Volvimos...
Narrador. La pareja de enamorados se toma de la mano al momento en que bajan del taxi. Han dejado sus cosas en un hotel en el centro de la ciudad al llegar, y se han preparado mentalmente para la situación que estarán por vivir. Fabiola toca la puerta de su casa dándose cuenta que no es la misma de antes, mientras Diego la ve con determinación. "Es lo que debemos hacer". "Nadie nos va a separar". Se han dicho mutuamente. Luis abre la puerta y apenas los ve, siente su pecho hundirse. —Él no va a entrar a nuestra casa —avisa sintiendo molestia, solo mirando a su hija. Fabiola se siente más nerviosa que antes, pero el contacto con Diego la hace sentir valiente. —Si no entramos ambos, entonces me voy —dice determinada, a punto de llorar por hablarle así a su padre. El piloto rápidamente intenta convencerlo. —Señor Luis, por favor... Ya no somos adolescentes. Ya no soy un adolescente. Amo a su hija, siempre la he amado. Déjeme explicarle lo que pasó, por favor... —suplica, sintiend
Narra Danilo. Brianna me dejó en casa de mis padres después de hacerme tal confesión. Sentía algo extraño por primera vez que en mi pecho, al ver a la niña. Ella me tenía miedo y yo no quería que lo tuviera. Pero no había mucho que hacer, estaba odiando demasiado a Brianna en ese momento por ser tan mala madre, por haberla ocultado de mí. Mi cabeza también se iba la traición de Diego y Fabiola, y eso me ardía aún más. Salí del auto de Brianna diciéndole que en cuanto todo tuviera sentido para mí, debíamos tener una conversación. Ella le dijo a la niña que se despidiera de mi, y mi corazón se removió cuando agitó lentamente su mano, aunque sin darme una sonrisa. —¡Danilo, hijo! —Mamá fue hasta mí, abrazándome, llorando al verme—. ¡Estás bien! ¡Me alegra tanto! ¿Fue Brianna quien te sacó? ¡Esa muchacha se preocupa por ti! ¡Tu padre no quiso pagar tu fianza y Luis quiere destruir nuestra vida! ¡Nos mandó a desalojar la casa, hijo! ¡Tenemos 72 horas para irnos! Mientras mi madre habla
Narra Diego.Danilo había pasado días sin dormir. Estaba deshidratado, y seguramente, soportando muchos dolores de cabeza los últimos quince días.Él se enteró de Fabiola y yo, y se debilitó aún más, pero vernos, fue el límite.Vasos sanguíneos muy débiles. Hemorragia cerebral causada por presión, por rabia, estrés, horas sin dormir.Verlo a la distancia en la sala de recuperación tres días después de lo que pasó, aún sin despertar, hace que se hunda mi pecho.La operación resultó un éxito pero lo mantienen dormido porque necesitan asegurarse que esté físicamente estable para enfrentar lo que se viene.Parálisis parcial o completa, debilitamiento de músculos, problemas con la visión e incluso problemas para expresar sus sentimientos o si quiera pensar.Es lo que el doctor nos ha dicho.No he querido moverme de aquí al menos que sea necesario.Estoy tratando de cubrir con los gastos de todo con el dinero que he ganado últimamente en la aerolínea, incluso, con toda la vergüenza, pedí un
Contra reloj, termino de corregir el maquillaje en el párpado de Aitana, mi clienta estrella. Me hago a un lado para que pueda ver el resultado en el espejo y al verse grita de emoción. Pronto me toma por los hombros, me sacude, emocionada, y sonríe ampliamente.—¡Eres la mejor, Fabiola!—¡Ahora ve y amarra a ese hombre! —la motivo.Aitana va de un lado a otro en la habitación y se acerca para darme un beso en la mejilla.—¡De por vida! —asegura—. ¿Vas a la fiesta?—Por supuesto que sí, ¿cómo no? Tengo que retocarte.—No te preocupes demasiado por esto, amiga, antes de que acabe la noche seré bruma y candela. Cualquier rastro de elegancia desaparecerá...Reímos por ello y la veo partir hacia la puerta para dejar entrar a sus damas de honor. Resulta que hoy es su gran boda con un irlandés que conoció gracias a su trabajo de influencer, así que todo es bastante desesperante y extravagante para ella.Siento un poco de nostalgia al ver cómo sus damas terminan de poner la parte delantera d
