Embarazada. Esa era una palabra que a la mayoría de las mujeres se le hacía hermosa, y Kairi creía estar entre esa mayoría, pero cuando salió de la boca de la doctora del palacio, informándole que ese era el estado en el que se encontraba y el porqué de que últimamente sintiera tantas nauseas, se le antojó como una palabra aterradora. Una palabra que destrozó su mundo y sus esperanzas.Se acabó, ya no podría escapar de Tristan Hallagher, ahora tenía algo que la uniría a él por el resto de sus vidas creciendo en su interior. Al demonio con su plan, al demonio con huir, al demonio con olvidar…Escapó de la enfermería de la doctora y corrió al cuarto más cercano, que resultó ser una bodega de limpieza, y se acurrucó en un rincón, llorando y sollozando desconsoladamente, maldiciendo a la vida, maldiciéndose a ella, maldiciendo a Tristan, maldiciendo a ese be…Frenó sus pensamientos antes de completar una sentencia tan horrible.Las lágrimas siguieron deslizándose solo que ahora silenc
Una semana después de haberse enterado del embarazo, Kairi aún no encontraba el valor ni la forma de decirle a su esposo de su primogénito en camino, sobretodo porque ni siquiera se hablaban.Desde… aquellas dos noches de debilidad… ellos se evitaban el uno al otro lo más posible, solo se dedicaban miradas a la distancia, y eran miradas llenas de puro desprecio. Se odiaban, y se arrepentían de aquellas noches, ella lo sabía muy bien. Pero aquella noche tuvo más consecuencias que solo aumentar el odio entre los dos, tuvo una milagrosa y pequeñita consecuencia que ahora mismo crecía dentro de ella.Y sabía que no iba a poder ocultárselo a su marido por mucho tiempo.Muy nerviosa, decidió acudir a Kenny para pedir consejo sobre cómo podría informar al rey sobre su estado, pues su amigo cocinero era sin duda de las personas más precavidas que alguna vez haya conocido y, sinceramente, se moría por contarle del asunto a alguien que no fuera su dama, así que lo llevó a su habitación desig
Un mes después de haberse enterado de su estado, con ya dos meses de embarazo, Kairi seguía sin decirle al futuro padre-monstruo sobre su próximo-a-nacer primogénito y heredero al trono, pese a que sabía que probablemente si dejaba pasar más tiempo él se enojaría.Se miró al espejo de cuerpo completo del cuarto y aplanó su ropa, sonriendo al ver el levísimo bultito que estaba sobresaliendo en su vientre, pero luego suspiró, sabiendo que no podría ocultar esto de su odioso esposo mucho más tiempo.De la nada, de pronto se le antojó un poco de pescado con chocolate, raro, pero era su antojo favorito de esa semana, y sabía que probablemente Kenny ya la estaría esperando con un bocado de eso listo para ella, la sola idea hizo rugir su estómago pese a que comió hace poco tiempo.Casi brincó su camino sonriente hacia la cocina, e incluso cuando se topó con Tristan en uno de los pasillos lo ignoró por completo y siguió sonriendo y brincando, ansiosa por su bocadillo.Al llegar, Kenny ni
—¿Kairi, dulzura? —Los parpados de Kairi se agitaron levemente ante el llamado tan cariñoso y maternal de Meredith—. ¡Está despertando, está despertando! —Se oía entusiasmada y aliviada, también. ¿Pero por qué? ¿Y a quién le hablaba? ¿Quién más estaba ahí?Trató de abrir los ojos, pero de inmediato una luz cegadora la obligó a cerrarlos, y de repente se sintió híper-consciente de lo doloroso que todo se sentía. Todo su cuerpo le dolía, incluso respirar se sentía doloroso.Planeaba continuar con los ojos cerrados, solo porque era la única forma en la que descubrió que el dolor se atenuaba aunque sea un poco, pero entonces comenzó a recordar lo último que se le venía a la memoria y abrió los ojos como platos.—¡Mi bebé! —Trató de incorporarse, pero lo único que logró fue revolverse un poco y casi gritar por el inmenso dolor que la invadió de sopetón, mucho mayor al que ya tenía solo por haberse movido tan levemente.Unas manos gentiles se posaron en sus hombros y la obligaron a volv
