| | |CAPÍTULO
| | .✧. CUATRO| .✦. Un encuentro oportunoLa bandeja de muffins no podría estar mejor en la mano grande de Lucian. Aurora, quizás, envidia semejante privilegio.—Es un placer encontrarte, Aurora.Debería ser un crimen la manera en que dice su nombre, cómo se oye, cómo se siente.—Eres tú, de nuevo.—¿Salvándote? —Él ríe y, al sacudir la cabeza, los rayos del sol reflejan el rojo oscuro de su cabello—. Podría acostumbrarme.Un rubor estalla desde el cuello hasta el pecho de Aurora. La conversación con Linsey pasa por su mente; fragmentos aleatorios.«... son de la realeza...»«... demasiado ricos...»«... no viven aquí...»Inhala una, dos, tres veces.—¿En qué se beneficia un hombre como tú, ayudando a una...?Una pobre.Una ordinaria.Una plebeya.—A una turista como yo —escoge decir Aurora.Lucian alza una ceja. Hay un brillo de inteligencia en su rostro, como si lo sabe todo, y ella no sabe absolutamente nada.—Soy generoso —responde él.La sonrisa encantadora en su rostro multiplica su efecto sobre ella. No trae sombrero, ni gabardina; solo una camisa blanca y unos jeans ajustados. Es impresionante, de hecho, que la vestimenta casual todavía se vea increíblemente lujosa en él.—Y muy amable también —susurra, desarmada por su mirada penetrante. El vestido veraniego es ligero alrededor de su silueta, pero la tela como que se desaparece mientras la mirada de Lucian se demora.—No podía permitir que esto se estropeara. Se ve... delicioso —dice Lucian; ojos brillantes trazando un recorrido por su cuerpo.Aurora desciende mientras él sube, elevándose sobre ella en toda su altura, sin alejarse ni un milímetro, provocando que su corazón tartamudee.—Ahora, bella dama, déjame darte los buenos días.La distancia no es un incoveniente, tal vez lo es la marcada diferencia de tamaño entre los dos. Independientemente de qué, Lucian se las arregla para dejar el más suave de los besos en su mejilla.Su aliento se engancha detrás de su garganta.El mínimo contacto dispara chispas en su estómago, más que emocionado por la presencia de este hombre, apuesto y enigmático. Parpadea un recuerdo en su memoria sensorial, es frío, frío al contacto; que es todo un contraste con lo cálido y ardiente que es el cuerpo de Lucian contra el suyo en este instante.No obstante, el pánico reemplaza la excitación al ver que Lucian se detiene, con los labios flotando sobre su mandíbula. Durante un latido, Aurora cree que se equivoca, pero puede sentirlo. Lucian la está respirando y, por la tensión evidente en él, no le gusta lo que encuentra.Aurora se paraliza. ¿Será que huele feo?Los pensamientos vertiginosos de Aurora giran hacia los acontecimientos de la mañana.La casa de su abuelo no es un hotel cinco estrellas y no puede exigirle demasiado a un viejo calentador de combustible. Se bañó al amanecer, mucho antes de que Edgar Atherton apareciera en su puerta, apestando a colonia de hombre. Es cierto que consideró volver a la ducha, para borrar de su piel el aroma empalagoso y asfixiante de Atherton, pero está limpia, y necesita ahorrar.Ahora, por la reacción de Lucian, sospecha que cometió un error.Lo oye hablar; una exhalación de palabras difuminadas en su aliento.Lo que Lucian murmura se le escapa a Aurora, pero ella recoge una palabra; aunque sea la similitud del sonido y no la certeza total.Más que una palabra, suena como un gruñido:«Atherton»Aurora es vagamente consciente de lo vulnerable que es en esta posición, y su pobre corazón no aguantará una sobredosis de Lucian Blacklane.—¿Estás... estás bien?Lucian no responde, sino que se aparta lentamente, y Aurora necesita hacer una doble toma para confirmar que el colmillo asomándose entre sus labios es un mal truco de la imaginación.Lo que sí es real, es la vena dilatada y furiosa en su cuello grueso; un destello de carácter que Aurora mira con ojos muy abiertos.Un dedo se engancha en su barbilla, obligándola a levantar la vista.Lucian muestra una sonrisa apretada y sigue tan cerca de ella, que el espacio personal de pronto parece una regla obligatoria para otros y no para ellos.