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El llanto de un bebé recorre el pueblo la mañana del once de noviembre. "Enhorabuena", dicen los más viejos y malhumorados. Ha llegado el útimo descendiente de la familia.
Después de dos generaciones de hombres grandes y rudos, finalmente ha nacido una niña, tan pequeña y frágil, con mejillas rosa y pulmones llenos de vida.
La llaman Aurora, porque ha nacido de la mano con el Sol.
Cuando se corre la noticia, la gente del pueblo se asusta, susurra y se pone a rezar.
Por una buena razón, la leyenda dice que nunca deben nacer mujeres en la familia Corbet.
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|||CAPÍTULO|| .✧. UNO|.✦. Un hombre misteriosoSu abuelo ha muerto. Aurora es, oficialmente, la última de los Corbet.Ella empaca una maleta y viaja más allá del puente y el río Redley, donde las colinas se derraman como la sangre. Su familia nunca la quiso cerca. La abandonaron en la ciudad, bajo la tutela de una tía lejana. Una clasista cascarrabias que le pegaba con una regla por ser zurda.Ahora, ya no queda nadie que la mantenga lejos, y es el momento de cerrar la herida.Hay que tomar tres vehículos para llegar a su destino: tren, taxi y camión. El autobús mantiene su distancia con las profundidades del bosque solitario, deteniéndose en una intersección. A la izquierda, la carretera de piedra antigua conduce hacia la entrada de Rayrane Hills. Son cincuenta metros caminando en silencio, pero cuando pasas el Bosque Rojo, una vida oculta se revela.Apenas es medio día cuando pone un pie en el pueblo. Piensa en las palabras de su amiga antes de tomar el tren: «Sé una ninja, Aurora.
| | |CAPÍTULO| | .✧. DOS| .✦. La familia CorbetEl auto se va y Aurora se arrepiente de seguirlo con la mirada, porque apoya el tobillo y casi se cae al suelo.—¡Oh, muchacha! ¿Estás bien? ¿Puedes caminar? —La mujer se acerca corriendo y le trae la maleta en un brazo, el otro lo pasa por la cintura de Aurora—. Ven, ven conmigo.«Ven conmigo, Aurora».La mujer no necesita mucho para ayudarla, porque el dolor se está desvaneciendo.—¡Es que yo sabía! Cuando se regó la noticia de que llegó una extraña al pueblo, dije: esa tiene que ser la nieta de Auriel —exclama la mujer sin soltarla—. Y es que cualquiera te reconoce con esos rizos castaños y esos ojos azules.Aurora abre la boca para decir algo, lo que sea, pero falla el intento. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué sentía que acababa de sacar la cabeza del agua? ¿Iba a aceptar su propuesta ? No creció con padres que le dijeran que es malo subir a coches de extraños, pero su tía le jaló las orejas para que cogiera escarmiento. ¿Cómo se le
| | |CAPÍTULO| | .✧. TRES| .✦. Propuestas y dos hombresLa primera noche es tolerable.Aurora se aleja del dormitorio principal. «Auriel falleció en su cama», le dice Linsey durante el recorrido. Aurora prefiere desempolvar el sillón. El cuarto de invitados es descartado por ahora, era el taller de su abuelo, aunque tiene una cama individual y un armario arrinconados. Luego lo organiza. Después de todo, la casa es prestada. Quizás alguien la compre a fin de mes y los Corbet se vuelvan un recuerdo.¿Y si está cometiendo un error? ¿Es lo que su abuelo hubiera querido? ¿Por qué la enviaron a vivir tan lejos de su familia?Aurora sacude esas ideas. ¿Qué le pasa? No debe tener ningún apego especial por Rayrane Hills. Su mejor amiga le había dicho antes de tomar el tren: «Deshazte de esa casa en cuanto puedas, a ver si te sirve de algo, y luego te vas como si nada hubiera pasado. Sé ninja.»Exacto, debe aferrarse al plan. Falló en lo de ser ninja los primeros cinco minutos en el pueblo, pe
| | |CAPÍTULO| | .✧. CUATRO| .✦. Un encuentro oportunoLa bandeja de muffins no podría estar mejor en la mano grande de Lucian. Aurora, quizás, envidia semejante privilegio.—Es un placer encontrarte, Aurora.Debería ser un crimen la manera en que dice su nombre, cómo se oye, cómo se siente.—Eres tú, de nuevo.—¿Salvándote? —Él ríe y, al sacudir la cabeza, los rayos del sol reflejan el rojo oscuro de su cabello—. Podría acostumbrarme.Un rubor estalla desde el cuello hasta el pecho de Aurora. La conversación con Linsey pasa por su mente; fragmentos aleatorios.«... son de la realeza...»«... demasiado ricos...»«... no viven aquí...»Inhala una, dos, tres veces.—¿En qué se beneficia un hombre como tú, ayudando a una...?Una pobre.Una ordinaria.Una plebeya.—A una turista como yo —escoge decir Aurora.Lucian alza una ceja. Hay un brillo de inteligencia en su rostro, como si lo sabe todo, y ella no sabe absolutamente nada.—Soy generoso —responde él.La sonrisa encantadora en su r
