—Buenas noches, mi reina —oyó hablar a Tristan ya muy lejos de allí.
Apretó los dientes y gritó de pura rabia.Odiaba a su esposo, y aparentemente él la odiaba, o al menos no le importaba en lo absoluto si es que la iba a dejar ahí en nada más que un fino y corto camisón para morir de frío. Maldito sea. Lo odiaba.La brisa sopló fuerte en el lugar, apenas siendo rezagada por las paredes de madera, y Kairi se abrazó desesperadamente a sí misma mientras ahora concentraba su mente en una manera de no morir de frío en vez de diversas formas de matar a su esposo.Había unos cuantos trapos sucios tirados por ahí, pero no serían suficientes. Corrió a abrazarse a uno de sus caballos favoritos mientras pensaba. Era una yegua de color marrón caramelo y grandes ojos oscuros que siempre la miraban con dulzura.—Lamento despertarte, Meri. —La acarició cuando relinchó suavemente. Su calidez le trajo un poco de alivio, pero seguía sin ser suficiente para pasar la noche. Una cosa que la hacía especialmente unida a esta yegua era que la habían dejado nombrarla, aparentemente la habían adquirido solo recientemente. —Un malvado rey bastardo me odia, así que parece que vamos a dormir juntas. —Sintiéndose patética y miserable, junto un montón de heno y lo atrajo hacia ella, poniéndole luego los trapos encima y rezando porque la ayudaran a no morir de frío, había juntado lo suficiente para que le cubriera por completo las piernas y el estómago, eso junto con el calor de Meri tendría que bastar.De todos modos, pensó, realmente no importaba si moría, ¿y qué si dejaba de existir? Hallagher tendría que darle la noticia a su familia y su hermana lloraría y eso era todo, bueno, no, sabía que su familia iba a sufrir mucho, pero estar muerta o no estar muerta daba lo mismo si no estaba con ellos, y al menos si estaba muerta no tendría que soportar los maltratos de su esposo.Se negó a llorar y se durmió en un sueño inquieto odiando desde el fondo de su corazón a aquel hombre con el cual la habían obligado a casarse.Extrañamente, despertó riendo, con el aliento y el hocico de Meri haciéndole cosquillas en el cuello. Soltando risitas de alivio y cariño, apartó suavemente a la yegua y se deshizo del heno y los trapos sucios que afortunadamente no se habían esparcido y la protegieron durante la noche junto a su amada equina.Pudo notar por las rendijas entre las maderas que recién estaba amaneciendo, los sirvientes no deberían tardar mucho más en llegar.Aun hacía un poco de frío, así que volvió a abrazar a Meri, alimentándola mientras tanto, acariciándola.Pese a lo patética que se veía, soltó una risita al imaginarse las caras de los sirvientes cuando la vieran en ese estado y con un camisón, a ver si seguían respetando a su excusa barata de rey.Oyó la puerta abrirse y dejó escapar un suspiro de alivio, amaba a Meri, pero se moría por salir de ese horrible lugar.—¡Kairi! —Se sorprendió al oír la voz de Meredith y no de uno de los que atendían los establos, así que rápidamente corrió hacia la entrada, siendo de inmediato sofocada por el abrazo de su dama y una gruesa y cálida manta cubriéndola de pies a cabeza—. ¡Estaba tan preocupada, no puedo creer que él te haya hecho esto! —Sonaba como si estuviera a punto de llorar.—¿M-Meredith? —Como pudo se las arregló para respirar en su abrazo y palmear su espalda—. T-tranquila. Estoy b-bien… —No lo estaba, aún temblaba pese a estar cubierta, por lo que suponía que había pescado un resfriado y tenía fiebre—. No te preocupes.