| | |CAPÍTULO
| | .✧. DOS| .✦. La familia CorbetEl auto se va y Aurora se arrepiente de seguirlo con la mirada, porque apoya el tobillo y casi se cae al suelo.—¡Oh, muchacha! ¿Estás bien? ¿Puedes caminar? —La mujer se acerca corriendo y le trae la maleta en un brazo, el otro lo pasa por la cintura de Aurora—. Ven, ven conmigo.«Ven conmigo, Aurora».La mujer no necesita mucho para ayudarla, porque el dolor se está desvaneciendo.—¡Es que yo sabía! Cuando se regó la noticia de que llegó una extraña al pueblo, dije: esa tiene que ser la nieta de Auriel —exclama la mujer sin soltarla—. Y es que cualquiera te reconoce con esos rizos castaños y esos ojos azules.Aurora abre la boca para decir algo, lo que sea, pero falla el intento. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué sentía que acababa de sacar la cabeza del agua? ¿Iba a aceptar su propuesta ? No creció con padres que le dijeran que es malo subir a coches de extraños, pero su tía le jaló las orejas para que cogiera escarmiento. ¿Cómo se le pudo olvidar, en menos de un minuto, lecciones básicas de supervivencia?—Eres igualita a tu abuelo, bueno, igualita a cualquier Corbet —se corrige la mujer.Aurora encuentra la fuerza para protestar:—Aquí como que te pasa un carro por encima y a la gente ni le importa.Se regó el chisme de su llegada, pero se habría secado en la carretera y nadie hubiera barrido el polvo.—¡Eres muy graciosa, muchacha! Mira, no se trata de eso. Nadie se te iba a acercar estando con un Blacklane.—¿Quién?—El hombre de allá atrás, era Lucian Blacklane. Guapo, ¿cierto? Es joven, rico y todo un galán. Él y su padre son como la realeza del pueblo, aunque, en teoría, descienden de la nobleza. Por eso, hace décadas, la familia abrió las alas e hizo su vida en otra parte.—¿Cómo? ¿Él no vive aquí? —pregunta Aurora confundida. Si mal no recuerda, Lucian le dijo que vivía cerca. Espera, ¿le mintió? ¿La engañó para... para secuestrarla?—Técnicamente, son demasiado ricos para vivir aquí. Lucian siguió el ejemplo de su padre. —La mujer suspira, como si estuviera pensando en un Adonis. Si se refiere al padre o a Lucian, no lo sabe—. Prefieren otros lugares. Allá afuera, qué no tendrán. Pero, de vez en cuando, pasan algunas temporadas en la mansión de sus antepasados. Obvio, si buscas no verás una mansión, porque está dentro del Bosque Rojo. —La mujer le da una sonrisa de mil kilovatios—. Tienes mucha suerte. Llegaste a Rayrane Hills al mismo tiempo que los Blacklane.Aurora se muerde la lengua, concentrándose en recuperar la función natural de su pie.—¿Sabes? Después de la tragedia de tu abuelo, no esperé que realmente dejaras la ciudad. —La mujer cambió de tema en un segundo.Parece que la tarea de pasar desapercibida no va a funcionar para Aurora, comenzando por el accidente del auto, el hombre misterioso y la mujer que la ayuda a caminar. Qué importa si su vestimenta no es nada sensacional: camisa beige, chaqueta de mezclilla, jeans y botas marrones. Ahora, es la comidilla del pueblo. La visitante que casi atropellan cinco minutos después de llegar.Se detienen en un kiosko, una floristería, porque Aurora decide que es capaz de andar sola.—Mierda. ¿Dónde quedaron mis modales? Yo te contacté. Soy Linsey Greslet.Aurora no necesita estirar la mano muy lejos, porque Linsey la captura de inmediato en un firme apretón. Linsey tiene cabello rubio oscuro, ojos marrones y piel blanca. Es fácil deducir que tiene más de treinta años.—Señora Greslet.—Deja las formalidades, muchacha. Llámame Linsey.