?—No comprendo
El ambiente en la mansión era tenso. Miguel apretaba los puños, luchando por contener su ira hacia Galeano. Alicia, por su parte, se debatía entre dos sentimientos: quería alejar a Galeano de su vida, pero también sabía que Carlotita lo amaba profundamente. Hacerle daño a él sería como herir a su propia hija.Finalmente, Alicia tomó una decisión pensando en el bienestar de Carlotita. —Está bien, cariño —le dijo a la niña—, claro que tu papá puede leerte un cuento. Su mirada fulminante hacia Galeano dejó claro que solo accedía a las peticiones de Carlotita para protegerla.La pequeña se abrazó a su madre, emocionada. —¡Qué bueno, mami! Eres la mejor mamá del mundo. Te amo —le dijo. Alicia sonrió, Y Galeano propuso: —Entonces, vamos, princesa. Llévame a tu habitación para ver los obsequios que trajo tu madre de su viaje.Galeano tomó la mano de la niña, pero antes de subir las escaleras, Alicia lo detuvo. —¡Un momento! —exclamó. Galeano frunció el ceño. —¿Qué pasa, Alicia? ¿Acaso te arr
Días después…El ambiente en la mansión comenzaba a llenarse de misterios y secretos que se iban enredando en medio de la paz que Alicia había encontrado al lado de Miguel, después de tanto tormento. Galeano, al volver a ver a su hija después de tanto tiempo sin poder compartir con ella, con su voz cargada de conflicto, confesó a Alba su deseo de pasar más tiempo con Carlotita. Alba, con sus ojos oscuros llenos de compasión, se ofreció a apoyarlo, dispuesta a enfrentar a Alicia y Miguel para que permitieran las visitas. Pero ¿Por qué su regreso afectaba la frágil estabilidad de la mansión?Carlotita, ajena a las tensiones, se encontraba feliz con el regreso de su padre. No entendía las miradas furtivas entre Galeano y su tía Alba, ni los susurros que se deslizaban por los pasillos. Y mientras Galeano y Alba compartían momentos al lado de la pequeña, sus corazones se enredaban en una trama inesperada. ¿Qué oscuros secretos se escondían tras las puertas cerradas? ¿Qué papel jugaba Alba
Alicia subió las escaleras acelerada, quería que salieran lo más temprano posible antes de que a Galeano se le ocurriera aparecerse en la mansión y manipular a Carlotita para que ella no quisiera ir al viaje y así quedarse con él.La finalidad de ese viaje inesperado, era con el propósito de alejar a su hija Carlotita de Galeano, ya que desde que este había regresado, no dejaba un solo día de ir a la mansión para ver a la pequeña. Pero Alicia ignoraba lo que estaba sucediendo detrás de esas visitas. Alba no había bajado al desayuno, y eso era inusual. Alicia se preguntaba: ¿Se habría sentido mal? ¿O simplemente estaba retrasándose porque no quería ir con ellos a la playa? Alicia decidió ir a su habitación para despertarla. El viaje a la playa con Miguel y Carlotita no podía esperar.Al llegar a la puerta de la habitación de Alba, Alicia dudó un instante. ¿Debía tocar o simplemente entrar? Finalmente, golpeó suavemente y abrió la puerta. Lo que vio la dejó completamente helada y sin
Alicia se quedó mirando a Alba, tratando de asimilar lo que acababa de escuchar. La traición de su hermana era un golpe demasiado fuerte, pero no podía permitirse derrumbarse. No ahora.—¿Así que esta es tu decisión, Alba? —dijo Alicia, con la voz temblorosa pero firme—. ¿Prefieres a Galeano y a esta mansión antes que a tu propia hermana?Alba, con los ojos llenos de lágrimas y rabia, respondió:—No es así, Alicia. Tú fuiste la que me traicionó primero. Siempre has pensado que todo gira a tu alrededor. Galeano me ama y yo lo amo a él. No voy a renunciar a mi felicidad por tus celos.Miguel, que había estado observando en silencio, finalmente intervino:—Esto es una locura. Alicia, no tienes que quedarte aquí. Podemos irnos y empezar de nuevo. No necesitamos esta mansión ni todo el dinero que te heredó tu padre. Sabes que cuentas conmigo, para eso soy tu esposo. Y tengo una fortuna lo suficientemente grande para que tú y Carlotita, vivan como reinas. Alicia miró a Miguel, sintiendo u
Alicia estaba sentada en el sofá de la lujosa sala con las manos temblorosas. Miguel entró y notó su estado de agitación.—Alicia, ¿qué pasa? —preguntó, preocupado.Alicia levantó la mirada, con sus ojos llenos de lágrimas.—Es que tengo que decirte algo.Miguel frunció el ceño, sintiendo una punzada de preocupación.—¿Qué ha pasado ahora?Alicia tomó aire profundamente, tratando de encontrar las palabras adecuadas.—Es que Galeano estuvo aquí.—¿Qué estás diciendo? ¿Pero qué hacía ese degenerado aquí? Es un cínico, después de lo que hizo, ahora se aparece aquí tan descaradamente. ¿Pero te hizo algo? ¿Por qué estás así tan alterada?—Es que vino a decirme que Alba está esperando un hijo de él.Miguel se quedó en silencio por un momento, procesando la información.—¿Qué? ¿Alba está embarazada de Galeano? —dijo, incrédulo.Alicia asintió, mientras las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas.—Sí, y no puedo soportarlo. Nunca pude darle un hijo a Galeano, y ahora mi propia hermana… —
La mansión que había sido de Alicia, era un lugar imponente, con grandes ventanales que dejaban entrar la luz del sol, iluminando los elegantes muebles y las obras de arte que adornaban las paredes. A pesar de su belleza, el ambiente estaba cargado de tensión y tristeza.Alba estaba sentada en su habitación, una estancia decorada con tonos suaves y muebles de madera oscura. Las cortinas de encaje se movían ligeramente con la brisa que entraba por la ventana abierta. Sentada en un sillón junto a la ventana, Alba miraba al jardín, pero su mente estaba lejos. La pequeña Lucía lloraba en su cuna, pero Alba estaba tan sumida en sus pensamientos que no se daba cuenta. Galeano, desde su estudio, escuchó el llanto de la bebé y entró rápidamente a la habitación.—Alba, cariño, ¿acaso no escuchas que la bebé está llorando? —preguntó, preocupado.Alba levantó la mirada, sorprendida.—Ay, perdón, no me di cuenta. Estaba con mi mente en otro lugar. Pobrecita, debe tener hambre.Galeano, visibleme
Alba estaba desesperada. Su pequeña bebé lloraba sin parar y ella temía por su salud. El frío de la noche calaba hasta los huesos, y no tenía a dónde ir. Con el poco dinero que le quedaba, subió a un taxi y se dirigió a la villa donde vivía su hermana Alicia.Al llegar allí, tocó la puerta temblorosa. Una mujer de la servidumbre abrió y de inmediato avisó a Alicia, quien se encontraba en la habitación de su hija Carlotita.—Señora Alicia, disculpe la molestia, pero la busca la señora Alba.Alicia palideció. El solo escuchar el nombre de su hermana la hizo estremecer. No comprendía cómo se atrevía a aparecer después de todo lo que le había hecho.—¿Estás segura de que se trata de Alba? —preguntó Alicia, con un nudo en la garganta.—Sí, señora. Es su hermana y viene con una bebé en brazos.Mientras Alicia luchaba por mantener la calma, la pequeña Carlotita brincó de emoción.—¡Qué alegría! Es tía Alba, yo quiero verla.—¡Carlotita! Espera, es mejor que te quedes en tu habitación mientras y