—¿Tú los hiciste?—¿Qué cosa?La sonrisa tensa es reemplazada por una sonrisa genuina, ligera y divertida.—Los muffins, preciosa.—Oh, no, no. Los preparó la señora Greslet, la dueña —contesta tímida y siente la urgencia de agregar, con más entusiasmo de lo que debería, una aclaración—: Pero sí sé hornear los míos y me quedan muy bien.Lucian retrocede, pasándose una mano por su cabello perfectamente despeinado. Aurora extraña la cercanía de inmediato, y se aferra la bandeja de muffins, por su propio bien.—De acuerdo, sorpréndeme —exclama él.—¿A qué te refieres?—Quiero probarte.Una parte de Aurora no toma el comentario con mente sana, es esa misma parte que sabe que Lucian sabe lo que ella acaba de pensar.Aurora sacude la cabeza y le ofrece una sonrisa ansiosa. Vamos, está viendo cosas donde no las hay.—Ah, pues hice cupcakes. Te traeré uno, ¿te parece? Preparé unos cuantos esta mañana. Son de vainilla. No sé si te gusta vainilla... ¿Te gusta la vainilla?Lucian asiente lentamente.—Claro.—¡Genial! Dame un minuto. No tardaré... Puedes esperar en una de las mesas. O si quieres entrar, también.—Aurora —él interrumpe su habladuría con un tono firme; gentil, pero autoritario—. Ve.—Sí, señor.Aurora nota que Lucian frunce el ceño, antes de girar y entrar a la tienda como un cohete. ¿Le dijo "señor"? ¿En serio? ¿Se le aflojó un tornillo?Rodea el mostrador y suelta la bandeja medio vacía, mientras Linsey la observa totalmente sorprendida.—Muchacha, ¿qué ocurre?—¡Nada!—Oye, espera, ¡¿a dónde vas?!Empuja la puerta de la cocina, un espacio equipado con los implementos necesarios, estrecho, y decente para dos personas.En la encimera, hay un envase sellado donde guarda cuatro cupcakes con crema chantilly, cerezas troceadas y cacao espolvoreado. Recoge un cuchillo de cocina en el camino y, sin pensarlo dos veces, traza un corte rápido en el plástico transparente. En su apresuro, sin embargo, la hoja mortal del cuchillo atrapa su pulgar.—¡Carajo!En otras circunstancias, se arrepentiría de blasfemar. En estas circunstancias, lo que le molesta es la picazón en su dedo.Es una cortadura diagonal, superficial, en la yema del pulgar, pero la sangre suele ser tan escandalosa como ahora, derramándose a borbotones por toda la palma de su mano.Aurora gime, suelta el cuchillo y este se le habría clavado en el pie sino se hubiera apartado. Su atención vuelve a la herida cuando ve que los delgados riachuelos carmesí están bajando por su muñeca.—Ya entiendo, el príncipe de Rayrane Hills está allá afuera- ¡Dios mío! ¿Qué te pasó?Linsey la aborda en un santiamén.—Estoy bien. Qué onda con esos cuchillos. ¿Vas a matar a alguien?—Solo a ti, por lo que veo —bromea Linsey.En una ocurrencia tardía, Aurora baja la mirada al envase y descubre, con mucho pesar, que en dos cupcakes hay salpicaduras de sangre que podrían confundirse con los trozos de cereza.—Creo que hay sang- ¡Ay! —Su dedo enojado y herido protesta, interrumpiendo su reflexión.—¿Qué esperas para limpiarte ese corte, Aurora?—Es que Lucian quiere uno de mis cupcakes.—Bien, yo se lo llevo. Tú tranquila, yo nerviosa. Anda. —Linsey la empuja hacia el baño y Aurora no tiene más remedio que obedecer—. Encárgate de eso.—Pero es que le salpicó-—Hay un botiquín pequeño en la gaveta de arriba. Es mejor que dejes de ensuciar mi piso, muchacha.Aurora se distrae, quejándose cuando Linsey abre el grifo y empuja su mano bajo el agua fría.—Yo le aviso a Su Majestad que te vas a tardar un minuto —asevera Linsey y se va.El ardor de la herida atrae toda la atención de Aurora, evitando que se sienta mal por la idea de que Lucian no quiera esperarla.| | |CAPÍTULO| | .✧. CINCO| .✦. La presa para el depredadorLucian la espera, y hay una sonrisa... diferente en su rostro.Cuando se acerca, él señala la silla a su lado.