—Lo siento- Digo, sí, seño... Perdón, Linsey.Sus tartamudeos son silenciados por un resoplido de la mujer mayor.—¿Siempre te disculpas tanto? Esa es una mala costumbre. —La apunta con un dedo—. Nunca te disculpes por algo que no es tu culpa o la gente te culpará de todo.Aurora asiente, sosteniendo la maleta con ambas manos. ¿No se disculpó profusamente con Lucian Blacklane, cuando solo fue un accidente?—Andando, Aurora. Te guiaré a Whitewood Lane. Allí vivía tu abuelo.| | || | .✧.| .✦.La casa de fachada gris y azul en Whitewood Lane no es tan pequeña como Aurora imaginaba. Es de dos pisos. Arriba está el dormitorio principal, el cuarto de invitados y el baño. Abajo está la cocina-comedor, con estufa, refrigerador y microondas. La sala consta de un sillón, una mesita ratonera y una lámpara de piso. Por la puerta que hay en la parte trasera, la casa tiene patio.La madera del piso y las paredes son estables. Linsey le explica que su abuelo siempre se había encargado del mantenimiento.—Auriel era carpintero. Como todos en tu familia, era un tipo fuerte y rudo. Por eso, los Corbet siempre consiguieron a las mejores bellezas del pueblo.Aurora conoce esa historia. Los Corbet se distinguieron por la piel bronceada, el cabello moreno y los ojos azules. Para los hombres, los músculos muy poco faltaron.—Pude contactarte porque Auriel era como un padre para mí. Me contó sobre ti, que se escribían a menudo.Es una verdad a medias. Su abuelo no había sido una persona cariñosa, aun así, era la única familia que le quedaba. Aurora comenzó a enviarle cartas desde que aprendió la dirección postal, y él rara vez contestaba. Tal vez fue algo de la edad.—Me dijo que vas a la universidad y te gusta hornear panecillos. ¡Eso es perfecto! Puedes trabajar en mi tienda el tiempo que te quedes.—Eso es muy amable —asegura Aurora, terminando de aplicar una crema antiinflamatoria en su tobillo. Lo envuelve con una venda, por precaución—. Aunque, lo más seguro es que ya no esté aquí para fin de mes.—Agosto es un mes largo. —Linsey ríe—. No encontrarás nada mejor en menos de tres semanas, muchacha. Dudo que esos bracitos flacos tuyos logren aguantar el trabajo de tu abuelo. Eres la primera chica Corbet en décadas.Aurora también conoce esa historia, pero no quiere hablar en ese momento sobre la ausencia de mujeres en su linaje. Es un tema raro, hasta incómodo. Toca la herida que Aurora ha venido a cauterizar.¿Puede ser peor? Es ridículo cómo su familia la envió lejos solo por ser mujer.Acepta la oferta de Linsey. Lo que le queda es dinero en efectivo. Son ahorros que guarda de sus turnos en la cafetería colindante a su edificio. Invirtió una fortuna viniendo a Rayrane Hills, para sellar una familia que nunca la amó.Lo mínimo que puede hacer es recuperar el salario de un mes.Ah, y no subir al auto de Lucian Blacklane.| | |CAPÍTULO| | .✧. TRES| .✦. Propuestas y dos hombresLa primera noche es tolerable.Aurora se aleja del dormitorio principal. «Auriel falleció en su cama», le dice Linsey durante el recorrido. Aurora prefiere desempolvar el sillón. El cuarto de invitados es descartado por ahora, era el taller de su abuelo, aunque tiene una cama individual y un armario arrinconados. Luego lo organiza. Después de todo, la casa es prestada. Quizás alguien la compre a fin de mes y los Corbet se vuelvan un recuerdo.¿Y si está cometiendo un error? ¿Es lo que su abuelo hubiera querido? ¿Por qué la enviaron a vivir tan lejos de su familia?Aurora sacude esas ideas. ¿Qué le pasa? No debe tener ningún apego especial por Rayrane Hills. Su mejor amiga le había dicho antes de tomar el tren: «Deshazte de esa casa en cuanto puedas, a ver si te sirve de algo, y luego te vas como si nada hubiera pasado. Sé ninja.»Exacto, debe aferrarse al plan. Falló en lo de ser ninja los primeros cinco minutos en el pueblo, pe
