—Disculpe, señorita, tiene que…—No… —Fabiola se rehúsa.Alguien quiere apartarla de su hombre, y no quiere hacerlo, hasta que la cara molesta de la enfermera.—Amor, por favor… Harán mis curas…Entonces la pelinegra recuerda que se quedó a dormir en la camilla con Diego, incluso cuando su padre le insistió en ir al hotel con él.Levanta la cara del pecho de su ojimiel. Hace mucho que no dormía tan bien.Ella besa la frente de Diego, y le da un vistazo a su ojo. Le preocupa, pero tiene fe en que todo mejorará. Si están juntos, sabe que podrán superar todo. Incluso si queda ciego, entonces ella mejorará su visión para ambos. Si él siente rechazo a las posibles cicatrices de sus brazos, ella las besará todos los días para hacerle entender que nada de eso importa. Asegurándole que él seguirá siendo el mismo hombre fabuloso que es incluso con esos pequeños defectos.Fabiola va al baño de la habitación para hacer sus necesidades, se lava la cara y se da cuenta que no se ha echado ni una go
Es por la tarde cuando Giselle se encuentra con su novio Edgar en el parque de siempre, en donde este vende churros junto a su hermana pequeña.—Bebé, hey hey, ¿sucedió algo?El chico se preocupa de inmediato al verla llegar. El rostro de la chica es cabizbajo, su mirada igual. Entonces él envuelve en un abrazo reconfortándola, al cual Eirimar se une también.Giselle se siente a gusto con el abrazo de ambos, así que suspira.—Es… Mis padres se van a separar —responde con nostalgia. Después de que le afirmó a su padre que su madre le era infiel, no esperaba menos de él. Son sus padres pero sabe que no hay amor—. ¿Podemos hablar un momento, Ed?El chico le indica a su hermana que se quede a cargo del negocio, y entonces caminan hasta el árbol de siempre que está a unos metros alejado del carrito de churros.—Lo siento mucho, bebé —expresa con pesar—. ¿Pero qué ocurre?—No te preocupes… Ya lo veía a venir. —Se encoge de hombros, aunque preocupada por su mamá—. Y Yo… Ahm… Me gustaría habl
Narra Diego.Una vez que soy dado de alta, Fabiola me extiende las gafas de sol que le pedí. Puedo caminar sin ayuda, pero no es fácil hacerlo cuando estoy acostumbrado a ver por mis dos ojos. Debo esperar al menos una semana para que me hagan los estudios.No estrés. No sol. No demasiado frío. Mantener mis heridas limpias.Fabiola le asegura al doctor que se hará cargo de mí, y me calienta el corazón ver esa sonrisa suya, a pesar de todo, tan feliz de que estemos juntos.Estaba demasiado preocupado por las represalias de Cassidy, pero Fabi me contó todo, y sé que debo compensar de alguna manera a Steve por todo lo que ha hecho por mí porque incluso me ha traído mi teléfono de vuelta.Mi suegro nos espera en el pasillo y sonrío al verlo. Él se acerca y me da un corto abrazo que no esperaba.—Así que tendremos vacaciones —dice Luis con expresión relajada.Le dije a Fabiola que podríamos irnos a nuestro país, para que su padre preocupado por ambos no tuviera que quedarse aquí, pero ella
Son horas de la mañana cuando Brianna se encuentra entrando a la habitación de Danilo, con los ojos hinchados de tanto llanto. Sus padres quieren llevarse a la niña fuera del país para realizar sus quimioterapias, pero la niña no quiere irse de la ciudad. Aunque Brianna sospecha que, en el fondo, la niña solo está preocupada de que al volver con su abuela, no vuelva a ver a su madre nunca más. —¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué dejaste que llegáramos hasta aquí? —Danilo quiere decirle con fluidez, pero consigue hacer las preguntas entre palabras cortadas por su condición. Quiere reclamarle tantas cosas. Pero Brianna no deja que él siga hablando y comienza a explicarle todo lo sucedido con lujo de detalle, incluso lo mala persona que se siente porque, hace dos años, no estuvo presente cuando le detectaron leucemia a la pequeña. En su pecho no cabe el arrepentimiento y la angustia. Ni ella misma se explica cómo es que pudo ser tan poco afectiva, tan de mal corazón. Le dice que solo
