Narra Fabiola. —¿Lista? —me dice el obstetra —. Vamos a darle un vistazo a este bebé… Mantengo mis manos juntas sobre mis pechos, aunque noto la ansiedad de Diego de tocarme. Me siento totalmente perdida en el momento en el que el frío toca mi bajo vientre. Cuando veo en la pantalla una pequeña mancha, mi cuerpo comienza a tener espasmos por los sollozos. Voy a tener un hijo. Y no sé si es de Danilo o Diego. Eso lo único en que he estado pensando desde que leí los resultados en el pasillo. El hecho de solo pensar que Danilo pueda ser el padre me devasta, porque lo único que quiero es hacer mi vida con Diego, y si este bebé es hijo de mi ex, tendré que estar atada a él toda la vida. No culpo al bebé en lo absoluto. Pero me siento tan idiota. ¿Por qué dejé que se corriera dentro aquella vez en el auto? Hay una gran probabilidad de que… —Es apenas un pequeño embrión. Según la evaluación, debe tener al menos unas dos semanas desde su fecundación. Felicidades. Giro a ver a Diego fin
Maraton 1/3Narra Diego.Dejar a Fabiola en la sala me ha dejado con el corazón nostálgico. Sin embargo, ahora que seremos padres, sé que debo dar lo mejor de mí. Tengo que salir de todos los problemas que traigo encima para poder recibir a mi hijo de la mejor forma posible.Seré el padre que siempre deseé tener. Como mi tío Rubén, a pesar de sus errores. Un hombre del que mi hijo o hija tenga el orgullo de llamar su padre.Con una sonrisa por haberme entregado a la mujer de mi vida, y por la noticia. Apenas me consigo con la tripulación, lo grito.—¡Voy a ser papá!Todas las azafatas y mi copiloto aplauden, me felicitan. Este no es mi equipo pero ya quiero compartir esto con ellos porque sé que les ha agradado mi mujer.Mucho antes de volar recibo un mensaje de mi hermosa mujer que me deja embelesado.Fabiola: Nos iremos a dormir. Ha sido un día tremendo.Una foto de ella sin camiseta, solo en brasear, dejándome ver su abdomen. Me causa risa porque no se nota aún, pero también me lle
Maratón 2/3Narra Fabiola.Me encuentro tomando un caldo cuando de repente suena la puerta.—Yo voy. No te muevas. Sigue comiendo.Alzo los hombros y luego sonrío satisfecha al terminar mi caldo sin sentir nauseas ni mi estómago revolverse. El hecho de tener un limón a la mano, como me lo ha recomendado Diego, me ayuda, aunque… Tuve un arrebato de exprimirle tres limones al caldo. Carajos. Sabe delicioso.—¿Quién era…? —Mi boca se abre al darme vuelta y ver un enorme ramo de rosas eternas, junto a una pequeña caja.Mis ojos se cristalizan cuando tomo la tarjeta con un mensaje, aunque escrita digital, con una hermosa letra cursiva.“Eterno, como mi amor por ti y el fruto de nuestro amor. Los amo.Diego Monsalve”Una frase tan pequeña pero que me llega directo al corazón. Termino abrazando el ramo de rosas color pastel, llorando de emoción, pero termino sollozando sin consuelo al ver el contenido de la caja pequeña.Es un conjunto de bebé recién nacido, color amarillo pastel, con el tim
Maratón 3/3 Narra Fabiola. Nos encontramos en el parque cerca de la casa de mi padre. La pequeña Danna juega en el suelo con tierra, junto a otros niños de su edad. Cada vez que la veo, mi corazón se rompe en pedazos. No es justo que un ser tan pequeño tenga que pasar por algo así. —A veces… Creo… que se trata de… Un castigo, ¿sabes? —solloza Brianna, devastada—. Yo nunca la quise tener… Mis padres me obligaron a hacerlo… La dejé con mi madre, yo hice mi vida estos años; pero no estuve para ella durante el tiempo en que… le diagnosticaron la leucemia. Y luego… Se recuperó… Pero… Aquí está de nuevo… Ha vuelto. Y la traje porque… La traje porque pensé que Danilo podría ayudarme a… Tomo sus manos sobre la mesa. Jamás imaginé que podría estar en una situación como esta con esta mujer, mucho menos cuando se trata de la hija de Danilo. —Te entiendo, Brianna… Ella sacude la cabeza repetidamente. Puedo ver en sus ojos lo afectada que está por todo. —Estar este poco tiempo con ella me h