| | |CAPÍTULO| | .✧. CUATRO| .✦. Un encuentro oportunoLa bandeja de muffins no podría estar mejor en la mano grande de Lucian. Aurora, quizás, envidia semejante privilegio.—Es un placer encontrarte, Aurora.Debería ser un crimen la manera en que dice su nombre, cómo se oye, cómo se siente.—Eres tú, de nuevo.—¿Salvándote? —Él ríe y, al sacudir la cabeza, los rayos del sol reflejan el rojo oscuro de su cabello—. Podría acostumbrarme.Un rubor estalla desde el cuello hasta el pecho de Aurora. La conversación con Linsey pasa por su mente; fragmentos aleatorios.«... son de la realeza...»«... demasiado ricos...»«... no viven aquí...»Inhala una, dos, tres veces.—¿En qué se beneficia un hombre como tú, ayudando a una...?Una pobre.Una ordinaria.Una plebeya.—A una turista como yo —escoge decir Aurora.Lucian alza una ceja. Hay un brillo de inteligencia en su rostro, como si lo sabe todo, y ella no sabe absolutamente nada.—Soy generoso —responde él.La sonrisa encantadora en su r
| | |CAPÍTULO| | .✧. CINCO| .✦. La presa para el depredadorLucian la espera, y hay una sonrisa... diferente en su rostro.Cuando se acerca, él señala la silla a su lado.—No debería —susurra ella.—Es una invitación. Siéntate.Aurora obedece, mirando el cupcake a medio comer en su mano izquierda, girando y girando perezosamente entre sus dedos largos.—¿Te gustó? —no puede evitar preguntarle.—¿Quieres que te lo muestre?Aurora no tiene tiempo de adivinar a qué se refiere, porque Lucian muerde un costado del cupcake, tomando bastante crema en su boca. La paciencia y la deliberación de sus movimientos no deberían verse como algo más allá del placer de comer. Desafortunadamente, Aurora no puede ignorar la manera en que la boca de Lucian se amolda y se aferra a un simple manjar.Aurora siente que el mundo se inclina cuando Lucian limpia la crema de sus labios con, no una, sino varias pasadas de su lengua.—Lo sospeché —murmura él con los ojos cerrados—. Una delicia.Cuando vuelve a mi
| | |CAPÍTULO| | .✧. SEIS| .✦. Un regalo inesperadoAurora se derrumba en el piso y se queja.¡No tiene un vestido!En su pequeña maleta hay sudaderas, oberoles, vestidos estampados no diseñados para fiestas. Revisa una, dos, tres veces. El resultado es el mismo: está jodida. Se entierra en el sillón con un puchero decepcionado. Ya es de noche y las calles están desiertas. En ese momento, solo se puede regañar a sí misma.Daisy amaría burlarse de su desgracia.—¿Y tú qué, muchacha? ¿Por qué traes esa cara de llanto? —le pregunta Linsey a la mañana siguiente, después de atender los primeros clientes habituales.La mayoría de los clientes la mira de reojo, sin decir nada. Seguramente saben que es una Corbet.—Asistirás a la fiesta del alcalde, ¿cierto?—Quién no lo haría. Espera, ¿vas a ir?Aurora frunce el ceño.—¿Cómo sabes que me invitaron?Las cejas de Linsey bailan, traviesa. Es curioso que una brecha de generación las separa a las dos y, a pesar de eso, a Linsey no le avergüenc