Giselle llega junto a Edgar y Eirimar a la humilde casa, y de inmediato se siente cómoda porque su suegra le ofrece café con algunas galletas antes de hacer la cena. Después de unas horas conversando sobre la costura, la chica se encuentra en la cocina, ayudando a la señora a cocinar.La mujer comienza a contarle su historia, y cómo ha salido adelante con sus dos hijos. De inmediato Giselle siente admiración por ella, y no puede evitar compararla con su madre. Tiene un hueco en el pecho por su situación con ella. Si bien se habían mantenido unidas por lo sucedido con Danilo, eso no borra el hecho de que su madre sea tan superficial, y que no sea capaz de ver las cosas desde el corazón.—¿Pasa algo, bebé? —pregunta Edgar quien llega con una gaseosa de la tienda.—Sí… —intenta sonreír, pero no puede, los recuerdos con su madre y ahora el divorcio la ponen nostálgica.Pero Helen se da cuenta de su estado de ánimo y le sonríe.—¿Ya conoces la habitación de Ed? Espero que la haya arreglado
Narra Fabiola.—¿Lo ven? —cuestiona la mujer, mostrándonos en el monitor cómo nuestro bebé está cada vez más formado.La emoción me gana cuando escucho su fuerte corazón. Diego toma mi mano y le pide a la mujer que nos deje la grabación. Ella acepta. Está tan emocionado que lo creo capaz de colocar de tono de llamadas el sonido del corazón de nuestro bebé.Ya ha pasado una semana desde que lo dieron de alta, así que después de salir de la consulta, nos dirigimos a la sala en donde le harán sus estudios. Hay algunas personas esperando por ser atendidos, así que nos sentamos en las bancas, mientras mi hombre reposa una mano en mi abultado vientre, acariciándolo.Estoy a punto de cumplir dos meses, y aún no he sentido su primer movimiento. Papá me dijo que yo me moví en el vientre de mamá cuando tenía tres meses, así que, no le pediré que lo haga si él o ella no lo quiere hacerlo aún. Pero le hablo, todas las mañanas, medio día, tardes y noches, le hago saber que es un bebé amado y que s
Otro día llega y Fabiola despierta rodeada de amor; con su padre llegando a ella para abrazarla y desearle un feliz cumpleaños, y con Diego, con un desayuno perfecto en una bandeja, más un hermoso ramo de rosas en la otra mano.Diego no deja que ella se levante de la cama cuando se acerca para robarle un beso corto.—Feliz cumpleaños, preciosa —le desea.—Bien. Los esperaré abajo —anuncia su padre, y ella se despide con una sonrisa nostálgica.Estuvieron todo el día de ayer platicando sobre Adelina, y el hecho de que, aunque no han formalizado algo, quieren seguirse viendo a ver qué sucede, ya que ambos tenían mucho tiempo siendo solteros. Fabiola lo ha entendido, y ha apoyado con todo el amor.—¿Vamos a salir? —cuestiona ella, tomando las flores y quedando encantada con el olor de ellas—. Pero… ¿No deberías hacer la operación hoy?Diego se sienta en la cama, y comienza a darle de comer. Ella se deja consentir.—Respecto a eso... Hablé con el doctor, me dice que… No podría volar despu
Narra Diego.—¿Hace cuánto que no manejas una bicicleta? —cuestiono a mi amor—. ¿Recuerdas cuando te daba paseos en mi bici? Y luego iba detrás del auto de tu padre igual para acompañarte a la escuela —suelto una risita, perdido en los recuerdos.—Me pregunto qué pensabas mientras ibas detrás del auto en la carretera —dice ella desde el baño, saliendo ahora, dejándome boquiabierto.Mis sentidos se activan, queriendo tomarla ahora mismo al verla con ese vestido ligero pegado a su cuerpo, resaltando sus senos y su abdomen abultado con mi bebé allí dentro.Miierda. ¿Por qué parece que su cabello luce mucho más hermoso ahora? Lo tiene suelto, casi besando su espalda baja, brilloso y tan suave.Me muerdo el puño mientras hago un sonido frustrando desde mi garganta, cuando ella da una vuelta con esa mirada coqueta que me desarma.—Quiero recuperarme, pero más quiero hacerte mía.—¡Diego!Ambos reímos por mi comentario. Solo ha pasado una semana desde mi operación. Cada día me encuentro más