| | |CAPÍTULO| | .✧. CINCO| .✦. La presa para el depredadorLucian la espera, y hay una sonrisa... diferente en su rostro.Cuando se acerca, él señala la silla a su lado.—No debería —susurra ella.—Es una invitación. Siéntate.Aurora obedece, mirando el cupcake a medio comer en su mano izquierda, girando y girando perezosamente entre sus dedos largos.—¿Te gustó? —no puede evitar preguntarle.—¿Quieres que te lo muestre?Aurora no tiene tiempo de adivinar a qué se refiere, porque Lucian muerde un costado del cupcake, tomando bastante crema en su boca. La paciencia y la deliberación de sus movimientos no deberían verse como algo más allá del placer de comer. Desafortunadamente, Aurora no puede ignorar la manera en que la boca de Lucian se amolda y se aferra a un simple manjar.Aurora siente que el mundo se inclina cuando Lucian limpia la crema de sus labios con, no una, sino varias pasadas de su lengua.—Lo sospeché —murmura él con los ojos cerrados—. Una delicia.Cuando vuelve a mi
| | |CAPÍTULO| | .✧. SEIS| .✦. Un regalo inesperadoAurora se derrumba en el piso y se queja.¡No tiene un vestido!En su pequeña maleta hay sudaderas, oberoles, vestidos estampados no diseñados para fiestas. Revisa una, dos, tres veces. El resultado es el mismo: está jodida. Se entierra en el sillón con un puchero decepcionado. Ya es de noche y las calles están desiertas. En ese momento, solo se puede regañar a sí misma.Daisy amaría burlarse de su desgracia.—¿Y tú qué, muchacha? ¿Por qué traes esa cara de llanto? —le pregunta Linsey a la mañana siguiente, después de atender los primeros clientes habituales.La mayoría de los clientes la mira de reojo, sin decir nada. Seguramente saben que es una Corbet.—Asistirás a la fiesta del alcalde, ¿cierto?—Quién no lo haría. Espera, ¿vas a ir?Aurora frunce el ceño.—¿Cómo sabes que me invitaron?Las cejas de Linsey bailan, traviesa. Es curioso que una brecha de generación las separa a las dos y, a pesar de eso, a Linsey no le avergüenc
| | |CAPÍTULO| | .✧. SIETE| .✦. ¿Sugar Daddy?Los complementos que le trae Ryland son unos tacones de aguja y un abrigo, ambos de color negro. Además, le entrega una gargantilla y unos aretes de diamante.Aurora no puede evitar compararse con una de esas Sugar Baby de las que Daisy habla en la universidad.Linsey no obtiene un Lamborghini para ayudarla con los regalos, pero se ofrece a acompañarla hasta la casa, echarle una mano con el cabello y el maquillaje si lo necesita. Aurora rechaza la última oferta, pero se lo agradece.La chica conductora, Ryland, las espera en la calle, después de cerrar la tienda mucho antes de la hora habitual (según Linsey, cuando el alcalde hace fiesta, la gente anda engalanada desde temprano).—El amo me ordenó que te lleve a casa, Aurora —dice la chica, abriéndole la puerta trasera del auto negro.Oh, Dios mío.—Eh, yo...Ryland se queja, sosteniendo la puerta.—Por favor, entra al auto... ¿Sí? —Sus grandes ojos le suplican—. No quiero tener problema
| | |CAPÍTULO| | .✧. OCHO| .✦. Buscando una princesaLucian la lleva al auto, haciendo todo lo que hace un caballero que solo encuentras en las novelas románticas. Ryland, la chica revoltosa, se asoma desde el asiento del conductor.—¡Aurora! —La chica suelta una risita traviesa detrás su mano enguantada—. Te ves... como para comer.—Ryland —advierte Lucian con una ceja alzada.La chica regresa al volante sin perder el ánimo.—Ay, perdón, amo Lucian.Aurora retuerce los dedos en su regazo mientras Ryland arranca el auto. Se siente pequeña. Se siente fuera de lugar. Se siente...Casi se le escapa un jadeo cuando la mano grande de Lucian detiene sus movimientos nerviosos con un agarre fuerte. Él presiona el pulgar en el punto de pulso de su muñeca frágil, y ella traga saliva, confundida por la descarga de placer que recorre su espalda.Con los labios abiertos, Aurora admira las venas marcadas de su mano, la facilidad con la que podría apretar y hacerle daño.—No sabía que vivías en la