—¡Claro que me preocupo! ¡Voy a matarlo! —De repente la soltó con una mirada feroz, pero se suavizó al posar sus ojos claros en ella—. Vamos querida, te darás un baño caliente y luego te quedaras en tu cómoda cama leyendo todos los libros que quieras. —La mantuvo abrazada y cubierta mientras volvían de vuelta al palacio.El resto del día se la pasó bajo el cuidado de su dama y de Isadora, puesto que sí había enfermado, aunque por fortuna no era nada grave. Al llegar la noche tuvo miedo de volver a enfrentar a su esposo, pero Meredith le aseguró que él había salido de viaje, por lo que no tendría que preocuparse por varias semanas.Kairi nunca había sentido tanto alivio como el que le trajo esa noticia.Pasaron dos semanas completas en las que estuvo en total paz sin Tristan alrededor, pudo conocerse más con los sirvientes y explorar sin miedo a ese bastardo, estaba más relajada y todo el mundo lo notaba, incluso… hubo un sirviente en particular que le cayó extremadamente bien.Su nombre era Kenny, y era el chico más dulce que había conocido nunca, en cierto modo le recordaba a su hermana Shirley, solo que era mucho más divertido de molestar y menos adorable que ella, aunque todavía muy adorable para ser un hombre.Trabajaba en la cocina y desde que aprendió sus postres favoritos siempre se las arreglaba para prepararle uno o al menos pasarle un bocadillo o caramelo ocasional, y hasta había tomado la difícil tarea de enseñarle a cocinar, cosa que incluso la persistente Shirley se había rendido de intentar hacer.Él, Meredith y Meri casi la hacían sentir que valía la pena estar allí lejos de su familia y casada con un monstruo, y solo era casi porque extrañaba demasiado esos días en los que todo era pura felicidad al lado de Shirley, su padre loco, pero sabio, su hermano y sus sobrinos, incluso extrañaba a su cuñado, que era más músculos que cerebro. Oh, y también a su genial cuñada. Y estaba segura que de ser por su marido jamás volvería a verlos.El viaje de su marido se postergó hasta un mes entero, pero no podría importarle menos, por ella que no regresara nunca… aunque por desgracia regresó, m*****a sea que lo hizo.Ella estaba en la cocina riendo junto con Kenny mientras le enseñaba a preparar un soufflé de chocolate cuando Tristan entró al lugar, congelando por completo a todo el personal, que de inmediato se inclinó respetuosamente ante la vista de su rey, solo cuando Kenny también se inclinó fue que Kairi notó la presencia del hombre de cabello plateado.Oh, rayos.Se contuvo de gemir con exasperación, aunque no trató de ocultar su rostro de absoluto pesar.—Lo siento, Ken, me voy. Te veré luego —refunfuñó molesta, pero se las arregló para sonreírle con simpatía y agitar una mano antes de caminar hacia su esposo, que se había quedado parado en la entrada en una clara señal de que la esperaba porque algo quería con ella, aunque no podía saber qué.—Claro, señora Kairi, hasta luego. —Le sonrió aunque sin erguirse, permaneciendo inclinado ante el monarca.—¿Qué osadía es esa? —Su amigo chef palideció cuando la mirada aterradora del monstruo descorazonado se posó en él—. ¿Cómo te atreves a llamar a tu reina de ese modo? Dirígete a ella adecuadamente —prácticamente gruñó con los dientes apretados.—M-mis d-disculpas, su real alteza, le prometo ser más respetuoso con su majestad la reina. —El pobre Kenny estaba prácticamente temblando.La ex princesa se volteó para lanzarle una mirada matadora a su marido mientras salían de la cocina.—¿Qué demonios fue eso? Yo le di permiso para llamarme de esa forma, ¿creí que habías dicho que no te meterías en mis asuntos? —preguntó sin amedrentarse a su frialdad en su furia porque le espantara a uno de sus pocos amigos.—Me meteré cuando yo quiera y no tienes derecho a quejarte al respecto. —Kairi apretó los puños, odiándolo por no poder discutir con él—. Veo que no has perdido el tiempo en mi ausencia, pero déjame advertirte que si llegó a descubrirte a ti y ese cocinero cometiendo adulterio no dudaré en matarlo.—¡¿Adulterio?! —no pudo evitar chillar, horrorizada—. ¡Yo no te estoy siendo infiel con Kenny, solo es mi amigo!