| | |CAPÍTULO| | .✧. SIETE| .✦. ¿Sugar Daddy?Los complementos que le trae Ryland son unos tacones de aguja y un abrigo, ambos de color negro. Además, le entrega una gargantilla y unos aretes de diamante.Aurora no puede evitar compararse con una de esas Sugar Baby de las que Daisy habla en la universidad.Linsey no obtiene un Lamborghini para ayudarla con los regalos, pero se ofrece a acompañarla hasta la casa, echarle una mano con el cabello y el maquillaje si lo necesita. Aurora rechaza la última oferta, pero se lo agradece.La chica conductora, Ryland, las espera en la calle, después de cerrar la tienda mucho antes de la hora habitual (según Linsey, cuando el alcalde hace fiesta, la gente anda engalanada desde temprano).—El amo me ordenó que te lleve a casa, Aurora —dice la chica, abriéndole la puerta trasera del auto negro.Oh, Dios mío.—Eh, yo...Ryland se queja, sosteniendo la puerta.—Por favor, entra al auto... ¿Sí? —Sus grandes ojos le suplican—. No quiero tener problema
| | |CAPÍTULO| | .✧. OCHO| .✦. Buscando una princesaLucian la lleva al auto, haciendo todo lo que hace un caballero que solo encuentras en las novelas románticas. Ryland, la chica revoltosa, se asoma desde el asiento del conductor.—¡Aurora! —La chica suelta una risita traviesa detrás su mano enguantada—. Te ves... como para comer.—Ryland —advierte Lucian con una ceja alzada.La chica regresa al volante sin perder el ánimo.—Ay, perdón, amo Lucian.Aurora retuerce los dedos en su regazo mientras Ryland arranca el auto. Se siente pequeña. Se siente fuera de lugar. Se siente...Casi se le escapa un jadeo cuando la mano grande de Lucian detiene sus movimientos nerviosos con un agarre fuerte. Él presiona el pulgar en el punto de pulso de su muñeca frágil, y ella traga saliva, confundida por la descarga de placer que recorre su espalda.Con los labios abiertos, Aurora admira las venas marcadas de su mano, la facilidad con la que podría apretar y hacerle daño.—No sabía que vivías en la
| | |CAPÍTULO| | .✧. NUEVE| .✦. Los hermanos AthertonHay una suave melodía llamándola...Aurora flota, fluye y gravita hacia él. La mano de Lucian se acerca a su espalda desnuda, rozando las delicadas cadenas con toques tentativos. Aurora contiene el aliento, electrificada en cada punto de contacto. Duele, el toque fantasma de los dedos de Lucian, porque su piel exige más.—¡Ahí está, la preciosa Aurora Corbet!La magia desaparece gracias al estridente llamado de Edgar Atherton.De repente, la mano de Lucian se aprieta, tirando amenazadoramente de las cadenas. Aurora se traga un chillido, medio asombrada medio preocupada. No oye que le rompe el vestido, pero la fuerza que tiene es impresionante.¡¿Cómo es tan fuerte?!—Bienvenida. —Atherton se acerca sonriente, resaltando en la multitud con un smoking azul celeste—. Me alegra ver que aceptaste la invitación.Aurora intenta contestar, y lo consigue en el segundo intento.—Alcalde.Cuando Atherton ya está allí, Lucian, por primera ve
| | |CAPÍTULO| | .✧. DIEZ| .✦. El Príncipe Blacklane—Ya te estabas tardando mucho.Aurora mira disimuladamente detrás de Oscar Atherton. Con un nudo en el estómago, se da cuenta de que la puerta del salón está más lejos de lo que recuerda.—Lo siento, no sabía que usa el baño de damas —comenta cautelosa.Sus palabras ensanchan la sonrisa sardónica del hombre.—Bonita e ingeniosa. ¿Qué más sorpresas ocultas?Aurora se aparta poco a poco del alcance de Oscar Atherton. El pasillo es lo suficientemente amplio para que pueda escabullirse por un extremo.—Ninguna que le interese —replica ella—. Con permiso.El hombre persigue sus pasos, sin embargo, obligándola a retroceder en dirección contraria.—¿A dónde vas con tanta prisa?Vuelve a mirar detrás de él. Luego mira detrás de ella, agarrándose la falda antes de que la pise con los tacones y se tropiece, por caminar de espaldas. Hay unas puertas dobles de cristal, abiertas. La está guiando hacia allí, no cabe duda.Cada vez más tensa y a