—No debería —susurra ella.—Es una invitación. Siéntate.Aurora obedece, mirando el cupcake a medio comer en su mano izquierda, girando y girando perezosamente entre sus dedos largos.—¿Te gustó? —no puede evitar preguntarle.—¿Quieres que te lo muestre?Aurora no tiene tiempo de adivinar a qué se refiere, porque Lucian muerde un costado del cupcake, tomando bastante crema en su boca. La paciencia y la deliberación de sus movimientos no deberían verse como algo más allá del placer de comer. Desafortunadamente, Aurora no puede ignorar la manera en que la boca de Lucian se amolda y se aferra a un simple manjar.Aurora siente que el mundo se inclina cuando Lucian limpia la crema de sus labios con, no una, sino varias pasadas de su lengua.—Lo sospeché —murmura él con los ojos cerrados—. Una delicia.Cuando vuelve a mi
| | |CAPÍTULO| | .✧. SEIS| .✦. Un regalo inesperadoAurora se derrumba en el piso y se queja.¡No tiene un vestido!En su pequeña maleta hay sudaderas, oberoles, vestidos estampados no diseñados para fiestas. Revisa una, dos, tres veces. El resultado es el mismo: está jodida. Se entierra en el sillón con un puchero decepcionado. Ya es de noche y las calles están desiertas. En ese momento, solo se puede regañar a sí misma.Daisy amaría burlarse de su desgracia.—¿Y tú qué, muchacha? ¿Por qué traes esa cara de llanto? —le pregunta Linsey a la mañana siguiente, después de atender los primeros clientes habituales.La mayoría de los clientes la mira de reojo, sin decir nada. Seguramente saben que es una Corbet.—Asistirás a la fiesta del alcalde, ¿cierto?—Quién no lo haría. Espera, ¿vas a ir?Aurora frunce el ceño.—¿Cómo sabes que me invitaron?Las cejas de Linsey bailan, traviesa. Es curioso que una brecha de generación las separa a las dos y, a pesar de eso, a Linsey no le avergüenc
| | |CAPÍTULO| | .✧. SIETE| .✦. ¿Sugar Daddy?Los complementos que le trae Ryland son unos tacones de aguja y un abrigo, ambos de color negro. Además, le entrega una gargantilla y unos aretes de diamante.Aurora no puede evitar compararse con una de esas Sugar Baby de las que Daisy habla en la universidad.Linsey no obtiene un Lamborghini para ayudarla con los regalos, pero se ofrece a acompañarla hasta la casa, echarle una mano con el cabello y el maquillaje si lo necesita. Aurora rechaza la última oferta, pero se lo agradece.La chica conductora, Ryland, las espera en la calle, después de cerrar la tienda mucho antes de la hora habitual (según Linsey, cuando el alcalde hace fiesta, la gente anda engalanada desde temprano).—El amo me ordenó que te lleve a casa, Aurora —dice la chica, abriéndole la puerta trasera del auto negro.Oh, Dios mío.—Eh, yo...Ryland se queja, sosteniendo la puerta.—Por favor, entra al auto... ¿Sí? —Sus grandes ojos le suplican—. No quiero tener problema
| | |CAPÍTULO| | .✧. OCHO| .✦. Buscando una princesaLucian la lleva al auto, haciendo todo lo que hace un caballero que solo encuentras en las novelas románticas. Ryland, la chica revoltosa, se asoma desde el asiento del conductor.—¡Aurora! —La chica suelta una risita traviesa detrás su mano enguantada—. Te ves... como para comer.—Ryland —advierte Lucian con una ceja alzada.La chica regresa al volante sin perder el ánimo.—Ay, perdón, amo Lucian.Aurora retuerce los dedos en su regazo mientras Ryland arranca el auto. Se siente pequeña. Se siente fuera de lugar. Se siente...Casi se le escapa un jadeo cuando la mano grande de Lucian detiene sus movimientos nerviosos con un agarre fuerte. Él presiona el pulgar en el punto de pulso de su muñeca frágil, y ella traga saliva, confundida por la descarga de placer que recorre su espalda.Con los labios abiertos, Aurora admira las venas marcadas de su mano, la facilidad con la que podría apretar y hacerle daño.—No sabía que vivías en la
