Se acabó la paz

La sirvienta, visiblemente nerviosa, no respondía con claridad a las preguntas de Alicia. La curiosidad de esta última crecía:

—¿Pero qué pasa? ¿Por qué no terminas de decirme quién me busca? —insistió.

La sirviente, evitando mirar a los demás presentes, respondió con un gesto en sus ojos que dejó claro a Alicia la gravedad de la situación:

—Señora, es mejor que vaya usted personalmente.

Intrigado por la misteriosa visita, Miguel captó el gesto de la sirvienta y se levantó de la mesa:

—Voy contigo, cariño. Carlotita, quédate aquí con tía Alba y termina tu desayuno mientras mami y yo vamos a ver quien nos visita.

Alba, nerviosa, se quedó con la pequeña, preguntándose quién sería esa persona que había llegado sin previo aviso.

Ambos se dirigieron a la puerta de entrada, ansiosos por descubrir a quién se enfrentarían. Sin embargo, quedaron impactados al ver frente a ellos a la persona menos esperada: Galeano.

—¡Galeano! — exclamó sorprendida Alicia. —¿Pero qué haces aquí?

—No comprendo
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