—No tienes necesidad de mentir, solo se más cuidadosa ahora que estoy aquí, porque si los descubro en el acto lo mataré —dijo tranquilamente, viéndose como si realmente no le importara a pesar de estar hablando de la vida de alguien.—¡Yo no soy infiel! ¡No soy una puta! —Se colocó delante de él para frenar su andar y que la escuchara—. ¡Y ni se te ocurra hacerle daño a Kenny! —Lo señaló amenazante—. ¡Te estás comportando como si fueras una especie de santo cuando a saber con cuántas te habrás estado revolcando en este mes! —Lo miró con asco. Él solo suspiró.—Mis padres me inculcaron la creencia de que el matrimonio es algo sagrado, no te he sido infiel, pero comprendo que no todos se crían con los mismos ideales, así que no me molesta que tú me seas infiel mientras no te vea, eso solo prueba la mala crianza que recibiste de… —Calló repentinamente cuando una bofetada le atravesó el rostro.La mujer bajó la mano y la ocultó tras su espalda, temblando, pero de ira.—No te atrevas a insultar de ningún modo ni a mi padre ni a mi madre. Ellos me criaron excelentemente y ya te dije, yo no te he engañado, no soy una sucia puta como a ti te gustaría que fuera. Puedes hacerme lo que quieras, ¡menos ofender a mis padres! —Lo miró con fiereza, indispuesta a dejarse intimidar cuando sabía que tenía razón.Tristan le lanzó una mirada en blanco por un momento, antes de tomarla bruscamente de las caderas y estrellarla contra el muro más cercano.—¿Nunca dejas de ser un fastidio? —habló contra su oreja, enviando pequeños escalofríos a través de su columna vertebral con su aliento caliente—. Realmente me molestas, ¿por qué no puedes solo mantener la boca cerrada? —Deslizó sus manos fuertes con lentitud a lo largo de sus costados, frotando en círculos con su pulgar—. En serio detesto… tu actitud. —Pegó sus cuerpos completamente al ras, raspando su barbilla con sus labios, de nuevo haciéndola estremecer—. Odio… todo de ti. —De pronto estuvieron frente a frente, nariz contra nariz, él con su boca peligrosamente cerca de la suya—. Solo cállate. Cállate. Cállate. Cállate. —Sin tener ni una puta idea de lo que estaba haciendo, Kairi entrecerró los ojos, con su mirada fija en sus labios gruesos tan cercanos a los suyos.—Tristan —susurró como en un trance, cerrando por completo los ojos, pero de repente él solo se echó para atrás, recuperando una distancia considerable entre ellos, dejándola allí apoyada contra la pared completamente aturdida y luego molesta ante su mirada de suficiencia.—De cualquier forma, no me importa si me eres infiel o no, ya te advertí cuales son las consecuencias de eso. —Comenzó a caminar y ella decidió seguirlo pesé al profundo rubor que se había instalado en su rostro debido a la humillación—. Así que, ¿qué harás esta noche? ¿Seguirás firme en tus insulsas convicciones de no dejar que te toque? —La miró de reojo.—Sí, en realidad, prefiero dormir en el establo que contigo, solo que esta vez con una manta por favor.Él bufó, rodando los ojos.—Simplemente puedes usar otra habitación… ¿Estás de acuerdo?—Wow, ¿estás pidiendo mi opinión? Me siento honrada, mi rey. —Se cruzó de brazos—. Claro, otra habitación no estaría mal —cedió, aunque algo desconfiada de que estuviera siendo tan amable.—Bien, entonces. —De nuevo sonó complacido con su contestación, se hubiera preguntado por qué de no ser porque al segundo siguiente la tomó de la muñeca y la arrastró hasta un cuarto al azar, metiéndola dentro y luego encerrándola con llave como en los establos—. Estoy seguro de que encerrada ahí seguramente no tendrás ningún contacto conmigo… ni con ningún otro.—¡Tristan, maldito bastardo! —Golpeó y pateó la puerta del cuarto en el que la había encerrado—. ¡¿Ni siquiera puedes ser original en las maldades que me haces?! —gruñó—. ¡¿Y qué se supone que voy a comer?! ¡¿Quieres matarme de hambre o qué?!