| | |CAPÍTULO| | .✧. NUEVE| .✦. Los hermanos AthertonHay una suave melodía llamándola...Aurora flota, fluye y gravita hacia él. La mano de Lucian se acerca a su espalda desnuda, rozando las delicadas cadenas con toques tentativos. Aurora contiene el aliento, electrificada en cada punto de contacto. Duele, el toque fantasma de los dedos de Lucian, porque su piel exige más.—¡Ahí está, la preciosa Aurora Corbet!La magia desaparece gracias al estridente llamado de Edgar Atherton.De repente, la mano de Lucian se aprieta, tirando amenazadoramente de las cadenas. Aurora se traga un chillido, medio asombrada medio preocupada. No oye que le rompe el vestido, pero la fuerza que tiene es impresionante.¡¿Cómo es tan fuerte?!—Bienvenida. —Atherton se acerca sonriente, resaltando en la multitud con un smoking azul celeste—. Me alegra ver que aceptaste la invitación.Aurora intenta contestar, y lo consigue en el segundo intento.—Alcalde.Cuando Atherton ya está allí, Lucian, por primera ve
| | |CAPÍTULO| | .✧. DIEZ| .✦. El Príncipe Blacklane—Ya te estabas tardando mucho.Aurora mira disimuladamente detrás de Oscar Atherton. Con un nudo en el estómago, se da cuenta de que la puerta del salón está más lejos de lo que recuerda.—Lo siento, no sabía que usa el baño de damas —comenta cautelosa.Sus palabras ensanchan la sonrisa sardónica del hombre.—Bonita e ingeniosa. ¿Qué más sorpresas ocultas?Aurora se aparta poco a poco del alcance de Oscar Atherton. El pasillo es lo suficientemente amplio para que pueda escabullirse por un extremo.—Ninguna que le interese —replica ella—. Con permiso.El hombre persigue sus pasos, sin embargo, obligándola a retroceder en dirección contraria.—¿A dónde vas con tanta prisa?Vuelve a mirar detrás de él. Luego mira detrás de ella, agarrándose la falda antes de que la pise con los tacones y se tropiece, por caminar de espaldas. Hay unas puertas dobles de cristal, abiertas. La está guiando hacia allí, no cabe duda.Cada vez más tensa y a
| | |CAPÍTULO| | .✧. ONCE| .✦. La pequeña oveja en el mataderoEl mundo da vueltas alrededor de Aurora. Ella permanece en el suelo, acurrucada y congelada, frente a la escena de un crimen.El cuerpo de Oscar Atherton se desploma como un saco de patatas cuando la mano del príncipe deja de sostenerlo en el aire. Sin embargo, Aurora es incapaz de concentrarse en algo que no sea el rostro de Lucian Blacklane; la boca cubierta de sangre brillante, los ojos de plata mirándola directamente, los colmillos que se vuelven a esconder.—Aurora.Cuando él murmura su nombre, el hechizo estalla.—Tú… Acabas de… Él está… No se mueve. ¿Por qué? —susurra, teniendo dificultades para apuntar el cuerpo inerte de Oscar Atherton, con el brazo torcido en un ángulo antinatural y la garganta rebanada de lado a lado. La imagen grotesca entra por sus ojos, pero no llega a su mente. Una parte de ella sabe que debería estar gritando o derramando el champagne caliente en su estómago en este preciso instante.—¿Qu
| | |CAPÍTULO| | .✧. DOCE| .✦. La mansión BlacklaneVe sangre.No es raro que vea sangre, cuando tiene estos sueños.Debe ser su familia, sus abuelos, sus bisabuelos. Los ve en Rayrane Hills y los lugareños los adoran. A los hombres, porque las mujeres suelen ser de otras familias, de otro linaje. Los hombres Corbet son amados.No obstante, siempre hay una mujer de sangre Corbet cuando Aurora sueña. Es una mujer hermosa, dura y no es odiada por ser lo que es. Todo lo contrario. La gente susurra sobre su belleza, admira su tenacidad y respeta su opinión. ¿Quién es? ¿Por qué está en Rayrane Hills? Aurora sospecha que la ha visto en otra parte.«Despierta»Las imágenes se desvanecen, poco a poco. Aurora se aleja del sueño sin protestar, aunque la mujer Corbet la mire fijamente y estire la mano, diciéndole algo que no logra escuchar.Sea lo que sea, Aurora lo olvida en cuanto despierta.Lo primero, es el olor. Ese aroma picante a geranio y canela entra por su nariz y suaviza cada punto d