Kairi se le quedó mirando con la boca abierta a Tristan, incapaz de creer la tontería que acababa de decir.—¿Cómo puedes ser tan descarado? —gruñó con rencor—. ¿Crees que me interesa saber los motivos egoístas por los cuales casi nos matas? —Él no alzó la mirada—. No me interesan tus motivos, ni tus excusas, ni tu amor… —Sonrió con burla y desprecio—. Ni siquiera creo que alguien como tú sea capaz de sentir algo tan bello como eso. Tú todo lo que sientes es culpa, mi rey. Y me alegró mucho de que te pesé en ese corazón marchito que tienes. —No ocultó en lo absoluto su odio. No iba a sentir lástima por este monstruo. —Me odias… —reconoció aun sin levantar la vista—. Lo comprendo, sé que nunca cambiare eso, pero yo solo quería contarte esto para pedirte… para rogarte si es que… ¿A-aún puedo formar parte en la vida de nuestro hijo? —preguntó con evidente miedo.Pese a que en un primer momento tuvo ganas de decir que absolutamente no, decidió repasar bien sus palabras en lo que ter
Kairi sintió sus mejillas calentarse ante la mirada de Tristan, pero se dio bofetadas mentales y se obligó a concentrarse en el tema en cuestión.—Sí el problema es la autoridad y el entrenamiento para conformar otro gran bloque de soldados…- prácticamente estaba estrujando su cerebro para estructurar sus ideas. Tácticas de guerra era algo en lo que su padre y su hermano siempre la habían admirado por su astucia—. ¿No podríamos seleccionar solo a los soldados más disciplinados y destacados de cada batallón? Y que una figura conocida por todo el ejército los dirija para ejercer la autoridad. Una caricia al ego de los muchachos los podría hacer querer trabajar lo mejor posible, y más si es que el rey les promete una recompensa al regresar con la misión cumplida exitosamente. —Sonrió, sabiendo muy bien de lo que hablaba. Había tenido que lidiar mucho con soldados en Ekinoccia, y sabía lo arrogantes que eran los "destacados".El rey y su consejero volvieron a compartir una mirada, aún m
Rodeada por dos docenas de guardias reales, Kairi no podía contener su sonrisa mientras miraba el paisaje por la ventana del carruaje donde se estaba transportando lejos de Lennox hacia el reino de Ekinoccia. ¡Iba a volver con su familia! ¡Su bebé crecería rodeado del amor de un abuelo loco pero dedicado y la mejor tía que alguna vez podría haber existido!Kenny estaba sentado a su lado retorciendo sus manos con nerviosismo y ansiedad. Aún se reía cada vez que recordaba su reacción cuando le preguntó si quería irse con ella al reino de su padre, casi pareciera que su mandíbula se desencajó.Aunque… su corazón se estrujaba un poco cada vez que pensaba en la reacción de Meredith cuando le informó sobre la noticia. Estuvo devastada, habían llorado mucho las dos, pero finalmente su dama entendió que eso era lo que la hacía sentir mejor y la dejó ir, rechazando marcharse junto con ella porque no quería dejar a aquel que consideraba como un hijo, menos ahora que parecía estar enderezando
Cuando despertó al día siguiente, tuvo un agradable desayuno con su familia y amigos, y pasó un poco de tiempo con su hermana y los gemelitos antes de que ella los dejara con su niñera y accediera a su invitación para ir a conocer a Meri.Se sentaron junto a ella en el establo y la acariciaron suavemente mientras conversaban, seguían teniendo mucho por lo cual conversar hasta ponerse al día.—Así que el descerebrado de tu marido aún no ha podido conocer a su adorable descendencia, ¿eh? —comentó cambiando de tema cuando ella quiso preguntarle cómo había sido su vida en Lennox siendo la esposa del rey.—Oh, no. Ya fue bastante que se tomara el lujo de descansar luego de haber sido lesionado en la guerra. Ni siquiera pudo venir a tu boda después de haberse ido solo un mes antes. No puede simplemente abandonar el frente. —Suspiró tristemente, viéndose también muy preocupada, antes de fruncir el ceño—. Y no le digas descerebrado, él es un buen estratega y por eso tiene su puesto. —Kairi