Melissa bajó las escaleras del edificio con el corazón a punto de escaparse de su pecho. El vestido que Bruno le había enviado parecía hecho con sus pensamientos, con lo que ella nunca se atrevió a decir en voz alta sobre cómo quería sentirse: elegante, deseada, distinta.El chofer la saludó con una cortesía casi militar y le abrió la puerta del auto negro. Ella se acomodó dentro, aspirando el aroma del interior que no podía negar que era de Bruno: cuero, madera y un perfume que parecía envolverla.El trayecto fue silencioso, pero su cabeza no. Pensó en las palabras que él había usado… “Definiremos nuestros futuros”. ¿Desde cuándo alguien se jugaba un futuro con ella? ¿Desde cuándo alguien la miraba como si fuera capaz de cambiar el rumbo de su historia?El auto se detuvo frente a un edificio de arquitectura clásica. Alguien la esperaba en la entrada: no Bruno, sino un hombre con un auricular, que le indicó que lo siguiera por un pasillo alfombrado. Subieron a un ascensor privado. Tod
Melissa no supo si podría escuchar algo mejor o peor, pero su historia definitivamente le había hecho algo.Nunca se había imaginado algo igual, sin embargo, había una cosa que titilaba en su mente.¿Aún amaba a esa mujer?El sacrificio que había hecho por ella era evidente y dejó de mirarlo por un momento, más que todo por él.—¿Qué es lo peor? —preguntó como un susurro y luego Bruno se arrimó para mirarla.—No me odies…Ella negó.—No tengo por qué hacerlo. ¿Qué es lo peor?—Desistí de todo. De todas formas, no hay una condición para heredar, y de todas formas, no me importaba conseguirlo. Tenía un año sin ir a Italia, cuando mi madre me llamó. Había una cirugía programada para mi padre, y le dije que, posiblemente, viajaría ese fin de semana. No logré llegar, y mi padre tuvo un infarto. Después de eso, supe que tenía que desligarme completamente de mi familia, aunque lo último que me dijo el abuelo, me dolió —hizo una mueca—. Un sermón sobre el apellido, la dinastía, el deber. La f
Había un juego de miradas en la mesa, y Melissa se sacudió los dedos cuando miró a Bruno.—Si voy a estar contigo, y tú llegas con Luca diciendo que es tu hijo… necesitas una historia que no levante sospechas.Bruno alzó la ceja.—Pensé que tenía eso cubierto.Ella negó.—Mi compañía sería muy innecesaria, pero si decimos que me conociste en un desfile, tal vez, y luego nos encontramos en el lugar donde estaban cuidando a Luca… sería más convincente.Bruno sonrió.—Como si nos hubiésemos visto más de dos veces por casualidad…A Melissa se le borró la sonrisa, pero asintió.—Así es…Bruno la observó con curiosidad, bebiendo un sorbo de agua, atento.—Eso te mantendría lejos de preguntas innecesarias —apoyó el codo en la mesa, mirándolo intensamente.—¿Cuánto puede durar el intensivo? —preguntó él de un momento a otro.—Al menos dos meses.Él asintió de forma rápida y sin dejar de mirarla, lo dijo:—Gracias —murmuró.Melissa giró la cabeza apenas y susurró:—¿Por qué exactamente? Se sup
La semana, si pasó muy lenta, Melissa estaba abarrotada de cosas, con pedazos de costuras en sus manos, ensayando para sus pruebas cada semana, ya que todo se había acortado, y leyendo infinidad de artículos acerca de los mejores diseños.Solo había sacado esa hora que Bruno le prometió el miércoles por la mañana para ir a ver a Luca, y aunque la extrema conexión entre ellos estaba en el aire, se centraron netamente en el niño, y un auto fue a llevarla de vuelta a sus clases cuando se hizo la hora.Bruno estaba llamando y agilizando el proceso legal. El centro de cuidados de niño estaba metiendo la mano para legalizar los papeles del niño, y sobre todo, para que Bruno quedara como su único pariente en todo el sentido de la palabra.Se registraría con su apellido, y todos sus documentos, estarían bajo su sello y tutor legal.Melissa estaba terminando una exposición de telas por la mañana, cuando recibió un mensaje.“Nuestra primera cita formal”Ella leyó el mensaje mientras su cuerpo s
