Capítulo 5
Damián frunció el ceño, confundido. "¿Un regalo? ¿Qué regalo?"

Las miradas de todos se clavaron en mí con expectativa.

Entonces, con calma y sin perder la serenidad, saqué una caja cuidadosamente envuelta, que había guardado para ese momento. Se la tendí a Damián con una expresión serena, incluso sincera. "Es la reliquia de la Manada Luna Dorada", dije con voz firme. "Durante años pensé en entregársela a Toriel cuando llegara su momento, aunque hoy reniegue de mí, siempre será un hijo para mí. Así que, con este gesto, les deseo a ti y a tu nueva familia una vida feliz."

Los ojos de Damián se abrieron con asombro. Me miró sin decir nada, paralizado por unos segundos, antes de tomar la caja con cuidado. Al abrirla, vio un collar de colmillo de lobo.

El silencio fue absoluto.

"¿Es en serio? Esa es la reliquia sagrada de la Manada Luna Dorada... ¿Ariel ha perdido la cabeza?"

"¿Está bendiciendo públicamente a quienes la traicionaron? ¿Así, sin más?"

"Qué tragedia. Su esposo y su hijo la usa
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