Cuando despertó a la mañana siguiente, Meredith y Kenny ya tenían el desayuno listo para ella. El día lo pasó tranquilo con ellos y cuando anocheció tuvo miedo de que su esposo fuera a molestarla otra vez, pero afortunadamente no se apareció en todo el día, ni siquiera para encerrarla.Pudo dormir tranquila e ir al comedor a desayunar al otro día, aunque su sonrisa se borró al verlo allí comiendo tranquilamente. Se sentó en el otro extremo de la mesa y comió en silencio, mirándolo de reojo, aunque él ni una vez pareció fijarse en ella.Terminó su desayuno y se retiró directo a los establos para ayudar allí y tal vez montar a Meri, pero al llegar se encontró con sorpresa a todos arremolinados alrededor de su querida yegua, que estaba postrada y con un aspecto realmente malo.De inmediato corrió a su lado, absolutamente preocupada.Al verla le hicieron espacio y se arrodilló junto a ella, acariciando su hocico, a lo que Meri relinchó débilmente. Su boca estaba reseca y su respiració
Aquella fue una dura mañana para Kairi, pero aun así intentó fingir que todo estaba bien y siguió con sus actividades diarias normales, como la clase de cocina de su sirviente favorito. —Majestad, ¿está todo bien? —preguntó Kenny al notarla demasiado distraída mientras trataba de enseñarle como hacer pavo.—Kenny, ya te he dicho miles de veces que no me llames así —solo dijo sin siquiera mirarlo.—Pero el rey…—Al diablo con el rey. —Bufó—. Te ordenó como tu reina que ignores la orden del rey cuando no esté presente y me llames por mi nombre. —Finalmente lo miró con ojos fieros, dejando en claro que no iba a aceptar un no por respuesta.—Pero…—Sin peros —lo tajó de una—. Dejaré las lecciones de cocina por hoy. —Suspiró, dejando de lado los ingredientes—. Ya es tarde, voy a ir a dormir. —Se lavó las manos y empezó a salir de la cocina—. Buenas noches, Kenny.—Buenas noches, Kairi. —Al oír su tono berrinchudo se dio la vuelta sonriendo y agitó una mano hacia él soltando risas
Sus ojos se ampliaron enormemente y trató de apartarlo de inmediato, sorprendiéndose cuando en serio su empujón surtió efecto alejándolo de ella incluso siendo él mucho más fuerte. —¡¿Qué crees que estás haciendo?! —chilló limpiándose la boca—. ¡Y justo cuando pensé que tanto alcohol te volvía inofensivo! —Escupió al piso—. Debí saber que no tardarías en tratar de forzarme otra vez.—No estoy tratando de forzarte —dijo él, con calma—. Estoy tratando de compensarte… —murmuró lentamente, como si tuviera miedo a hacer algo incorrecto. —¿Disculpa? ¿Ya estás hablando incoherencias de nuevo? Este tipo era intratable en cualquier estado.—Compensaré el haberte traído tanto dolor en nuestra primera noche… —Su tono era muy suave, casi dulce—. No fue como debería haber sido… y aunque no puedo darte el amor que todas las mujeres desean, sé que puedo darte placer… —Su voz ronca regresó.—P-pervertido… yo n-no quiero que te acerques a mí… —Retrocedió asustada hasta que su espalda chocó co
Cayó hacia atrás sobre su espalda entre sus piernas en el colchón, sumamente agotada, haciendo esfuerzos por respirar.Lo sintió cernirse sobre ella y lo siguiente que sintió la devolvió a la realidad, porque él la besó, y esta reina odiaba que su rey la besara, porque sus besos eran fríos, sus besos eran amargos, sus besos, al igual que lo que acababa de pasar, no significaban nada.Las lágrimas se derramaron incontrolables y sollozó.No sería necesario esperar hasta mañana, se odiaba ahora mismo.En respuesta a su llanto, el idiota de alguna manera pensó que más besos aliviarían su dolor, pero solo lo empeoraron y de inmediato trató de quitarse al bastardo de encima, pero estaba demasiado cansada, así que solo pudo llorar más y más, la frustración sin ayudarla en lo más mínimo. No esperaba que el arrepentimiento fuera tan inmediato, menos después de sentirse tan bien, pero esos besos helados le recordaban a su boda, el peor día de su vida, el día que lamentaría hasta que murie