Melissa se quedó quieta por un instante, mirando alrededor con una respiración agitada, mientras sus dedos jugueteaban con la tela de su vestido. Lo que le había dicho Bruno, era literalmente una sentencia que ella había deseado que pasara.Él la miraba con una intensidad tan abrumadora que Melissa sintió como si le vaciaba el pecho. Como si ese instante entre ambos no tuviera tiempo ni ruido, solo la certeza de que estaban ahí, solos, y lo demás se volvía irrelevante.Bruno no dijo nada. Caminó lentamente acortando sus distancias y sonrió para ella y luego extendió su mano colocándola en su cintura para pegarla a su cuerpo.—¿Sabes algo? —murmuró él, apenas rozando su oído con su voz ronca y baja—. No hay nada más sexy que una mujer que no se da cuenta del efecto que tiene…Él llevó su mano al rostro de ella, deslizándola por su mejilla, bajando lentamente por su cuello, y con voz grave y baja, susurró:—Estás temblando…Melissa asintió, sin poder evitarlo.—No quiero hacer nada mal
La lluvia comenzó a caer suave sobre las ventanas, en algún momento de la madrugada, y Melissa abrió los ojos. No estaba el calor con el que se quedó dormida, solo su cuerpo desnudo entre las sábanas, y su respiración se agitó.No quería que lo que había pasado fuese un sueño, pero cuando se sentó, estaba esa misma cama amplia, y se encontraba en la cabaña a donde Bruno la había traído. Miró las grandes ventanas empañadas por la lluvia y la lámpara encendida a medias, pero por más que buscó con la mirada por la habitación, no encontró a Bruno.Ella hizo un gesto lastimero en el rostro cuando se movió y se dio cuenta de que entre las sábanas estaba la mancha que comprobaba lo que había hecho. Se puso de puntillas y caminó por el lugar, y su ceño se frunció cuando no lo vio, pero cuando estaba a punto de abrir la puerta, se dio cuenta de que Bruno estaba afuera de la terraza, de pie, en medio de la lluvia, que no lo mojaba, pero que prácticamente debería estar helándolo.Caminó rápidam
Después de salir de su escuela, Daniela inmediatamente corrió al trabajo y ya estaba sin aliento cuando llegó. Pero, aun así, ella se puso a trabajar sin descanso porque necesitaba el dinero para juntarlo con su madre, y sobrevivir de alguna manera.Porque eso es lo que estaban haciendo desde que tenían existencia.Desde lejos podía ver a su madre, que también trabajaba en el mismo lugar, pero a diferencia de lo habitual, hoy se veía llena de energía y con una sonrisa en la boca. Algo que le hizo fruncir el ceño y pensar.Finalmente, al terminar la jornada laboral, la madre llamó a Daniela para comenzar a irse del lugar, tomando sus abrigos y le dijo durante el camino:—Mi Dani, hoy será el último día de nuestra pobre vida. A partir de mañana nuestras vidas cambiarán drásticamente, y te gustará —le afirmó con una sonrisa en el rostro y con mucha seguridad en su voz.—¿Qué? —Los ojos de Daniela se abrieron.—Ya lo verás, tengo un novio rico y nos vamos de España mañana mismo.—¿Qué? Ma
Daniela seguía mirando al alto y enorme techo de una habitación, que ahora dijeron era suya. Sin embargo, ella sabía que nada de aquí le pertenecía.Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas y gimió un poco tomando la sábana para ponérsela en sus brazos. Ni siquiera conocía a la mujer que tenía por madre, ni sabía lo que estaba pensando para meterse en una familia tan extraña.Ya estaba claro que ese hombre tenía varias mujeres, como un harén al estilo americano. Era polígamo, algo que ni siquiera sabía era legal en este país o no. Ni que iba a ocurrir mañana o pasado, entonces, cuando quiso sollozar, recordó las palabras del hombre.“Piscina, internet, todo lo que quieras… está a alcance a partir de ahora”Daniela se quitó la sábana de encima y buscó su celular, para conectar el internet revisando sus mensajes rápidamente.Javier: Dani, ¿qué ha pasado?Las lágrimas corrieron aún más, cuando siguieron llegando los mensajes.Javier: ¿Cómo que se irán? ¿Dónde estás? ¿Daniela?El