—No exageres, solo será hasta mañana, o hasta que Meredith se entere, cosa que es poco probable porque a estas horas se está embriagando. Hasta entonces, mi reina. —Oyó sus pasos alejarse.Maldito infeliz.Así que… nuevamente encerrada por ese monstruo que se hacía llamar rey ¿eh?Su gesto se contrajo en odio, pero finalmente solo lanzó un suspiro de resignación y fue a recostarse en la cama. Al menos esta vez no tenía miedo de morir congelada hasta la muerte.Trató de dormir, pero su mente siguió torturándola incansables veces con memorias de sus días felices con su familia y fantasías horribles de cómo sería su vida de ahora en adelante si es que finalmente no tenía el valor o la suerte para concretar su plan de huir para cuando ganaran la
Cuando despertó a la mañana siguiente, Meredith y Kenny ya tenían el desayuno listo para ella. El día lo pasó tranquilo con ellos y cuando anocheció tuvo miedo de que su esposo fuera a molestarla otra vez, pero afortunadamente no se apareció en todo el día, ni siquiera para encerrarla.Pudo dormir tranquila e ir al comedor a desayunar al otro día, aunque su sonrisa se borró al verlo allí comiendo tranquilamente. Se sentó en el otro extremo de la mesa y comió en silencio, mirándolo de reojo, aunque él ni una vez pareció fijarse en ella.Terminó su desayuno y se retiró directo a los establos para ayudar allí y tal vez montar a Meri, pero al llegar se encontró con sorpresa a todos arremolinados alrededor de su querida yegua, que estaba postrada y con un aspecto realmente malo.De inmediato corrió a su lado, absolutamente preocupada.Al verla le hicieron espacio y se arrodilló junto a ella, acariciando su hocico, a lo que Meri relinchó débilmente. Su boca estaba reseca y su respiració
Aquella fue una dura mañana para Kairi, pero aun así intentó fingir que todo estaba bien y siguió con sus actividades diarias normales, como la clase de cocina de su sirviente favorito. —Majestad, ¿está todo bien? —preguntó Kenny al notarla demasiado distraída mientras trataba de enseñarle como hacer pavo.—Kenny, ya te he dicho miles de veces que no me llames así —solo dijo sin siquiera mirarlo.—Pero el rey…—Al diablo con el rey. —Bufó—. Te ordenó como tu reina que ignores la orden del rey cuando no esté presente y me llames por mi nombre. —Finalmente lo miró con ojos fieros, dejando en claro que no iba a aceptar un no por respuesta.—Pero…—Sin peros —lo tajó de una—. Dejaré las lecciones de cocina por hoy. —Suspiró, dejando de lado los ingredientes—. Ya es tarde, voy a ir a dormir. —Se lavó las manos y empezó a salir de la cocina—. Buenas noches, Kenny.—Buenas noches, Kairi. —Al oír su tono berrinchudo se dio la vuelta sonriendo y agitó una mano hacia él soltando risas
Sus ojos se ampliaron enormemente y trató de apartarlo de inmediato, sorprendiéndose cuando en serio su empujón surtió efecto alejándolo de ella incluso siendo él mucho más fuerte. —¡¿Qué crees que estás haciendo?! —chilló limpiándose la boca—. ¡Y justo cuando pensé que tanto alcohol te volvía inofensivo! —Escupió al piso—. Debí saber que no tardarías en tratar de forzarme otra vez.—No estoy tratando de forzarte —dijo él, con calma—. Estoy tratando de compensarte… —murmuró lentamente, como si tuviera miedo a hacer algo incorrecto. —¿Disculpa? ¿Ya estás hablando incoherencias de nuevo? Este tipo era intratable en cualquier estado.—Compensaré el haberte traído tanto dolor en nuestra primera noche… —Su tono era muy suave, casi dulce—. No fue como debería haber sido… y aunque no puedo darte el amor que todas las mujeres desean, sé que puedo darte placer… —Su voz ronca regresó.—P-pervertido… yo n-no quiero que te acerques a mí… —Retrocedió asustada hasta que su espalda chocó co