Narra Diego. La segunda semana de trabajo continuo terminé de pagar la deuda con Rubén, lo cual me ha dejado realmente aliviado. Esta semana, espero mi pago para abonarle al idiota de Sergio. Apenas terminamos el procedimiento de aterrizaje, que bajo del avión, un hombre camina hasta mí. —Diego Monsalve, por favor —me llama un supervisor de los tripulantes del aeropuerto de México. Me sigo al supervisor hacia su oficina. Me siento en la silla, tranquilo porque sé que no puede tratarse de algo malo. Estos días he sido un jodido angelito. —Dígame señor, ¿para qué soy bueno? —Señor Monsalve, he recibido una llamada del señor Steve Down. Me dijo que hablara con usted a penas aterrizara —me explica—. Tiene tres semanas trabajando de forma continua señor Monsalve. Sin un día de descanso. ¿Por qué ha estado trabajando en sus días libres? —Hablé de esto con el supervisor de… —Su jefe es Steve Down. Si él no ha autorizado lo que hace, nadie más puede hacerlo. Rompe con las políticas de
“Nunca lo olvides”.Fabiola repite el audio de Diego una y otra vez.Han pasado doce horas y nadie ha podido darle noticias de él.Lo llamó unos dos minutos después de que este le dejó aquél audio, pero él nunca respondió. Ni siquiera le llegan los mensajes. Su tripulación, ni su supervisor saben de él más que Steve le dio permiso de irse a casa una semana entera.¿En dónde está? Fabiola no deja de hacerse esa pregunta, con el corazón en la mano.Ayer en la mañana cuando vio su respuesta, cuando vio esa imagen en dónde él le señalaba lo obvio, y además leyó su mensaje emotivo, se sintió destrozada, tan culpable.¿Cómo pudo perder tan rápido su fe en él? ¿Cómo es que estaba a punto de terminarle?El hecho de que Rosalie le respondiera que estaba en España alejó sus esperanzas, no pensó en dar una segunda oportunidad, no pensó en su hijo, su dolor fue tanto que, se desmayó, paró en la sala de cuidados del aeropuerto. Luego fue llevada a casa de su padre por Aitana, y se quedó con ella t
Fabiola siente cómo el alma vuelve a su cuerpo cuando recibe una llamada del teléfono de su piloto favorito.—¿A-mor?—Mi vida… —apenas puede articular Diego por la conmoción.—Di-Diego… Te amo… Lo siento. Lo siento por dudar de ti, mi amor, ¿en dónde estás? Iré a verte… Diego… ¿En dónde has estado?El corazón de Diego se oprime por el dolor y la desesperación en su voz.—Estoy… Bien… Me… Me mantuvieron secuestrado —dice la verdad, con el corazón en la mano porque sabe que esto la pondrá peor, pero no puede decirle una mentira—. Mi vida, pero… No, amor… No llores más, por favor, bebé. Estoy bien… Estoy en un hospital… Todo estará bien… En cuanto me recupere te aseguro que…—No. No. No —lo interrumpe, angustiada—. Iré a verte. ¿En qué hospital estás? Mi padre y yo vamos rumbo al aeropuerto. Dime en dónde estás.—Fabiola…—Diego, basta. No me hagas esto. No puedes decirme algo como eso y pretender que voy a quedarme tranquila en casa porque no lo haré. Por favor… Necesito verte. Me duel
—Disculpe, señorita, tiene que…—No… —Fabiola se rehúsa.Alguien quiere apartarla de su hombre, y no quiere hacerlo, hasta que la cara molesta de la enfermera.—Amor, por favor… Harán mis curas…Entonces la pelinegra recuerda que se quedó a dormir en la camilla con Diego, incluso cuando su padre le insistió en ir al hotel con él.Levanta la cara del pecho de su ojimiel. Hace mucho que no dormía tan bien.Ella besa la frente de Diego, y le da un vistazo a su ojo. Le preocupa, pero tiene fe en que todo mejorará. Si están juntos, sabe que podrán superar todo. Incluso si queda ciego, entonces ella mejorará su visión para ambos. Si él siente rechazo a las posibles cicatrices de sus brazos, ella las besará todos los días para hacerle entender que nada de eso importa. Asegurándole que él seguirá siendo el mismo hombre fabuloso que es incluso con esos pequeños defectos.Fabiola va al baño de la habitación para hacer sus necesidades, se lava la cara y se da cuenta que no se ha echado ni una go