—¿Fabiola?, ¿te encuentras bien? —cuestiona mi cuñada Giselle abriendo la puerta de la habitación en la que me encuentro, es la de Danilo.Después de montar los globos y ayudar en la cocina le dije a todos que tengo malestar estomacal, cosa que es mentira. Más bien, tengo malestar del corazón, un malestar profundo.Entonces limpio con disimulo mis lágrimas para darme vuelta hacia ella. Esta me sonríe, aunque preocupada, y toma asiento a mi lado en la cama.—¿Conoces a Diego de alguna parte? —me cuestiona interesada—. Te veías muy mal, y al chocolate le echaste sal, no azúcar...La veo a la cara con toda la pena del mundo, pero no nos tardamos en estallar a carcajadas.—¿Buenas? —habla la voz de este hombre.Rápido se me acelera hasta lo que no se me debería acelerar, y aprieto mi mano con fuerza en medio de mis piernas mientras la otra luce completamente relajaba sobre la de Giselle.Diego busca mi mirada y yo la desvío hacia el closet de Danilo.—Debes tocar antes de entrar —le recla
Para cuando la marea se calma y las sensaciones en mi cuerpo también, nos reunimos en medio de la sala.—¿Y por cuánto tiempo vas a quedarte, hermano? —inquiere mi novio al castaño.Yo me encuentro tomada de la mano de Danilo, más que para asegurarme de no debilitarme que por un gesto de amor, y me siento mal por eso.Diego toma su copa y mira al rubio con cierto aire de arrogancia que me hace arder las paredes del estómago.—El tiempo que desee, acumulé muchas vacaciones... —responde—. Y tú, ¿tendrás tiempo para mí o todo el tiempo libre lo inviertes en Fabiola?El corazón se me paraliza al escucharlo decir mi nombre. ¡Él me conoce! ¡Claro que lo hace! Aprieto la mano de Danilo y este a pesar de tener rostro confundido por mi acción, solo se acerca para besarme la frente. Suspiro.—Sí, pero haré lo posible por estar más presente... Hace unos meses me han promovido, Diego...—Ah, sí, Giselle fue la primera en correr a llamarme, ¿no es así, hermanita? —dice a esta para apretar sus cach
Escucho el vidrio romperse en alguna parte de la sala, y cuando alzo la vista me encuentro con Diego corriendo fuera del club.Miro de nuevo a mi novio, y con lágrimas en los ojos niego lentamente, causando que todos se queden mudos, y este se muestre completamente decepcionado.—¿Por qué? —cuestiona Danilo, las lágrimas en sus ojos se asoman, y me parte el corazón—. ¿Acaso no me amas?—¡Claro que te amo, Danilo! Pero... Dios, lo siento tanto...Incapaz de seguir aquí frente a mi novio decepcionado y todo el mundo observándome como una rata de alcantarilla, salgo corriendo por el mismo sitio que Diego.Jadeo cuando me encuentro con su pecho de frente y me estremezco. El castaño me toma por los hombros y tengo que mirarlo a esos ojos que por tanto tiempo me encantaron y cegaron, y este sacude la cabeza con severidad.—¿Qué estás haciendo, Fabiola? —me pregunta con molestia.—¡Nada que te incumba! —respondo, soltándome de sus gruesos y fuertes brazos, para seguir mi camino.—¡Sí me incu
Narra Diego. —Oye grandulón —me llama Giselle, y la veo venir hacia la cocina en pijama—. ¿Y las novias? Daniela, que se encuentra en la cocina terminando de hacer unos huevos revueltos para mí, se ríe desde su sitio. —¿Crees que Diego es de tener novias, Giselle? Se me eriza la piel por la molestia. Claro. Ella no cree que yo puedo mantener una relación estable con alguien porque cree que soy un mujeriego. Intento reír un poco, cuando Giselle levanta el ceño hacia mí y nuestra madre nos sirve el desayuno. —Sí tengo una novia, madre, se llama Cassidy, es hija de un buen español con una gringa, es azafata de mi tripulación —digo, aunque hay una parte de la historia que no es real. —Oh guao… —dice mi madre—. ¿Y por qué no la conocemos? —Porque solo yo estoy de vacaciones, madre... —miento de nuevo, irritándome un poco porque por querer demostrarle lo contrario ahora va a perseguirme hasta saber si es verdad. —¡Yo quiero ver una foto! —Giselle se sienta a mi lado, entonces me po