Cayó hacia atrás sobre su espalda entre sus piernas en el colchón, sumamente agotada, haciendo esfuerzos por respirar.Lo sintió cernirse sobre ella y lo siguiente que sintió la devolvió a la realidad, porque él la besó, y esta reina odiaba que su rey la besara, porque sus besos eran fríos, sus besos eran amargos, sus besos, al igual que lo que acababa de pasar, no significaban nada.Las lágrimas se derramaron incontrolables y sollozó.No sería necesario esperar hasta mañana, se odiaba ahora mismo.En respuesta a su llanto, el idiota de alguna manera pensó que más besos aliviarían su dolor, pero solo lo empeoraron y de inmediato trató de quitarse al bastardo de encima, pero estaba demasiado cansada, así que solo pudo llorar más y más, la frustración sin ayudarla en lo más mínimo. No esperaba que el arrepentimiento fuera tan inmediato, menos después de sentirse tan bien, pero esos besos helados le recordaban a su boda, el peor día de su vida, el día que lamentaría hasta que murie
Embarazada. Esa era una palabra que a la mayoría de las mujeres se le hacía hermosa, y Kairi creía estar entre esa mayoría, pero cuando salió de la boca de la doctora del palacio, informándole que ese era el estado en el que se encontraba y el porqué de que últimamente sintiera tantas nauseas, se le antojó como una palabra aterradora. Una palabra que destrozó su mundo y sus esperanzas.Se acabó, ya no podría escapar de Tristan Hallagher, ahora tenía algo que la uniría a él por el resto de sus vidas creciendo en su interior. Al demonio con su plan, al demonio con huir, al demonio con olvidar…Escapó de la enfermería de la doctora y corrió al cuarto más cercano, que resultó ser una bodega de limpieza, y se acurrucó en un rincón, llorando y sollozando desconsoladamente, maldiciendo a la vida, maldiciéndose a ella, maldiciendo a Tristan, maldiciendo a ese be…Frenó sus pensamientos antes de completar una sentencia tan horrible.Las lágrimas siguieron deslizándose solo que ahora silenc
Una semana después de haberse enterado del embarazo, Kairi aún no encontraba el valor ni la forma de decirle a su esposo de su primogénito en camino, sobretodo porque ni siquiera se hablaban.Desde… aquellas dos noches de debilidad… ellos se evitaban el uno al otro lo más posible, solo se dedicaban miradas a la distancia, y eran miradas llenas de puro desprecio. Se odiaban, y se arrepentían de aquellas noches, ella lo sabía muy bien. Pero aquella noche tuvo más consecuencias que solo aumentar el odio entre los dos, tuvo una milagrosa y pequeñita consecuencia que ahora mismo crecía dentro de ella.Y sabía que no iba a poder ocultárselo a su marido por mucho tiempo.Muy nerviosa, decidió acudir a Kenny para pedir consejo sobre cómo podría informar al rey sobre su estado, pues su amigo cocinero era sin duda de las personas más precavidas que alguna vez haya conocido y, sinceramente, se moría por contarle del asunto a alguien que no fuera su dama, así que lo llevó a su habitación desig
Un mes después de haberse enterado de su estado, con ya dos meses de embarazo, Kairi seguía sin decirle al futuro padre-monstruo sobre su próximo-a-nacer primogénito y heredero al trono, pese a que sabía que probablemente si dejaba pasar más tiempo él se enojaría.Se miró al espejo de cuerpo completo del cuarto y aplanó su ropa, sonriendo al ver el levísimo bultito que estaba sobresaliendo en su vientre, pero luego suspiró, sabiendo que no podría ocultar esto de su odioso esposo mucho más tiempo.De la nada, de pronto se le antojó un poco de pescado con chocolate, raro, pero era su antojo favorito de esa semana, y sabía que probablemente Kenny ya la estaría esperando con un bocado de eso listo para ella, la sola idea hizo rugir su estómago pese a que comió hace poco tiempo.Casi brincó su camino sonriente hacia la cocina, e incluso cuando se topó con Tristan en uno de los pasillos lo ignoró por completo y siguió sonriendo y brincando, ansiosa por su bocadillo.Al llegar, Kenny ni