Embarazada. Esa era una palabra que a la mayoría de las mujeres se le hacía hermosa, y Kairi creía estar entre esa mayoría, pero cuando salió de la boca de la doctora del palacio, informándole que ese era el estado en el que se encontraba y el porqué de que últimamente sintiera tantas nauseas, se le antojó como una palabra aterradora. Una palabra que destrozó su mundo y sus esperanzas.Se acabó, ya no podría escapar de Tristan Hallagher, ahora tenía algo que la uniría a él por el resto de sus vidas creciendo en su interior. Al demonio con su plan, al demonio con huir, al demonio con olvidar…Escapó de la enfermería de la doctora y corrió al cuarto más cercano, que resultó ser una bodega de limpieza, y se acurrucó en un rincón, llorando y sollozando desconsoladamente, maldiciendo a la vida, maldiciéndose a ella, maldiciendo a Tristan, maldiciendo a ese be…Frenó sus pensamientos antes de completar una sentencia tan horrible.Las lágrimas siguieron deslizándose solo que ahora silenc
Una semana después de haberse enterado del embarazo, Kairi aún no encontraba el valor ni la forma de decirle a su esposo de su primogénito en camino, sobretodo porque ni siquiera se hablaban.Desde… aquellas dos noches de debilidad… ellos se evitaban el uno al otro lo más posible, solo se dedicaban miradas a la distancia, y eran miradas llenas de puro desprecio. Se odiaban, y se arrepentían de aquellas noches, ella lo sabía muy bien. Pero aquella noche tuvo más consecuencias que solo aumentar el odio entre los dos, tuvo una milagrosa y pequeñita consecuencia que ahora mismo crecía dentro de ella.Y sabía que no iba a poder ocultárselo a su marido por mucho tiempo.Muy nerviosa, decidió acudir a Kenny para pedir consejo sobre cómo podría informar al rey sobre su estado, pues su amigo cocinero era sin duda de las personas más precavidas que alguna vez haya conocido y, sinceramente, se moría por contarle del asunto a alguien que no fuera su dama, así que lo llevó a su habitación desig
Un mes después de haberse enterado de su estado, con ya dos meses de embarazo, Kairi seguía sin decirle al futuro padre-monstruo sobre su próximo-a-nacer primogénito y heredero al trono, pese a que sabía que probablemente si dejaba pasar más tiempo él se enojaría.Se miró al espejo de cuerpo completo del cuarto y aplanó su ropa, sonriendo al ver el levísimo bultito que estaba sobresaliendo en su vientre, pero luego suspiró, sabiendo que no podría ocultar esto de su odioso esposo mucho más tiempo.De la nada, de pronto se le antojó un poco de pescado con chocolate, raro, pero era su antojo favorito de esa semana, y sabía que probablemente Kenny ya la estaría esperando con un bocado de eso listo para ella, la sola idea hizo rugir su estómago pese a que comió hace poco tiempo.Casi brincó su camino sonriente hacia la cocina, e incluso cuando se topó con Tristan en uno de los pasillos lo ignoró por completo y siguió sonriendo y brincando, ansiosa por su bocadillo.Al llegar, Kenny ni
—¿Kairi, dulzura? —Los parpados de Kairi se agitaron levemente ante el llamado tan cariñoso y maternal de Meredith—. ¡Está despertando, está despertando! —Se oía entusiasmada y aliviada, también. ¿Pero por qué? ¿Y a quién le hablaba? ¿Quién más estaba ahí?Trató de abrir los ojos, pero de inmediato una luz cegadora la obligó a cerrarlos, y de repente se sintió híper-consciente de lo doloroso que todo se sentía. Todo su cuerpo le dolía, incluso respirar se sentía doloroso.Planeaba continuar con los ojos cerrados, solo porque era la única forma en la que descubrió que el dolor se atenuaba aunque sea un poco, pero entonces comenzó a recordar lo último que se le venía a la memoria y abrió los ojos como platos.—¡Mi bebé! —Trató de incorporarse, pero lo único que logró fue revolverse un poco y casi gritar por el inmenso dolor que la invadió de sopetón, mucho mayor al que ya tenía solo por haberse movido tan levemente.Unas manos gentiles se posaron en sus hombros y la obligaron a volv